CON MIS MEJORES DESEOS DE PAZ Y GRACIA PARA TODOS USTEDES DESEANDOLES DE TODO CORAZON UNAS FELICES FIESTAS PATRIAS
CON AMOR Y UNIDOS A LAS SISTERS.
Marta de Betania, Santa
Memoria Litúrgica, 29 de julio
Hemana de Lázaro y María
Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).
Etimológicamente:: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
Breve Biografía
Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea.
Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro» (Jn 11:5).
Lucas añade: «Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: «sólo una cosa es necesaria».
Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor
San Agustín escribe: «Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú». San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.
La resurrección de Lázaro
El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: «Señor aquel que tú amas, está enfermo». En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.
Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: «Esta enfermedad será para gloria de Dios». Y luego les añade: «Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer».
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: «Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá»
Jesús le dice: «Tu hermano resucitará».
Marta le contesta: «Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos».
Jesús añadió: «Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?»
Marta respondió: «Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús dijo: «¿Dónde lo han colocado?». Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: «Mirad cómo lo amaba».
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: «Quiten la piedra». Le responde Marta: «Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: «Lázaro ven afuera». Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
El Banquete
Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.
De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.
Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.
S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.
ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA
A SANTA MARTA
Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Amén.
La oración y la acción apostólica en mi vida
Santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42. Jueves XVII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor vengo porque quiero estar contigo. Quiero poner en tus manos todas mis preocupaciones, mis cansancios, mis esfuerzos, mis victorias y mis derrotas. Orar, hablar, estar contigo es un descanso para mi alma. Te pido aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad. Necesito de estas tres virtudes para estar siempre en tu camino, siguiéndote con amor, alegría y generosidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llama da María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchas veces he escuchado reproches por Marta, dado que María había escogido la mejor parte. Es como si Marta estuviera haciendo mal, no, se puede ver este pasaje desde otra perspectiva.
Dice el texto que Marta fue quien te recibió en su casa. La casa era de Marta, ella fue la que te acogió. María pudo escucharte dado que Marta te dio albergue. Sin Marta, María no habría podido elegir la parte que escogió.
Marta y María pueden ser dos imágenes de ese aspecto de nuestro carisma como miembros del Regnum Christi: contemplativos y evangelizadores; la oración y la acción apostólica.
María representa esa parte contemplativa de quien se sienta a tus pies para escuchar tu mensaje, de quien sabe lo valioso que es pasar tiempo delante de ti, y acompañarte. Ella disfruta de estar sentada mirándote, escuchándote. Es la invitación a vivir este don de mi vocación con alegría, con intensidad. Ella sabe dedicar su tiempo a la oración, a estar contigo.
Marta, por su parte, representa la acción, el trabajo, el celo. Sin Marta la casa que tenía tantos huéspedes no hubiera sido propicia para el encuentro contigo. Ella está corriendo sirviendo alguna bebida, atendiendo algún enfermo, dando asiento a algún apóstol, poniendo algo de comida en la mesa.
Tú amas a ambas, las quieres como son. Y aunque das primacía a la vida de oración, no reprimes la acción de Marta. Simplemente le previenes del activismo, del pensar que el actuar, el hacer, el predicar, es lo principal, olvidando la oración.?Como miembro del Regnum Christi me llamas a ser contemplativo, orante, persona de silencio, de recogimiento, de escucha, de lectura de tu Palabra; pero también me llamas a ser evangelizador, activo, celoso por la salvación de las almas, inquieto para ver las oportunidad y así ayudar a que otros te busquen y se encuentren contigo. Dame, Señor, estas dos actitudes de estas mujeres.
«Si nosotros vamos a rezar —por ejemplo— ante el Crucifijo, y hablamos, hablamos, hablamos y después nos vamos, no escuchamos a Jesús. No dejamos que Él hable a nuestro corazón. Escuchar: esta es la palabra clave. No lo olviden. Y no debemos olvidar que en la casa de Marta y María, Jesús, antes que ser Señor y Maestro, es peregrino y huésped. Por lo tanto, la respuesta tiene este primer y más importante significado: Marta, Marta, ¿por qué te afanas tanto en hacer cosas para el huésped hasta olvidar su presencia? —El huésped de piedra— Para acogerlo no son necesarias muchas cosas; es más, necesaria es una cosa sola: escucharlo —he aquí la palabra: escucharlo—, demostrarle una actitud fraterna, de modo que se dé cuenta de que se está en familia, y no en una “hospitalización provisional”». (Homilía de S.S. Francisco, 17 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me meteré de lleno a mis actividades de hoy pero consciente de que todo mi trabajo siempre será para gloria de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Por qué creo en la Resurrección?
