Ve y profetiza a mi pueblo
Meditación al Evangelio 11 de julio de 2021 (audio)
La pandemia nos ha hecho cuestionarnos sobre las cosas verdaderamente necesarias en nuestra vida. Nos ha desnudado de preocupaciones superfluas, de necesidades impuestas, de costumbres obsoletas. Pero apenas percibimos un poco de mejoría y retornamos a esa vida tan llena de vanalidades y tan lejana de lo realmente importante. En el texto de este día Jesús invita a sus discípulos a discernir qué es lo importante en el camino, en la predicación del Evangelio y en la construcción del Reino.
Continuando con el Evangelio del domingo pasado, encontramos hoy a Jesús que, después de su aparente fracaso en su propio pueblo, no se desanima, al contrario, emprende una nueva forma de llevar su buena nueva encomendándola hoy a sus apóstoles, como si quisiera insistirnos que no importan los fracasos, que hay que levantarse y en lugar del desaliento poner la mira más alto. Y así, la misión que parecía personal, ahora se torna comunitaria y tiene nuevos compañeros que están llevando ese Evangelio. No se deja vencer por el fracaso: amplía a su práctica multiplicando por doce sus esfuerzos y su entrega a la misión. Los que habían sido llamados a permanecer con Él, a conocerlo y a tener un contacto muy cercano, ahora reciben también la misma misión que Él tiene, con los mismos poderes, con el mismo mensaje y también con los mismos métodos. Hay quien actualmente quisiera que esta misión se le adjudicara solamente a obispos, sacerdotes y monjitas, o en todo caso a laicos ímás de Iglesia, pero la misión es para todo cristiano, es más, podríamos decir que la misión es para toda persona.
Las amonestaciones de Jesús a sus apóstoles son también para todo hombre y ayudan a llevar bien el camino de la vida, claro que de modo especial están dirigidas a sus discípulos. Básicamente nos dice que debemos llevar la vida de “caminante” o “peregrino”. Es la actitud que nos lleva a tomar la vida como de paso, pero con seriedad y responsabilidad. No seremos eternos en este mundo, pero hemos sido enviados, no estamos por casualidad, y por lo tanto no podemos quedarnos instalados y viviendo atorados en nuestros egoísmos. Tenemos además un mensaje importante que comunicar: la vida de Dios mostrada en nuestras vidas. Misión, conciencia de salir de nosotros mismos y responsabilidad de transmitir un mensaje son las tareas del caminante, porque sabe de dónde salió, por qué camina y hacia dónde va. Jesús le da importancia al caminar de dos en dos. Para caminar por la vida hay que caminar en comunidad, al paso del hermano, ni atrás ni adelante. ¡Mucho menos arriba de Él! Todavía encontramos, con vergüenza y rabia, fotos de no hace muchos años donde un indígena camina cargando sobre su espalda al mestizo o al hacendado que ¡va haciendo camino! Quien no sabe caminar de ¡dos en dos!, quien es egoísta y nada más mira su paso, se convierte en una carga para los otros, hace que los demás tropiecen y acaba caminando solo.
¡Les mandó que no llevaran nada para el camino! Es una recomendación que choca con nuestro tiempo, nuestra sociedad y nuestra cultura. Vivir en la opulencia, buscar más y más cada día, ambicionar, se nos ha convertido en una obsesión. Buscamos las cosas con tal ansiedad y tanto ahínco que nos volvemos esclavos del consumismo. Es una cultura que nos impulsa a adquirir, a comprar, a buscar, al tal grado que nos sentimos infelices sin no tenemos lo que nos dicta la moda. Jesús nos invita a otro modo de vivir: con dignidad pero con lo indispensable, con armonía interior y con armonía con los demás. Todo lo que consumimos demás, se lo estamos robando a otros que lo necesitan. Es mentira lo que proclama este mundo artificial cuando nos dice que tenemos derecho a vivir en la abundancia porque lo hemos conseguido. Siempre que un individuo o una nación consumen demás, (vacunas, riquezas, medicinas, alimentos), están quitando a otros lo que necesitan para subsistir. Por eso necesitamos detenernos y mirar cómo vamos caminando. Examinar qué llevo encima y qué anhelo, ver que es lo que dobla mis espaldas y si ando ligero de equipaje o si hay un cúmulo de naderías que me hunden y agobian.
¿Realmente necesito todo lo que cargo para vivir dignamente y para caminar libremente? Nuestra oración hoy será también discernir, decidirse, despojarse, respirar aire liberador de lo que se ha convertido aparentemente en ley o norma social pero que acaba ahogándome. Son recomendaciones para nuestra humanidad sobre todo en este tiempo de pandemia: caminar juntos, caminar con lo indispensable y caminar en familia, en comunidad.
También como Iglesia tenemos que reflexionar si en el camino no nos hemos ido cargando de ideologías, de imperios y de poderes, que no siempre nos ayudan a predicar el Evangelio. Choca fuertemente con las exigencias de Jesús una Iglesia que a veces aparece amarrada a las economías o a los sistemas actuales. Tenemos que revisarnos si estamos cumpliendo las condiciones que hacen libre al Evangelio. Hay muchas ¡religiones! fascinantes que ofrecen tantos bienes materiales que se confrontan fuertemente con el mensaje de Jesús. Tendremos que cuidar que nuestro cristianismo no sea un negocio, que no se condicione, ni la predicación ni los sacramentos, a unos estipendios que parecen comprar las gracias. El mensaje de Jesús tiene que resonar liberador, pero tiene que ser predicado y vivido por una Iglesia libre, que opta por los pobres y que desde los pobres se deja evangelizar y evangeliza.
Dios, Padre nuestro, que continuamente nos llamas a anunciar a todas las personas tu Reino, la justicia y la fraternidad; ayúdanos a caminar por la vida anunciando a todos la Buena Noticia de tu amor paterno y nuestra condición de hijos tuyos destinados a la Vida plena. Amén
Teresa de los Andes, Santa
Religiosa, 12 de julio
Religiosa Carmelita
Martirologio Romano: En la ciudad de Los Andes, en Chile, santa Teresa de Jesús (Juana) Fernández Solar, virgen, que, siendo novicia en la Orden de Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía, su vida a Dios por el mundo pecador, muriendo de tifus a los veinte años de edad (1920).
