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Pedro Claver, Santo

Esclavo de los esclavos

Martirologio Romano: San Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos (1654).

Fecha de canonización: Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX. Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.

Breve Biografía

Nació en Verdú, España, el 26 de Junio de 1580.

Murió en Cartagena, Colombia, el 8 de Septiembre de 1654.-

Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos mas pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia.-

Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodriguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.-

Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616.-

Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12 de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Se trata de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción.-

Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas se convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se murieran la mitad en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano.-

Pedro no podía cambiar el sistema. Pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener mucha fe y mucho amor. Pedro supo dar la talla. En la escuela del gran misionero, el padre Alfonso Sandoval, Pedro escribió: «Ego Petrus Claver, etiopum semper servus» (yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre». Así fue. San Pedro no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. Supo ser santo en aquella situación y dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia. En Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los tiempos, el supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.-

A pesar de su timidez la cual tuvo que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su defensor y padre.-

Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas.-

Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas. Los esclavistas no eran sus únicos enemigos.

El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que a penas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros.-

Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos. Hacia además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y el apoyo de los hombres pero tenia una fuerza dada por Dios.-

Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar a mas de 300,000 negros.-

En la mañana del 9 de Septiembre de 1654, después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo.

Beatificado el 16 de Julio de 1850 por Pío IX.
Canonizado el 15 de Enero de 1888 por León XIII junto con Alfonso Rodriguez.
El 7 de Julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros.
El papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena el 6 de Julio de 1986

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San Pedro Claver

Oración

. Oh Dios, que, con el fin de llevar el Evangelio a los esclavos negros, has dotado a San Pedro Claver de admirable amor y paciencia, concédenos, por su intercesión y ejemplo, que, superadas todas las discriminaciones raciales, amemos a todos los hombres con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

 

 

¿Qué estás haciendo de extraordinario?

Santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38. Jueves XXIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de vivir lo ordinario, de una manera extraordinaria.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.

Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque son la misma medida con que midan, serán medidos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando una persona verdaderamente ama a otra persona, lo demuestra. Lo demuestra de muchas maneras, con detalles, palabras, regalos, etc. Todo esto es muy bueno pero muchas veces, secundario, pues si esa demostración de amor sólo se basa en esas cosas, el final es muy evidente. Sin embargo, cuando este amor se demuestra queriendo lo mejor para la otra persona, es decir, llevándola a sacar lo mejor de sí misma, ahí es cuando se puede decir que hay una verdadera amistad, cuando hay verdadero amor. Es verdad que puede ser exigente y puede costar, pero al final habrá valido la pena.

Jesús nos invita a sacar lo mejor de nosotros mismos y nos lleva a salir de nuestra zona de confort. No porque nos quiera «complicar la vida», sino porque sabe que estamos hechos para amar y sólo en el amor encontramos el sentido de nuestra existencia. Por tanto, nos invita a amar, no a medias, no solamente con una parte de nuestro corazón, sino en totalidad.

«¿Qué estás haciendo de extraordinario?» -nos dice. Jesús nos invita a vivir la vida que muchas veces podemos considerar ordinaria, de una manera extraordinaria. Nos invita a vivir, no con un amor limitado por el rencor, la envidia, o nuestra zona de confort, sino con un amor que libera, que siempre va más allá… Nos invita a amar como Él ama.

«Una invitación acompañada de cuatro imperativos, podríamos decir de cuatro exhortaciones que el Señor les hace para plasmar su vocación en lo concreto, en lo cotidiano de la vida. Son cuatro acciones que darán forma, darán carne y harán tangible el camino del discípulo. Podríamos decir que son cuatro etapas de la mistagógica de la misericordia: amen, hagan el bien, bendigan y rueguen. Creo que en estos aspectos todos podemos coincidir y hasta nos resultan razonables. Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres». (Homilía de S.S. Francisco, 19 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Aprovechar una actividad de día para crecer en el amor, mediante un acto de caridad oculta.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Las Maldiciones Generacionales

Debemos entender que Dios no maldice sino que siempre nos está bendiciendo.

Recientemente acudí al hospital para realizarme un chequeo médico debido a problemas que he confrontado con la vista. En el Hospital conocí a una Señora como de 45 años y entable una conversación con ella sobre Dios. Resulto ser una hermana protestante, la charla duró bastante tiempo mientras nos llamaban para el respectivo chequeo. En la conversación hubo muchos temas, los principales fue el amor de Dios, el estudio a profundidad de la Biblia, el ser generoso, sin embargo hubo uno en el que me detuve a conversar con ella más tiempo de lo habitual: Las Maldiciones Generaciones.

No salía de mi asombro oír a esta hermana hablar todo lo que un supuesto «Pastor» le había metido en su cabeza respecto al tema. Me dijo que ella sufría de una enfermedad de «Migraña» y que eso se debía a una maldición en la familia por muchas generaciones. Según ella las cosas adversas que nos suceden se deben a maldiciones que nos llegaron por pertenecer a un grupo familiar cuyo árbol genealógico fue infectado por la iniquidad, es decir que los delitos de una persona son genéticamente transferidos a todos sus descendientes. Realmente con mucha ternura le dije que eso era una locura y que esa era una mala interpretación del texto bíblico.

Le aclare el tema y creo que se fue bien convencida que Dios no maldice a nadie, que él es amor (1 Jn 4,8), y que cada quien es responsable de sus actos.

Este tema lo han tomado muchos «locos» que creen conocer a Dios y dicen que está bien explicito en la Biblia porque dice: «No te harás ídolos, no te harás figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo o aquí debajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. Ante ellas no te hincarás ni les rendirás culto; porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian. Pero mantengo mi favor por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Dt 5,8-9). No quiero hacer una exegesis del tema puesto que me extendería demasiado y las líneas son escasas, sin embargo quiero hacer unas conclusiones que nuestra Iglesia Católica siempre ha declarado:

1. El hombre tiene libre albedrio: Dios nos ha permitido escoger el camino, si el del bien o el del mal «Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran» (Mt 7,13-14).

2. Dios es amor y misericordia: El ser humano tiene un Padre que ama inimaginablemente hasta el punto que «Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él» (Jn 3,16-17).

3. Por nuestras obras seremos juzgados: El que dice ser cristiano debe ser un hombre y una mujer que han adoptado el modelo de vida de Jesús, su única meta es el servir con amor a los demás, no se dice que se es cristiano de palabra, debe demostrarse con hechos, por eso el apóstol Pablo dice «Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez. El pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Dará vida eterna a quien haya seguido el camino de la gloria, del honor y la inmortalidad, siendo constante en hacer el bien; y en cambio habrá sentencia de reprobación para quienes no han seguido la verdad, sino más bien la injusticia» (Rom 2,5-8).

4. Cada quien es responsable de sus actos: La verdad es que estamos bien grandecitos para estar echándole la culpa a nuestros ancestros y al diablo de todas las cosas que consideramos mala en nuestra vida, pero que no entendemos que «Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado» (Rom 8,28). En el libro del profeta Jeremías está bien claro: «Y del mismo modo que me preocupé por arrancarlos, destruirlos, demolerlos, acabarlos y perjudicarlos, así también estaré atento para edificarlos y plantarlos, dice Yahvé. Entonces no andarán diciendo más: «Los padres comieron uvas agrias y los hijos sufren dentera», sino que cada uno morirá por su propio pecado. El que coma uvas agrias sufrirá dentera» (Jer 8,28-30).

5. El punto de quiebre: Quienes afirman la locura de las maldiciones generacionales, ni siquiera entienden el pecado que están cometiendo ya que al afirmar la trasmisión de pecados entre familiares no se dan cuenta que están hablando mal del propio Jesús, puesto que en su línea genealógica se encuentra «Rahab la prostituta» (Mt 1,5; cf. Jos 6,17), es decir que según para ellos también Jesús tiene algo de maldiciones en su vida.

Lo cierto del caso que no debemos creer en los inventos de muchos que no entienden que Dios no maldice sino que siempre nos está bendiciendo.

 

 

Igualdad en Cristo más allá de las diferencias

Catequesis del Papa Francisco, 8 de septiembre de 2021

Esta mañana en el Aula Pablo VI, durante la Audiencia General, el Papa Francisco ha continuado su catequesis sobre la Carta a los Gálatas. El Pontífice ha insistido sobre la insistencia del apóstol Pablo a los cristianos para que “no olviden la novedad de la revelación de Dios que se les ha anunciado”. El Papa llama la atención sobre lo que sucede a menudo a los cristianos: “damos por descontado esta realidad de ser hijos de Dios”, por lo que subraya el llamado de Pablo: “la fe en Jesucristo nos ha permitido convertirnos realmente en hijos de Dios y sus herederos”. Por eso, los cristianos debemos recordar con gratitud el momento de nuestro bautismo «para vivir con mayor conciencia el gran don que hemos recibido».

Si hoy preguntara, dice Francisco, «¿Quién de ustedes sabe la fecha de su bautismo?», no creo que se levantarán muchas manos… Pero es la fecha en que fuimos salvados, la fecha en que nos convertimos en hijos de Dios. Ahora, los que no lo sepan, que pregunten a su padrino, madrina, padre, madre, tío, tía: «¿Cuándo me bautizaron? ¿Cuándo fui bautizado?», y recordar esa fecha cada año: es la fecha en la que fuimos hechos hijos de Dios. ¿De acuerdo? ¿Lo harás?

Por la fe somos Hijos de Dios “en Cristo”

Una vez que «ha llegado la fe» en Jesucristo, señala el Papa, «se ha creado una condición radicalmente nueva que conduce a la filiación divina.» No se trata de una filiación que implique a todos los hombres en cuanto hijos del mismo Creador, sino que la fe nos permite ser hijos de Dios «en Cristo».

Francisco insiste: Es este “en Cristo” que hace la diferencia. Él se ha convertido en nuestro hermano, y con su muerte y resurrección nos ha reconciliado con el Padre. Quien acoge a Cristo en la fe, por el bautismo es “revestido” por Él y por la dignidad filial (cfr v. 27).

Por el bautismo participamos del misterio de Jesús

Para Pablo, dice el Papa, “ser bautizados equivale a participar de forma efectiva y real en el misterio de Jesús (…) El bautismo, por tanto, no es un mero rito exterior. Quienes lo reciben son transformados en lo profundo, en el ser más íntimo, y poseen una vida nueva, precisamente esa que permite dirigirse a Dios e invocarlo con el nombre “Abbà, padre” (cfr Gal 4,6).

Por el bautismo son superadas todas las diferencias

Francisco subraya que Pablo afirma “con gran audacia que la identidad recibida con el bautismo es una identidad tan nueva que prevalece sobre las diferencias que existen a nivel étnico-religioso: «ya no hay judío ni griego»; y también a nivel social: «ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer»”.

«Que Pablo escribiera a los gálatas que en Cristo no hay ni judío ni griego equivalía a una auténtica subversión en el ámbito étnico-religioso» explicó el Papa, porque por el hecho de pertenecer a un pueblo elegido, el judío era privilegiado sobre el pagano.

Asimismo, la eliminación de la distinción entre «libres» y «esclavos» introducía una perspectiva chocante, ya que, por ley, «los ciudadanos libres gozaban de todos los derechos, mientras que ni siquiera se reconocía la dignidad humana de los esclavos». Asimismo, la igualdad en Cristo, que supera las diferencias sociales entre los dos sexos, «fue revolucionaria en su momento» y «necesita ser reafirmada aún hoy».

Francisco señala: Esto también ocurre hoy: hay tantas personas en el mundo, millones de ellas, que no tienen derecho a comer, no tienen derecho a la educación, no tienen derecho a trabajar: son los nuevos esclavos, son los que están en las periferias, que son explotados por todos. Incluso hoy en día existe la esclavitud: pensemos un poco en esto. Negamos a estas personas la dignidad humana. Son esclavos.

Refiriéndose a la igualdad entre hombres y mujeres Francisco afirma: ¡Cuántas veces escuchamos expresiones que desprecian a las mujeres! Cuántas veces hemos escuchado: «Pero, no, no hagas nada, [son] cosas de mujeres». Pero mira, los hombres y las mujeres tienen la misma dignidad, y hay en la historia, incluso hoy, una esclavitud de las mujeres: las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Hay que leer lo que dice Pablo: somos iguales en Cristo Jesús.

“Toda distinción se convierte en secundaria respecto a la dignidad de ser hijos de Dios, el cual con su amor realiza una verdadera y sustancial igualdad”, señala Francisco.

Llamados a vivir una vida nueva como Hijos de Dios

El Papa evidencia que “Es decisivo también para todos nosotros hoy redescubrir la belleza de ser hijos de Dios” e insiste: “Las diferencias y los contrastes que crean separación no deberían tener morada en los creyentes en Cristo”.

Francisco recordando la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma: “Nuestra vocación es más bien la de hacer concreta y evidente la llamada a la unidad de todo el género humano”, e insiste nuevamente: “Lo que cuenta es la fe que obra siguiendo el camino de la unidad indicado por el Espíritu Santo. Nuestra responsabilidad es caminar decididamente por este camino de la igualdad, pero de la igualdad que es sostenida, que fue hecha por la redención de Jesús.

La catequesis finalizó con un llamado a la memoria: “y no olvides: cuando vuelvas a casa: «¿Cuándo me bautizaron? ¿Cuándo me bautizaron?», pide tener siempre presente esa fecha. Y tú también vendrás a celebrarlo cuando llegue la fecha. Gracias.”

 

 

Siete hábitos diarios para las personas que deseen ser Santas

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.

Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.

Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.»

El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: «reza siempre y sin desfallecer» (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.

Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.

3 puntos importantes para prepararnos a cumplir los hábitos: Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos

1. Recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos.

2. Al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida – más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón.

3. Quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas. Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezaban mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.

LOS 7 HÁBITOS PARA QUIENES QUIEREN SER SANTOS

Primer Hábito: Ofrecimiento del día por la mañana

El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. «Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza.»

Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.

¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (San Josemaría- Camino, 191)

En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el «minuto heroico» en la mañana y a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.

Segundo Hábito: Quince minutos de oración en silencio

El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón. Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho «Sin Mí, nada pueden hacer.»

Tercer Hábito: Quince minutos de lectura espiritual

El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador. El resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.

Cuarto Hábito: Participar en la Santa Misa y Recibir la Santa Comunión en estado de gracia

El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America «La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega» (n°35).

Quinto Hábito: Rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli

El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli, invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.

Sexto Hábito: El rezo del Santo Rosario cada día

El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.

Séptimo Hábito: Breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama

El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área, la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.

Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?

¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.

Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor «para servir y no para ser servido.» Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas, gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño, siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.

 

 

La contribución a la Iglesia

Cada cristiano, en razón de su bautismo, está llamado a cooperar a la hermosa tarea de Evangelización que Jesús nos dejó

Hoy vamos a conversar un poco sobre nuestra contribución material a la Iglesia. Y, aunque a primera vista este tema aparezca un poco ajeno a lo que estamos tratando, en realidad no es así, sino que, en realidad, condiciona la misión de la Iglesia.

Efectivamente, Nuestro Señor Jesucristo antes de subir al cielo dijo a sus discípulos estas hermosas palabras:

«Vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt. 28, 19) He aquí su glosa:

El día de la Ascensión
con un gozo muy profundo
Jesús dijo por el mundo
lleven mi predicación.
Por todo pueblo y nación
prediquen la santa fe,
Yo los acompañaré
hasta el final de los tiempos
y en la cruz y en el tormento
con ustedes Yo estaré.

El mandato de Jesús

Lo primero que percibimos en las palabras de Jesús es que aquí hay un mandato: Anunciar y propagar la Buena Nueva a través de todo el mundo.

Ello se hace con la dedicación y esfuerzo del Papa, de los obispos y sacerdotes, de los catequistas, de los misioneros y de todos los que son consecuentes con su bautismo. Cada cristiano, en razón de su bautismo, está llamado a cooperar a la hermosa tarea de Evangelización que Jesús nos dejó.

Pero para cumplir con este mandato, además de recursos humanos y de la gracia del Espíritu Santo, se necesitan también recursos materiales. Es necesario preparar personal, construir seminarios, locales para reuniones, templos, parroquias, capillas, obras de caridad, etc. No podemos evangelizar sin contar con los medios necesarios para el apostolado. No debemos «tentar a Dios» pensando que El va a arreglar todo milagrosamente.

El refrán dice: «A Dios rogando y con el mazo dando». Dios nos ha dado manos y la inteligencia para solucionar los problemas que se presentan en el camino. De ahí la necesidad de que todos los bautizados cooperen también materialmente a la extensión del Reino.

Y ¿en qué se fundamenta esta obligación?

Este deber tiene, por supuesto, un fundamento bíblico.

En el ANTIGUO TESTAMENTO:
Moisés en el Deuteronomio muestra el profundo sentido del diezmo o primicia, que nació como una forma de agradecer a Dios por todos los dones recibidos (Deut. 12, 6-9 y 14, 22-28).

En el NUEVO TESTAMENTO:
– Jesús es presentado al templo y hace su ofrenda (Lc. 2, 24).
– Jesús paga el impuesto al templo (Mt. 17, 24-27).
– Jesús elogia a la pobre viuda (Lc. 21, 1-4).
– Jesús necesita y pide cinco peces y dos panes (Jn. 6, 9).

En la Iglesia primitiva
En la primera comunidad los cristianos compartían todo (Hch. 2, 42).
San Pablo pide a los Romanos una colecta para gastos de viaje (Rom. 15, 24).
Además, la comunión de bienes materiales es signo de la comunión en la fe y en el amor. Y al ofrecer dinero, uno se ofrece a sí mismo (2 Cor. 8, 5).

¿Cumple el cristiano con esto dando una limosna?

A veces los cristianos colaboran con la Iglesia dando una limosna en la Misa, en las Campañas de Cuaresma o con motivo de una colecta especial. Sin duda que esto es bueno y hay que hacerlo, pero ninguna de estas colaboraciones dispensa del compromiso mensual del cristiano con su Parroquia.

¿Cuál es la situación real de los católicos en nuestro país?

En nuestro país el porcentaje de católicos comprometidos con su iglesia es muy bajo. Esta situación, de por sí, ya revela una gran falta de madurez. Sólo gracias a la generosidad de otras Iglesias extranjeras se pueden mantener las obras de la Iglesia. Pero esta dependencia es incompatible con la condición de una Iglesia adulta. Tenemos que comprometernos.

¿A qué nos llama hoy la Iglesia?

La Iglesia nos llama a asumir este compromiso con sentido misionero. Algunos, pocos, ya lo hacen, y lo cumplen sagradamente todos los meses. Sigan cooperando sabiendo «que Dios ama al que da con alegría» (2 Cor. 9,7).
A quienes todavía no se han inscrito, la Iglesia los invita a hacerlo cuanto antes. Si usted es uno de ellos, vaya a su parroquia, pregunte e intégrese al grupo de cristianos comprometidos. No lo deje para otro día.

Asuma el compromiso en familia

¡Qué hermoso es cuando el papá o la mamá conversan sobre esto con sus hijos, los educan en este compromiso y mes a mes van cumpliendo generosamente con este deber! Ahí sí que experimentan el gozo y la alegría de ser cristianos.

¿Por qué hay tantos católicos pasivos en nuestra Iglesia? ¿Por qué entre los católicos hay tan poca conciencia de pertenecer a la Iglesia? Sin duda por la falta de compromiso en lo económico. ¿Y por qué avanzan tanto las sectas? En parte porque son sumamente exigentes en este punto. Es frecuente que un católico que nunca ha colaborado económicamente con su Iglesia, se pasan a las sectas e inmediatamente se compromete a pagar el diezmo.

Piense, además, cuántos misioneros laicos y sacerdotes se comprometen de por vida con el Señor. Pregúntese: ¿Hasta dónde llega mi compromiso con Cristo? ¿Soy de los que tan sólo me gusta recibir en la Iglesia, o soy de los que están prontos a cooperar, siquiera con un granito de arena para que la causa del Reino siga avanzando?
Si todos cumplimos, la obra del Reino irá creciendo de día en día y nuestra Iglesia irá avanzando. Si no cumplimos, algo quedará por hacer.

Finalmente una pregunta: ¿Cómo quisiera ver usted a su Iglesia? ¿La quiere ver hermosa, sin mancha ni arruga, y que avance cada día?

Inscríbase hoy mismo como contribuyente y sentirá que también usted es parte de la Iglesia. Medite estas décimas:

Este es el primer deber
que tiene todo cristiano
ayudar desde temprano
al progreso de la Fe.
Nadie se margine pues
de este hermoso compromiso
comprométase de fijo
a sacar esta tarea
y verá como la Iglesia
va cumpliendo su destino.
Si usted tiene un buen hogar
y también trabajo estable
comprométase cuanto antes
y sin hacerse rogar.
El Señor lo ayudará
téngalo por entendido
con su esposa y con sus hijos
cumpla, pues, con su tarea
y verá como la Iglesia
va cumpliendo su destino.

Resumiendo:

Desde el momento en que un católico coopera con su Iglesia ya está trabajando por extender el Reino. Y al contrario, quien pudiendo no colabora, está frenando la acción misionera de su Iglesia.

El verdadero católico colabora con su Iglesia.

El que es católico a su manera sólo quiere recibir de su Iglesia, pero nunca está dispuesto a cooperar.

Piénselo bien: Dios nos da la vida, la salud, el tiempo…

Y nos pide tan poco. Unas miguitas que, sumadas a las de otros cristianos, harán posible el crecimiento del Reino.

Si usted colabora activamente podrá decir con orgullo: Yo soy socio de mi Iglesia. Yo también soy misionero y ayudo con lo que puedo. Ahora bien, si usted no tiene recursos o no tiene trabajo y es tan pobre que no puede cooperar, no se haga problema. Dios ve su buena voluntad.

He aquí unos versitos que nos llaman a participar en la misión:

Cada uno tiene un don
una gracia y un talento
para que el Reino de Dios
vaya siempre en aumento.

Vamos todos a la Viña
a la Viña del Señor
y hagamos un mundo nuevo
un mundo nuevo y mejor.

En los Hechos se asegura
que los primeros cristianos
se ayudaban mutuamente
como auténticos hermanos.

Este es el gran mandato
que dejó Nuestro Señor:
anunciar la Buena Nueva
y hacer un mundo mejor.

Coopere sin demora
y con gozo muy profundo
a extender la Buena Nueva
a través de todo el mundo.

Nuestra Santa Madre Iglesia
tiene el sagrado deber
de anunciar al mundo entero
las riquezas de la fe.

Para hacer esta tarea
a través del mundo entero
nuestra Iglesia necesita
de su aporte y su dinero.

Cuestionario:

¿Cuál fue el mandato de Jesús el día de la Ascensión? ¿A quiénes va dirigido este mandato? ¿Tiene que ser misionera toda la Iglesia? ¿Cómo se comprometen los sacerdotes y religiosos en esta tarea? ¿cómo se comprometen los laicos? ¿Qué grado de compromiso con la Iglesia tengo yo? ¿Coopero a la extensión de Reino también con mi aporte en lo material?

 

 

10 realidades sorprendentes sobre el matrimonio según La Biblia

Muchas personas se sorprenden muy a menudo cuando se dan cuenta de que La Biblia nos habla muy claro sobre el matrimonio

¿Puede hablarnos la Biblia sobre las realidades del matrimonio?

Como fundadores de una página en Facebook sobre matrimonios,mi esposa Ashley y yo hemos tenido miles de interacciones con personas de todo el mundo que quieren mejorar sus matrimonios.

Desde esta página compartimos algunos principios que mucha gente ha comentado que le han ayudado a salvar sus matrimonios

Obviamente no podemos tomar el crédito por inventar estos principios, porque han sido tomados al pie de la letra de nuestro gran libro titulado La Biblia (una disculpa si alguien pensó que nosotros hicimos estos principios).

La gente se sorprende muy seguido cuando se da cuenta que La Biblia nos habla del matrimonio.

Como cristiano, creo con todo el corazón que las verdades bíblicas tienen aplicación práctica en TODAS las etapas de la vida, pero aún si no compartimos la misma fe, creo que estos principios eternos de La Biblia pueden revolucionar tu matrimonio.

Te reto a que hagas la prueba. Han sido efectivos por miles de años.

Diez realidades sorprendentes acerca del matrimonio según La Biblia (sin orden particular)

1.- El sexo debe ser prioridad para ambos esposos.

Desde que Dios inventó el sexo, tiene mucho diciendo cómo debe ser utilizado y disfrutado. Esto significa que se debe usar con frecuencia dentro del matrimonio por ambos esposos sometiéndose a las necesidades y deseos del otro.

Hacer el amor debe ser una prioridad altísima dentro del matrimonio. Esto es serio. La frecuencia y la intimidad en la habitación, traerá también una intimidad más grande en todos los demás aspectos del matrimonio.

La cita bíblica

“Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido. La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.” (1 Cor 7,3-4)

Una reflexión:

«Se necesita más que sexo para construir un gran matrimonio, pero es casi imposible construir un gran matrimonio sin sexo». (Dave Willis)

Mucha gente choca con lo que lee lo que Jesús dijo en el #2 de esta lista…

2.- Jesús dijo que la pornografía (lujuria) es una forma de adulterio.

Nuestra tendencia es creer que mientras no cometamos un acto sexual con alguien fuera del matrimonio, entonces seremos “monógamos”, pero el estándar de Dios acerca de la monogamia incluye no solamente lo que ocurre en la recámara, sino lo que sucede en la mente. Esto incluye pornografía, novelas explícitas, “echar un vistazo” a otras personas, etcétera.

Este es un alto estándar, pero se debe a que el matrimonio es una prioridad muy alta.

¿Qué nos dice la Biblia?

“Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. (Mateo 5,28)

Mi reflexión:

«No seas monógamo solamente en lo físico, sé monógamo también en la mente. La verdadera intimidad empieza en el corazón y en la mente, no en la recámara». (Dave Willis)

El siguiente punto de esta lista es la definición del amor según La Biblia (Lo cual con frecuencia se mira diferente desde la definición según nuestra cultura)….

3.- El amor es un compromiso incondicional, no un sentimiento voluble

Las parejas que hablan acerca de que “el amor se acaba” en realidad no conocen el verdadero significado del amor.

El amor, en su más pura naturaleza, no es un sentimiento traído por las hadas, sino un compromiso. El amor es una elección, más que un sentimiento. Se enraíza en el compromiso mucho más que en la compatibilidad.

El amor no es una historia con final feliz, el amor es una historia sin final.

¿Qué nos dice la Biblia?

“El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (1 Cor 13,7)

Mi reflexión para este punto

«Un matrimonio fuerte requiere de dos personas que eligen amarse entre sí aún en aquellos días en los que deben esforzarse para agradarse uno a la otra». (Dave Willis)

El siguiente punto revela la principal necesidad de cada esposo y de cada esposa…

4.- Cada esposa necesita amor y cada esposo necesita ser valorado.

AMBOS, hombre y mujer, necesitan AMOR y SENTIRSE VALORADOS, pero los hombres tienden hacia un único deseo, el de ser valorados y apreciados, mientras las mujeres tienden hacia un único deseo, ser amadas y admiradas.

Uno de los más grandes retos en el matrimonio es dar amor cuando la pareja actúa de manera “no amorosa”, o valorarla cuando actúa de manera irresponsable; sin embargo es importante hacerlo. Dios nos da lo mejor de Sí cuando menos lo merecemos, y así nos llama a que nosotros lo hagamos con nuestra pareja.

La gente usualmente necesita amor cuando menos lo merece

Lo que nos dice la Biblia

«En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido». (Efesios 5,33)

Reflexión:

«Los grandes matrimonios no suceden por suerte o por accidente. Ellos son el resultado de una consistente inversión de tiempo, consideración, perdón, afecto, oración, mutuo respeto y un compromiso como roca sólida, entre esposo y esposa». (Dave Willis)

El punto número 5 revela lo que Dios piensa acerca del divorcio…

5.- Dios odia el divorcio* (aunque ama a las personas, aún divorciadas)

Dios está lleno de amor, y La Biblia no nos da muchos ejemplos de aquello que “odia”, pero el divorcio sí que está en esta lista.

Debido a que Dios ama mucho el matrimonio, su corazón se rompe ante el dolor del divorcio (y nuestros corazones así debieran sentirlo también).

Ciertamente hay circunstancias donde el divorcio puede ser la única opción que quede (maltrato continuo y riesgoso), pero lo que sucede actualmente es que muchas parejas ven el divorcio como primera opción en lugar de un último recurso.

¿Qué nos dice la Biblia?

«Odio el divorcio, dice Yahvé, Dios de Israel, y al que hace el mal sin manifestar vergüenza. Tengan, pues, mucho cuidado y no cometan tal traición”. (Malaquías 2,16)

Mi reflexión

«En casi todos los casos, la única persona que “gana” en un divorcio, es el abogado. El esposo y la esposa, ambos sufren fuertemente, sufren en sus finanzas, sus relaciones y sus emociones». (Dave Willis)

* Aclaratoria:

Si eres una persona divorciada y vuelta a casar, por favor no leas esto para sentirte juzgado o avergonzado. Cuando leo todo lo que La Biblia tiene que decir acerca de la gracia, y veo los ejemplos de los grandes líderes en La Biblia que se sentían muy lejos del estándar de Dios, me reconforta saber que Dios ofrece segundas oportunidades y nuevos comienzos. No puedes cambiar tu pasado, pero puedes empezar ahora y construir un nuevo futuro, conducido por la gracia de Dios.

El punto número 6 debería cambiar las prioridades en tu matrimonio…

6.- Las necesidades de tu pareja tienen que estar antes que las tuyas.

En nuestra naturaleza humana egocéntrica, tendemos a mirar cada relación (incluyendo el matrimonio) como un camino para resolver nuestras propias necesidades, pero el matrimonio significa que debemos sacrificar nuestros propios derechos por el bien del otro. Esto requiere mutuo sometimiento y servicio a la pareja aun cuando esto no es recíproco.