La resurrección de Cristo es el dogma fundamental del Cristianismo.
La resurrección de Cristo es el dogma fundamental del cristianismo. Las Sagradas Escrituras no intenta “demostrar” que Jesús fue resucitado de entre los muertos, pero si presenta evidencias indiscutibles del hecho de que Él verdaderamente resucitó. La resurrección de Cristo está registrada en Mateo 28, 1-20; Marcos 16, 1-20; Lucas 24, 1-53 y Juan 20,1-21 y 25. La resurrección de Jesús aparece también aparece en el libro de los Hechos 1,1-11. Intelectuales, historiadores, han hablado mucho acerca de la existencia de Cristo y su resurrección. En seis puntos pretendo explicarlo.?
1) El sepulcro vacío
La proclamación de la tumba vacía que narran los evangelios la encontramos muy cercana a los hechos.
La primera es en I Co 15, 3-8 en un credo muy antiguo que fue establecido muy temprano en la historia de la Iglesia. Marcos lo narró en su Evangelio unos años poco después de que aconteciera por este hecho la tumba vacía no es una leyenda ¿por qué? Las leyendas del mundo antiguo surgían después de muchas generaciones. Aparte del caso de Marcos la simpleza con la que narra la historia y las características de la narración. No se parecen en nada a las leyendas de aquel tiempo.
Asimismo, tenemos los evangelios apócrifos donde narran la resurrección de Jesús y añaden mucha ficción en cosas que parecen más estilo de las leyendas pero en el caso de los evangelios no es así.
Según el evangelio de Nicodemo: “Entonces los judíos propusieron: Mandemos a buscar a los tres hombres que aseguran haberlo visto con sus discípulos en el monte de los Olivos.
Y, cuando así se hizo, y aquellos tres hombres llegaron, y fueron interrogados, respondieron con unánime voz: Por la vida del Señor, Dios de Israel, hemos visto manifiestamente a Jesús con sus discípulos en el monte de las Olivas, y asistido al espectáculo de su subida al cielo.
En vista de esta declaración, Anás y Caifás tomaron a cada uno de los testigos aparte, y se informaron de ellos separadamente. Y ellos insistieron sin contradicción en confesar la verdad, y en aseverar que habían visto a Jesús.
Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida. Pero sabemos que el bienaventurado Enoch, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida. Jesús, por lo contrario, ha sido entregado a Pilatos, azotado, abofeteado, coronado de espinas, atravesado por una lanza, crucificado, muerto sobre el madero, y sepultado. Y el honorable padre José, que depositó su cadáver en un sepulcro nuevo, atestigua haberlo visto vivo. Y estos tres hombres certifican haberlo encontrado con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haber asistido al espectáculo de su subida al cielo.”
Además, Jesús no está actualmente en la tumba y no estaba en la tumba. Actualmente no podemos encontrar la tumba de Jesús por ningún lado y mucho menos que podemos encontrar a Jesús en una tumba. Muchos hombres célebres o fundadores de otras religiones podemos encontrar su tumba como el caso de Diego Rivera que está en la Rotonda de los personajes ilustres en el panteón de Dolores, o la tumba de los Santos Padres en el Vaticano. Pero no es el caso de Jesús, no es el hecho que podamos encontrar a Jesús en la tumba. El hecho que personas de aquél tiempo sabían exactamente donde estaba la tumba. Si alguien quería decir que no era cierta la proclamación de los apóstoles solo tenía que ir y ver si Jesús estaba ahí o no. Pero el hecho de que esto no pasó es una evidencia de que Jesús no estaba en la tumba. Porque en el tiempo que Jesús murió y fue sepultado. La gente no pudo comprobar de que Jesús seguía en la tumba.
Aparte de que las costumbres y cosas que sucedieron entorno a la resurrección de Jesús. Los judíos trataron de contradecir la proclamación de los apóstoles. Pero los judíos nunca dijeron que Jesús seguía en la tumba. Los judíos que estaban en contra de la resurrección de Jesús partieron del hecho de que Jesús no estaba en la tumba. Nadie dudaba de eso. Los judíos lo que hicieron fue tratar de sobornar algunos falsos testigos para que dijeran que los guardias se habían dormido y que su cuerpo había sido robado de noche.
