Eusebio de Vercelli, Santo
Memoria Litúrgica, 2 de agosto
Obispo
Martirologio Romano: San Eusebio, primer obispo de Vercelli, en la Liguria, que consolidó la Iglesia en toda la región subalpina y que, por defender la fe del Concilio de Nicea, fue desterrado por el emperador Constancio a Escitópolis y, posteriormente, a Capadocia y a la Tebaida. Vuelto a su sede después de ocho años, trabajó con empeño y valentía para restablecer la fe contra los arrianos († 371).
Breve Biografía
Nació en Cerdeña, Italia. Al morir su padre, su madre lo llevó a vivir a Roma, donde el Papa Liberio lo tomó bajo su protección, lo educó y lo ordenó de sacerdote. Poco después en la ciudad de Vercelli, al norte de Italia, murió el obispo, y el pueblo y los sacerdotes proclamaron a Eusebio como el nuevo obispo, por su santidad y sus muchos conocimientos.
San Ambrosio dice que el obispo Eusebio de Vercelli fue el primero en Occidente al cual se le ocurrió organizar a sus sacerdotes en grupos para formarse mejor y ayudarse y animarse a la santidad. Para este santo su más importante labor como obispo era tratar de que sus sacerdotes llegaran a la santidad. Fue obispo de Vercelli por 28 años.
Una de sus grandes preocupaciones era instruir al pueblo en religión. Y él mismo iba de parroquia en parroquia instruyendo a los feligreses.
En aquellos tiempos se estaba extendiendo una terrible herejía llamada Arrianismo, que enseñaba que Cristo no era Dios. Los más grandes santos de la época se opusieron a tan tremendo error, pero el jefe de gobierno, llamado Constancio, la apoyaba. Hicieron entonces una reunión de obispos en Milán, para discutir el asunto, pero Eusebio al darse cuenta de que el ejercito del emperador iba a obligarlos a decir lo que él no aceptaba, no quiso asistir. Constancio le ordenó que se hiciera presente, y el santo le avisó que iría, pero que no aceptaría firmar ningún error. Y así lo hizo. A pesar de que hereje emperador lo amenazó con la muerte, él no quiso aceptar el que Jesucristo no sea Dios, por esto fue desterrado.
Fue llevado encadenado hasta Palestina y encerrado en u cuartucho miserable. Los herejes lo arrastraron por las calles y lo insultaron, pero él seguía proclamando que Jesucristo sí es Dios. En una carta suya cuenta los espantosos sufrimientos que tuvo que padecer por permanecer fiel a su santa religión, y expresa su deseo de poder morir sufriendo por el Reino de Dios.
Al morir Constancio, su sucesor decretó la libertad de Eusebio y éste pudo volver a su amada diócesis de Vercelli. San Jerónimo dice que toda la ciudad sintió enorme alegría por su llegada y que su vuelta fue como el termino de un tiempo de luto y dolor.
EL resto de su vida lo empleó junto con grandes santos como San Atanasio y San Hilario en atacar y acabar la herejía de los arrianos, y en propagar por todas partes la santa religión. Murió el 1 de agosto del año 371.
La Iglesia lo considera mártir, no porque haya muerto martirizado, sino porque en sus tiempos de prisión tuvo que soportar sufrimientos horrorosos, y los supo sobrellevar con gran valentía.
El repetía: » Puedo equivocarme en muchas cosas, pero jamás quiero dejar de pertenecer a la verdadera religión».
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
Una mirada con amor
Santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21. Lunes XVIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me conoces. Sabes bien cuáles son los deseos, temores e ilusiones más profundos de mi corazón. Pongo todo en tus manos. Deseo sentirme y saberme amado por ti. Dame la gracia de hacer una experiencia profunda y personal del infinito amor que me tienes. Quiero ser un instrumento de tu amor. Dame la gracia de llenarme tanto de ti, que los que me rodean puedan encontrar reflejada en mí, al menos, una pequeña chispa del amor que nos tienes. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer». Pero Jesús les replicó: «No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer». Ellos le contestaron: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados». Él les dijo: «Tráiganmelos».
