Matthew 21:23-27

Amigos, en el Evangelio de hoy los sumos sacerdotes y ancianos preguntan a Jesús: «¿Con qué derecho haces todas estas cosas? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? »

La palabra griega utilizada para «autoridad» es más ilustrativa: exousia. Significa, literalmente, «desde el ser de». Jesús habla con la verdadera exousia de Dios, y por lo tanto, sus palabras llevan a cabo lo que dice. Él dice, «¡Lázaro, sal de allí!» (Jn 11, 43) y el hombre muerto sale de su tumba. Él reprende al viento y dice al mar, «¡Cállate, enmudece!» (Mc 4, 39) y hay calma. Y la noche antes de morir, toma el pan y dice, «Éste es mi cuerpo» (Mt 26, 26; Mc 14, 22; Lc 22, 19). Y lo que dice es.

Amigos, esta es la autoridad de la Iglesia. Si solo somos simplemente los custodios de una perspectiva filosófica interesante entre muchas otras, entonces no tenemos poder. Si confiamos en nuestro propio ingenio argumentativo, entonces fracasaremos. Nuestro poder viene —y esto continúa siendo un gran misterio— solo cuando hablamos con la autoridad de Jesucristo.

Adelaida de Italia, Santa

Emperatriz en Italia, 16 de Diciembre

Por: Redacción | Fuente: Arquidiócesis de Madrid

Martirologio Romano: En Selz, cerca de Estrasburgo, en la Lotaringia, santa Adelaida, emperatriz, que se distinguió por mostrar hacia los familiares una gran alegría, hacia los pobres una infatigable piedad, y una abundante generosidad en honrar las iglesias († 999).

Breve Biografía

Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser «testigo» de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.

Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio deseaba terminar sus días «comiendo perdices», como se pone fin a los cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.

En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto.

En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos.

Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos.

Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.

Preparando nuestro corazón

Santo Evangelio según san Mateo 21, 23-27. Lunes III de Adviento

Por: Álvaro García, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Ven Salvador. Ven sin tardar. Te espero. Espíritu Santo, dame la gracia de prepararme a la Navidad con un corazón recogido y gozoso. Dame luz para esta oración, y dame la gracia de ocuparme de lo realmente importante.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 23-27

En aquellos días, mientras Jesús enseñaba en el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron: «¿Con qué derecho haces todas estas cosas? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?». Jesús les respondió: «Yo también les voy a hacer una pregunta, y si me la responden, les diré con qué autoridad hago lo que hago: ¿De dónde venía el bautismo de Juan, del cielo o de la tierra?». Ellos pensaron para sus adentros: «Si decimos que del cielo, él nos va a decir: ‘Entonces ¿Por qué no le creyeron?’ Si decimos que de los hombres, se nos va a echar encima el pueblo, porque todos tienen a Juan por un profeta». Entonces respondieron: «No lo sabemos». Jesús les replicó: «Pues tampoco yo les digo con qué autoridad hago lo que hago».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús acaba de entrar en Jerusalén montado en el pollino, todos le daban la bienvenida como Mesías con ramas de olivos y palmas. Y ahora se encuentra enseñado en el Templo unos días antes de su Pasión. Es una escena de Semana Santa. Entonces, ¿qué pinta este evangelio en la mitad de adviento? ¿Cuál es la razón por la que la Iglesia ha decidido establecer este pasaje para la liturgia de hoy?

En primer lugar, es para recordar el motivo de la venida del Señor. Hoy en día recordamos la Navidad con mucha alegría, calientitos en torno al hogar, con regalos y luces, grandes manjares. Y así debe ser, pues Dios ha bajado a la tierra. Pero Jesús no ha venido a un mundo de rosas y alegrías a que le sirviéramos, viene para redimirnos por su dolorosísima Pasión. Desde el momento en que nació, ya sufrió el frío y el desahucio, la persecución. Semana Santa y Navidad no deben perder su conexión.