Pero los mismos judíos que acababan de contradecir la resurrección de Jesús aceptaron que la tumba estaba vacía.
2) Muchos testigos oculares de la Resurrección y muerte de Jesús
Las primeras en ver a Jesús resucitado fueron María Magdalena y las santas mujeres, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús (Mc16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sabbat ( Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (Mt 28, 9-10; Jn 20, 11-18). Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles ( Lc 24, 9-10)como lo fue la Virgen María al comienzo del Evangelio en recibir el mensaje de que ella había sido elegida para la Encarnación del Hijo de Dios.
Pablo menciona a varios en “fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún y otros ya han muerto. Después apareció a Jacobo y después a todos los apóstoles. Por último, como a un abortivo, se me apareció a mí.” (1 Cor 15,4-8) pero es muy importante ver la mención que Pablo hace que se les apareció a 500 personas y que Jesús se les apareció a la misma vez. Pero lo más interesante es que muchos de estos testigos vivían en el tiempo de San Pablo. Es como si Pablo dijera si tienen dudas vayan y hablen con ellos.
En los Hechos de los Apóstoles se hablan de más testigos oculares “Lo levantó de entre los muertos; y por muchos días se apareció a los que habían subido con El de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son Sus testigos ante el pueblo.” (Hch 13,31 )
En (Hch 2,32) dice que los “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.”
Von Balthasar dice que: “Las afirmaciones fundamentales de la fórmula son dos: En primer lugar, hay un gran número de testigos de la resurrección; el hecho de que se les hoy se les pueda preguntar la resurrección; más bien remite a los testigos escogidos de antemano” entre los cuáles se incluye a sí mismo.”
3) Incrédulos que se convirtieron
Pablo era el perseguidor por excelencia de “Cristianos”. Él era fariseo y era imposible que creyera en Jesús. Él era un gran soldado y estaba en contra de los Cristianos pero Jesús se le apareció a Pablo camino a Damasco (Hch 9,1-18). Pablo fue luego el que más escribió sobre Jesús en el nuevo testamento y el gran misionero.
Muchos judíos se convirtieron después de que él resucitara y abandonaron su vida, sus tradiciones, su religión. Algo que casi imposible que pasara. ¿Cómo podemos explicarnos esta transformación? Si Jesús no Resucitó.
4) Los discípulos murieron por la Resurrección
Los discípulos fueron martirizados por aceptar la muerte y resurrección de Cristo. Uno puede decir que muchos mueren por sus creencias. Cualquiera puede morir, pero los apóstoles tuvieron una posición única. Ellos pudieron comprobar si sus creencias eran ciertas o falsas. El hecho de que ellos estuvieron presentes si era falso o cierto y por el hecho de que fueron mártires dijeron que esto era muy cierto. ¿Hubieran muerto los apóstoles por algo que supieron que fuera mentira?
5) El Nacimiento de las Iglesias que se hacen entorno a la figura de Cristo
Pablo (1Cor 15,14) dice que sin la Resurrección nuestra fe es vana. El cristianismo creció y fue fundamentado en la Resurrección, se expandió muy rápido por todo el imperio Romano pasaron por muchas persecuciones y sufrimiento y nada destruyó la Iglesia porque estaban parados sobre la Resurrección de Jesús. El imperio romano ya se extinguió. Pero si hubiera estado fundado sobre algo tan firme como la Resurrección. Hay leyendas. La expansión de la Iglesia hoy en día es la evidencia de que Jesús realmente Resucitó La resurrección es uno de los fundamentos de nuestra Fe.
Con la Resurrección Jesús demostró que realmente él venció a la muerte y que su obra en la Cruz es poderosa para salvar y dar vida. Jesús al resucitar ganó una nueva vida para nosotros. No hay forma de negar la Resurrección. Esta es nuestra esperanza.
6) Lo que dicen otros historiadores sobre Jesús
Flavio Josefo (93 d.C)
El historiador judío (37 a 110 d.C.) recoge en el texto conocido como «Testimonium flavianum» de su libro «Antigüedades judías (91-94)» una referencia a Jesús que, si bien se cree que fue retocada con las frases abajo entre paréntesis, se considera auténtico: «En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido».