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús, hoy en el Evangelio me dices que viste a la multitud y te compadeciste de ella. Quisiera detenerme a contemplar tu mirada. No es inquisitiva ni acusadora. Los que son mirados por ti, no se sienten intimidados; al contrario, sienten que tu mirada les sirve de protección. Tu mirada hacia la multitud no es como la del espectador que ve en el televisor una masa casi tan ingente como anónima. Para los discípulos era una multitud… para ti, cada uno tenía un nombre; una historia única; un pasado concreto, repleto de colores, de luces y sombras; unas heridas reales que necesitaban ser sanadas. Miras a la multitud, miras a cada uno y te compadeces de él. Amas a cada uno y te duele ver sus heridas, sus desilusiones, sus pecados. Todo. Tu mirada amorosa llega hasta lo más profundo del corazón y lo sana desde dentro
Lo mismo quiero experimentar yo. Quiero sentirme mirado y amado por ti. Deseo experimentar esa mirada cálida y acogedora que todos los días, a cada instante de mi vida me regalas. No me reprochas nada, tan sólo me miras y me amas. Miras mi interior: ese problema que tengo, esa situación que no deja ser feliz, esa herida que me lastima… todo lo sabes ya. Cúrame, Jesús, con tu mirada. Dame la gracia de mirarme como Tú me miras: aceptando lo bueno y lo malo que hay en mí, sin exagerar ni lo uno ni lo otro. Dame la gracia de mirarme como me miras y que esa experiencia del amor que me revela tu mirada sea tan fuerte que yo comience a ver todo y a todos con el mismo amor con que Tú los miras.
«En efecto, Dios dirige su mirada de amor también a cada hombre y a cada mujer, ¡con nombre y apellidos! Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
?Hoy voy a tratar de ver todo lo que me pasa y a aquellos que me rodean como Dios los ve.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
«No busques a Dios ni a un amigo sólo cuando tengas un problema»
Ángelus del Papa Francisco, 1 de agosto de 2021
Asomado, como cada domingo, desde el balcón del Palacio Apostólico, este mediodía el Santo Padre ha pedido a los fieles del mundo discernir cuales son los motivos que les impulsan a buscar a Dios. Francisco ha reflexionado sobre el Evangelio del día según el evangelista Juan que nos muestra el momento en el que una gran multitud de personas en barcas se fueron a buscar a Jesús a Cafarnaúm. No le buscaban porque hubieran recibido una señal sino porque anteriormente habían vivido el milagro de la multiplicación de los panes, habían comido y se habían saciado. “La gente no había captado el significado de aquel gesto: se había quedado en el milagro externo y en el pan material” dice el Pontífice.
¿Buscamos a Dios solo para cubrir nuestras necesidades?
Lo mismo nos puede pasar a nosotros, por ello el Papa hoy quiere que reflexionemos los motivos por los que buscamos al Señor. ¿Buscamos a Dios para nuestro propio provecho, para resolver los problemas, para tener gracias a Él lo que no podemos conseguir por nosotros mismos, por interés? “Si es así – dice el Papa – la fe se queda en lo superficial y en lo milagroso: buscamos a Dios para que nos alimente y luego nos olvidamos de Él cuando estamos satisfechos” pues “en el centro de esta fe inmadura no está Dios, sino nuestras En este sentido, el Papa insiste en que el Señor actúa mucho más allá de nuestras expectativas y “desea vivir con nosotros ante todo en una relación de amor”, recordando que “el verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio!” dice el Papa, subrayando que eso se llama «interés» y tantas veces – dice – «en la vida somos interesados».
Dios nos enseña a amar sin intereses y sin cálculos
Francisco recuerda una pregunta que en aquel momento la multitud dirige a Jesús: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios? El Papa explica que esta pregunta podría traducirse en «¿cómo podemos purificar nuestra búsqueda de Dios?. Pues la respuesta – dice el Papa – es “Jesús”. “No es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús en nuestras vidas, vivir una historia de amor con Él”. De hecho – dice el Papa – “será Él quien purifique nuestra fe” pues “no podemos hacerlo por nosotros mismos porque hay una relación con Él que va más allá de la lógica del interés y del cálculo”.
Debemos preguntarnos: en nuestras relaciones humanas y sociales ¿nos movemos por interés?
Antes de rezar a la Madre del cielo, el Papa ha insistido en que este discernimiento no solo es respecto a Dios, también tenemos que discernir en nuestras relaciones humanas y sociales, pues, como dice el Papa: “cuando buscamos sobre todo la satisfacción de nuestras necesidades, corremos el riesgo de utilizar a las personas y explotar las situaciones para nuestros fines. Y una sociedad cuyo centro sean los intereses en lugar de las personas es una sociedad que no genera vida” ha afirmado.
