John 8:12-20

Amigos, en nuestro Evangelio de hoy Jesús nos anuncia quién es: “Yo soy la luz del mundo”. El Evangelio de Juan contiene una serie de afirmaciones diciendo “Yo soy”: “Yo soy el pan de vida”; “Yo soy el buen pastor”; “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Y aquí realiza otra de esas afirmaciones poderosas: “Yo soy la luz”.

El cristianismo es, ante todo, una forma de ver. Todo en la vida cristiana fluye y gira alrededor de esa visión transformada. Los cristianos ven de manera diferente, y es por eso que su propia oración, adoración, acción, y forma de ser en el mundo tienen un acento y sabor distintivo.

Y Jesús es esa manera de ver. Cuando estamos inmersos en Él, cuando asumimos su mentalidad y actitud, cuando vivimos su vida, podemos ver el mundo tal como es, y no a través de una lente distorsionada por nuestros miedos y nuestros odios.

Juan Bautista de la Salle, Santo

Memoria Litúrgica, 7 de abril

Presbítero, Educador y Fundador

Martirologio Romano: Memoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres, instituyendo la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por la cual soportó muchas tribulaciones, siendo merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios ( 1719).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

Fecha de beatificación: 19 de febrero de 1888 por el Papa León XIII
Fecha de canonización: 24 de mayo de 1900 por el Papa León XIII.

Breve Biografía

Juan Bautista de La Salle vivió en un mundo totalmente diferente del nuestro. Era el primogénito de una familia acomodada que vivió en Francia hace 300 años. Juan Bautista de La Salle nació en Reims, recibió la tonsura a la edad de 11 años y fue nombrado canónigo de la Catedral de Reims a los 16. Cuando murieron sus padres tuvo que encargarse de la administración de los bienes de la familia. Pero, terminados sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1678. Dos años más tarde, obtuvo el título de doctor en teología. En ese período de su vida, intentó comprometerse con un grupo de jóvenes rudos y poco instruídos, a fin de fundar escuelas para niños pobres.

En aquella época, sólo algunas personas vivían con lujo, mientras la gran mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza: los campesinos en las aldeas y los trabajadores miserables en las ciudades. Sólo un número reducido podía enviar a sus hijos a la escuela. La mayoría de los niños tenían pocas posibilidades de futuro.

Conmovido por la situación de estos pobres que parecían «tan alejados de la salvación» en una u otra situación, tomó la decisión de poner todos sus talentos al servicio de esos niños, «a menudo abandonados a sí mismos y sin educación». Para ser más eficaz, abandonó su casa familiar y se fue a vivir con los maestros, renunció a su canonjía y su fortuna y a continuación, organizó la comunidad que hoy llamamos Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Su empresa se encontró con la oposición de las autoridades eclesiásticas que no deseaban la creación de una nueva forma de vida religiosa, una comunidad de laicos consagrados ocupándose de las escuelas «juntos y por asociación». Los estamentos educativos de aquel tiempo quedaron perturbados por sus métodos innovadores y su absoluto deseo de gratuidad para todos, totalmente indiferente al hecho de saber si los padres podían pagar o no. A pesar de todo, De La Salle y sus Hermanos lograron con éxito crear una red de escuelas de calidad, caracterizada por el uso de la lengua vernácula, los grupos de alumnos reunidos por niveles y resultados, la formación religiosa basada en temas originales, preparada por maestros con una vocación religiosa y misionera a la vez y por la implicación de los padres en la educación. Además, de La Salle fue innovador al proponer programas para la formación de maestros seglares, cursos dominicales para jóvenes trabajadores y una de las primeras instituciones para la reinserción de «delincuentes». Extenuado por una vida cargada de austeridades y trabajos, falleció en San Yon, cerca de Rouen, en 1719, sólo unas semanas antes de cumplir 68 años.

Juan Bautista de La Salle fue el primero que organizó centros de formación de maestros, escuelas de aprendizaje para delincuentes, escuelas técnicas, escuelas secundarias de idiomas modernos, artes y ciencias. Su obra se extendió rapidísimamente en Francia, y después de su muerte, por todo el mundo. En 1900, Juan Bautista de La Salle fue declarado Santo. En 1950, a causa de su vida y sus escritos inspirados, recibió el título de Santo Patrono de los que trabajan en el ámbito de la educación. Juan Bautista mostró cómo se debe enseñar y tratar a los jóvenes, cómo enfrentarse a las deficiencias y debilidades con compasión, cómo ayudar, curar y fortalecer. Hoy, las escuelas lasalianas existen en 85 países del mundo.

Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre

Juan 8, 12-20. Cuaresma. Cristo es nuestra luz, solo hace falta que nosotros seamos luz del mundo.

Evangelio según San Juan 8,12-20.

Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida». Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale». 

Jesús les respondió: «Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie,  y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido.  Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí».  Ellos le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús respondió: «Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre». El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. 

