Al leer el evangelio de ayer es de destacar, la insistencia con la que Jesús nos demanda permanecer en él, la palabra se repite siete veces en el texto de San Juan y hoy que nuestra mirada ha virado bruscamente hacia la emergencia y tragedia sanitaria, la fervorosa invocación de Jesús parece adquirir un sentido muy actual. El mundo se aferra a la vida con todo lo que tiene. Cabría preguntarnos si como cristianos nos aferramos a Cristo con todo lo que El mismo nos ofrece.
Más aún, la figura empleada por el Señor es aleccionadora: Él es la vid, nosotros los sarmientos y el Padre el labrador, por tanto, permanecer en el Señor, es jugarnos la vida misma.
Por otro lado, hay quienes ya están limpios, están como asegurados por haber recibido las palabras de Jesús y parece ser ésta, la pauta para permanecer en El, so pena de quedarnos fuera.
Y si bien el imperativo del Señor apunta a una vid que de frutos, nos habla también de poner nuestra confianza en Dios pues: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará”.
Si una situación tan impredecible como la que vive el mundo hoy, nos hace mirar nuevamente al cielo, que sea con la esperanza de ser capaces de acoger las palabras de Jesús para hacer de ellas frutos que den gloria al Padre, frutos de esperanza, de conversión y de salud en abundancia.
Por Mario Aquino Colmenares