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Referencias Bíblicas
• Luke 4:14-22
• Obispo Robert Barron

 

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús decide predicar sobre Isaías 61 en su discurso inaugural en la sinagoga en su ciudad natal. Consideró que este texto resumía quién era y cuál era su misión.

“El espíritu del Señor Dios está sobre mí”, declaró. El Ruach Yahvé, el aliento de Dios: esto es lo que da fuerza y anima a Jesús. Después de la Resurrección, sopló sobre sus discípulos, comunicando simbólicamente a ellos (y a la Iglesia) algo de este espíritu.

Animado por el Ruach Yahvé, ¿qué hace? “Él me ha enviado a traer buenas noticias a los humildes . . .” Los humildes escuchan esto, los oprimidos, los pobres, los que son tratados injustamente, los marginados y olvidados. ¿Cuáles son las buenas noticias? Que el amor de Dios es más poderoso que los poderes de este mundo.

Este es el mensaje de Cristo. Por lo tanto, cuando te colocas del lado de este poder, estás del lado ganador, aunque poderes oscuros se junten a tu alrededor. Esto está totalmente expresado en el Misterio Pascual. El mundo lanzó todo su poder contra Jesús y Dios lo levantó. Nada puede abrumar o vencer la autoridad del Señor Dios.

 

 

Eulogio de Córdoba, Santo

Memoria Litúrgica, 9 de enero

Por: n/a | Fuente: EWTN.com
Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Córdoba, en la región de Andalucía, en Hispania, san Eulogio, presbítero y mártir, degollado por su preclara confesión de Cristo. Su memoria litúrgica se celebra el 9 de enero († 859).

Etimológicamente: Eulogio = Aquel que habla bien.

Breve Biografía

Dicen que San Eulogio es la mayor gloria de España en el siglo noveno. Vivió en la ciudad de Córdoba, que estaba ocupada por los musulmanes o mahometanos, los cuales solamente permitían ir a misa a los que pagaban un impuesto especial por cada vez que fueran al templo, y castigaban con pena de muerte al que hablara en público de Jesucristo, fuera del templo.



Nació el año 800 de una familia que se conservaba fervientemente católica en medio de la apostasía general cuando la mayoría de los católicos había abandonado la fe por miedo al gobierno musulmán. Este santo será el que logrará renovar el fervor por la religión católica en su ciudad y los alrededores.



Su abuelo, que se llamaba también Eulogio, lo enseñó desde pequeño a que cada vez que el reloj de la torre daba las horas, dijera una pequeña oración, por ejemplo: «Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, ven a prisa a socorrerme».



Tuvo por maestro a uno de los más grandes sabios de su tiempo, al famoso Esperaindeo, el cual lo formó muy bien en filosofía y otras ciencias. Como compañeros de estudios tuvo a Pablo Alvarez, el cual fue siempre su gran amigo y escribió más tarde la vida de San Eulogio con todos los detalles que logró ir coleccionado.



Su biógrafo lo describe así en su juventud: «Era muy piadoso y muy mortificado. Sobresalía en todas las ciencias, pero especialmente en el conocimiento de la Sagrada Escritura. Su rostro se conservaba siempre amable y alegre. Era tan humilde que casi nunca discutía y siempre se mostraba muy respetuoso con las opiniones de los otros, y lo que no fuera contra la Ley de Dios o la moral, no lo contradecía jamás. Su trato era tan agradable que se ganaba la simpatía de todos los que charlaban con él. Su descanso preferido era ir a visitar templos, casas de religiosos y hospitales. Los monjes le tenían tan grande estima que lo llamaban como consultor cuando tenían que redactar los Reglamentos de sus conventos. Esto le dio ocasión de visitar y conocer muy bien un gran número de casas religiosas en España».



 

 

Ordenado de sacerdote se fue a trabajar con un grupo de sacerdotes y pronto empezó a sobresalir por su gran elocuencia al predicar, y por el buen ejemplo de su santa conducta. Dice su biógrafo: «Su mayor afán era tratar de agradar cada día más y más a Dios y dominar las pasiones de su cuerpo». Decía confidencialmente: «Tengo miedo a mis malas obras. Mis pecados me atormentan. Veo su monstruosidad. Medito frecuentemente en el juicio que me espera, y me siento merecedor de fuertes castigos. Apenas me atrevo a mirar el cielo, abrumado por el peso de mi conciencia».



