Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
En los momentos del abandono interior no pierdo la serenidad, porque sé que Dios nunca abandona al alma, a no ser únicamente cuando el alma misma, con su infidelidad, rompe el lazo de amor. Sin embargo, absolutamente todos los seres dependen del Señor y son sostenidos por su omnipotencia. Unos son gobernados por el amor, otros por la justicia; de nosotros depende bajo qué autoridad deseamos vivir, visto que la ayuda de la gracia en la medida suficiente no es negada a nadie. No me asusta el aparente abandono. Me examino más profundamente si la culpa no es mía. Si no, bendito seas.
Reflexión: Abandono en Dios
En los momentos de abandono interior, no pierdo la dignidad porque sé que Dios nunca abandona el alma, a no ser únicamente cuando el alma misma con su infidelidad rompe el lazo de amor.
El abandono en Dios es aquel estado en que el alma se entrega sin condiciones ni reservas al beneplácito de Dios. El abandono en Dios requiere hacerse como niños; requiere reciedumbre y fortaleza en la voluntad y en gran abandono que trae consigo una inmensa paz; sólo se consigue cuando quedamos indefensos ante el Señor. Ser pequeño exige abandonarse como lo hacen los niños, creer como creen ellos y pedir como piden los niños. Abandonarse en Dios es dormir tranquilos, porque Dios vela por nosotros. No tengamos inquietudes respecto al futuro. Dejemos a nuestro Señor el cuidado de escoger según le plazca la forma exterior de nuestra vida, aceptando todos los acontecimientos personales que os sobrevengan como venidos de su corazón paternal. Pero, ¡cuánto cuesta a nuestro corazón morir al “yo”, para vivir únicamente de Dios! Descansemos con toda paz en Dios, a los pies de nuestro dulce maestro; aceptando y adorando su santa voluntad. Reposemos tranquilos en su bondad, vivamos y obremos en su amor y habremos dado con la verdadera sabiduría. ¡Qué dichosa es el alma que vela y duerme amparada por esta maternal providencia divina. Debemos descansar en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de misericordia, de ternura, de infinito amor. Echad sobre Él vuestras preocupaciones, pues Él tiene cuidado de nosotros. En nuestra oración le decimos “Jesús en tus brazos, confiadamente me pongo, escondida mi cabeza en tu pecho, pegado mi corazón a tu corazón, me abandono totalmente en ti”.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda el abandono en Dios a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.