Cayetano de Thiene, Santo
Memoria Litúrgica, 7 de agosto
Sacerdote y Fundador
Martirologio Romano: San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de la Campania, se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares, para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica († 1547).
Etimología: Cayetano = alegre. Viene de la lengua latina.
Breve Biografía
Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto. El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo.
Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza.
Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506. Decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. Ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas. Conoció de cerca a cardenales y prelados.
El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.
Funda en Roma la «Cofradía del Amor Divino», una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte.
Ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él. A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: «En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente».
Fundó otro oratorio en Verona. Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo.
La Eucaristía
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: «No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza».
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: «Cristo espera, ninguno se mueve».
Fundador
San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles. La llamaron «Ordo Regularium Theatinorum» o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de «Teate Marrucinorum» ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero.
Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti.
Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Los seguidores no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia. En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior. Por su humildad, lo hace con renuencia.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas.
Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: «Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia».
Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los «Montes de Piedad» para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: «Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero».
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular.
Cayetano fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.
ORACIÓN
Glorioso San Cayetano,
aclamado por todos los pueblos
padre de providencia porque socorres con grandes milagros
a cuantos te invocan en sus necesidades:
acudo a tu altar,
suplicando que presentes al Señor
los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)
Haz que estas gracias,
que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia,
sabiendo que Dios
(que viste de hermosura las flores del campo
y alimenta con largueza las aves del cielo)
me dará las demás cosas por añadidura.
Amén.
¿Cómo nos acercamos a Cristo?
Santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20. Sábado XVIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor aumenta mi fe.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo».
Entonces Jesús exclamó: «¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho». Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.
Después al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?». Les respondió Jesús: «Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio de hoy podemos ver que Jesús nos propone reflexionar cómo es nuestra fe, cómo nos situamos delante de las adversidades que se nos plantean en el día a día, hoy nos ponemos en las manos misericordiosas de nuestro Padre celestial para entregar todo, dejar todo en sus manos y ser como niños que son conducidos por sus padres para no perderse; así tenemos que ser nosotros tomar la mano del Señor y dejarnos que nos lleve.
Señor te compasión de mi hijo dice le hombre en el Evangelio, él se arrodilla reconoce la realeza de Jesús, implora delante del Rey de reyes, sabe que la misericordia brota del corazón amoroso del Cristo salvador, pero nosotros… ¿Cómo nos acércanos a Cristo? ¿Sabemos arrodillarnos ante el Rey y soberano de nuestras vidas?
Hoy busquemos examinarnos en la oración delante del Señor y pedirle que nos aumente la fe, porque somos débiles, y necesitamos de su ayuda porque solos no podemos nada.
«El Espíritu infunde audacia en el corazón de los creyentes; da a nuestra vida y a nuestro testimonio cristiano la fuerza del convencimiento y de la persuasión; nos anima a vencer la incredulidad hacia Dios y la indiferencia hacia los hermanos. La Virgen María nos haga cada vez más conscientes de nuestra necesidad del Señor y de su Espíritu; nos obtenga una fe fuerte, plena de amor, y un amor que sabe hacerse súplica, súplica valiente a Dios». (Ángelus de S.S. Francisco, 20 de agosto de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En algún momento del día, rezare con mucha fe, una oración pidiendo por el aumento de las vocaciones misioneras.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen.
Papa Francisco: La Transfiguración, signo concreto del amor de Dios
Hoy, la Iglesia hace memoria de lo que sucedió «en un monte alto» con Jesús revestido de luz y de gloria.
«Una aparición pascual anticipada», pero también «un regalo de amor infinito de Jesús» que muestra la gloria de la Resurrección, «un atisbo del cielo en la Tierra». En su magisterio, el Papa Francisco se ha detenido muchas veces en el significado de la Transfiguración, fiesta que cae el 6 de agosto, porque según la tradición tuvo lugar 40 días antes de la crucifixión, 40 días antes de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre.
Destellos de luz
Subiendo a la montaña con Pedro, Santiago y Juan, Jesús mostró su gloria, transfigurándose y brillando con luz, para luego entrar en diálogo con Moisés y Elías. Una luz que es «la luz de la esperanza, la luz para atravesar las tinieblas». El Papa Francisco, en el Ángelus del 28 de febrero de 2021, explica que las tinieblas no tienen la última palabra, que ante «los grandes enigmas» de la vida, estamos llamados a detenernos y volver la mirada a Cristo:
“Necesitamos, pues, otra mirada, una luz que ilumine en profundidad el misterio de la vida y nos ayude a ir más allá de nuestros propios esquemas y de los criterios de este mundo. También nosotros estamos llamados a subir a la montaña, a contemplar la belleza del Resucitado que enciende destellos de luz en cada fragmento de nuestra vida y nos ayuda a interpretar la historia a partir de la victoria pascual”.