Fecha de beatificación: 3 de abril de 1987 por el Papa Juan Pablo II
Fecha de canonización: 21 de marzo de 1993 por el Papa Juan Pablo II.
También conocida como Santa Teresa de los Andes.
También conocida como Santa Teresa Fernándes Solar.
Nota: Hoy 12 de julio se la festeja en el calendario carmelita, el Martirologio Romano la recuerda el 12 de abril, el día de su ingreso a la Casa del Padre.
Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.
Breve Biografía
El Continente joven, nuestra América, nos da también Santos muy jóvenes. Hoy nos toca presentar a Teresa de los Andes, una Santa que muere en la flor de la edad ?diecinueve años sólo?, y que se gana todos los corazones. ¡Qué linda esta jovencita chilena, que nace con el siglo veinte, el año 1900!
Muy niña aún, entabla con el Padre Capellán este diálogo encantador:
– Padrecito, vámonos al cielo.
– Bien, vamos. Pero, ¿dónde está el cielo?
– Allá, en los Andes. Mírelos qué altos son, que tocan al cielo.
– Está bien, hijita. Pero fíjate: cuando hayamos trepado esos montes, el cielo estará mucho más arriba. No; ése no es el camino del cielo. ¿Sabes dónde está el verdadero camino del Cielo? En el Sagrario, donde está Jesús.
Teresa lo entiende, y ya no suspira sino por recibir a Jesús. El santo Padre Mateo Crawley entroniza en el hogar al Sagrado Corazón, y la mamá le pide:
– Padre, consagre especialmente mi hija al Sagrado Corazón.
Así lo hace el Padre Mateo. Y la mamá, al conocer después la santidad de su hija, dirá:
– Con todo el corazón se la presenté yo también. Y Nuestro Señor no desechó la ofrenda.
Teresa recibe la Primera Comunión de manos del gran Obispo Monseñor Jara, de quien es esa célebre página sobre la madre. La niña Teresa se sintió feliz, y escribió:
– Jesús, desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para sí. Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús largo rato.
Su devoción a María va a ser también muy tierna, como nos dice ella misma: -Mi devoción especial era la Virgen. Le contaba todo. La Virgen, que jamás ha dejado de consolarme y oírme.
Teresa es cada día más buena. Pero no vayamos a pensar que era sin esfuerzo. Si le preguntamos a la mamá, ésta nos responde:
– Solía tener sus rabietas, que se traducían en llantos a mares y en tenacidad para no obedecer. Pero fue venciéndose y adquiriendo gran dominio de sí misma.
Afectuosa, se hacía querer de todos. Juegan mucho los seis hermanos, gana ella casi todas las partidas, y hasta le tienen que prohibir el juego por tantas discusiones. Montar a caballo y nadar constituían sus delicias… En suma, una muchachita normal, encantadora: buena y traviesa, inocente y enredona…
Desde niña, aprende el Catecismo y se convierte en catequista. De familia acomodada, busca los niños más pobres. Les enseña la doctrina, les dice cómo amar a Jesús y a la Virgen, les hacer mirar la eternidad del Cielo y del Infierno…
Y tiene siempre alegres a estos niños. Era una consecuencia de la alegría que llevaba dentro de sí este ángel caído del cielo, y que tenia por máxima:
– Dios es alegría infinita.
¿Y se puede estar tristes cuando se tiene a Dios dentro de nuestro ser? Con Dios no cesa nunca la alegría en el alma. La alegría es la manifestación más pura de la presencia de Dios con nosotros.
Se hizo famoso el caso del niño que encuentra perdido en la calle. Harapiento y muerto de hambre, se lo lleva a casa. Lo cuida, lo mima. Se las ingenia para sacar dinero de sus ahorritos, y escribe:
– El día de mi cumpleaños junté treinta pesos. Voy a comprarle unos zapatos a Juanito y lo demás se lo entregaré a mi mamá para que ayude a los pobres.
Todos se extrañan de su proceder, y le preguntan:
– Pero, ¿qué has hecho?…
Y ella, con la naturalidad más grande del mundo:
– Nada. Le he dado mis zapatos a la mamá de Juanito, porque ella no tenía. Y al papá, como es aficionado al licor y hace padecer a los suyos, lo he llamado y le he hecho ir a confesarse y comulgar. Después, fui a su casa para consagrar la familia al Sagrado Corazón de Jesús.
Así es Teresa. Entre las compañeras, es la mejor del Colegio. Queda la primera muchas veces, y ella lo consigna con simpático orgullo, por amor a sus papás:
– Salí primera en Historia. Estoy feliz. Yo que jamás tenía puestos, ahora la Virgen me los da. Se los pido para dar gusto a mi papá y a mi mamá.
¿Por qué es tan querida de todos? Porque es fiel a sus lemas, cumplidos con tesón:
– El deber ante todo, el deber siempre.
– El amor es la fuerza que ayuda a obrar.
– Me esmeraré en labrar la felicidad de los demás. Para ello, olvidarme de mí misma.
Ya lo vemos: una chica como cualquier otra en apariencia, pero con un tesón enorme por superarse.
La vida le sonríe, pero Teresa la va a sacrificar generosamente. Pide entrar en el convento de las Carmelitas de clausura, de Los Andes, y en él se encierra para siempre. La que se llamaba Juanita, ahora se quiere llamar Teresa, y como Santa Teresa de Los Andes será conocida para siempre en la Iglesia.
Pero su vida de religiosa va a ser muy corta. No llegará a un año, pues, a los once meses, el Señor se la lleva para darle el premio de su vida preciosa. En vida y en muerte, se le ha cumplido su gran deseo:
– ¿Quién puede hacerme más feliz que Dios? Nadie. En Él lo encuentro todo….
Mi misión hoy
Santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13. Lunes XV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Llévame, Señor, donde más necesiten de ti. Enséñame a dejarlo todo para ponerme en camino, llevando sólo el bastón de la cruz y las sandalias de tu amor. Pon tus palabras en mi corazón y en mi boca para anunciar a todos los hombres y mujeres el mensaje que Tú les quieres predicar. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”.
Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cómo nos enviaría Cristo si lo hubiera hecho en el mundo de hoy? Cambiarían de nombre las prendas de vestir y de calzado, pero todo lo demás seguiría igual. La misión es exactamente la misma: construir el Reino de Dios.
