Matthew 4:12-17, Matthew 4:23-25

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús empieza su ministerio en Galilea.

Según N. T. Wright, anglicano estudioso de las Escrituras, cuando Jesús dijo: “Arrepiéntete, porque el reino de los cielos está cerca”, no estaba llamando la atención sobre verdades espirituales generales e intemporales. Tampoco estaba instando a las personas a tomar una decisión acerca de Dios.

Les estaba diciendo a sus oyentes que Yahvé estaba reuniendo activamente al pueblo de Israel e, indirectamente, a toda la gente en un nuevo orden salvífico. E insistía a sus oyentes a adherirse a este nuevo estado de cosas.

Y en esta unión de la gente estaba implicando que se realizaría el perdón de los pecados, la superación de separaciones y divisiones. En una palabra, la proclamación del reino equivalía a un anuncio de que el Unidor de Israel había llegado y había comenzado su trabajo.Lo más notable de Jesús, según Wright, es que no sólo señaló este hecho, sino que lo encarnó y actuó, tomando con sus palabras y gestos el papel mismo del Unidor. Orígenes dijo sustancialmente lo mismo cuando describió a Jesús como autobasileia, el Reino en persona.

Reyes Magos

Melchor, Gaspar y Baltasar, 6 de enero

Por: P. Felipe Santos |

Melchor Gaspar y Baltasar

Estás ante la fiesta más antigua, incluso antes que la misma Navidad.

El inicio de su celebración data del siglo III en el Oriente y en el Occidente se adoptó en el siglo IV.

En este día tiene lugar la celebración de tres hechos memorables en la historia de la salvación: adoración de los Reyes Magos, el Bautismo de Jesús y el primer milagro de Jesucristo en la bodas de Caná, gracias al cual los discípulos creyeron en el Maestro.

Los Occidentales aceptaron la fiesta el año 400. Aunque habla de los Magos, el rey principal es el Niño Jesús. Lo dice el inicio de la Misa:» Ya viene el Señor del universo, en sus manos está la realeza, el poder y el imperio. El verdadero rey al que debemos contemplar es al pequeño Jesús».

El misterio de la Epifanía lo subraya Mateo diciendo que los Magos vinieron para destacar las profecías que hablaban de su nacimiento, y el ofrecimiento de oro, incienso y mirra es el reconocimiento implícito de su realeza mesiánica.
Los Magos para los orientales son gente docta; en lengua persa, mago significa “sacerdote”. Pero la Biblia, en general, llama a estos Magos Reyes extranjeros.

Es la fiesta de la santa Epifanía de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo lo que, de una forma sencilla y admirable, se le da a conocer a los Magos llegados de Oriente. Su adoración es la clave de este día.

Desea la Iglesia que la luz de hoy, sea el tema central del creyente. Están bien los regalos que se hacen a niños y mayores.

Pero lo fundamental no debe dejarse aparcado para dar paso a lo más festivo, alegre y superficial.

¡Felicidades a los Reyes Magos y a los que lleven los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar!

“El placer de los banquetes no hay que medirlo por la cantidad de las viandas sino la reunión de amigos y la conversación” (Cicerón).

Caminemos siempre en la luz

Santo Evangelio según San Mateo 4, 12-17. 23-25. Lunes después de Epifanía

Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por estar aquí y por darme la oportunidad de estar hoy delante de ti. Has soñado largo tiempo con tener este momento de intimidad conmigo. Me has guiado amorosamente hasta aquí para demostrarme lo mucho que me amas y que siempre vas a estar para mí. Aumenta mi fe, dame la gracia de creer cada día más firmemente en tu amor y tener la certeza de que pase lo que pase, siempre estarás a mi lado. Aumenta mi confianza, dame la gracia de abandonarme a ti, de dejar en tus manos todos mis deseos, miedos, sueños, heridas, e ilusiones, teniendo por seguro que todo lo que permitas en mi vida, será porque me amas y para mi bien. Aumenta mi capacidad de acoger tu amor y dame la gracia de corresponder a él como Tú lo quieres; Ayúdame a ser para los demás un reflejo del infinito amor que les tienes de manera que crezca tu reino en la tierra, pero sobre todo en mi corazón. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-17.23-25

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: «Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos». Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia. Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muy estimada Alma:

Hoy has escuchado que el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.

Eso fue lo que sucedió cuando fui a habitar a los pueblos más allá del Jordán, y es lo mismo que sucede cada vez que me recibes en la Eucaristía; cada vez que ayudas a quien te lo pide o escuchas y socorres a quien lo necesita.

Vio una luz grande, una luz que no se apaga… ¡Esa luz era el brillo de mis ojos por el amor que les tenía a cada uno de ellos! Y es el mismo resplandor que tengo cada vez que te veo. Quiero infundir ese resplandor en ti, quiero que seas luz para los demás, que quien te vea, sepa descubrir mi amor detrás de tu alegría.