En segundo lugar, este pasaje menciona a Juan el Bautista, el precursor, el que iría delante preparando el camino para Jesús. Los fariseos creían que Juan venía de los hombres y no de Dios, y no prepararon sus corazones para recibir a Cristo. Parece como si lo calificaran de falso profeta y no atendieron sus palabras, pero ¿qué falso profeta se olvida de sí y se desprende de todo para anunciar al Emmanuel?

«¿Cuál es la autoridad que tiene Jesús? Es ese estilo del Señor, ese ‘señorío’ -digámoslo así- con el que el Señor se movía, enseñaba, sanaba, escuchaba. Este estilo señorial – que es algo que viene de dentro – nos hace ver… ¿Qué hace ver? Coherencia. Jesús tenía autoridad porque era coherente entre lo que enseñaba y lo que hacía, [es decir] cómo vivía. Esa coherencia es la que da la expresión de una persona que tiene autoridad: «Este tiene autoridad, esta tiene autoridad, porque es coherente», es decir, da testimonio. La autoridad se ve en esto: coherencia y testimonio».

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En mis circunstancias (en la pandemia también) haré unas misiones: voy buscar la manera de anunciar que viene el Salvador con espíritu de alegría.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El rey David: pequeño pero matón ¡y santo!

©Zvonimir Atletic/Shutterstock

Inma Álvarez – publicado el 29/12/19

Conoce a una de las figuras más grandes de la Biblia, y sus muchas enseñanzas para nosotros hoy

La Iglesia ha decidido celebrar durante el año a algunos de los grandes personajes de la Biblia: profetas, caudillos, mujeres valientes,…

La razón es muy sencilla: si los santos son canonizados para ser ejemplo para los creyentes, cuánto más esas figuras de la Escritura que han sido claves en la Historia Sagrada, y que son testigos de la intervención de Dios en la historia.

De entre todas ellas, el Rey David, de quien desciende Jesús, merece una mención especial.

De él dijo Dios mismo que su trono permanecería para siempre. Aunque David nunca llegó siquiera a imaginar cómo la realidad superaría sus más locos sueños, y que Dios mismo se haría descendiente suyo.

Ungido de pequeño

Hijo de un terrateniente de Judea, era el más pequeño de los hermanos (y no, no era el más mimado: se le dejaban los recados y las tareas más penosas, como cuidar el rebaño).

Para sorpresa suya y de su familia, el profeta Samuel le ungiría como futuro rey de Israel cuando aún era solo un niño.

Enrolado en el ejército a pesar de su joven edad, desafió y derrotó al gigante Goliat. Se cuenta una hazaña tan increíble que aún hoy el lenguaje popular la recuerda cuando quiere mostrar cómo el pequeño, apoyado en su fe, puede derrotar al grande.

Un hombre con poder

Sorteando mil peligros y amenazas de muerte, calumnias e incluso el destierro, David acabó siendo coronado rey.

Su reinado constituyó la época más gloriosa de la historia de Israel, ese pasado mítico que aún hoy los judíos añoran.

Y sin embargo, David no fue un rey ejemplar en muchos aspectos: fue un adúltero y un asesino, y no trató siempre con bondad a su pueblo ni a sus enemigos.

Humilde ante Dios

¿Por qué hoy David puede ser un modelo para nosotros? Pues porque David era un hombre de corazón humilde.

Podía haberse aprovechado de su poder para encubrir sus pecados. Podía haber reaccionado con soberbia cuando Dios le echó en cara, a través de un profeta, el mal que había hecho.

Pero no lo hizo, sino que humildemente pidió perdón e intentó reparar.

Y nos regaló el salmo más bello, la expresión más sublime de humildad que se haya escrito jamás en toda la historia de la humanidad

Misericordia, Dios mío, por tu bondad
por tu inmensa compasión, borra mi culpa…

Su historia se encuentra en los libros primero y segundo de Samuel, y Primero de los Reyes.