La misión de hoy, como la de aquel entonces, exige dejarlo todo. No podemos confiar en todos los recursos o habilidades que se puedan acumular. Más aún, la misión siempre significa dejarnos a nosotros mismos; sólo el que sale de sí podrá escuchar el llamado de Dios y encontrar a sus hermanos.
La misión de hoy, como hace dos mil años, consiste en predicar la conversión, curar enfermos y expulsar demonios. Sí, también es una batalla contra los demonios, luchando contra el mal con obras de bien, pero lo más importante es vencer el odio con un amor auténtico. Sólo donde reina el bien y el amor, sólo ahí reina Cristo.
Pues bien, así nos enviaría, y así nos envía, efectivamente. Porque ser cristiano, hoy como hace siglos, ya lleva en sí el llamado a una misión. Sólo hay que descubrir cómo se traduce en este día concreto.
«Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia».
(Mensaje de S.S. Francisco para la 55 Jornada de oración por las vocaciones, diciembre 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
?Hoy acompañaré a alguien que vea solo o triste, dándole un poco de consuelo y viendo en él o ella a Cristo mismo que me necesita.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz, es la tranquilidad en el orden.
La educación es el ámbito idóneo para la vivencia, difusión y formación en la paz.
En opinión del filósofo Agustín de Hipona: “La paz de todas las cosas, la tranquilidad del orden; y el orden no es otra cosa que una disposición de cosas iguales y desiguales, que da a cada una su propio lugar”.
El orden, las leyes divinas, y humanas tienen por único objeto el bien de la paz. La paz “… es una forma de interpretar las relaciones sociales y una forma de resolver los conflictos que la misma diversidad hace inevitables. Por tanto, la paz sería evidentemente una ausencia de guerra; pero, ante todo y como estructura preventiva, la paz sería un estado activo de toda comunidad en la búsqueda de una sociedad más justa.
En esta sociedad los mecanismos para resolver los conflictos deberían ser los propios de las capacidades que la inteligencia humana nos permite, como: la comunicación, el diálogo y la cooperación. Estas capacidades consideradas como básicas de una cultura de la paz, deberían ser aplicadas en todos los ámbitos y escalas de la sociedad: en la familia, en la empresa, en la política y también a nivel local y a nivel internacional”.
La educación también tiene esta función transformadora y necesita de utopías para ir hacia ellas. Una de estas es la paz, y desde una visión sistémica la construcción de la cultura de la paz podría ser la utopía referente, para lo que deberíamos hablar también de justicia, libertad, democracia, tolerancia y desarrollo.
La virtud es el justo medio entre los extremos, una persona virtuosa, es una persona fuerte, tiende a alcanzar el equilibrio de su naturaleza que le permite mantenerse en paz, amando a Dios y amando a su prójimo; en cambio, el vicio le desordena porque se busca a sí mismo; decía el filósofo Platón que malos son aquellos que no pueden dominar sus pasiones.
Como el hombre posee alma racional, todo lo que tiene de común con los animales busca sujetarlo a la paz de su alma racional.
La educación es el ámbito idóneo para la vivencia, difusión y formación en la paz; es en la comunidad educativa donde podemos promoverla ampliamente.
El Papa en el hospital: «que todo enfermo reciba la unción de la cercanía»
Ángelus del Papa Francisco, 11 de julio de 2021
El Papa sigue hospitalizado en el Hospital Universitario Policlínico Agostino Gemelli de Roma y ha sido precisamente desde allí desde donde hoy a rezado a la Madre del cielo, asomado desde el balcón de su habitación situada en la décima planta del hospital, junto a algunos niños que se encuentran también ingresados.
Antes de rezar el Ángelus, ha dado las gracias a todos: “he sentido mucho vuestra cercanía y el apoyo de vuestras oraciones. Gracias de todo corazón”. Después, comentando el Evangelio hodierno, Francisco ha explicado que el Evangelista San Marcos habla de como los discípulos de Jesús, enviados por Él, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. “Este “aceite” – dice el Papa – nos hace pensar que al sacramento de la Unción de los enfermos, que da consuelo al espíritu y al cuerpo”. “Pero este «aceite» – continúa – es también la escucha, la cercanía, la atención, la ternura de quien cuida a la persona enferma: es como una caricia que hace que nos sintamos mejor, que calma el dolor y anima”. Además, el Papa ha subrayado que tarde o temprano todos necesitamos esta «unción» de la cercanía y de la ternura y todos podemos dársela a alguien “con una visita, una llamada telefónica, una mano tendida a quien necesita ayuda”.
Después, se ha centrado en la importancia de un buen servicio sanitario gratuito y accesible a todos: “estos días de hospitalización ha experimentado lo importante que es un buen servicio sanitario, accesible a todos, como el que hay en Italia y en otros países. Un sistema sanitario que garantice un buen servicio accesible para todos. No debemos perder este bien tan precioso. ¡Tenemos que mantenerlo! Y para ello debemos esforzarnos todos, porque sirve a todos y requiere la contribución de todos”.
Antes de concluir, ha expresado su aprecio a los médicos y a todo el personal sanitario del hospital y de otros hospitales y ha pedido oración por todos los enfermos: “que no se deje a nadie solo, que todos reciban la unción de la escucha, de la cercanía, de la ternura y del cuidado”. Además, se ha preguntado: ¿por qué sufren los niños? asegurando que es una pregunta «que toca el corazón».
El Papa hace un llamamiento por Haití tras el Ángelus
Al final del rezo del Ángelus, Francisco este mediodía ha hecho un llamamiento por la situación de Haití, expresando la esperanza de que el país deponga las armas y opte por la convivencia fraterna. También ha recordado que hoy se celebra en Italia, por iniciativa de la Conferencia Episcopal, el Domingo del Mar, dedicado de forma especial a los marinos, asegurando sus oraciones y recomendando el cuidado de la salud del mar: «¡no al plástico en el mar!», dijo. Su último pensamiento ha sido por «quienes hoy en Polonia participan en la peregrinación de la familia de Radio María al Santuario de Czestochowa». Al final, destaca su deseo a los benedictinos y a las benedictinas de todo el mundo y a Europa: «que esté unida en sus valores fundacionales», en la fiesta de hoy de San Benito, abad y patrón de Europa.
