Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Cuando la procesión salió, vi a Jesús en un resplandor más grande que el brillo del sol. Jesús me miró con amor y dijo: Corazón de Mi Corazón, llénate de alegría.
Reflexión: Alegría
Cuando la procesión salió, vi a Jesús en un resplandor más grande que el brillo del sol. Jesús me miró con amor y dijo, Corazón de mi corazón, llénate de alegría. La alegría o gozo es otro de los frutos que el Espíritu Santo hace germinar en la persona que conoce a Cristo. Esa alegría es de carácter permanente. Estad siempre alegres en el Señor. Os lo repito. Alegraos, el Señor está cerca. Jesús está muy cerca de nosotros. El Señor llega siempre a nosotros en alegría y no en la aflicción. Alégrate, llena de gracia, porque el Señor está contigo, le dice el ángel a María. Y a los pastores les dirá el ángel. No temáis, os traigo una gran alegría, pues os ha nacido hoy un Salvador. Fuera de Dios no hay alegría verdadera. Encontrar a Cristo y volverlo a encontrar supone una alegría profunda, siempre nueva. El cristiano debe ser un hombre siempre alegre. La nuestra no es una alegría cualquiera. Es la alegría de Cristo que trae la justicia y la paz, y sólo él puede darla y conservarla, porque el mundo no posee su secreto. El cristiano lleva su gozo en sí mismo, porque encuentra a Dios en su alma en gracia. Esta es la fuente permanente de su alegría. La alegría del mundo es pobre y pasajera. La alegría del cristiano es profunda y capaz de subsistir en medio de las dificultades. Yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar. Ha prometido el Señor, nada ni nadie nos arrebatará esa paz gozosa, si no nos separamos de su fuente. Es un alma triste, está a merced de muchas tentaciones. Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Alegrémonos por nuestro ángel custodio que nos dio el Señor en el Día de los Ángeles Custodios.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda cantar la alegría, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce