Conmemoracion: 01 de Agosto

Hoy nos unimos a la Orden de los Redentoristas para recordar a su fundador, un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y abogado; pintor y músico; poeta y escritor; obispo y amigo de los pobres; misionero popular y confesor lleno de unción; patrono de los confesores y moralistas, Doctor de la Iglesia: San Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso María de Ligorio nació en Nápoles, el 26 de septiembre de l696 en el seno de una familia de la nobleza napolitana. Su condición de hijo primogénito hizo que su futuro estuviese determinado por la voluntad de su padre, quién consideró que la carrera de abogado para su hijo era la más conveniente para aumentar la dignidad de la familia.

Comenzó a estudiar derecho y a los 16 años se gradúa en derecho civil como canónico. Desde entonces comienza a frecuentar los tribunales mostrando un trabajo lúcido y respetado. A Alfonso le toca moverse en ambientes propios de sus familia, donde se vivía de la ostentación, de los títulos, de las fiestas. Pero Alfonso conoce otros ambientes. Estos, y no aquellos, son los que decidirán el rumbo de su vida.

Un acontecimiento en su vida en tribunales fue el que cambió definitivamente el rumbo de la vida de San Alfonso. En éste, siente la bofetada del engaño; en su desazón abandona los tribunales repitiéndose interiormente: “¡Mundo, te conozco! ¡Adiós, Tribunales!”

Una tarde decide visitar a los enfermos del hospital. Quedaba una pregunta: ¿Qué hacer de ahora en adelante? Es entonces que, mientras recorría el hospital, siente en su interior una voz que le dice: “Deja el mundo y entrégate a mí”. Vuelve a su casa y de nuevo escucha la misma voz. San Alfonso no se resiste: ¡Dios mío, aquí estoy, haz de mí lo que quieras!

El 21 de diciembre de 1726 San Alfonso es consagrado sacerdote en Nápoles, tenía 30 años. Desde ese momento San Alfonso se da enteramente a su ministerio, sobre todo al de la predicación. Dos amores lo sacan de sí al predicar: su amor a Cristo crucificado y su amor a los más pobres.

Ejercita la misericordia administrando el sacramento de la confesión. San Alfonso había sido formado en una moral basada en el rigor, con la cual muchos sacerdotes negaban la absolución a los penitentes. Su contacto con los pobres y pecadores lo va formando en una nueva actitud para con ellos. En su ancianidad recordará no haber despedido a ninguno sin haberle dado la absolución. Con los ‘lazzaroni’, los hombres peor vistos de la ciudad de Nápoles y abandonados de atención pastoral, crea las capillas del atardecer, nombre que se debía a que las reuniones son al atardecer. Sus lugares de reunión para la catequesis, el sacramento de la reconciliación y la oración son las plazas, galpones o talleres en donde trabajaban.

Como el ritmo de trabajo de San Alfonso es duro. Sus fuerzas se debilitan hasta caer enfermo. Se retira a descansar a las montañas en la ciudad de Scala. Allí se encuentra con el rostro de tantos campesinos abandonados que no conocen el evangelio, pastores rudos en materia de fe por la escasa atención pastoral; ya que el clero se concentraba en las grandes ciudades. Su tiempo de descanso se convirtió en una continua y fructuosa misión.

El 9 de noviembre de 1732, San Alfonso funda la Congregación del Santísimo Redentor, más conocidos como Misioneros Redentoristas. San Alfonso tenía muy claro el fin de las misiones: la conversión de los pecadores, motivados por el amor y no por el terror al castigo del infierno. En la actualidad esta comunidad misionera se ha convertido en una comunidad mundial con más de 5,000 miembros.

San Alfonso también quería quedarse en esos lugares por medio de la palabra escrita y llegar con ella donde no podía alcanzar con la predicación. Escribe en lenguaje popular a fin de que todos puedan entenderlo. Recomienda que las ediciones sean económicas a fin de que los más humildes puedan adquirir sus libros. San Alfonso escribió alrededor de 111 obras. El número de ediciones que alcanzaron la totalidad de sus obras: 20.000, en más de 70 lenguas.

Lo que busca en todos sus escritos es proporcionar al pueblo caminos de santidad, limpios de cualquier complejidad inútil. Para San Alfonso la santidad es una feliz posibilidad para todo el pueblo creyente y no privilegio de unos pocos perfectos. Sus obras reflejan esta particular inquietud: “El gran medio de la Oración”, “Las Glorias de María”, “El trato familiar con Dios”, “La práctica del amor a Jesucristo”, “Las visitas al Santísimo Sacramento.”

En el año 1762 el Papa Clemente XIII lo nombra obispo de la diócesis de Santa Águeda. -a los 66 años de edad ya débil de salud cargo aceptado por obediencia y ante la insistencia del obispo pues ya había renunciado a todo cargo jerárquico fuera de la Congregación.