Conocer a Dios
El «conocimiento de Dios» y la «vida eterna» consisten, en definitiva, en la participación en la comunión trinitaria
«Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado» (Jn 17,3)
Que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero
El versículo tercero del capítulo 17 del evangelio de San Juan puede servirnos como punto de referencia para nuestra meditación: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero».
Como es sabido, este texto forma parte de la llamada «oración sacerdotal», que Jesús dirige al Padre en la inminencia de su Pasión y Muerte.
Jesús pide al Padre, y así lo recogen los versículos 1º y 2º, la manifestación de la gloria y el don a los suyos de la vida eterna: «Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique; ya que le diste potestad sobre toda carne, que él dé vida eterna a todos los que Tú le has dado» (v. 1-2).
La gloria de Dios – el honor y el poder propios de Dios; en definitiva, el esplendor de su amor – se pone en relación con la vida eterna del hombre: la gloria de Dios, el amor del Padre, se manifiesta dando a los hombres la vida definitiva.
El versículo tercero especifica en qué consiste esta vida eterna: «que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado» (v. 3). La vida que Jesús quiere comunicar al hombre consiste en el conocimiento personal e inmediato del Padre, único Dios verdadero. Este conocimiento del Padre es inseparable del conocimiento de Jesús.
Al considerar este versículo del IV Evangelio, podemos recordar las orientaciones que marcaba el Santo Padre en la Tertio Millennio Adveniente, al señalar que el año 1999 «tendrá la función de dilatar los horizontes del creyente según la perspectiva misma de Cristo: la perspectiva del Padre que está en los cielos» (cfr. Mt 5, 45), desde el cual ha sido enviado y al cual ha retornado (cf Jn 16, 28)» (1). De hecho, en el número 49 de esta carta apostólica, el Papa cita Jn 17, 3 y añade, acto seguido, estas palabras:
“Toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre, de quien se redescubre cada día el amor incondicionado por cada criatura humana, y en particular por el «hijo perdido» (cfr. Lc 15, 11-32). Tal peregrinación compromete la intimidad de la persona, ampliándose a la comunidad creyente para alcanzar la entera humanidad”.
Cada uno de nosotros, en la profundidad de nuestro ser, en nuestra intimidad personal; la Iglesia en su conjunto, y toda la humanidad se ve comprometida en esta peregrinación hacia la casa del Padre, porque solamente conociendo al Padre, al único Dios verdadero, cada hombre – y, por consiguiente, la comunidad de los creyentes y la humanidad en general – llegará a cumplir su propio destino. Como el Papa afirma con contundencia: «Es en Dios, por tanto, donde el hombre encuentra la plena realización de sí mismo: ésta es la verdad revelada por Cristo» (2).
Glorificación de Dios y vida eterna; conocimiento del único Dios verdadero y salvación del hombre conforman una misma realidad, que constituye la verdad fundamental y central de la fe cristiana.
Santo Tomás de Aquino formuló esta misma idea, en la cuestión primera de la Summa Theologiae, al preguntarse acerca de la necesidad de la doctrina sagrada. Respecto a su existencia – explica Santo Tomás -, la doctrina sagrada es necesaria para que el hombre pueda alcanzar su fin último, que es Dios, que como tal excede la comprensión a la que puede llegar sólo la razón.
El hombre debe poder conocer (sin error) el fin al que tiende para que hacia Él pueda dirigir su pensar y obrar: «del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación» (q. 1, a.1) (3).
Hemos de volver a lo esencial. Y lo esencial, lo absolutamente esencial, es Dios; el conocimiento del único Dios verdadero:
…en el cristianismo no se trata, en primer lugar, de la Iglesia o del hombre, sino de Dios. Su verdadera orientación no son nuestras esperanzas, temores y deseos, sino Dios, su grandeza y poder. La primera proposición de la fe cristiana, la orientación fundamental de la conversión cristiana dice así: Dios es. Así pues, debemos aprender el ser cristiano desde Dios… (4)
¿Qué significa «conocer a Dios»?
¿Que significa «conocer» a Dios? No es fácil precisar la naturaleza del conocimiento, del acto de conocer. En nuestra cultura, especialmente en la cultura moderna occidental, ha prevalecido una cierta concepción «idealista» del conocer.
Conocer una cosa es hacernos una «idea» de lo que esa cosa es. El sujeto se enfrenta al objeto y, de algún modo, lo encadena en las mallas de su pensamiento. El objeto, así reducido a un croquis o esquema mental, resulta manejable por el sujeto; pasa, de alguna forma, a ser posesión suya.
Por el contrario, «conocer» es, en la mentalidad bíblica, entablar una relación existencial, personal, con la realidad conocida (5). Conocer una cosa es tener experiencia concreta de ella. El Siervo de Yahvé, del que habla Isaías 53, 3, «conoce» el sufrimiento: él es «varón de dolores y sabedor de dolencias».
La Escritura, al hablar del conocimiento de Dios, no se refiere al conocimiento «nocional», al que hemos hecho alusión anteriormente, sino que apunta, más bien – como lo hace Jesús en el versículo que comentamos – a un conocimiento relacionado con la vida; a un conocimiento por connaturalidad, que brota del amor y que se desenvuelve en el amor.
Conocer a Dios equivale, en consecuencia, a establecer una relación personal con Él; a tener experiencia de Él; a iniciar un vínculo de connaturalidad con Él que puede ser descrito con el nombre de «comunión».
Jesús, en el versículo tantas veces citado, identifica al Padre con el «único Dios verdadero»: «que te conozcan a Ti (Padre), el único Dios verdadero». Según este texto, el conocimiento del único Dios verdadero es el conocimiento del Padre. De tal manera que «conocer» al Padre sólo es posible si entre el Padre y quien lo conoce existe una relación recíproca de paternidad-filiación. Sólo en el ámbito de esta relación es posible un conocimiento por connaturalidad, un «conocer» que no es meramente intelectual-nocional, sino existencial y personal.
El mismo término «Padre» es un término relativo – relacional – . En la unidad de la trinidad divina, el Padre no existe nunca sin el Hijo y el Espíritu Santo; es «relativo» a ellos. El Padre es en cuanto es Padre (6); no hay un ser previo a su ser Padre. Según explica Santo Tomás de Aquino, las personas, en la Trinidad, son relaciones subsistentes. Por consiguiente, la «paternidad» subsistente es el Padre.
