Mark 7:31-37
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús sana a un sordo que tenía un impedimento para hablar.
Marcos nos dice que Jesús lo “separó de la multitud”. Luego “le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: ‘Efatá’, que significa: ‘Ábrete’”. Jesús mira al Padre e inserta sus dedos en los oídos del hombre, Jesús establece, por así decirlo, una corriente magnética, que literalmente lo conecta con la energía divina, persuadiendo a escuchar la Palabra.
Ahora, respecto al significado espiritual de la curación. La multitud es una gran parte del problema. Las voces ruidosas de muchos, el rebuznar insistente de la cultura publicitaria, la confusa torre de Babel de espiritualidades que compiten —todo ello nos hace estar sordos a la Palabra de Dios. Y por lo tanto, tenemos que ser llevados a un lugar de silencio y comunión.
Jesús nos lleva a Su espacio, el espacio de la Iglesia. Allí, lejos de la multitud, podemos sumergirnos en el ritmo de la liturgia, escuchar con avidez las Escrituras, estudiar la tradición teológica, observar lo que han hecho personas santas, disfrutar de la belleza del arte y la arquitectura sacra. Ahí podemos escuchar.
Valentín, Santo
Presbítero y Mártir, 14 de febrero
Por: . | Fuente: MultiMedios.org
Patrono de los Enamorados
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir († s. III).
Breve Biografía
Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. — Fiesta: 14 de febrero.
El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones de los primeros siglos de la Iglesia.
En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes. Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida.
La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente.
Con todo, lo importante en la historia de San Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles culto.
San Valentín es para nosotros una ciertísima lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo: el martirio.
Situémonos a finales del siglo III. Es la era de los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución.
Valentín, presbítero romano, residía en la capital del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres.
No podía ser desconocida de la corte imperial la influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia.
El soberano, que estaba interesado en granjearse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero».
Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.
Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo».
El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».
Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva».
Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica.
El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.
¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al Santo?
Aparte la posible trasposición de algún hecho, tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos, separadamente considerables o perfectamente conjuntables:
1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo IV, mandó construir en su honor una basílica.
Esos romeros coincidían con los días del aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín —mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones, principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa.
2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman.
En las Catacumbas y en casas de cristianos, no sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal.
Trábense estas consideraciones, y quedarán perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario en homenaje al Santo.
Lo cierto es que éste se conserva floreciente en los países del Norte europeo y americano.
Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del puro amor, santificador de la vida familiar.
¿Sordos y mudos?
Santo Evangelio según San Marcos 7, 31-37. Viernes V del Tiempo Ordinario.
Por: Jesús Alberto Salazar Brenes, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Abre, Señor, mis oídos y mi lengua para poder proclamar lo que vivo contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con la saliva.
Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», (Que quiere decir «¡Ábrete!»). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: «¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Qué aburrido leer el Evangelio! Es siempre lo mismo. ¿Para qué voy a leer la Biblia si no entiendo? ¿Para qué voy a preparar mis predicaciones si ya sé que decir con sólo leerlo? ¡Qué vergüenza predicar, mejor que lo hagan otros! Éstas son sólo algunas de las cosas que se escuchan entre cristianos arrutinados, algunos de los comprometidos e incluso algunos sacerdotes.
La pregunta más importante es, ¿le pedimos a Jesús que nos abra el oído al entendimiento y la boca para proclamarlo con valentía? La Palabra de Dios no es algo estático o que sucedió en un determinado momento histórico; siempre nos habla a cada uno en particular, nos consuela, nos da fuerza, nos llama, nos acompaña en nuestra alegría, nos enseña a vivir en esta vida y a cómo heredar la vida eterna. El conocimiento de la Palabra de Dios es conocimiento de Cristo, como decía san Jerónimo, padre de la Iglesia latina.
Cristo todo lo haces bien, ábrenos los oídos y la boca para escucharte en el silencio y proclamarte sin ningún temor. ¡Tócanos en el Espíritu para que nuestra vida sea renovada! Pero sobre todo, si intentan hacer callar nuestra voz, tu voz, haznos tus profetas y apóstoles en la Tierra.
Danos, Señor, tu sabiduría para que nuestro pensamiento sea como el tuyo y que sepamos ver, detrás de cada persona, a tus hijos más amados que necesitan encontrarse contigo para que su vida sea plena también. Si en algún momento fuimos o somos sordos y mudos a tu voz, indiferentes a ti, pon tu mano sobre nosotros y envíanos a anunciarte donde quieras.