La oración para buscar a Dios
«El Señor – afirma el Papa en el Ángelus del 17 de marzo de 2019 – nos hace ver el final de este camino que es la Resurrección, la belleza, cargando con su propia cruz, nos invita en la Transfiguración a seguir el camino de los discípulos, la «perspectiva del sufrimiento cristiano» que no es un «sadomasoquismo», es un «paso necesario pero transitorio» hacia la luz.
“Subamos a la montaña en oración; oración silenciosa, oración del corazón, oración… Siempre buscando al Señor. Permanezcamos unos instantes en el recogimiento, cada día un rato, fijemos nuestra mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos impregne e irradie en nuestra vida”.
La misión del cristiano
Es al volver de la montaña, lleno de la luz recibida, cuando se realiza la misión del creyente. En efecto, es en el rostro luminoso de los que rezan, en la llama que se ha encendido en sus corazones, donde se puede irradiar en la vida de los demás, dando testimonio de la verdad y de la fe. “Encender pequeñas luces en el corazón de la gente; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza: ésta es la misión del cristiano”. «Transformados por la presencia de Cristo y el ardor de su palabra, seremos – subraya el Papa en el Ángelus del 6 de agosto de 2017 – un signo concreto del amor vivificante de Dios por todos nuestros hermanos, especialmente por los que sufren, por los que se encuentran en la soledad y el abandono, por los enfermos y por la multitud de hombres y mujeres que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia».
Ante las malas noticias
Hay algo que permite ver más allá de los sufrimientos del presente.
Buscamos, en las noticias, señales de esperanza: cuándo terminará la epidemia, cuándo llegará un buen gobernante, cuándo mejorarán los salarios, cuándo terminará la violencia en la calle.
Muchas veces no llegan esas señales de esperanza: los hospitales tienen serios problemas de acogida, los gobernantes luchan más por su puesto que por el bien de la gente, los salarios quedan desinflados por nuevos impuestos…
Cuando las malas noticias se acumulan, cuando no aparecen signos de mejora en el horizonte, el corazón experimenta un peso que a veces se hace asfixiante. Si, además, las noticias familiares son alarmantes, la situación se hace insostenible.
En cambio, quien teme a Dios tiene un recurso y una fortaleza para resistir a las malas noticias, porque está seguro de que el Señor no lo abandonará: Él es fiel, y siempre ayuda a quienes buscan su ayuda (cf. Sal 112,7-8).
Las malas noticias siguen allí, los problemas no desaparecen de golpe, pero hay algo que permite ver más allá de los sufrimientos del presente y así tener la certeza de la victoria de Cristo.
Sí: el Cordero de Dios ya ha vencido, ya está a la derecha del Padre, ya intercede por nosotros, ya nos ha enviado al Espíritu Santo. Entonces surge la verdadera esperanza, la que se basa no en apoyos humanos, sino en Dios.
No vivimos sin esperanza: nos hemos acercado a Cristo y somos ya parte de su Iglesia (cf. Ef 2,12-13). Por eso, ante las noticias que hoy aparezcan ante mis ojos y mis oídos, reaccionaré con valentía, porque estaré apoyado en Aquel que es la fortaleza de los débiles y la ayuda de quienes mantienen viva la lámpara de la fe.
Salmo por el Matrimonio
Ayúdanos a desanudar esta madeja terrible…
Señora mía¡ Madre Santa de Dios!
muy confiado en la protección de tu influjo,
Luz del Espíritu Santo pido tu singular custodia y tu seno Maternal, que intercedas por la unión.