Por tanto, la invitación del Evangelio de hoy y del Papa es: “en lugar de preocuparnos sólo por el pan material que nos quita el hambre, acojamos a Jesús como pan de vida y, a partir de nuestra amistad con Él, aprendamos a amarnos entre nosotros. Con gratuidad y sin cálculo”. «Amor libre sin cálculo, sin utilizar a las personas, con gratuidad, con generosidad, con magnanimidad» concluye.
El Buen Amor en el noviazgo. Preguntas y respuestas
Este libro presenta un ramillete de consultas de novios acerca de situaciones de noviazgo y las respuestas que les da el autor
Por: P. Horacio Bojorge S.J. | Fuente: Cl?ca del Buen Amor
Este libro presenta un ramillete de consultas de novios acerca de situaciones de noviazgo y las respuestas que les da el autor. Varias de esas preguntas han sido publicadas antes en el Blog del Buen Amor , que funciona como consultorio o clínica virtual del Buen Amor. Los consultantes han comprendido que tanto su pregunta como la respuesta podrían iluminar a muchos novios que pasan por situaciones semejantes y no saben qué hacer. Por eso han accedido a que fueran publicadas preservando el anonimato.
Los novios que consultan son creyentes católicos. No necesitan demostración de las verdades en que creen y arrojan luz sobre sus situaciones. Verdades bíblicas reveladas por Dios acerca de la creación del varón y la mujer y del amor humano infundido por Dios en sus corazones.
El autor aplica así a casos concretos las verdades universales reveladas por Dios acerca del amor creado, que ha expuesto en sus libros:
La Casa sobre Roca. Noviazgo, amistad matrimonial y educación de los hijos
, y ¿Qué le pasó a nuestro amor? Respuestas divinas a preguntas humanas.
Las aplicaciones prácticas permiten comprender mejor que las verdades reveladas son sabiduría práctica. Como las anteriores, esta obra es contracultural porque contradice falsos dogmas de la cultura dominante.
PRESENTACIÓN
Estimado lector:
En estas páginas he reunido preguntas y mis respuestas intercambiadas con novios que me han consultado personalmente o por correo electrónico. Varias de esas preguntas han sido publicadas antes en el Blog del Buen Amor , que funciona como consultorio o clínica virtual del Buen Amor. Todas las consultas se publican con la expresa autorización de los interesados, pero obviamente bajo pseudónimo. Ellos han comprendido que tanto su pregunta como la respuesta podrían iluminar a muchos novios que pasan por situaciones semejantes y no saben qué hacer.
Los que me preguntan son creyentes católicos, que no necesitan demostración de las verdades en que creen. Mis respuestas a estas preguntas suponen esa fe y se basan en los principios revelados por Dios acerca de la creación del varón y la mujer y del amor derramado por Dios en sus corazones. Es éste un don divino que ellos comparten y que los impulsa a unirse para siempre en matrimonio fecundo y fiel.
Mis respuestas aplican a los casos concretos los principios revelados por Dios que he expuesto en los libros: “La Casa sobre Roca” y “¿Qué le pasó a nuestro amor?”. Si en las obras anteriores expuse la doctrina, en ésta ofrezco sus aplicaciones prácticas que permitirán asimilarla mejor. Si aquellas obras eran saludablemente contraculturales – como lo es nuestra fe -, también lo es, inevitablemente, ésta.
Estos diálogos son apenas un ramillete selecto. No pretenden agotar la problemática del amor en el noviazgo. Pero aún así espero que contribuyan a que otros jóvenes creyentes comprendan mejor la sabiduría que encierra la doctrina revelada acerca del amor humano, creado, caído y elevado por la gracia de Dios a sacramento y misterio grande. Y que a su luz puedan orientarse por sí mismos en el camino del noviazgo hasta el sagrado matrimonio.