«Se evidencian después dos gestos de Jesús. Él toca las orejas y la lengua del sordomudo. Para restablecer la relación con ese hombre «bloqueado» en la comunicación, busca primero restablecer el contacto. Pero el milagro es un don que viene de lo alto, que Jesús implora al Padre; por eso, eleva los ojos al cielo y ordena: «¡Ábrete!». Y los oídos del sordo se abren, se desata el nudo de su lengua y comienza a hablar correctamente (cf. v. 35). La enseñanza que sacamos de este episodio es que Dios no está cerrado en sí mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad. En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre Él y nosotros, y sale a nuestro encuentro».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy seré misionero hablando de Dios, predicando su Evangelio, a alguien.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Valentín: patrono de enamorados, niños enfermos, animales y más
Aleteia
Redacción de Aleteia – publicado el 14/02/14 – actualizado el 13/02/24
San Valentín es conocido como el patrono de los enamorados; sin embargo, en diferentes partes del mundo es conocido por diferentes patronazgos. Conócelos aquí
La fiesta de san Valentín, mártir y obispo de Terni entre el año 199 y el 273, se relaciona con la antigua festividad romana de los Lupercalia. Esa fiesta se celebraba el 15 de febrero en honor del dios Fauno -protector de los rebaños- y estaba ligada a la purificación de los campos y a los ritos de fecundidad.
Por su carácter licencioso, la fiesta fue suprimida por el papa Gelasio I en el 494, quien reprochaba a los cristianos el hecho de participar en esa fiesta. La Iglesia, entonces, en el intento de dar un carácter cristiano a esos ritos tan arraigados en la población, decidió anticiparla al 14 de febrero, atribuyendo al mártir de Terni la capacidad de proteger a los novios y a los enamorados en camino al matrimonio y a una unión bendecida con hijos.
Desde la Alta Edad Media, el culto religioso reservado a san Valentín fue difundido especialmente por los benedictinos. Ellos fueron los custodios de la Basílica de Terni, que existía desde mediados del siglo VIII, y difundieron imágenes y gestos sobre él en los diversos monasterios italianos, hasta llegar a Francia e Inglaterra.
En muchos países, sin embargo, surgió al mismo tiempo la tradición de un patronato sobre los enamorados debido a una coincidencia de calendario. La fiesta cae, de hecho, en un periodo del año en el que la naturaleza empieza a dar los primeros signos de despertar después del letargo invernal.
Por tanto, se transformó poco a poco en el anunciador de la primavera inminente, cuando los pájaros comenzaban a nidificar, y no por casualidad se le ha representando a veces con el sol en la mano.
Un filón de la crítica literaria atribuye la responsabilidad de la difusión de este patronato al poeta inglés Geoffrey Chaucer.
Patrón de los epilépticos, niños enfermos, apicultores, animales domésticos y más
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Sin embargo, antes del florecimiento de las numerosas leyendas que lo convirtieron en el santo de los enamorados, san Valentín era venerado como patrono de los epilépticos. Así lo demuestra el prototipo iconográfico que se extiende, sobre todo, por el norte de Italia.
Se basa en un texto: la Vita Sancti Valentini (La vida de San Valentín), compuesto hacia 725. Éste narra la curación milagrosa de Cheremone, hijo de un profesor de retórica latina llamado Crato que enseñaba en Roma. Como resultado, decidió bautizarse junto con su familia, provocando así la ira de los paganos, lo que finalmente condujo a la decapitación de Valentino.
Aún hoy, en el Véneto, el patrón de Terni es invocado en los casos de epilepsia, por los enfermos psíquicos y los niños.
También en el sur de Italia, se conservan huellas de devoción al santo: en Vico del Gargano existe la tradición de donar grandes cantidades de naranjas para adornar la iglesia y la capilla de san Valentín, patrono de los cítricos.
En otros países, la devoción a san Valentín no es menos sentida. Su culto está difundido en casi todos los países, como en Francia, donde existe la costumbre de invocarlo también por parte de los apicultores.
Gracias a los benedictinos, el culto de san Valentín cruzó las fronteras de Italia, penetrando también en Alemania, donde se fundió con el culto de otro santo del mismo nombre, patrono de la diócesis de Passau, obispo de Rezia (Lorch), documentado en el siglo VI y cuya fiesta es el 7 de enero.
En otros países también se le pide su intercesión como protector de los animales domésticos.
El culto del santo penetró finalmente en la Iglesia oriental, tanto que aún hoy en la catedral de Cristo Salvador de Moscú se venera un icono suyo en caracteres cirílicos.
El santo de los enamorados y la «rosa de la reconciliación»
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Su patronazgo más extendido, al menos en Latinoamérica, es sobre los enamorados y se debe a la leyenda que cuenta un encuentro con un par de novios:
Un día Valentín, oyendo discutir a dos novios que estaban pasando junto a su jardín, salió a su encuentro llevando como regalo una rosa roja e invitándoles a hacer las paces. Las palabras tuvieron la fuerza de serenar a la pareja y, transcurrido algún tiempo, los novios volvieron donde Valentín pidiéndole su bendición para la boda y prometiéndose amor eterno.
Cuando la población supo de este hecho, comenzó la costumbre de regalarse rosas entre los enamorados y de dirigirse a Valentín para pedir su protección.
Con la colaboración de Giuseppe Cassio, director del volumen San Valentino (ediciones Velar, 2011 Italia)