En absoluto queda comprometida la originariedad y fontalidad del Padre que, según la tradición cristiana, es «fuente y origen de la divinidad» (como recalcaron especialmente Orígenes y los padres griegos). El Padre, principio sin principio, posee la naturaleza divina de manera fontal y originaria, dándola y nunca recibiéndola, aunque siempre relativamente al Hijo y al Espíritu Santo; es decir, el Padre es en cuanto, eternamente, engendra al Hijo y es principio, con el Hijo, del Espíritu Santo.
Lejos de pensar, como Kant, que «de la doctrina de la Trinidad… no se puede simplemente sacar nada para la vida práctica» (7), hemos de adentrarnos en el misterio trinitario a fin de poder comprender – en la medida de lo posible – que sólo a través del Hijo tenemos acceso, en el Espíritu Santo, a Dios Padre.
El «conocimiento de Dios» y la «vida eterna» consisten, en definitiva, en la participación en la comunión trinitaria. Esa participación se llama «filiación», adopción filial. Como afirma San Pablo, en un texto que el Papa comenta en Tertio Millennio Adveniente (8): al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y, puesto que sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «Abbá, Padre». De manera que ya no eres siervo, sino hijo; y como eres hijo, también heredero por gracia de Dios» (Ga 4, 4-7).
En efecto, según Jn 17, 3, el conocimiento del Padre está unido al conocimiento de Jesucristo, «a quien Tú has enviado». El Padre es aquél que ha enviado a Jesús al mundo. De Él viene Jesús, o de Él ha salido. Enviando al Hijo, Dios Padre ha mostrado su amor a los hombres: «En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios: en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo para que recibiéramos por Él la vida» (1 Jn 4, 9).
Al enviar al Hijo, el Padre se da a conocer. El Hijo, que conoce al Padre (Jn 10, 15), lo da a conocer: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14, 9), pues «a Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios unigénito, el que está en el seno del Padre, él mismo lo dio a conocer» (Jn 1, 18).
De la unidad del Padre y el Hijo están llamados a participar los creyentes (Jn 17, 21). Y esta participación resulta posible por el envío del Espíritu del Padre y del Hijo. El Espíritu Santo es la expresión de la unión y del amor del Padre y del Hijo; y es, por consiguiente, como Espíritu de filiación (cf Ga 4, 6), el que nos une a Dios.
Conocer al único Dios verdadero es, en resumen, vivir la condición de bautizados, la participación en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf CEC 266).
Testigos del Dios verdadero
¿Cómo podemos hacer creíble, en nuestro mundo, que la salvación del hombre consiste en conocer al Dios verdadero? Es decir, ¿cómo hacer creíble que existe Dios; que Dios se revela en Jesucristo como Padre, como amor que se comunica a nosotros haciéndonos partícipes de su vida?
La transcendencia de esta cuestión es de primer orden: la realidad de Dios es tal que su presencia o ausencia cambia todo (9). Nada es lo mismo, nada permanece igual – en la economía, en la moral, en las instituciones – si Dios desaparece de nuestra vida cultural y de nuestro pensamiento. No es indiferente para el hombre concreto el que conozca o no al Dios vivo y verdadero.
Nietzsche, en su ateísmo, tomó conciencia de las consecuencias de la ausencia de Dios. El loco que, en La gaya ciencia, enciende una lámpara en pleno día para buscar al Dios ausente, se pregunta:
¿Qué hemos hecho al liberar esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde se mueve? ¿Hacia donde nos movemos, lejos de todos los soles? ¿No nos estamos cayendo? ¿No vamos dando tumbos hacia atrás, de lado, hacia adelante, hacia todos los lados? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿No vagamos a través de una nada infinita? ¿No sentimos el espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No anochece cada vez más? (10)
La crisis a la que nos enfrentamos en la situación actual – que Nietzsche de algún modo fue capaz de prever – es, sustancialmente, una crisis teológica, que se manifiesta en el hecho de vivir «etsi Deus non daretur», como si Dios no existiese (11).
La respuesta a esta crisis y, a la vez, el medio para hacer creíble que la salvación del hombre consiste en el conocimiento del Dios verdadero, consiste en renovar la presencia de Dios en el mundo. Y esto, de una manera concreta: generando santos. H.U. von Balthasar lo expresa de la siguiente manera en su Teología de la historia:
«El Espíritu da la palabra clave y la solución a las preguntas candentes de la época: nunca en forma de una expresión abstracta (para elaborar tal cosa ya están ahí los hombres), sino casi siempre bajo la figura de una nueva misión concreta, sobrenatural, con la producción de un Santo, que haga vivir para una época el mensaje del Cielo, la interpretación correspondiente del Evangelio, el acceso concedido a esa época para entrar a la verdad de Cristo, propia de toda época. ¿De qué otro modo puede ser interpretada la vida sino mediante vida? Los Santos son la tradición más viva, ésa misma también que siempre está indicada en la Escritura cuando se habla del despliegue de las riquezas de Cristo, de la aplicación de su norma a la Historia. Las misiones de los santos son respuestas de arriba a las preguntas de abajo, de tal modo que no es raro que empiecen por producir un efecto como de algo incomprensible, como signos a los que hay que oponerse en nombre de todo lo sensato, hasta que se presenta la «prueba de la fuerza». Pruebas tales fueron San Bernardo, San francisco, San Ignacio, Santa Teresa: todos ellos como montañas escupiendo fuego, que lanzan continuamente lava candente desde la hondura más profunda de la Revelación, y a pesar de toda tradición horizontal demuestran incontrastablemente la presencia vertical del Kyrios vivo (el Señor), ahora y hoy» (12).
Es la santidad, la participación de la criatura en la vida divina, el medio mediante el cual se efectúa realmente y concretamente en el mundo la realidad de Dios. Por la presencia de los santos, esta inmanencia mutua, esta comunión, entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres, debe extenderse por todo el cosmos, por la humanidad y por la historia.