Eulogio era un gran lector y por todas partes iba buscando y consiguiendo nuevos libros para leer él y prestar a sus amigos. Logró obtener las obras de San Agustín y de varios otros grandes sabios de la antigüedad (cosa que era dificilísimo en esos tiempos en que los libros se copiaban a mano, y casi nadie sabía leer ni escribir) y nunca se guardaba para él solo los conocimientos que adquiría. Trataba de hacerlos llegar al mayor número posible de amigos y discípulos. Todos los creyentes de Córdoba, especialmente sacerdotes y religiosos se fueron reuniendo alrededor de Eulogio.



 

En el año 850 estalló la persecución contra los católicos de Córdoba. El gobierno musulmán mandó asesinar a un sacerdote y luego a un comerciante católico. Los creyentes más fervorosos se presentaron ante el alcalde de la ciudad para protestar por estas injusticias, y declarar que reconocían como jefe de su religión a Jesucristo y no a Mahoma. Enseguida los mandaron torturar y los hicieron degollar. Murieron jóvenes y viejos, en gran número. Algunos católicos que en otro tiempo habían renegado de la fe por temor, ahora repararon su falta de valor y se presentaron ante los perseguidores y murieron mártires.



Algunos más flojos decían que no había que proclamar en público las creencias, pero San Eulogio se puso al frente de los más fervorosos y escribió un libro titulado «Memorial de los mártires», en el cual narra y elogia con entusiasmo el martirio de los que murieron por proclamar su fe en Jesucristo.



A dos jóvenes católicas las llevaron a la cárcel y las amenazaron con terribles deshonras si no renegaban de su fe. Las dos estaban muy desanimadas. Lo supo San Eulogio y compuso para ellas un precioso librito: «Documento martirial», y les aseguró que el Espíritu Santo les concedería un valor que ellas nunca habían imaginado tener y que no les permitiría perder su honor. Las dos jóvenes proclamaron valientemente su fe en Jesucristo y le escribieron al santo que en el cielo rogarían por él y por los católicos de Córdoba para que no desmayaran de su fe. Fueron martirizada y pasaron gloriosamente de esta vida a la eternidad feliz.



El gobierno musulmán mandó a Eulogio a la cárcel y él aprovechó esos meses para dedicarse a meditar, rezar y estudiar. Al fin logra salir de la cárcel, pero encuentra que el gobierno ha destruido los templos, ha acabado con la escuela donde él enseñaba y que sigue persiguiendo a los que creen en Jesús.



Eulogio tiene que pasar diez años huyendo de sitio en sitio, por la ciudad y por los campos. Pero va recogiendo los datos de los cristianos que van siendo martirizados y los va publicando, en su «Memorial de los mártires».



En el año 858 murió el Arzobispo de Toledo y los sacerdotes y los fieles eligieron a Eulogio para ser el nuevo Arzobispo. Pero el gobierno se opuso. Algo más glorioso le esperaba en seguida: el martirio.



 

Había en Córdoba una joven llamada Lucrecia, hija de mahometanos, que deseaba vivir como católica, pero la ley se lo prohibía y quería hacerla vivir como musulmana. Entonces ella huyó de su casa y ayudada por Eulogio se refugió en casa de católicos. Pero la policía descubrió dónde estaba y el juez decretó pena de muerte para ella y para Eulogio.



Llevado nuestro santo al más alto tribunal de la ciudad, uno de los fiscales le dijo: «Que el pueblo ignorante se deje matar por proclamar su fe, lo comprendemos. Pero Tú, el más sabio y apreciado de todos los cristianos de la ciudad, no debes ira sí a la muerte. Te aconsejo que te retractes de tu religión, y así salvarás tu vida». A lo cual Eulogio respondió: «Ah, si supieses los inmensos premios que nos esperan a los que proclamamos nuestra fe en Cristo, no sólo no me dirías que debo dejar mi religión, sino que tu dejarías a Mahoma y empezarías a creer en Jesús. Yo proclamo aquí solemnemente que hasta el último momento quiero ser amador y adorador de Nuestro Señor Jesucristo».



Un soldado le abofeteó la mejilla derecha y nuestro santo le presentó la mejilla izquierda y fue nuevamente abofeteado. Luego lo llevaron al lugar de suplicio y le cortaron la cabeza. Poco después martirizaron también a Santa Lucrecia.

San Eulogio:

¡Consíguenos un gran entusiasmo por nuestra religión!.

 

 

Alguien muy especial está aquí

Santo Evangelio según san Lucas 4, 14-22.

