John 16:12-15

Amigos, el Evangelio de hoy nos dice que cuando el Espíritu venga, nos guiará hacia toda la verdad. Hay una historia que he escuchado acerca de Jean-Luc Marion que, si no es verdad, debería ser. En medio de una animada conferencia sobre Descartes, un estudiante formuló una pregunta puntual sobre Dios. Marion la miró y dijo: “Ve a la Misa dominical por un año y luego vuelve y hazme esa pregunta otra vez”. 

La respuesta de Marion no fue solamente ingeniosa. Si el verdadero conocimiento de Dios depende de una inmersión en el Espíritu Santo, entonces ese conocimiento es toda una forma de vida que incluye la oración, el sacrificio, las obras de misericordia corporales y espirituales, y el perdón a los enemigos. No tenemos que pensar tanto sobre nuestro camino hacia un entendimiento de Dios sino más aún vivir ese camino. 

Tomás de Aquino siempre mencionaba que debía su teología mucho más a la persistencia en la oración que a la agudeza de su mente. Su penetración en los misterios divinos fluía de su vida en el Espíritu Santo. Y así es que hoy rezamos: “¡Ven, Espíritu Santo, ven!”.

La Santísima Trinidad

El siguiente domingo después de Pentecostés

Por: Tere Fernandez del Castillo | Fuente: Catholic.net

Un solo Dios en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a al celebración del día de la Santísima Trinidad,

Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender cuando Dios nos lo revela.

El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.

Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios.

Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.

Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

Lo vemos claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés

En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe.
En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.

Para explicar este gran misterio, existen ciertos símbolos que son entendibles a nuestra razón: La Santísima Trinidad es simbolizada como un triángulo.
Cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo y sin embargo cada uno es distinto

También podemos simbolizar a la Santísima Trinidad como una vela encendida: La vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son «vela», pero son distintos entre sí. Hay quienes simbolizan a la Santísima Trinidad en forma de trébol. Cada una de las hojas es «trébol» pero son distintas entre sí.

¿Que hacemos al persignarnos? «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.

Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.

– En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.

-…y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.

-…Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesucristo.

Algunas personas argumentan que no es verdad porque no podemos entender el misterio de la Santísima Trinidad a través de la razón. Esto es cierto, no podemos entenderlo con la sola razón, necesitamos de la fe ya que se trata de un misterio. Es un misterio hermoso en el que Dios nos envía a su Hijo para salvarnos.

Tiempo del Espíritu

Del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15.

Por: Iván Yoed González, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, gracias por estar siempre abierto a recibirme. ¡Tanto me quieres, Señor! Enséñame a creer en tanto amor. Enséñame, mi Dios.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que diría lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Señor, aumenta mi fe. Quiero vivir siempre dispuesto a percibir tu voz. Tu espíritu habla, sopla, susurra. Mi corazón busca estar dispuesto, con un oído agudo, con la intención abierta a amar. Un tiempo, Cristo hecho carne habitó en este mundo; en estos días es el Espíritu que vuelve a «aletear» sobre la tierra «para guiarnos hasta la verdad plena».

El alma debe estar abierta para acogerlo. Dios revela, pero el hombre sigue siendo autónomo. El Espíritu se ofrece a entrar en mi interior, pero soy yo quien lo recibe. Gracia y libertad. Misterio oscuro, grande, sublime.

Te pido la gracia, Dios mío, de ser verdadera morada de tu Espíritu.

Que mi cuerpo, mi corazón, todo mi ser se encuentre limpio. Digno, preparado cada instante para que en mí more mi Dios. Que tenga asiduo trato con la Eucaristía, con la confesión, con la Santa Misa, con cuanto Tú has dispuesto para ayudar al alma a vivir en tu presencia.

Sea así, Señor. En tus manos.

«Sobre todo el Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir. No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos. El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres».

(Ángelus de SS Francisco del 22 de mayo de 2016)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy por la noche pediré al Espíritu Santo que aumente mi fe y me conceda la gracia de acoger y vivir de acuerdo a la verdad de su Evangelio.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

(VIDEO) ¿Cómo inició la solemnidad de la santísima trinidad?

Fátima Navarro – Redacción de Aleteia – publicado el 26/05/24

Este domingo 26 tendremos la solemnidad de la Santísima Trinidad. ¿Te has preguntado cómo y gracias a quién inicio esta festividad litúrgica?

La festividad litúrgica de la Santísima trinidad recuerda uno de los misterios más grandes de nuestra fe: Dios, uno y trino.

Este misterio fue revelado por el mismo Jesús cuando dijo a sus apóstoles: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).

En la Iglesia surgieron Misas en su honor pero no fue hasta que el Papa Juan XXII introdujo la fiesta para toda la Iglesia en el año 1334.