Tengo que advertir al lector que a estas respuestas escritas a preguntas concretas formuladas también por escrito, no se les puede pedir que sean aplicables tal cual a otros casos. Son ejemplos concretos que pueden inspirar comportamientos, pero no siempre pueden imitarse al pie de la letra, sino mediante una creatividad espiritual ayudada por la gracia. La variedad de circunstancias individuales exigiría muchas veces variedad de respuestas y consejos. Se puede aplicar aquí lo que advierte Aristóteles acerca de los principios generales del comportamiento humano, porque a su manera vale para las aplicaciones casuísticas de esos principios:
“En la consideración de los asuntos del espíritu no debe exigirse una precisión igual a la que se exige en los trabajos de precisión. […] Así pues, cuando se trata de asuntos de este género y se parte de este tipo de principios, es preciso saber contentarse con un bosquejo un poco grosero de la verdad. […] De aquí que deba acogerse con indulgente reserva todo lo que vamos a decir. Un espíritu cultivado no debe exigir en cada género de objetos más precisión que la que permita la naturaleza misma de la cosa que se trate. Y tan irracional sería exigir de un matemático una mera probabilidad, como exigir de un orador demostraciones en forma” (Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro I, capítulo 1)
INDICE
1.- Sonia: Amar ¿Está en mi mano?
2.- Mariana: De si amar está en mi mano
3.- Laura: Al final me volví al que siempre me había amado
4. –Ernesto: La esposa la da Dios
5.- Marcela: Deshojando la margarita
6.- Guadalupe: Soltera para siempre
7.- Gimena: Castidad en el noviazgo ¿qué hacer para no caer?
8. Giovanna: ¡Mi novio es tan callado!
9.- Jacinta: Tentada contra el novio
10.- Verónica: Prepararse a la llegada del esposo
11.- Eliana: Un novio perverso
12.- Aurora: Él no me agrada del todo físicamente
¿Por qué llamamos al Sacerdote: Padre?
Referirse al sacerdote como padre ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo.
Esta es una pregunta muy típica de la tía evangélica en la reunión familiar o de la señora – no católica por supuesto – que nos encontramos en el asiento del bus, y aun así, muchos católicos encuentran dificultad en responder. Referirse al sacerdote como “padre” ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo. San Pablo, por ejemplo, se refiere a sí mismo como un “padre” para los Corintios a través del Evangelio que les predicó.
EL CONTEXTO
“Pero vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos”.
Cuando Jesús nos pide no llamar “padre” a nadie, está criticando abiertamente el uso impropio del ejercicio de la autoridad por los escribas y fariseos (que gustaban de usar estos títulos para sentirse por encima de los demás). Jesucristo está recordándoles a aquellos que tienen un puesto de autoridad, que el liderazgo no se encuentra en la dominación sino en el servicio, y justamente el servicio es el corazón del sacerdocio. Es decir que, cuando llamamos “padre” a nuestros sacerdotes, estamos reconociendo su rol de guías espirituales, al servicio de hacernos crecer y madurar como hijos de nuestro único Padre que está en los cielos.
Podemos ver claramente que Jesucristo no está criticando el título en sí mismo, sino a quienes buscan estos títulos para su vanagloria, como una forma de ponerse por encima de los demás. La Iglesia está muy de acuerdo con esta crítica – faltaba más –. Estaría pésimamente mal que un sacerdote utilice su puesto de autoridad para su propio beneficio, y que aun así puede suceder (pues somos pecadores y hay de todo en la viña del Señor), sin embargo, no es este el común de los sacerdotes ni mucho menos la regla universal.
Es evidente que esta interpretación no me la he inventado ni es nueva en absoluto… es la interpretación milenaria que la Iglesia ha recibido de los Apóstoles. Sin embargo, no es así la realidad de los protestantes, que a partir de Lutero gustan de hacer interpretaciones personales de las Escrituras.
EL PRETEXTO
Algunas veces, cuando esta pregunta sale a discusión, muchos piensan que los católicos jamás hemos leído el pasaje antes citado, donde Cristo dice explícitamente que no llamemos “padre” a nadie. Sin embargo, no es el caso. La Iglesia está muy al tanto de estas palabras de Jesús, y aun así los sacerdotes católicos han sido llamados “padres” desde los primeros siglos sin ningún inconveniente. ¿Cuál es el problema? ¿La Iglesia se está haciendo de la vista gorda con este versículo?
Es importante señalar que dentro del mismo pasaje nos pide no llamar a nadie “maestro”, pero por alguna razón misteriosa a nadie parece molestarle que hayamos pasado años de escuela llamando “maestro” a otros. Además, si vamos a tomar la cita al pie de la letra, pues entonces no sé cómo hacen los protestantes para dirigirse a sus padres… ¿”progenitor”? ¡Que dulce! Es evidente que Cristo no está pidiendo un simple cambio universal de “padre” y “maestro” por “progenitor” e “instructor” ¡No! Cristo no está pidiendo un simple cambio de sinónimos, sino que debemos ir a una visión más profunda de lo que el Señor quiso expresar. Creo que ha quedado bastante claro: el verdadero sentido de la autoridad.