 

 

Jueves después de Epifanía
Por: Manuel García, LC
Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, Tú conoces mi miseria, sabes cuánto necesito de tu gracia; estoy oprimido por muchas cosas, me siento ciego en muchos aspectos y quiero proclamar tus maravillas. Te pido que me des tu gracia para sentirme el hijo o hija amado(a) que soy y así pueda manifestar a los demás quién eres para mí.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 4, 14-22



 

En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios.



Palabra del Señor



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Todos tenemos ese alguien que el solo hecho de verlo nos causa gran alegría, esa persona que nos hace sentir en casa cada vez que estamos con él o ella; cuando la escuchamos, algo palpita en nosotros a mil por hora.



Jesús se nos presenta como una de estas personas. Por el hecho de existir, nos causa gran alegría y nos da una razón para vivir más profundamente nuestra libertad. Comunicando su mensaje de salvación, nos ayuda a ver más allá de nuestras miserias terrenas porque no estamos hechos sólo para este mundo sino para algo que trasciende el espacio y el tiempo: la vida eterna. Uno de los puntos centrales de la «Buena Noticia» es la libertad como capacidad del hombre de hacer lo que más le ayude en su vida, buscando siempre su bien más profundo. Esta libertad puede decaer y convertirse en un «haz lo que quieras»; por eso Jesús viene al mundo para redimir nuestra libertad y mostrar cómo vivir de acuerdo a quienes somos, hijos amados del Padre.



 

Jesús es esa Persona especial que el Padre ha ungido con un aceite que no se acaba, desde toda la eternidad. Este aceite es su amor. Dios Padre también nos unge con este aceite especial y nos da la gracia de compartirlo con los demás para que puedan ver quiénes somos en lo más profundo.



Dios nos ama, y de esta certeza surgen los frutos de curación, escucha atenta, adoración. El aceite nos hace especiales delante de Dios porque nos marca para que todos reconozcan quién los ha amado, los ama y los amará inmensamente. Sólo debemos dejarnos penetrar por el amor de Dios.



«Jesús revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de “llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor”. Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo de Dios que hace justa y oportuna cada situación y cada espacio. En Jesús se inicia y se hace vida el futuro prometido».
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2019).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Visitar un enfermo y comentarle mi experiencia del amor de Dios.



 

 

Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

San Eulogio de Córdoba, mártir en Al-Andalus

Obispo sabio y valiente, defendió la fe cristiana en la España musulmana del siglo IX hasta dar su vida

 

 

Valiente y audaz, san Eulogio de Córdoba vivió en el siglo IX, en la entonces capital del emirato independiente de Al Andalus. Fue, por lo tanto, un cristiano en plena dominación musulmana de gran parte de la Península Ibérica.

Ser cristiano entonces implicaba, por ejemplo, pagar más impuestos por asistir a la iglesia, y estaba prohibido evangelizar fuera del templo.

En este ambiente, el abuelo de Eulogio le enseñó a rezar una pequeña oración a Dios cada hora, cuando oyera las campanas.

El joven se formó en Filosofía y destacó en Sagrada Escritura. En virtudes, fue ejemplar por su humildad: nunca discutía con nadie si no iba contra la ley de Dios o la moral.

Viajó por Navarra, Aragón y Toledo después de haber intentado localizar a dos hermanos suyos que se dedicaban al comercio al norte de los Pirineos y regresó a Córdoba con un gran legado bibliográfico que había conocido en los monasterios.

Cárcel, nombramiento y muerte

En el año 850, en Córdoba se desató una importante persecución contra los cristianos y san Eulogio fue encarcelado. Lamentablemente, quien fue el causante de su arresto fue otro obispo, Recaredo.
Al año siguiente fue excarcelado pero su vida seguía corriendo peligro. No pudo tener ya vivienda estable.

En el año 858 fue elegido arzobispo de Toledo. Al año siguiente, sin embargo, murió mártir acusado de proteger a una joven cristiana llamada Lucrecia que no quería abjurar de la fe. Les cortaron la cabeza el 11 de marzo.

Santo patrón

San Eulogio de Córdoba es patrono de los carpinteros.

Oración de la misa

Proclamamos, Señor, tu poder y humildemente te pedimos que, así como concediste a san Eulogio de Córdoba ser fiel imitador de la Pasión de Cristo, así nos otorgues a nosotros que la fortaleza que manifestó en su martirio sea sostén de nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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