Tácito (116 d.C)
El historiador romano (56 a 118 d.C) menciona a «Cristo» en sus «Anales» escritos hacia el año 116 d.C. al hablar sobre Nerón y el incendio de Roma en el año 64. Informa de la sospecha que existía de que el propio emperador había ordenado el fuego y recoge cómo «para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien, bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo».
Plinio, el joven (112 d.C)
Procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino de Plinio el Viejo. Se conservan 10 libros de cartas que escribió. En la carta 96 del libro 10escribe al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a los que condenaba si eran denunciados. En ella cita tres veces a Cristo y señala que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo «como a un dios»: «Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo
Suetonio (120 d.C.)
El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro «Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».
Luciano (165 d.C)
El escritor griego Luciano de Samosata satiriza a los cristianos en su obra «La muerte de Peregrino»: «Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (…) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes».
Mara Bar Sarapión (Finales del Siglo I)
Existe una carta de Mara Ben Sarapión en sirio a su hijo en la que se refiere así a Jesús, aunque no lo menciona por su nombre: «¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió gracias a Platón; tampoco Pitágoras a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio gracias a las nuevas leyes por él promulgadas».
Celso (175 d.C)
En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes unos 70 años después.
Conclusión
No podemos pasar desapercibido que Jesús es el hijo de Dios que se hizo hombre y que murió por nosotros Gregorio de Nisa dice: “Si le preguntamos al misterio, más bien dirá que su muerte no fue consecuencia de su nacimiento, sino que asumió el nacimiento para poder morir”
“ Decisiva es la identificación de resurrección y aparición; la resurrección no es algo que esté más allá de la historia” por eso tampoco se puede hablar de un simple margen histórico del evento, sino que Jesús ha resucitado en la historia.”
“Pero para hacerse igual a nosotros tomó sobre sí lo penoso, quiso pasar hambre y sed, dormir, no resistir al sufrimiento, obedecer a la muerte, resucitar visiblemente. En todo ello ofreció su propia humanidad como sacrificio de primicias.”
Hoy en día podemos ver que el apostolado del cristianismo primitivo no depende del envío histórico de los disípulos por parte del rabí de Nazaret, sino que tienen fundamento en las apariciones del Resucitado”.
La misión es la meta principal de las apariciones que en modo alguno se apoyan en sí mismo, sino que fundan la Iglesia.
Evidentemente sin la tumba vacía nos se habría podido anunciar a la resurrección de Jesús en el ámbito judío.
“Se puede constatar que la cuestión central de este debate en el momento presente se sitúa ante este dilema: si y en qué sentido se puede afirmar que Dios ha producido por medio de una acción suya la experiencia pascual de los discípulos y si los textos, por tanto afirmar que Dios ha obrado en Jesús al morir y le ha resucitado, posibilitando así que Jesús Resucitado se encuentre con sus discípulos como el “viviente por excelencia” como irrupción de la última y definitiva acción de Dios en el mundo de la resurrección de Jesús.
O, diversamente ¿se trataría tan solo de una acción de Dios en la fe de los discípulos de modo que éstos se conviertan en seguidores auténticos de Jesús y continuadores de su obra, al margen de los Dios hubiera realizado o no en Jesús después de la muerte? En todo caso, los textos del Nuevo Testamento presuponen que es Jesús mismo, el Resucitado, el que irrumpió en la vida de los primeros testigos dela resurrección de Jesús.
Ahora bien, conviene tener presente que la respuesta a tal cuestión no solo decide la comprensión del mensaje de la Resurrección de Jesús en sí mismo, sino la misma comprensión de la revelación y, en último término, de Dios, ya que Éste se revela precisamente en la Resurreción de Jesús de un modo real y no puramente simbólico, y lo hace de forma máxima e insuperable, como el Dios de Jesucristo. Este Dios es el que la historia de la humanidad, gracias a la primicia (1 Cor 15,20) que es la Resurrección de Jesús, “vivifica a los muertos y llama a la existencia a los que no existen.”
X Encuentro Mundial de las Familias: fue presentada la imagen oficial
Este es un gran misterio, es el título de la imagen símbolo del X Encuentro Mundial de las Familias.