Tu, que con generosa gracia,
deshaces los nudos complejos de la vida conyugal,
Hoy te ruego por la mía;
por faltas nuestras tejido ,
una maraña de escollos en la cinta del amor,
por culpa nuestra, he llegado a la angustia y desazón,
que la existencia torna en sórdida y atribulada;
¡Mira aquí, Madre Nuestra!,
Tus hijos somos;
Perdona nuestros errores,
ayúdanos a desanudar esta madeja terrible,
tú eres compasiva, sufrida y Santa
Mujer!,
Madre del Cristo hasta en la Cruz;
Nosotros somos el hijo que Él te ha señalado,
con toda esperanza, consuelo,
con angustiosa carencia, pido tu intercesión,
¡Madre de toda pureza!
es mi deseo enmendar,
desatando los nudos, que agobia a mi pareja;
¡Tu! junto al Hijo, Señor Nuestro,
por mi matrimonio intercede,
que renovada la cinta sea, y los votos restaurar;
¡Dame Madre mía hoy, una oportunidad !
el lazo no romperé, conque Dios ha unido,
con el amor te suplico, afecto y devoción,
con la que celebro tu santísima Concepción,
Aceptes en tu gracia a mí;
que por tu poderosa ayuda,
ante el único Mediador, y por tus méritos
dispongan, se encaminen mis cosas y
estos nudos se deshagan, fruto de la vil ofensa,
Obra a tu Voluntad, tus humildes hijos suplican,
conseguir la paz armoniosa,
que nuestro hogar requiere,
por ejemplo tomare, al que en Nazaret
construyeron,
¡Oh! Sagrada Familia,
Estable, Santo Modelo,
con el Amor Maternal,
fraterna e intima unión,
Del Hijo del Hombre, su Madre,
y San José carpintero.
En tu inmenso y Maternal Amor,
Bienaventurada Virgen María,
la que desarmas los nudos, Socórrenos,
Auxílianos, Aconséjanos, por nosotros.
Aboga y el camino ilumina,
hacia el fin de vida plena,
Tómame en tu seno Madre mía,
a merecer tu Santidad Materna
que por tus méritos gozas,
con tu Hijo, Nuestro Señor, El supremo Hacedor.
Dios te salve, Hija de Dios Padre.
Dios te Salve, Madre de Dios Hijo.
Dios te Salve, Esposa del Espíritu Santo.
Amén.
«que el hombre no deshaga lo que Dios unió»
MADRE DEL BUEN CONSEJO, QUE DESATAS LOS NUDOS
EN LA CINTA DE LA VIDA CONYUGAL
El papel de los abuelos
Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría
Ante la importancia que hoy, con la integración de la mujer en la vida laboral, tienen los abuelos en la educación de los hijos, reflexionaremos sobre unas actitudes necesarias para sacar adelante esta realidad que a muchos abuelos nos toca asumir. El desarrollo de este tema es también el fruto de mi experiencia personal y de la de otros abuelos.
Este verano, leíamos en la prensa una noticia impresionante: unos abuelos salvaban en un accidente ferroviario a sus dos nietos de 6 y 8 años. Ellos dieron su vida al proteger con sus cuerpos los de los pequeños. A mí me recordó aquella frase del Evangelio: «No hay amor más grande que el de aquél que da su vida por sus amigos», y pensé en tantos otros abuelos que también la dan minuto a minuto, día a día, para que los hijos de sus hijos reciban ternura y afecto ante las ausencias necesarias de los progenitores. Seguramente, los abuelos, que murieron con tanta generosidad, también habían dedicado mucho de su tiempo a aquellos pequeños. Aquel gesto no era fruto de un impulso sino del cariño real para con Abdelaziz y Aceitar, nombre de los supervivientes de este hecho real.
Hoy se habla mucho desde el punto de vista médico del «síndrome de la abuela esclava». La abuela que sólo procura por los hijos, que no se atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades en que se encuentra inmersa, y que no se queja porque tiene miedo de no ser útil. Finalmente, con esta situación acaba enfermando. Es posible que eso suceda porque las abuelas siguen teniendo el mismo espíritu maternal de cuándo eran madres (se dice que son dos veces madres) y creen que tienen más conocimientos que sus hijos. En cambio, debido a la edad, les cuesta más recuperarse del esfuerzo físico También, en algunas ocasiones, el abuelo puede ser el gran ausente en esta tarea, ya que, debido a defectos de otras épocas, ha dejado todo el referente del hogar a su mujer y se inhibe totalmente de ayudar.