Esto es modelado por Jesús cuando vino a servirnos y aún más, murió por nosotros cuando no lo merecemos.

Lo que dice la Biblia:

«Sean dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo: las mujeres a su marido, como si fuera el Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres deben ser dóciles en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella». (Efesios 5, 21-25)

Una reflexión para ti:

«Los matrimonios más felices tienen dos personas donde ambos, consistente y deliberadamente, ponen las necesidades del otro por delante de sus propias necesidades». (Dave Willis)

En el siguiente punto se revela como debe ser la relación ideal entre un hombre y su esposa…

7.- Un marido y su mujer están unidos en TODO.

No puede haber un “tuyo” o “mío” cuando se trata de dinero, esperanza, sueños o pleitos. El matrimonio significa compartir todo. Esto incluye el no guardarse secretos uno al otro, también incluye el que en los desacuerdos exista un “ganador” o un “perdedor” porque ambos, o pierden, o ganan juntos cada vez.

También incluye recordar que nunca debes dejar a tu pareja caminar sola porque ustedes están unidos en todo.

Una cita bíblica clara:

“Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”. (Génesis 2,24)

Reflexión

«El esposo y la esposa deben funcionar como dos alas de la misma ave. Deben trabajar juntos, o si no, el matrimonio nunca despegará». (Dave Willis)

El punto 8 debería sorprenderte, pero es la cosa más importante de esta lista…

8.- Un matrimonio es cosa de 3.

Por supuesto que no estoy hablando de poligamia (aun cuando en algunas partes de La Biblia se expresa que era una práctica y que por cierto causaba un gran drama familiar).

El tercer miembro de un matrimonio es Dios Mismo. Él creó el matrimonio no solamente para ser habitado por un hombre y una mujer, sino más bien, un hombre, una mujer en una relación que crece y que incluye a Dios.
Entre más se ame a Dios, más capacidad tendrán los esposos de amarse uno a la otra.

Una cita bíblica a tener presente siempre:

“El Señor irá delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te acobardes”. (Deuteronomio 31,8)

Reflexión:

«Los matrimonios más fuertes están construidos sobre la base de una fe compartida. Entre más amen a Dios, más capacidad tendrán para amar verdaderamente al otro.» (Dave Willis)

9.- Un esposo y una esposa nunca deben guardarse secretos uno a la otra.

La primera imagen que vemos en La Biblia fue ilustrada como “desnudez”. Esto obviamente nos da un vivo retrato de la importancia de la desnudez física en el matrimonio, pero la desnudez en La Biblia también representa una vulnerabilidad y transparencia emocional.

Los matrimonios más fuertes son “matrimonios desnudos” lo que significa que no existen secretos, contraseñas ocultas, compras a escondidas, dinero guardado o cualquier otra cosa no compartida.

El nivel de tu transparencia determinará el nivel de confianza y fortaleza en tu credibilidad, y así de fuerte será tu matrimonio.

Cita bíblica

“Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.” (Génesis 2,25)

Una reflexión que te ayudará:

«Una verdad dolorosa es siempre mejor que una mentira escondida». (Dave Willis)

10.- Tu primera LEALTAD debe ser siempre tu pareja.

La Biblia habla acerca de “dejar y unirse”. Este es un claro llamado hacia la lealtad. Una vez casados, no podemos dejar lugar para otros miembros de la familia u otros asuntos antes que el matrimonio.

Tu cónyuge debe ser primero. Defiéndanse el uno al otro. Protéjanse el uno al otro, estén ahí el uno para el otro

Cita bíblica

“Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Génesis 2,24)

Una gran reflexión para tu matrimonio:

«Cuando te encuentres forzado a elegir entre tu carrera y tu cónyuge, tus amigos y tu cónyuge, o aún, entre tu familia y tu cónyuge, debes elegir siempre el poner a tu cónyuge por delante del resto. Si tu primera lealtad no es hacia tu cónyuge, entonces no entiendes el verdadero significado del matrimonio» (Dave Willis)

 

 

El papa Francisco: “¡Detengamos la esclavitud!”

Ayer la esclavitud de negros, hoy la explotación sexual y el tráfico de órganos. Las palabras de los Papas en el Día Internacional en memoria del comercio de esclavos y su abolición.

“Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y tenemos la misma dignidad. Detengamos la esclavitud!”, se lee hoy en la cuenta en Twitter del papa Francisco. #IDRSTA

En varias ocasiones, como jefe de la Iglesia católica, el Papa ha denunciado la explotación cada año de miles de hombres, mujeres y niños como mano de obra o que se convierten en víctimas inocentes de la explotación sexual y el tráfico de órganos.

El comercio de carne humana tiene odiosas raíces en la historia. Los esclavos son mencionados en la Biblia. En efecto, el apóstol Pablo había pedido que los cristianos tratarán a los esclavos como “hermanos”, mientras que Jesús fue más radical invitando a sus discípulos a ser servidores y no a ser servidos.

En tiempos menos remotos, la trata de negros fue calificada por el papa Pío II (1405 – 1464) de “crimen enorme”, en una carta dirigida a un misionero que partía hacia Guinea. Precisamente, hoy, 23 de agosto, se celebra el Día Internacional en memoria del comercio de esclavos y su abolición.