Oración introductoria
Señor, gracias por esta oportunidad de estar contigo en esta oración; te suplico me liberes de lo que pueda obscurecer tu verdad radiante, estoy abierto de mente y corazón para abrazar tu voluntad.

Petición
¡Ven, Espíritu Santo! Dame la luz de la fe.

Meditación del Papa Francisco

La coherencia de vida nos aleja de la mundanidad espiritual. Tú finges ser así, pero vives de otra forma. Es la mundanidad que se introduce en el espíritu humano y poco a poco va tomando posesión de él: es difícil identificarla desde el comienzo porque es como la polilla que lentamente destruye, carcome la tela y luego esa tela es inutilizable. Así el hombre que se deja llevar por la mundanidad pierde la identidad cristiana, la arruina, llegando a ser incapaz de coherencia.
En efecto está quien dice: «Oh, yo soy muy católico, padre, voy a misa todos los domingos, soy muy católico»; luego, sin embargo, en la vida cotidiana o en el trabajo es incapaz de ser coherente. Así, por ejemplo, cede ante el discurso de quien le propone: «Si me compras esto, hacemos este acuerdo y tú te quedas con una suma de dinero».

Esto no es coherencia de vida, esto es mundanidad. Y es precisamente la mundanidad la que conduce a la doble vida, la que es apariencia y la que es verdadera, y te aleja de Dios y destruye tu identidad cristiana. Por esto Jesús es tan fuerte cuando pide al Padre: Padre, no te pido que los quites del mundo sino que los salves, que no tengan el espíritu mundano, es decir ese espíritu que destruye la identidad ¡cristiana! 

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2015, en Santa Marta).

Reflexión
Si echamos una mirada nos daremos cuenta que las nubes del materialismo han cubierto el horizonte cultural. La luz penetra cada vez menos. La esperanza parece menguar. En medio de la oscuridad brillan pequeñas lucecitas. Son luciérnagas. Fugaces momentos de felicidad que el mundo da. Así paga el mundo a los que le sirven. Les promete felicidad y diversión, y se los concede. Pero un instante, un suspiro; y después, la oscuridad.

Pero no estamos solos. Un rayo de esperanza rasga las nubes. Es Cristo que viene a recordarnos: “Yo soy la luz del mundo”.. Como nos dice el catecismo en el número 2466: el que cree en Él, no permanece en las tinieblas. El discípulo de Jesús, permanece en su palabra, para conocer «la verdad que hace libre» y que santifica.

Nosotros, como cristianos bautizados, estamos llamados a ser luz del mundo. ¿Cómo? Predicando el Evangelio del amor con el ejemplo de nuestra vida y el testimonio de nuestra palabra.

Reforzando la unidad familiar, por ejemplo rezando en familia; escuchando y compartiendo las penas de mi prójimo, ayudándolo cuando lo vea en apuros. En fin, la caridad es ingeniosa, hay mil maneras de vivirla. Sólo hace falta querer ser luz del mundo.

Propósito
Darme el tiempo y la paciencia para dar hoy un consejo, estímulo o ayuda a quien lo necesite.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué diverso sería mi comportamiento si nunca olvidara de dónde vengo y a dónde voy. Tú eres quien da significado, sentido, esperanza y propósito a mi vida. Las presiones de la sociedad afectan mis decisiones, el estira y afloja de la «moda» me apartan de la auténtica felicidad, por eso te suplico me des la luz de la fe para buscarte siempre y, unido a Ti, pueda ser la luz que ilumine a los que hoy encuentre en mi camino.

San Juan Bautista de la Salle, gran educador de la juventud

Muller-graveur Chapon-(CC BY-SA 4.0)

Patricia Navas – publicado el 07/04/15

Conoce la inspiradora historia de un ilustre francés gran reformador de la educación

Patrono de los educadores de todo el mundo, Juan Bautista de La Salle da nombre a escuelas en 80 países en las que actualmente se forman alrededor de un millón de alumnos.

En la Francia de hace poco más de 300 años, en la ciudad de Reims, nació Juan Bautista en una de las pocas familias adineradas que podían enviar a sus hijos a la escuela.

Así que pudo estudiar en el famoso seminario de San Sulpicio de París.

Tras convertirse en sacerdote, quedó a cargo de una obra para niños pobres y un orfanato para niñas pobres. Allí inició su gran reforma de la educación.

Cambió muchísimo los antiguos métodos para enseñar a los niños, hasta el momento educados uno a uno. Él los reunió por grupos para darles clases y formó a sus profesores, fundando los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Vivió de una manera sencillísima y humilde. Repartió todo su dinero a los pobres y se dedicó totalmente a la enseñanza con el propósito de que los alumnos crecieran en el amor a Dios y a los demás.

Juan Bautista murió el 7 de abril del 1619 a los 68 años. El papa León XIII lo declaró santo en el año 1900.