“El fondo de la imagen es el episodio de las bodas de Caná de Galilea. A la izquierda, los esposos aparecen cubiertos por un velo. El sirviente que sirve el vino tiene el rostro con los rasgos de San Pablo, según la antigua iconografía cristiana. Es él quien descorre el velo con su mano y, refiriéndose al matrimonio, exclama: ¡Este es un gran misterio; y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia!”, es la descripción de la imagen oficial del X Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá su celebración central en Roma del 22 al 26 de junio de 2022, y que fue creada por el Padre Marko Ivan Rupnik, artista, teólogo y director del Centro Aletti.
La imagen revela el amor sacramental entre el hombre y la mujer
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y la Diócesis de Roma, dieron a conocer a través de un comunicado de prensa que, el cuadro, en el que predominan los colores cálidos, tiene un formato de 80cmx80cm y fue realizado con pinturas vinílicas sobre tiza aplicadas sobre madera. El título de la obra es: “Este es un gran misterio”, con una clara alusión a la Carta de San Pablo a los Efesios (5,32). La imagen revela así, cómo el amor sacramental entre el hombre y la mujer es un reflejo del amor indisoluble y la unidad entre Cristo y la Iglesia: Jesús derrama su sangre por ella. «En Caná», explica el Padre Rupnik, «en la transformación del agua en vino se abren los horizontes del sacramento, es decir, del paso del vino a la sangre de Cristo». «Pablo está derramando, de hecho, la misma sangre que la Esposa recoge en el cáliz».
El matrimonio tiene una dimensión eclesial
«Espero», subraya el Padre Rupnik, «que a través de esta pequeña imagen podamos entender que, para nosotros, los cristianos, la familia es la expresión del Sacramento» del matrimonio y «esto cambia totalmente su significado, porque un sacramento siempre implica transformación». En el matrimonio cristiano, en efecto, el amor de los esposos se transforma, porque se hace partícipe del amor que Cristo tiene por la Iglesia. En este sentido, el matrimonio tiene una dimensión eclesial y es inseparable de la Iglesia.
Herramientas para la preparación al Encuentro Mundial
Asimismo, en la nota de prensa se precisa que, la imagen del Padre Rupnik es el tercer símbolo que se publica, después de la oración y el logotipo, como herramienta pastoral para la preparación y el camino de las familias hacia el Encuentro Mundial de 2022. Además, se señala que, los vídeos con las catequesis y las explicaciones del autor (subtituladas en 5 idiomas) están publicados en la página de YouTube de la diócesis de Roma.
¿Por qué llamamos al Sacerdote: Padre?
Referirse al sacerdote como padre ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo.
Esta es una pregunta muy típica de la tía evangélica en la reunión familiar o de la señora – no católica por supuesto – que nos encontramos en el asiento del bus, y aun así, muchos católicos encuentran dificultad en responder. Referirse al sacerdote como “padre” ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo. San Pablo, por ejemplo, se refiere a sí mismo como un “padre” para los Corintios a través del Evangelio que les predicó.
EL CONTEXTO
“Pero vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos”.
Cuando Jesús nos pide no llamar “padre” a nadie, está criticando abiertamente el uso impropio del ejercicio de la autoridad por los escribas y fariseos (que gustaban de usar estos títulos para sentirse por encima de los demás). Jesucristo está recordándoles a aquellos que tienen un puesto de autoridad, que el liderazgo no se encuentra en la dominación sino en el servicio, y justamente el servicio es el corazón del sacerdocio. Es decir que, cuando llamamos “padre” a nuestros sacerdotes, estamos reconociendo su rol de guías espirituales, al servicio de hacernos crecer y madurar como hijos de nuestro único Padre que está en los cielos.
Podemos ver claramente que Jesucristo no está criticando el título en sí mismo, sino a quienes buscan estos títulos para su vanagloria, como una forma de ponerse por encima de los demás. La Iglesia está muy de acuerdo con esta crítica – faltaba más –. Estaría pésimamente mal que un sacerdote utilice su puesto de autoridad para su propio beneficio, y que aun así puede suceder (pues somos pecadores y hay de todo en la viña del Señor), sin embargo, no es este el común de los sacerdotes ni mucho menos la regla universal.
Es evidente que esta interpretación no me la he inventado ni es nueva en absoluto… es la interpretación milenaria que la Iglesia ha recibido de los Apóstoles. Sin embargo, no es así la realidad de los protestantes, que a partir de Lutero gustan de hacer interpretaciones personales de las Escrituras.