A la hora de hablar de ayudas, es mejor utilizar la palabra compartir. Compartir a los hijos. Compartir a los nietos. Por lo tanto, compartir el trabajo, compartir las aficiones, compartir los buenos momentos y los no tan buenos, compartir lo que se tiene y la experiencia. Cuando uno sabe pedir complace al otro porque puede compartir. Las abuelas han de saber pedir ayuda a tiempo, antes de que por agotamiento no puedan hacer nada más. Y los hijos jóvenes, que necesitan de la abuela, tienen que estar más atentos al peligro de quedarse sin ella. Los hombres tienen que comprender que encontrarán mucha satisfacción cuidando a sus nietos. Todos los que lo hacen disfrutan de este gran don que es entregarse, sin prisas, sobre todo si se ha llegado a la jubilación laboral.
Para transmitir serenidad y paz al matrimonio joven, tienen que ser muy prudentes y no interferir en sus relaciones. La autonomía y la independencia de los hijos casados tiene que valorarse mucho, así como los objetivos educativos que tengan para sus hijos tienen que respetarse, ya que la responsabilidad es de ellos y no de los abuelos. Este hecho no excluye que cuando los nietos estén en casa de los abuelos tengan que seguir el orden material que sea costumbre en la casa de los mayores. En este tema, para no tener problemas generacionales, tiene que mantenerse una buena comunicación entre abuelos e hijos, sabiendo pasar por alto pequeñas banalidades, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accesorio.
El hábitat natural de la persona es su familia. Por eso, se hace patente que allí dónde prioritariamente la gente mayor se puede encontrar realizada es con los suyos. No puede centrarse en ella misma, ni hablar siempre de que las cosas han cambiado demasiado, sino que tiene que adaptarse con flexibilidad a estos cambios. Todos hemos visto la afinidad que hay, en muchas ocasiones, entre un adolescente -la edad de más inseguridad- y sus abuelos. Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría. Para llevar a término todo lo que hemos reflexionado hay que tener una actitud positiva, para resolver problemas sin susceptibilidades, y una actitud participativa para saber dar y recibir. No fuera el caso que estuviéramos paseándonos por casa diciendo: «pobrecita de mí, cómo sufro y lo poco que me quejo».
7 curiosidades sobre san Cayetano que quizás no sabías
Por ejemplo, que ¡asistió al parto de la Virgen María!
Cayetano de Thiene nació el 9 de octubre de 1480 en un pueblo del norte de Italia llamado Vicenza y murió el 7 de agosto de 1547 en la ciudad de Nápoles.
Es particularmente muy venerado en la ciudad de Nápoles donde dedicó sus últimos años de vida a ayudar a los más necesitados. Tiene una plaza dedicada a él en el centro de la ciudad, muy cerca de la famosa “calle de los pesebres” donde artesanos crean maravillosas y coloridas imágenes y accesorios para los nacimientos navideños.
También Argentina es muy devota al santo, que para su día millones de fieles peregrinan al barrio de Liniers en Buenos Aires para pedirle por pan y trabajo.
Descubre 7 cosas más sobre él
1. Cayetano provenía de una familia muy rica, hijo de un conde. Se desprendió de todos sus bienes para dedicarse a los pobres.
2. El primer milagro de Cayetano fue en Venecia mientras visitaba un hospital. Según cuentan, llegó a la cama de una joven a la que estaban por amputarle una pierna debido a la gangrena que padecía. Cayetano, le sacó la venda, le beso la pierna y le hizo la señal de la cruz. Al otro día, cuando los médicos se aprontaban para la operación, notaron que la muchacha estaba curada.
3. Otro milagro recuerda a San Cayetano cuando fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: “Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer”. Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones.
4. San Cayetano es protector de los desocupados, de los comerciantes, los ganaderos y los artesanos de pesebres en Nápoles donde tienen un gran fervor por el santo que vivió allí realizando grandes obras de caridad con los huérfanos, presos y enfermos terminales.
5. Es llamado “Padre de la Providencia”, papa Pío XII sintetizó su espiritualidad definiéndolo: “Fervoroso apóstol del Divino Amor y héroe insigne de la humana caridad”.
6. El santo es generalmente representado con el Niño Jesús entre los brazos apenas recibidos de las manos de la Virgen María, inspirado en un episodio reportado en una carta escrita por el mismo santo a una religiosa agustina donde cuenta que durante la Navidad de 1517, en el altar del Pesebre en la basílica romana de Santa María la Mayor, hallándose en éxtasis asistió al parto de la Virgen María.
7. En Argentina, su festividad es la segunda en importancia, después de la fiesta de la Virgen de Luján, patrona del país. Cada 7 de agosto miles de personas acuden a visitar al santo en las parroquias dedicadas a él. En Buenos aires, semanas antes de su fiesta, centenares de personas duermen en carpas, para ser los primeros en agradecer los favores logrados o pedir por su intercesión que no falte el trabajo.
