Lucas 3:15-16, Lucas 3:21-22

Amigos, esta gran fiesta del Bautismo del Señor es un buen momento para reflexionar sobre el significado del sacramento del bautismo. En nuestra tradición, una de las primeras definiciones del bautismo ha sido vitae espiritualis ianua , que significa “puerta a la vida espiritual”.

Comprender el significado de esto es entender algo decisivo sobre el cristianismo. Para el cristianismo no se trata principalmente de “convertirse en una buena persona” o “hacer lo correcto”. En realidad, cualquier persona—pagano, musulmán, judío, no creyente—puede lograr estas cosas. 

Ser cristiano es estar insertado en Cristo y, por ello, llevado hacia dentro de la dinámica misma de la vida interior de Dios. No hablamos simplemente de seguir o imitar a Jesús. Hablamos de convertirnos en miembro de Su Cuerpo Místico.

¿Ves por qué es tan importante que seamos bautizados “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”? Porque el bautismo nos lleva a la relación entre Padre e Hijo—es decir, en el Espíritu Santo. El bautismo, por lo tanto, es todo acerca de la gracia—nuestra incorporación, a través del poder del amor de Dios, a la propia vida de Dios.

Bautismo del Señor

13 de enero. Fiesta, con la cual se cierra el tiempo litúrgico de Navidad

Por: P. Juan Pablo Esquivel | Fuente: catholic.net

Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es dedicado a celebrar el bautismo de Cristo y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al tiempo durante el año, llamado también tiempo ordinario.

Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:

Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:

El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace “participes de la naturaleza divina”

«No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia…» trabajo reservado al más inútil de los esclavos… Juan destaca la infinita distancia entre él y Jesús…

¿Por qué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [es una escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa]…

Pero admitámoslo, y descubrimos nuevamente el «modo» que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia… Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios… así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente…

Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy «especial»: ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:

El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. . Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo.

Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.

En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no «presenta» a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi Hijo…”): Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre… Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO…

«Éste es mi Hijo» (Evang.)… «Éste es el servidor sufriente» (Iª lect.)…
Sigamos a Cristo por la Cruz a la Luz.

Dios es mi Padre, soy su hijo amado

Santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22. Bautismo del Señor

Por: José Alberto Rincón Cárdenas, LC | Fuente: somosrc.mx

 En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria  (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que descubras a cada paso el amor con que te haces presente en mi vida.

Evangelio del día  (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22

En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizás Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.

Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y ​​del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando Jesús le pide a Juan que lo bautice, éste inicialmente se sorprende. Jesús insiste, diciendo que conviene que por el momento se hagan las cosas de ese modo. Éste es el primer desafío para nosotros. Muchas veces queremos ser nosotros quienes le indicamos el rumbo al Señor. Se nos olvida pedir aquello que nos lleva a nuestra salvación, en vez de aquello que creemos necesitar.

Sin embargo, Dios nos mira con misericordia y nos recuerda que Él tiene un plan diseñado a nuestra medida según su corazón. Vale la pena, pues, que le dejemos actuar. Después de todo, más que cuanto sucede en nuestras vidas, importa quiénes somos. Y somos hijos de Dios. Eso es precisamente lo que Cristo nos alcanzó al cargar nuestros pecados y clavarlos con Él en la cruz: la filiación divina.

En definitiva, la novedad del cristianismo es poder llamar a Dios ‘padre’. Por nuestro bautismo, se nos da un nombre que conlleva una misión; pero lo que es más, se nos da la vida de gracia, que no es otra cosa que la participación de la divinidad de ese Padre que nos ama. ¿Con cuánto celo, con cuánto esmero cuidamos ese tesoro que llevamos en vasijas de barro? Triste sería que nuestro bautismo fuera simplemente un recuerdo de una ceremonia social, por más bella que hubiera sido.

¡Hijos de Dios! ¡Si tan sólo comprendiéramos lo que implica tal distinción! Quizás entonces veríamos claro que nuestra relación con Dios no puede ser la de un mero súbdito, la de un conocido más. Cristo quiso bautizarse no porque fuera necesario purificarse. ¡Sólo eso faltaba! Él quiso hacerlo para compartir, en todo, nuestra humanidad. Si nosotros acogemos lo que Él nos da gratuitamente, también sobre nosotros podremos escucharse esa voz del cielo que dice: ‘Tú eres mi hijo, el amado, el predilecto’.

«El bautismo, es decir, es un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero me pregunto yo, un poco dubitativo, y os pregunto a vosotros: ¿cada uno de vosotros recuerda cuál fue la fecha de su bautismo? Algunos dicen que sí, está bien. Pero es un sí un poco débil porque tal vez muchos no recuerdan esto—. Pero si nosotros festejamos el día del nacimiento, ¿cómo no festejar —al menos recordar— el día del renacimiento? Os daré una tarea para casa, una tarea hoy para hacer en casa. Aquellos de vosotros que no os acordéis de la fecha del bautismo, que pregunten a la madre, a los tíos, a los sobrinos, preguntaron: “¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” y no la olvidéis nunca. Y ese día agradeció al Señor, porque es precisamente el día en el que Jesús entró en mí, el Espíritu Santo entró en mí».

(Audiencia de SS Francisco, 11 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponer uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Si no la sé, investigaré la fecha de mi bautismo y repasaré a conciencia las promesas que asumí el día de mi propio bautismo.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Higinio, uno de los primeros Papas, gran custodio de la fe.

Nota:

Dolors Massot – publicado el 11/01/15

Es considerado mártir no por su muerte sino por su lucha para defender la fe cristiana contra las herejías gnósticas del siglo II.

San Higinio nació en Grecia y murió en Roma en el año 140. Era filósofo de formación ateniense.

Sucedió a san Telésforo como Papa de la Iglesia católica. En su pontificado –de 4 años intensos- se empleó a fondo  contra las  herejías ,  en especial contra el gnosticismo que propagaban  Marción , Valentín y Cerdón. Esta lucha le valió el título de mártir.

La tradición afirma que instauró la figura del padrino y la madrina en el bautismo, como muestra de atención espiritual a cada persona cristiana.

Oración

Pastor eterno, mira con bondad a tu rebaño y consérvalo con protección constante,
por tu bienaventurado mártir y papa Higinio, a quien constituye pastor de toda la Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.