EL PRETEXTO
Algunas veces, cuando esta pregunta sale a discusión, muchos piensan que los católicos jamás hemos leído el pasaje antes citado, donde Cristo dice explícitamente que no llamemos “padre” a nadie. Sin embargo, no es el caso. La Iglesia está muy al tanto de estas palabras de Jesús, y aun así los sacerdotes católicos han sido llamados “padres” desde los primeros siglos sin ningún inconveniente. ¿Cuál es el problema? ¿La Iglesia se está haciendo de la vista gorda con este versículo?
Es importante señalar que dentro del mismo pasaje nos pide no llamar a nadie “maestro”, pero por alguna razón misteriosa a nadie parece molestarle que hayamos pasado años de escuela llamando “maestro” a otros. Además, si vamos a tomar la cita al pie de la letra, pues entonces no sé cómo hacen los protestantes para dirigirse a sus padres… ¿”progenitor”? ¡Que dulce! Es evidente que Cristo no está pidiendo un simple cambio universal de “padre” y “maestro” por “progenitor” e “instructor” ¡No! Cristo no está pidiendo un simple cambio de sinónimos, sino que debemos ir a una visión más profunda de lo que el Señor quiso expresar. Creo que ha quedado bastante claro: el verdadero sentido de la autoridad.
ENTONCES…
Cuando llamamos a un sacerdote “padre”, estamos reconociendo el hecho de que, a través de la autoridad dada por Cristo, ellos comparten el trabajo de guiar y sostener la vida espiritual de los fieles. No toman el puesto de Dios. De hecho, su trabajo es guiarnos y apoyarnos en nuestra madurez espiritual como hijos de Dios, pues al final, tanto ellos como nosotros clamamos al cielo y juntos decimos: “Padre nuestro que estás en el Cielo…”
¡Cuida tu corazón!
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona.
«¡Cuida tus alas!», decía San Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: «¡Cuida tu corazón!». Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.
Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!
¿Qué es el corazón?
El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.
El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.
Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo «se cocina» ahí dentro.
Corazón y moralidad
En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: «¡Sé más!». So pena de ser menos.
El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede «destigrarse», el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.
Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.
La maldad del corazón
El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.
El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»
Corazón y libertad
Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.
De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta «animalizar» a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy «preso» que estuviera. Así seguía siendo «dueño de sí mismo».
La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.
Y tú, ¿cuidas tu corazón?
Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.
El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.
María
María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.
¿Existe una oración especial para los desempleados?
Rezar por quien está buscando trabajo o enfrenta problemas de empleo es una bella causa a veces muy necesaria
Rezar por quien está en busca de trabajo o enfrenta problemas en él es una bella causa. Sé de personas que todos los días rezan la letanía de san José por esa intención. Sé de jóvenes que, de vez en cuando, ofrecen misas por los desempleados y por quien está preocupado con el trabajo. Una buena oración a san José, por cualquier motivo, pero especialmente por los problemas económicos, es el Memorare (“Acordaos”), escrito en honor de Nuestra Señora, pero aplicado también a san José:
Acordaos,
Oh, piadoso
san José,
que jamás se ha
oído decir
que ninguno de los
que han acudido a vuestra presencia,
implorando vuestra asistencia
y reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.
Animado por esta confianza,
a Vos también acudo,
Oh, padre, virgen,
entre todos singular,
como a un padre recurro a Vos, de Vos me valgo
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante vuestra presencia soberana.
No desechéis mis humildes súplicas;
Oh, padre putativo del Verbo de Dios encarnado,
antes bien, escuchadlas y
atendedlas favorablemente.
Así sea.
San José no abandona
Sé de personas que lo recitan nueve veces por día, como si fuera una novena perpetua. Yo he visto con mis propios ojos las maravillas de la oración hecha a san José por las causas económicas y de trabajo. Es verdad que nadie que se haya dirigido a san José ha sido abandonado.
Me gusta recordar el bello testimonio de santa Teresa de Ávila a favor de la intercesión de san José. Santa Teresa escribe:
Pues como me vi tan tullida y en tan poca edad y cuál me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen; que todavía deseaba la salud, aunque con mucha alegría lo llevaba, y pensaba algunas veces que, si estando buena me había de condenar, qué mejor estaba así; mas todavía pensaba que serviría mucho más a Dios con la salud. Este es nuestro engaño, no abandonarnos del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.
Comencé a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir y a ellas les hacía devoción; después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas.
Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó con más bien de lo que yo le sabía pedir.
No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros de los que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, de este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.