El Papa: «Es la fuerza de Dios la que salva, cura y pone de pie»
En la homilía en Santa Marta Francisco invita a sentir la vergüenza de ser vulnerable para permitir a Dios actuar
Tomemos «conciencia» de ser débiles, vulnerables y pecadores: sólo el poder de Dios salva y cura, afirmó el papa Francisco en la homilía de la misa en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Ninguno de nosotros «puede salvarse a sí mismo»: necesitamos «del poder de Dios» para ser salvados.
El papa Francisco reflexionó sobre la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios, en que el apóstol habla del misterio de Cristo, diciendo que «tenemos un tesoro en recipientes de barro».
Porque es «el poder de Dios, la fuerza de Dios la que salva, cura, pone de pie». Esto en el fondo es «la realidad de nuestra vulnerabilidad».
Reconocerse necesitados
«Todos nosotros somos vulnerables, frágiles, débiles, y necesitamos ser curados.
Y él lo dice: estamos atribulados, perplejos, perseguidos, derribados como manifestación de nuestra debilidad, de la debilidad de Pablo, manifestación del barro. Y esta es nuestra vulnerabilidad«.
«Y una de las cosas más difíciles en la vida es reconocer la propia vulnerabilidad. A veces, buscamos cubrir la vulnerabilidad, que no se vea; o maquillarla, para que no se vea; o disimular…».
No disimular lo que no es
«El mismo Pablo, al inicio de este capítulo dice: ‘Cuando he caído en las disimulaciones vergonzosas’. Las disimulaciones son vergonzosas, siempre. Son hipócritas».
Además de la «hipocresía hacia los demás», prosiguió Francisco, está la de la «confrontación con nosotros mismos», es decir cuando creemos que «somos algo distinto», pensando «que no necesitamos de sanación» ni «apoyo». Cuando decimos: «no estoy hecho de barro», tengo «un tesoro en mí».
«Este es el camino, es la vía hacia la vanidad, la soberbia, la autoreferenciade aquellos que no sintiéndose de barro, buscan la salvación, la plenitud desde sí mismos.
Pero el poder de Dios es el que nos salva, porque nuestra vulnerabilidad Pablo la reconoce: ‘Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos’, porque el poder de Dios nos salva. ‘Estamos perplejos’ -dice- ‘pero no desesperados’. Hay algo de Dios que da esperanza».
«‘Somos perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados’. Siempre está esta relación entre el barro y el poder, el barro y el tesoro», reconoció el Papa.
«Nosotros tenemos un tesoro en recipientes de barro. Pero la tentación es siempre la misma: cubrir, disimular, no creer que somos barro. Esa hipocresía en relación a nosotros mismos«.
El necesario diálogo entre el tesoro y el barro
El apóstol Pablo, subrayó el Papa, con esta manera «de pensar, de razonar, de predicar la Palabra de Dios» nos lleva a un diálogo «entre el tesoro y el barro». Un diálogo que continuamente tenemos que hacer, «para ser honestos».
Francisco puso el ejemplo de la confesión: cuando «decimos los pecados como si fueran una lista de precios en el mercado», pensando que «blanquea un poco el barro» para ser más fuertes.
En cambio tenemos que aceptar la debilidad y la vulnerabilidad, aunque resulte «difícil» hacerlo: aquí entra en juego «la vergüenza«.
«Es la vergüenza, esa que ensancha el corazón para que entre el poder de Dios, la fuerza de Dios.
La vergüenza de ser barro y no ser un recipiente de plata u oro. De ser barro. Y si llegamos a este punto, seremos felices. Seremos muy felices.
El diálogo entre el poder de Dios y el barro: pensemos en el lavado de los pies, cuando Jesús se acercó a Pedro y éste le dijo: ‘¡No, a mí no, Señor, por favor! ¿Qué haces?’.
No había entendido, Pedro, que era barro, que necesitaba del poder del Señor para ser salvado».
Está en la «generosidad» el reconocimiento «de ser vulnerables, frágiles, débiles, pecadores».
Sólo si nosotros aceptamos ser barro, concluyó el pontífice, el «extraordinario poder de Dios vendrá a nosotros y nos dará la plenitud, la salvación, la felicidad, la alegría de ser salvados», recibiendo así el «tesoro» del Señor.