Santa Teresa del Niño Jesús escribe en su Historia de un alma que, deseando expresarle a Jesús que lo amaba y queriendo que fuese amado y glorificado en todas partes, pensó con dolor «que jamás podría él recibir del infierno un solo acto de amor». «Entonces dije a Dios – continúa la Santa – que para agradarle consentiría en verme sumergida en el infierno a fin de que él fuese amado eternamente en ese lugar de blasfemia… (…) Si hablaba así no era porque el cielo no fuera mi deseo, sino porque entonces mi cielo no era otra cosa para mí que el amor…»
Un infierno donde se ame a Dios es una contradicción; dejaría de ser infierno. Pero también una tierra, en la que Dios no fuese amado, correría el riesgo, como nos recuerda J. Ratzinger, de convertirse en un infierno… Una tierra que exilia a Dios, exilia con Él el amor y la belleza y, con ellas, el significado más profundo de la vida y de todas las cosas. Amando a Dios, los santos aseguran que la tierra siga siendo habitable y testimonian que el sentido de la existencia, y de la realidad entera, es corresponder desinteresadamente al desinteresado amor de Dios.
Conclusión
«Que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero». Hoy hemos de hacer nuestra esta petición de Jesucristo. El sentido de nuestra vida, la razón de ser de nuestro sacerdocio, es acercar a los hombres a Cristo para que, en el Espíritu Santo, puedan conocer al Padre.
Debemos renovar nuestra fe, convencidos de que, desconociendo a Dios, los hombres no tendrán la vida verdadera.
Hemos de renovar nuestra esperanza, confiando en que Dios nos envía su Espíritu, que nos capacita para responder con amor a su amor.
Hemos de avivar nuestra caridad, amando a Dios con amor sincero, sabiéndonos amados por Él. Necesitamos redescubrir cada día nuestra condición de hijos, partícipes, por pura gracia de la filiación de Cristo.
El mayor servicio que la Iglesia puede prestar al mundo es testimoniar de manera creíble que Dios es Padre. Ella es, en Cristo, «como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad del género humano». La misión de la Iglesia es generar santos, ya que, unida a Cristo y santificada por Él, ha sido hecha también santificadora.
Cada uno de nosotros, correspondiendo a la acción del Espíritu Santo en nuestras almas, tenemos la posibilidad de hacer a Dios presente en el mundo por la santidad de nuestras vidas y de ayudar a nuestros hermanos a que lo hagan presente.
El verdadero conocimiento de Dios tiene como modelo la comunión eucarística. Comulgando con el Cuerpo y la Sangre del Señor, Él habita en nosotros y nosotros en Él y, de ese modo, entramos en relación filial con el Padre.
Lo que la Eucaristía realiza objetivamente en el mundo, al hacer presente el Cielo en la Tierra, debe traducirse existencialmente en nuestra vida para que en el mundo entero avance en su peregrinación hacia el Padre y, en el hoy de nuestro caminar, sea reflejo de su Gloria, de su bondad, verdad y la belleza; de esa gloria de la que esperamos gozar plenamente en el reino, pues «allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque al contemplarte como Tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a Ti y cantaremos eternamente tus alabanzas» (Plegaria Eucarística III).
Notas:
(1)Cf TMA nº 49.
(2)TMA nº 9.
(3)»Tommaso introduce dunque la questione circa la teologia in una prospettiva sorprendentemente ampia: prima che venga posta la domanda se la teologia sia di casa `nella casa delle scienze´ oppure no, si chiede molto più fondamentalmente quale è la scienza di cui in fondo noi abbiamo bisogno, per condurre la nostra vita significativamente e umanamente.» CH. SCHÖNBORN, Unità nella fede, Casale Monferrato 1990, 18.
(4)J. RATZINGER, Cooperadores de la verdad, Madrid 1991, 200.
(5)Cf «Conocer», en X. LÉON-DUFOUR, Vocabulario de Teología Bíblica, 183-186, 183.
(6)Cf LUIS F. LADARIA, El Dios vivo y verdadero, 302.
(7)I. KANT, El conflicto de las facultades, citado en L.F. LADARIA, Ibid., 14.
I. Historia breve de la Iglesia
Desde su origen divino hasta las consecuencias político religiosas de la Segunda Guerra Mundial
1. El origen divino de la Iglesia
La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó – escribió San Pablo -, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y sellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.
Pero Jesucristo no sólo fundó una religión «el Cristianismo», sino también una Iglesia. La Iglesia «el nuevo Pueblo de Dios» fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.
- Una Iglesia Católica Universal
3. La hora de los apóstoles
4. El cristianismo y el mundo antiguo
5. Las persecuciones
6. La vida de la primera cristianidad
7. El primado de Pedro
8. La batalla de las ideas
9. La Iglesia y los Imperios de Oriente y Occidente
10. La expansión de la Iglesia
11. El cristianismo en la nueva sociedad feudal
12. El cisma de Oriente
13. El apogeo de la cristiandad
14. El esfuerzo por la unidad
15. La Reforma
16. La reforma protestante
17. La reforma protestante en Europa
18. La reforma católica
19. El Concilio de Trento y sus frutos para la Iglesia
20. La edad contemporánea
21. La revolución francesa
22. El problema del liberalismo
23. Los cristianos ante la situación social
24. La crisis de la modernidad
25. La era de los totalitarismos
26. Las consecuencias político-religiosas de la Segunda Guerra Mundial
El problema no es el exceso de población mundial sino su envejecimiento
Las personas de 65 y mas años superarán pronto a los niños menores de cinco años por primera vez en la historia. Lo dice un estudio publicado por la Oficina del Censo de Estados Unidos
En 2040, más ancianos que niños: el problema no es el exceso de población mundial sino su envejecimiento
Un estudio estadounidense confirma lo que otros ya anunciaron antes, que existe un desequilibrio entre el crecimiento de la población y el de los recursos de subsistencia.
Las personas de 65 y mas años superarán pronto a los niños menores de cinco años por primera vez en la historia. Lo dice un estudio publicado por la Oficina del Censo de Estados Unidos y elaborado por dos de sus expertos, Kevin Kinsella y Wan He, quienes fijan ese pronto para el año 2040.
El informe advierte de que el envejecimiento tendrá una considerable repercusión económica: La reducción del porcentaje de trabajadores respecto al de pensionistas y del número de personas que pasará una mayor parte de su vida como jubilados incrementará los actuales impuestos sanitarios y los sistemas de pensiones.