He venido para hacer luz en tu camino y en el de tus hermanos. Confía en mí. Abandónate. Deja que sea Yo quien te guíe por en medio de la oscuridad que rodea este mundo. Sé que no eres perfecto y que todavía hay muchas sombras en tu interior, pero créeme, si tú te dejas, sacaré a relucir la luz que he puesto en ti, pues allí donde existen las sombras, es porque existe alguna luz.

Toma mi mano y déjame caminar contigo por la rivera de tu vida.

Atte. Jesús

«Jesús hoy nos pide que dejemos que Él se convierta en nuestro rey. Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, e indica —este rey— el camino al hombre perdido da luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por el miedo y por la prueba de cada día. Pero no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados, solamente con la condición de que nosotros no sigamos las lógicas del mundo y de sus “reyes”».

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de noviembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

El día de hoy voy a buscar ser luz para los que me rodean tratando a los demás con el cariño y respeto con el que lo haría Cristo.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San André Bessette curó a más de 10.000 personas en su vida

PD

Philip Kosloski – publicado el 08/01/19

Este santo canadiense quizás sea uno de los mayores sanadores que ha conocido la IglesiaSan André Bessette no tardó mucho en ser conocido como el “hombre milagro de Montreal”. Era un hermano sencillo que no deseaba demasiada atención, pero Dios lo agració con una fe profunda y pertinaz.

Como el beato Solanus Casey, Bessette fue portero, el “conserje” del seminario, y realizaba sus tareas diarias con discreción.

Pasaba largas horas de rodillas y construyó una pequeña capilla en honor a san José, donde pasaba mucho de su tiempo libre.

Los visitantes de la pequeña capilla de Bessette pronto empezaron a informar de curaciones y favores celestiales especiales, cosa que llamó la atención del arzobispo local.

Este, después de visitar la capilla dijo: “¿Debería decir que suceden milagros en este santuario de san José? Si negara que tal fuera el caso, los exvotos de ofrenda en aquellas pirámides contradirían mis palabras. No necesito hacer ninguna investigación, estoy convencido de que han tenido lugar sucesos extraordinarios; han sucedido aquí curaciones corporales, quizás, aunque es sencillo sufrir ilusiones en casos así, y curaciones espirituales mayores incluso. Pecadores han venido aquí, han rezado y, después, confesado sus iniquidades y marchado en paz con Dios”.

Empezaron a formarse multitudes que pedían al hermano André por sus intenciones personales.

Continuaron sucediendo milagros y Bessette recibió el apodo de “hombre milagro”, aunque él no hacía más que reír ante dicho sobrenombre: “Es san José quien hace estas cosas, yo soy como tú, un simple suplicante”.

Aunque nunca se hizo sacerdote, el hermano André acompañaba a la gente, escuchaba sus muchos sufrimientos y rezaba junto a ellos. Después, muchos eran sanados de sus males, ya físicos o espirituales.

Según algunos cálculos, se curaron más de 10.000 personas (aunque algunas estimaciones llegan hasta las 125.000 personas).

Thomas Quine | CC BY 2.0

Algunas de las muletas desechadas después de una curación milagrosa por la intercesión de san André Bessette en el Oratorio de St. Joseph en Mount Royal (Montreal, Canadá).

Incluso tras su muerte en 1937, siguió habiendo personas que informaban de curaciones (todavía hoy en día). La escritora Patricia Treece escribe sobre uno de esos milagros en Catholic Exchange.

Estamos en 1954: Joe Audino empezó a tener problemas de salud que, en 1957, se habían intensificado. Para el año siguiente, 1958, la forma avanzada de sarcoma de células reticulares se había extendido por todo su cuerpo. La radiación ya no podía hacer frente al cáncer. Joe estaba cara a cara con la muerte, su diagnóstico era “terminal” y esperaba la muerte en un periodo de treinta días. Tenía demasiado dolor como para hacer una confesión o recibir la Comunión, afirma. Simplemente yacía sin esperanza en la cama, demasiado débil para andar, con un hígado del tamaño de un balón de fútbol. En su desesperación, pensó en el hermano André. Y no importaba lo mal que se sintiera, no dejaba de rezar por la ayuda del hermano André. “Sabía que él podría ayudarme”, explica.

Joe accedió a someterse a un tratamiento experimental que nunca había ayudado a nadie antes. Poco después, se había librado del cáncer. Su médico Philip Rubin, jefe de radioterapia en el Centro Oncológico de la Universidad de Rochester, declara: “No hay una explicación científica clara para su curación”.

San André Bessette era un hombre sencillo con una fe sencilla, una “fe como un grano de mostaza” que podía mover montañas. Sabía en su corazón que Dios podía curar a las personas y obrar milagros, nunca dudó de Su poder.

Con una fe así, nada es imposible.