ENTONCES…
Cuando llamamos a un sacerdote “padre”, estamos reconociendo el hecho de que, a través de la autoridad dada por Cristo, ellos comparten el trabajo de guiar y sostener la vida espiritual de los fieles. No toman el puesto de Dios. De hecho, su trabajo es guiarnos y apoyarnos en nuestra madurez espiritual como hijos de Dios, pues al final, tanto ellos como nosotros clamamos al cielo y juntos decimos: “Padre nuestro que estás en el Cielo…”
El Papa: El amor de Dios no es una telenovela
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Radio Vaticano – publicado el 08/01/15
La manera de encontrarlo es amar y recibir el amor que siempre se ofrece, afirma Francisco en su homilía en la Casa Santa Marta
Dios nos precede siempre en el amor. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco en la primera Misa matutina en Santa Marta del año 2015 con un grupo de fieles.
El Pontífice subrayó que el amor cristiano está hecho de obras concretas, no palabras. Y reafirmó que para conocer a Dios no basta el intelecto, es necesario el amor.
Jesús se manifiesta: en la fiesta de la Epifanía, en el Bautismo y de nuevo en las Bodas de Caná. Pero, se pregunta el Papa, “¿cómo podemos conocer a Dios?”.
Para conocer a Dios nuestro “intelecto”, “la razón” es “insuficiente”.
Dios, explica, “se conoce totalmente en el encuentro con Él, y para el encuentro la razón no basta”. Hace falta algo más.
“¡Dios es amor! Y sólo por el camino del amor tu puedes conocer a Dios. Amor razonable, acompañado de la razón. ¡Pero amor!
Pero ¿cómo puedo amar lo que no conozco? Ama a los que tienes cerca. Esta es la doctrina de los dos mandamientos: el más importante es amar a Dios, porque Él es amor. Pero el segundo es amar al prójimo, y para llegar al primero debemos subir los escalones del segundo: es decir, a través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor.
Sólo amando razonablemente, pero amando, podemos llegar a este amor”.
Amar para conocer a Dios
Por esto, exhortó, debemos amarnos unos a otros, porque “el amor es de Dios” y “quien ama ha sido engendrado por Dios”. Y también, añadió, para conocer a Dios hay que amar:
“El que ama conoce a Dios, el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que se manifiesta –la palabra de estos días, manifestación– en su Hijo, que vino para salvarnos.
Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para conocer a Dios hace falta toda una vida; un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a los que nos odian, de amor por todos”.
Jesús nos enseña a amar
Francisco observa que no hemos sido nosotros en dar el amor a Dios, sino que fue “Él quien nos amó y nos mandó a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados”.
En la persona de Jesús, reflexiona, “podemos contemplar el amor de Dios” y siguiendo su ejemplo “llegamos –escalón a escalón– al amor de Dios, al conocimiento de Dios que es amor”.
Recordando después al profeta Jeremías, el Papa dice que el amor de Dios nos “precede”, nos ama antes incluso de que lo busquemos.
El amor de Dios, subrayó, es como “la flor del almendro”, que es “la primera que florece en primavera”. El Señor “nos ama primero”, “siempre tendremos esta sorpresa”.
Dios te está esperando
Y observó que “cuando nos acercamos a Dios a través de las obras de caridad, la oración, la Comunión, la Palabra de Dios, encontramos que Él está allí antes, esperándonos, así nos ama”.
El Papa dirigió el pensamiento al Evangelio que narra la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús.
El Señor, afirmó, “tuvo compasión” de la tanta gente que había ido a escucharlo, porque “eran ovejas sin pastor, desorientadas”.
Y añadió que también hoy mucha gente está “desorientada” en “nuestras ciudades, en nuestros países”.
Por esto, Jesús les enseña la doctrina y la gente le escucha.
Cuando se hace tarde y les pide que les den de comer, los discípulos responden “un poco nerviosos”.
Una vez más, comentó el Papa, Dios llegó “primero, los discípulos no habían entendido nada”.
“Así es el amor de Dios: siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos. ¡Siempre! No una vez, 70 veces 7. ¡Siempre!
Como un padre lleno de amor y para conocer a este Dios que es amor debemos subir por los escalones del amor al prójimo, por las obras de caridad, por las obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado.
Que el Señor, en estos días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios, nos dé la gracia de conocerle por el camino del amor”.