Este estudio estadounidense no hace otra cosa que confirmar lo que otros ya hicieron antes, y es que el problema no es el exceso de población mundial, sino su envejecimiento.
Además, existe un desequilibrio entre el crecimiento de la población y el de los recursos de subsistencia, denuncia también Ángel Luis Toledano en su libro Hacia el equilibrio de la población mundial. Toledano es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y Master en Doctrina Social de la Iglesia por el Instituto Social León XII de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Todos los países de todas las regiones
El proceso de envejecimiento se da tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, y el estudio de la Oficina del Censo insiste en los efectos que esta evolución puede tener sobre la economía, en especial sobre el coste de las pensiones, los gastos públicos en sanidad y la evolución del producto interior bruto.
El envejecimiento está afectando a todos los países de todas las regiones del mundo, declaró Richard Suzman, del Instituto Nacional del Envejecimiento, el organismo que encargó el informe.
Aunque hay importantes diferencias entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, el envejecimiento global está cambiando la naturaleza social y económica del planeta y presentando retos difíciles, agregó.
Al mismo tiempo, el estudio señala que si la economía de los países evoluciona favorablemente el incremento de la edad no tiene por qué ser perjudicial. No obstante, cita datos de 2006 de la Comisión Europea según los cuales el coste de las pensiones, de la sanidad y de los cuidados médicos a largo plazo supondrá un incremento del gasto público y redundará en un descenso del crecimiento del producto interior bruto de cada país. A falta de cambios políticos, el crecimiento potencial económico de la UE podría reducirse a la mitad hacia 2030, afirma el documento.
Esta cuestión también la planteaba en abril del pasado año un informe del Banco Mundial, que revelaba que la evolución de la población en Europa, con una gran disminución de nacimientos debida en gran medida al aborto, pone en serio riesgo la sociedad del bienestar y los sistemas de pensiones.
Quiebra de la natalidad
Todo ello conduce a la conclusión de que, a diferencia de quienes afirman que el inconveniente es el exceso de población, el envejecimiento es el principal problema a resolver; un envejecimiento que tiene en la caída de la natalidad una de sus principales causas.
Así lo explica Toledano en Hacia el equilibrio de la población mundial: El futuro del crecimiento o equilibrio de la población mundial depende básicamente de la natalidad y la mortalidad.
Según el teólogo, el envejecimiento tiene dos causas básicas: una, la quiebra de la natalidad desde hace años y, otra, los bajos índices de mortalidad por enfermedad, accidentes, etc..
Los países desarrollados en 1960 tenían el 30% de la población menor de 19 años mientras que en la actualidad (2004) apenas supera el 20%; mientras que en el otro extremo de la estructura demográfica en 1960 los mayores se acercaban al 15% de la población en la actualidad ya son más del 20% y en las próximas décadas superarán el 30% añade en su libro.
El grupo que crece más rápidamente es el grupo de personas mayores de más edad, es decir, los que tienen 80 años o más, puntualiza.
Asimismo, este experto recuerda que a causa de este envejecimiento acelerado se ha suscitado el temor a la quiebra de la seguridad social para las personas mayores en un futuro no lejano.
Por otra parte, Toledano advierte de cuáles son las principales consecuencias económicas de la inversión de la pirámide demográfica por el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población.
La disminución del consumo; la variación del tipo de gasto aumentando la sanidad, la atención personal o el ocio para los mayores; la disminución de la demanda de vivienda; la falta de mano de obra en las empresas, que se cubrirá probablemente con la llegada de inmigrantes; la riqueza estará en manos de las personas de más edad; la modificación de ingresos y gastos públicos que comportará el envejecimiento de la sociedad, concreta.
España, el país más viejo
En su libro, Toledano también apunta hacia España como uno de los países más afectados por el envejecimiento: De acuerdo con un informe de Naciones Unidas de 2002, el país más viejo en 2050 será España.
La población española esta encabezando las tasas de natalidad más bajas del mundo, como ya se ha señalado, con lo que la proyección de esta tendencia llevaría a la disminución de la población en las próximas décadas, agrega.
Otros informes anteriores insisten en este punto y, por ejemplo, datos del Banco Mundial y de Eurostat prevén que España estará en el grupo de los países de la UE con mayor tasa proporcional de jubilados con un 35,6% de la población frente a un 52,9% de personas que estarán en edad de trabajar en 2050.
Por su parte, volviendo al libro de Toledano, la responsabilidad que surge ante el envejecimiento de la población exige, según el autor, adoptar medidas basadas en el desarrollo integral de los pueblos y una propuesta de adecuadas políticas familiares, de promoción de la mujer, de atención al desarrollo social de las áreas rurales y, en definitiva, de acciones concretas que favorezcan la evolución equilibrada de la población mundial.
8 formas de ayudar a tu adolescente a prosperar
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¡Así puedes ayudar a tus hijos a desarrollarse lo mejor posible!
La mayoría de adultos probablemente coincidiría en que revivir los años de adolescencia no sería especialmente divertido. Y no es extraño si tenemos en cuenta las inseguridades, la presión del entorno de iguales y las tareas escolares, todo mezclado con la impredecibilidad de las hormonas. Aun así, cuando somos adultos, es fácil olvidar el reto que implica la adolescencia. Y lo cierto es que la mayoría de los padres son demasiado mayores (sí, es verdad) como para recordar lo difícil que es gestionar todas esas emociones bajo el foco brutal de los medios sociales actuales. Así que, para ayudar a tu hijo o hija adolescente a sobrevivir y prosperar a lo largo de estos tensos años, aquí tienes unos cuantos consejos útiles que ayudarán no solo a tu adolescente, sino a toda la familia en su conjunto.
1 OFRECE UN COMPORTAMIENTO DE MODELADO POSITIVO
Aunque tu hijo o hija adolescente se encoja de hombros y grite que no está escuchando, sí está escuchando. Tus palabras y acciones son tan cruciales en la formación de tus hijos en esta etapa como lo eran cuando eran niños pequeños. Sé consistente en tu orientación y tus acciones y tu adolescente terminará por encontrar su camino. Con un poco de ayuda, esto funcionará también si se alejan de la fe.