San Alfonso muere rodeado de sus hermanos redentoristas el 1 de agosto de 1787, a los 90 años de edad, cuando las campanas del convento señalaban la hora del Ángelus al mediodía. Fue canonizado por el papa Gregorio XVI en 1839. Declarado Doctor de la Iglesia en 1871. Se le considera el Doctor de la Salvación por medio de la Virgen María.

Hoy demos gracias a nuestro Señor por San Antonio Marìa Ligorio y pidámosle que el ejemplo de este exquisito santo nos aliente a ser auténticos testigos del Evangelio, que sus enseñanzas nos acerquen con amor tierno a María Santísima, quien nos ayudará a llevar un ejemplo de vida cristiana.

Compartamos algo de la espiritualidad de San Alfonso María de Ligorio:


[…]No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual,  sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar […]


[…]Emplead un estilo sencillo, pero trabajad a fondo vuestros sermones. Un sermón sin lógica resulta disperso y falto de gusto […] Un sermón pomposo no llega a la masa […]


[…] A este propósito hace un sabio escritor esta ingeniosa observación: A unos animales dio el Creador patas ágiles para correr, a otros, garras, a otros plumas, y esto para que puedan atender a la conservación de su ser… pero al hombre lo hizo el Señor de tal manera que El mismo quiere ser toda su fortaleza. Por esto decimos que el hombre por sí solo es completamente incapaz de alcanzar la salvación eterna, porque dispuso el Señor que cuanto tiene y pueda tener, todo lo tenga con la ayuda de su gracia[…]
(San Alfonso María de Ligorio – El gran Medio de la Oración)

[…]Si no rezamos seremos infieles a las gracias recibidas de Dios  y a las promesas que hemos hecho en nuestro corazón […] No bastan las gracias recibidas ni las consideraciones y propósitos que hemos hecho, se necesita sobre todo la ayuda actual de Dios y esta ayuda actual no la concede Dios Nuestro Señor sino al que reza y persevera en la oración […]
(San Alfonso María de Ligorio – El gran Medio de la Oración)

[…]Jesucristo dice: donde cada uno tiene su tesoro, allí tiene su corazón. Por eso los santos no estiman ni aman otro tesoro que a Jesucristo; todo su corazón y todo su afecto tienen en el Santísimo Sacramento […]
(San Alfonso María de Ligorio – Visitas al Santísimo Sacramento)

[…]Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan,  no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión,  sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestándonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene
[…](San Alfonso María de Ligorio – Visitas al Santísimo Sacramento 2)

[…]Si es cierto que le agrada al Señor que recurramos a los santos,  mucho más le ha de agradar que acudamos a la intercesión de María para que supla ella nuestra indignidad con la santidad de sus méritos… Como es madre de Dios tiene cierta especie de dignidad infinita.  Y por tanto, puede decirse sin exageración que las oraciones de María son casi más poderosas que las de todo el cielo […]
(San Alfonso María de Ligorio – El gran Medio de la Oración)

[…]Acudamos, pues, pero acudamos siempre a las plantas de esta dulcísima reina si queremos salvarnos con toda seguridad. Y si nos espanta y desanima la vista de nuestros pecados, entendamos que María ha sido constituida reina  de la misericordia para salvar con su protección a los mayores y más perdidos pecadores que a ella se encomiendan. Éstos han de ser su corona en el cielo[…]
(San Alfonso María de Ligorio – Las Glorias de María)

Los padres pecan
si no enseñan a sus hijos las cosas de la Fe y de la salvación

[…]No deben imitar a ciertos padres y madres que no cumplen ese deber por el afán de mantener ocupados a sus hijos en otras cosas. La consecuencia es que los desdichados no saben confesarse, no conocen las principales verdades de la Fe, ignoran lo que es la Santísima Trinidad, la Encarnación de Jesucristo, el pecado mortal, el juicio, el infierno, el paraíso la eternidad. Muchas veces esa ignorancia es causa de condenación y sus padres deberán prestar cuentas a Dios por ello […]

[…]También es deber de los padres vigilar la conducta de los hijos, conocer los lugares y las personas que frecuentan […]


[…]Los padres también pecan si no cuidan que sus hijos reciban los Sacramentos, observen las Fiestas y los otros preceptos de la Iglesia […] Pecan doblemente, si les causan escándalo al proferir delante de sus hijos blasfemias, u otras palabras culposas, o haciendo delante de ellos alguna mala acción […]


[…]Los padres están obligados a dar buenos ejemplos a los hijos […] También es verdad que a veces los padres que dan un mal ejemplo no corrigen a sus hijos aún cuando saben que pecan por no corregirlos […] Cuando los padres dan mal ejemplo, digo yo por mi cuenta, no puede esperarse ningún fruto ni de las advertencias, ni de las oraciones ni de los castigos […]

Jesús te ama.