Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
30 X 1937. Hoy, durante la ceremonia religiosa, durante la Santa Misa, en el segundo día de acción de gracias, vi a Jesús en un aspecto de gran belleza y me dijo: Hija Mía, no te he dispensado de la acción. Le contesté: Señor, mi mano es débil para tales obras. Sí, lo sé, pero unida a Mi diestra, cumplirás todo. Sin embargo, sé obediente, sé obediente a los confesores. Yo les daré la luz cómo deben guiarte. Señor, yo quise dar comienzo a la obra en Tu nombre, sin embargo, el Padre S. todavía la aplaza. Jesús me contestó: Lo sé, por lo tanto haz lo que está en tu poder, pero no puedes eximirte.
Reflexión: Acción de obras
30- X – 1937. Hoy durante la ceremonia religiosa, vi a Jesús de gran belleza y me dijo: Hija mía, no te he dispensado de la acción. Le contestaron: Señor, su mano es débil para tales obras. Sí lo sé, pero unida a mi diestra cumplirás todo. Hemos de dirigirnos al Señor cada día, pidiéndole ayuda para tenerle siempre presente: no sólo en los momentos dedicados a hablar con Él, sino también en nuestras actividades diarias. Te pedimos Señor que prevengas nuestras acciones y nos ayudes a proseguirlas, para que todo nuestro trabajo empiece en ti y por ti alcance su fin. En la Santa Misa es el momento más oportuno para renovar el ofrecimiento de nuestra vida y de las obras del día.
El haber ofrecido nuestras obras a Dios nos ayudará a hacerlo mejor y trabajar con más eficacia, a estar más alegres en la vida familiar. La acción de nuestras obras podemos repetirla aunque sólo sea con el pensamiento, muchas veces a lo largo del día, aunque estemos cansados. El Señor también acepta nuestro cansancio, que así adquiere un valor redentor. Ofrecemos nuestra acción de obras cada día como si fuera el único que tenemos para ofrecer a Dios, procurando hacer las cosas bien, rectificando cuando las hemos hecho mal.
El cristiano que está unido a Cristo por la gracia, convierte sus obras rectas en oración, por eso es tan importante la devoción del ofrecimiento de obras por la mañana, al levantarnos, en la que le decimos al Señor, que toda la jornada es para Él.
Que todo nuestro día, nuestra oración y nuestro trabajo, tomen su fuerza y empiecen siempre en ti Señor, y que todo lo que hemos comenzado por ti, llegue a su fin. Pidamos a la Virgen, ella te alcanzará la fuerza para hacer de tu ocupación un diálogo amoroso con Dios.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la acción de obras, a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.