La fecha recuerda que en la noche entre el 22 y el 23 de agosto de 1791, hombres y mujeres africanos arrancados de sus tierras y vendidos como esclavos se rebelaron contra el sistema opresor. Ese acto de resistencia sería un preludio para lograr la libertad e independencia de Haití en 1804.

“De todos es conocida la gravísima injusticia cometida contra aquellas poblaciones negras del continente africano, que fueron arrancadas con violencia de sus tierras, de sus culturas y de sus tradiciones, y traídos como esclavos a América”, nos recuerda Juan Pablo II, en un mensaje de 1992, con motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo.

Esclavitud: pecado del hombre contra el hombre

El Día Internacional en memoria del comercio de esclavos y su abolición es un homenaje a todos aquellos que lucharon por la libertad y para promover el conocimiento de su historia y cultura.Como Juan Pablo II recordó: ¿Cómo olvidar los enormes sufrimientos infligidos a la población deportada del continente africano, despreciando los derechos humanos más elementales? ¿Cómo olvidar las vidas humanas aniquiladas por la esclavitud? Hay que confesar con toda verdad y humildad este pecado del hombre contra el hombre” (Discurso a la comunidad católica de la isla de Gorée, n. 3, 22 de febrero de 1992).

La Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, también nos indica que «el levantamiento de esos esclavos» hace siglos, arraigado en la experiencia colonial y de esclavitud que se extendió a escala mundial del siglo XV al XIX, «ha producido un impacto considerable en la lucha por la afirmación de la derechos humanos universales «contra los prejuicios, la discriminación racial y la injusticia social».

Bautizados esclavistas

Un crimen cometido también por fieles de la Iglesia Católica. El Papa que más viajes ha hecho a África, Juan Pablo II, ha denunciado que “durante todo un período de la historia del continente africano, hombres, mujeres y niños fueron traídos a America, arrancados de su tierra y separados de sus familias para ser vendidos como mercancía. Estos hombres y mujeres han sido víctimas de un vergonzoso comercio en el que han tomado parte personas bautizadas que no han vivido según su fe”.

El comercio de esclavos y la esclavitud han producido una tragedia de rencor y crueldad que se ha llevado hasta nuestros días. Precisamente, el papa Francisco sigue denunciando la esclavitud moderna, que en la actualidad afecta a más de 40 millones de personas en todo el mundo.

Además, como hizo Juan Pablo II, Francisco denunció que hombres católicos ‘clientes de la prostitución’ entran en la cadena de esa esclavitud moderna, «torturando» a las mujeres víctimas de trata y expuestas en las aceras de las calles de Europa como mercancía sexual.

“Levantemos el velo de indiferencia que cubre el destino de quien sufre. Nadie puede lavarse las manos ante la trágica realidad de la esclavitud de hoy”, lo escribió Francisco en un tweet en el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud el pasado, 2 de diciembre, para levantar su voz de denuncia sobre este flagelo que afecta a los más vulnerables de la sociedad.

El Papa en África

La promoción de la cultura de diálogo, posiblemente también esté presente en los discursos del papa Francisco en su próximo viaje a África del 4 al 10 de septiembre (Mozambique, Madagascar y Mauritius). En este contexto, el Obispo de Roma podría tener palabras de esperanza para celebrar la vivacidad de las tradiciones de la cultura africana y su influencia en las áreas afectadas por el comercio de esclavos: America, el Caribe, el Océano Índico, el Medio Oriente y Asia – que dio lugar a prácticas híbridas, costumbres y formas artísticas a través de la dialéctica intercultural, los actos de resistencia a la dominación y el anhelo por la libertad de millones de mujeres y hombres.

La esclavitud no ha terminado

La Iglesia ha denunciado que entre las causas que generan la esclavitud se encuentran hoy en día, las guerras y los totalitarismos, por ello, entre los países con mayor número de esclavos en el mundo se encuentra Corea del Norte, allí una persona de cada diez vive en esclavitud, obligado por el Estado a trabajar por el ‘bien de la patria’. Sucesivamente, se encuentran Eritrea, Burundi, República Centroafricana. Además de Afganistán, Mauritania, Sudán del Sur, Pakistán, Camboya e Irán.

La esclavitud afecta a países ricos como los Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Francia, Alemania, Países Bajos y muchos otros países europeos entre los cuales también Italia, donde el comercio sexual y los flujos migratorios crean un terreno fértil para la esclavitud y la prostitución.

En este contexto, el papa Francisco ha insistido en varios discursos sobre la necesidad de adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud, la trata y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados.

Según la ONU, entre 2012 y 2014 fueron identificadas en 106 países más de 63.000 personas como víctimas de la trata de personas, la mayoría de ellas -alrededor de un 70 por ciento- mujeres y niñas.

Desde 1994, estos temas han estado presentes en la agenda global de la ONU, de los cuales un hito sigue siendo el reconocimiento de la esclavitud y la trata como ‘crímenes contra la humanidad’ en la Declaración de Durban de 2001.