Jesús da su famosa respuesta: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Finalmente, se trata de amor, y el amor a Dios y al prójimo están indisolublemente unidos el uno al otro. Si seguimos la ley, pero no amamos, estamos perdiendo el tiempo. Si amamos a Dios, pero odiamos a nuestro prójimo, estamos perdiendo el tiempo.

¿Por qué están tan estrechamente conectados estos dos amores? Porque Jesús no es solo Dios. Es el Dios-hombre, aquel en quien la divinidad y la humanidad se unen. Por lo tanto, es imposible amarlo como Dios sin amar a la humanidad que él ha creado y abrazado.

María Reina, Santa

Memoria Litúrgica, 22 de agosto

María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.

El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.

Un poco de historia
La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.

María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.

María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.

María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.

La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.

La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.

Un cambio de 180º y en camino de la libertad

Santo Evangelio según San Mateo 22,34-40. Viernes 20ª semana del Tiempo Ordinario.

Por: H. Balam Loza, LC. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

La vida es un instante comparado con la eternidad. Quiero detenerme en este frenesí para estar contigo, Jesús, Amigo mío. Quiero poner toda mi vida aquí y quiero comenzar de nuevo. Comenzaré a caminar contigo, a tu lado. Muchas veces soy yo quien camino solo, pienso que puedo llevar toda la carga por mí mismo y me doy cuenta que no puedo, que necesito de Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 22,34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?».

Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Como a ti mismo» Es interesante darnos cuenta que Jesús nos pide amar al prójimo como a nosotros. ¿Qué es lo que podemos aprender de esto? No es casualidad sino algo muy importante. En el orden de estos mandamientos está la paz y la libertad. Lo primero es amar a Dios, pero para amar a Dios hay que darse cuenta de todo el amor que hemos recibido de Él. El Papa Benedicto XVI nos decía que el ser cristiano nace de una experiencia profunda. Es necesario aprender a ver la propia vida e historia como un regalo de un Dios, que es Padre, Hermano y Amigo.

Sólo cuando uno se da cuenta del amor recibido y del cariño con el cual lo ve Dios, cuando uno se da cuenta que Dios es un Ser personal que nos ama tal cual somos, es cuando todo cambia. Cuando sentimos que alguien nos mira con amor, nuestra vida da un giro de 180º.

Al mismo tiempo, al sentirme amado me doy cuenta que soy un regalo para los demás, que mi historia, con sus más y con sus menos, es un camino marcado por el amor. En fin, que mi historia y todo lo que soy es algo amable, es algo que he de valorar y he de mirar con alegría.

Dios me ha creado, me ha formado, me ha mandado a una familia… Es en este momento cuando entiendo quetodo lo que soy, con toda mi historia, es un tesoro, del mismo modo el otro es un tesoro para mí, es un regalo. En una palabra, es mi hermano. A veces podrá tener muchos defectos, pero es mi hermano y lo amo. Somos hijos del mismo Padre y hemos sido llevados de la mano con todo el amor. Cuando hago la experiencia de un Dios Padre y del prójimo como hermano,alcanzo la paz.

Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo como a sí mismo. Cuando nosotros seguimos, con la gracia de Dios, este mandamiento, ¡cómo cambian las cosas! ¡Porque cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo. Entonces, la verdadera justicia es hacer a esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi pueblo.

(Homilía de S.S. Francisco, 6 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy visitaré algún familiar o conocido que esté solo o triste. Voy a llevarle algún detalle que le pueda alegrar y, si es prudente, lo invitaré a rezar conmigo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

María Reina: “Más que Tú, sólo Dios”

gustavo_arce | Cathopic CC0

Opus Dei – publicado el 23/05/15

La última piedra de los privilegios concedidos a la VirgenLa coronación de la Virgen como Reina y Señora del universo es la última piedra de los privilegios concedidos a Santa María.

Era sobrenaturalmente lógico que la Madre de Dios, una vez asunta en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, fuera ensalzada por la Santísima Trinidad por encima de los coros de los ángeles y de toda la jerarquía de los santos.

Más que Tú, sólo Dios, exclama el pueblo cristiano.

Andreas F. Borchert | CC BY-SA 4.0

Un salmo de especial relieve mesiánico canta la gloria del rey y, unida a él, la gloria de la reina.

Eres el más hermoso de los hijos de Adán,
en tus labios se ha derramado la gracia,
pues Dios te ha bendecido para siempre (…).
Tu trono, ¡oh Dios!, es por siempre, sin fin;
cetro de rectitud es el cetro de tu reino (Sal 44 [45] 3-7).

Enseguida, el salmista se dirige a la reina.

Escucha, hija, y mira, presta tu oído,
olvida tu pueblo y la casa de tu padre,
y el rey se prendará de tu belleza
;

él es tu señor, inclínate a él (…).
Radiante de gloria, la hija del rey enjoyada
—de brocados de oro es su vestido, con bordados de colores—,
es conducida ante el rey.
Vírgenes, sus damas, forman su séquito (…),
son conducidas en medio de alegría y regocijo;
entran en el palacio del rey (Ibid., 11-16).

La liturgia aplica este salmo a Cristo y a María en la gloria celestial. Esta interpretación se funda en algunos textos del Evangelio que se refieren explícitamente a la Virgen:

  1. La Anunciación

Wikipedia-PD

San Gabriel le revela que su Hijo reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin (Lc 1, 33). Va a ser madre de un hijo que, en el mismo instante de su concepción como hombre, es Rey y Señor de todas las cosas; Ella, que lo dará a luz, participa de su realeza.

  1. La Visitación

Fr Lawrence Lew, O.P. | Flickr CC by NC-ND 2.0

Lo mismo afirma santa Isabel, que, iluminada por el Espíritu Santo, confiesa en voz alta: ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? (Lc 1, 43).

  1. El Apocalipsis

PD

También san Juan evangelista, en una gran visión del Apocalipsis, describe a una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas (Ap 12, 1).

Según la liturgia y la tradición de la Iglesia, esa mujer es María, vencedora con Cristo sobre el dragón infernal y entronizada como Reina del universo.

Hijos y madre

El pueblo cristiano confesó siempre esta suprema gloria de María, partícipe de la realeza de Cristo. Como Él, la tiene por nacimiento (es la madre del Rey) y por derecho de conquista (es su fiel compañera en la redención).

En sus manos ha puesto el Señor los méritos sobreabundantes que ganó con su muerte en la Cruz, para que los distribuya según la Voluntad de Dios.

La realeza de María es una verdad consoladora para todos los hombres, especialmente cuando nos sentimos merecedores del castigo divino, como justa pena de los pecados.

George Martell-CC

La Iglesia invita a recurrir a Ella, nuestra Madre y nuestra Reina, en todas nuestras necesidades.

Ser Madre de Dios y Madre de los hombres es el fundamento sólido de la filial confianza en su intercesión poderosa, que nos conforta y nos impulsa a levantarnos de nuestras caídas.

La invocamos con las palabras de una antigua oración:

Salve, Regina, Mater misericordiæ; vita, dulcedo, spes nostra, salve!

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia… Ad te clamamus, exsules filii Evæ. Ad te suspiramus, gementes et flentes…

Ponemos en Ella toda nuestra confianza, porque una madre escucha siempre las súplicas de sus hijos.

Recordare, Virgo Mater Dei —le decimos—, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona (cfr. Jr 18, 20).

Ella habla siempre bien de nosotros delante del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y alcanza del Señor las cosas buenas que necesitamos.

Sobre todo, la gracia de la perseverancia final, que nos abrirá las puertas del Cielo: Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.