2 COMPARTE TU PASADO
Los niños son curiosos por naturaleza y les encanta imaginar cómo eran sus padres cuando tenían su misma edad. Así que cuéntales cómo era tu vida de adolescente, tanto los momentos buenos como los malos. Explica cómo respondiste a las situaciones cuando cometiste errores, cómo los reparaste (si los reparaste) y cómo aprendiste de ellos. Recuerda que tranquilizará a tus hijos el poder ver que no son los únicos que a veces pasan o han pasado por momentos difíciles.
3 PERMÍTELES RESOLVER LAS COSAS POR SÍ MISMOS
Por tentador que sea tomar el control de la situación cuando un adolescente la lía, ¡no lo hagas! Dales la oportunidad de intentar resolver las cosas y permíteles aprender de sus propios errores. Terminarán por dar con la clave y esa será la mejor forma de ayudarles a crecer en fortaleza y seguridad.
4 NO TE BURLES DE TUS HIJOS
Los adolescentes harán, dirán y vestirán cosas que te darán ganas de estallar en carcajadas. No lo hagas. Están intentando encontrar su camino. Algunas cosas tendrás que dejarlas pasar y otras cosas deberás abordarlas con amabilidad. No les hagas sentir estúpidos. Hazles sentir tu apoyo y tu amor y ellos, a cambio, reflejarán este trato en su comportamiento hacia los demás.
5 REFUERZA LAS CUESTIONES DE SEGURIDAD
Los padres tienen el deber de recordar con frecuencia a sus hijos los peligros que existen. Desde utilizar el móvil mientras se conduce hasta el consumo de alcohol y drogas, nunca sobra reforzar este tipo de mensajes.
6 DALES SEGURIDAD
Si tu hijo o hija siente que no puede acercarse a ti cuando las cosas van mal, pueden terminar en un camino peligroso. Quizás tengas que respirar hondo antes, pero es crucial que ellos sepan que pueden llamarte en caso de cualquier emergencia y que tú serás el padre o la madre que ellos necesitan.
7 IMPLÍCATE
Aunque quizás tu adolescente no quiera que te unas a su grupo de rock, quizás sí quiera que escuches en la cocina el solo de guitarra que ha estado practicando. Muestra interés por las cosas que les hacen felices y permíteles que las compartan contigo sin abrumarles. Aunque no te interese en absoluto, tu deber es, al menos, fingir interés.
8 RECUÉRDALES LO QUE LES ESPERA
A menudo, los árboles no dejan ver el bosque, así que recuerda a tu adolescente lo que le depara en el futuro. No para estresarle por sus estudios, sino para recordarle que el futuro es emocionante y está lleno de posibilidades. Los adolescentes tienen un camino por delante dispuesto por Dios y solamente tienen que aceptar la guía de Su mano.
El Papa: Nunca caigamos en la esterilidad y en el hacer negocio
fe verdadera hace milagros no negocios, afirma Francisco en la homilía en Santa Mart
La fe auténtica, abierta a los demás y al perdón, hace milagros, Dios nos ayuda a no caer en una religiosidad egoísta y negociante: lo dio el papa Francisco el 29 de mayo de 2015 en la misa celebrada en Santa Marta.
Jesús condena el egoísmo espiritual
El Evangelio del día propone “tres modos de vivir” en las imágenes de la higuera que no da frutos, en los mercaderes del templo y en el hombre de fe, ha dicho Francisco.
“La higuera -ha afirmado el Papa- representa la esterilidad, es decir una vida estéril, incapaz de dar cualquier cosa. Una vida que no fructifica, incapaz de hacer el bien”.
“Vive para sí: tranquilo, egoísta, no quiere problemas. Y Jesús maldice la higuera, porque es estéril, porque no ha hecho lo que tiene que hacer para dar fruto.
Representa la persona que no hace nada para ayudar, que vive siempre para sí misma, para que no le falte de nada. Al final todos se vuelven neuróticos, ¡todos!
Jesús condena la esterilidad espiritual, el egoísmo espiritual. ‘Yo vivo para mí, que a mí no me falte de nada y que los demás se apañen!’”.
No convertir la religión en un negocio
También hay otra forma de vivir, ha destacado el Papa:
“Es la de los abusadores, la de los mercaderes del templo. Abusan también del lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, incluso entre ellos tienen como un sindicato para defenderse.
Esto no era solo tolerado, sino que era permitido por los sacerdotes del templo”. Son “los que convierten la religión en un negocio”.
En la Biblia, ha recordado el Papa, está la historia de los hijos de un sacerdote que “empujaban a la gente a dar ofrendas y ganaban mucho, también de los pobres”.
Y “Jesús no ahorra palabras”: “Mi casa será llamada casa de oración. ¡Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones!”.
“La gente iba a peregrinar allí a pedir la bendición del Señor, a hacer un sacrificio… Allí, ¡se abusaba de la gente!
Los sacerdotes allí no enseñaban a rezar, no les catequizaban… Era una cueva de ladrones. Pagad, entrad… hacían ritos, votos, sin piedad.
No sé si nos hará bien pensar si nosotros acabamos haciendo lo mismo en algún sitio. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios para el propio beneficio”.
La fe que ayuda a los demás hace milagros
La tercera forma de vivir es “la vida de fe”, como indica Jesús:
“Tened fe en Dios. Si uno dice a este monte: ‘levántate y tírate al mar’ sin dudar en su corazón, creyendo lo que dice, esto sucederá.
Todo lo que pidáis en la oración, ‘pedidlo con fe y sucederá’. Sucederá exactamente lo que pedimos con fe”.
“Es el estilo de vida de la fe. ‘Padre, ¿Qué debo hacer para esto?’, ¡Pide al Señor, que te ayude a hacer cosas buenas, pero con fe.
Solo una condición: cuando os pongáis a rezar, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo. Es la única condición, para que el Padre vuestro que está en los Cielos os perdone, perdone vuestras culpas’.
Este es el tercer estilo de vida. La fe, la fe para ayudar a los demás, para acercarnos a Dios. ¡Esta fe que hace milagros!”.
El papa Francisco ha concluido su homilía con una oración:
“Pidamos hoy al Señor… que nos enseñe este estilo de vida de fe y que nos ayude para que nunca caigamos, ninguno de nosotros, ni la Iglesia, en la esterilidad y en el hacer negocio”.