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Referencias Bíblicas
• Matthew 17:9a,
• Matthew 17:10-13
• Obispo Robert Barron

 

Amigos, celebramos hoy la memoria del gran místico español San Juan de la Cruz.

Nos encontramos, San Juan de la Cruz enseña, en el medio de un mundo bueno y hermoso, pero estamos destinados finalmente a la unión con Dios. De modo que el alma tiene que liberarse de sus apegos a las cosas finitas para así estar libre para la comunión con Dios.

Esta purificación supone en primer lugar lo que Juan llamó “la noche de los sentidos” (el desasirse de los placeres físicos y sensuales), y continúa con “la noche del alma” (un desapego de las imágenes mentales que uno puede usar para sustituir a Dios).

Como todas las purificaciones, esta es dolorosa, especialmente si el apego de uno a estas cosas finitas es fuerte. Se manifestará a menudo, dijo San Juan de la Cruz, como sequedad en la oración y una aguda sensación de ausencia e incluso del abandono de Dios.

En este proceso, Dios no está jugando con el alma; más bien Él está realizando una suerte de cirugía sobre ella, cortando y quitando ciertas cosas para que su vida pueda intensificarse.

 

 

Juan de la Cruz, Santo

Memoria Litúrgica, 14 de diciembre

 

 

Por: Redacción
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Presbítero y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Juan de la Cruz, presbítero de la Orden de los Carmelitas y doctor de la Iglesia, el cual, por consejo de santa Teresa, fue el primero de los hermanos que emprendió la reforma de la Orden, empeño que sostuvo con muchos trabajos, obras y ásperas tribulaciones, y, como demuestran sus escritos, buscando una vida escondida en Cristo y quemado por la llama de su amor, subió al monte de Dios por la noche oscura, descansando finalmente en el Señor, en Úbeda, de la provincia de Jaén (1591).

Fecha de beatificación: 25 de enero de 1675 por el Papa Clemente X
Fecha de canonización: 27 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.

Breve Biografía

 

Ávila y concretamente Fontiveros fue su patria chica. Luego lo será Castilla y de modo principal Andalucía la tierra de sus amores.


Se llamó Juan Yepes. Nació en 1542 del matrimonio que formaban Gonzalo y Catalina; eran pañeros y vivían pobres. Su padre muere pronto y la viuda se ve obligada a grandes esfuerzos para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Fue inevitable el éxodo cuando se vio que no llegaba la esperada ayuda de los parientes toledanos; Catalina y sus tres hijos marcharon primero a Arévalo y luego a Medina del Campo que es el centro comercial de Castilla.

Allí malviven con muchos problemas económicos, arrimando todos el hombro; pero a Juan no le van las manualidades y muestra afición al estudio.

 

Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. Se distinguió como un discípulo agudo.

Juan eligió la Orden del Carmen; tomó su hábito en 1563 y desde entonces se llamó Juan de Santo Matía; estudia Artes y Teología en la universidad de Salamanca como alumno del colegio que su Orden tiene en la ciudad. El esplendor del claustro es notorio: Mancio, Guevara, Gallo, Luis de León enseñan en ese momento.

En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. Ella ha venido a fundar su segundo «palomarcico», como le gustaba de llamar a sus conventos carmelitas reformados; trae también con ella facultades del General para fundar dos monasterios de frailes reformados y llegó a convencer a Juan para unirlo a la reforma que intentaba salvar el espíritu del Carmelo amenazado por los hombres y por los tiempos. Llegó a exclamar con gozo Teresa ante sus monjas que para empezar la reforma de los frailes ya contaba con «fraile y medio» haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia.

 

Inicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano.

La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará «senequita» para referirse a su ciencia, «santico de fray Juan» al hablar de su santidad, previendo que «sus huesecicos harán milagros».

No podía faltar la cruz; llegó del costado que menos cabía esperarla. Fueron los hermanos calzados los que lo tomaron preso, lo llevan preso a Toledo donde vivió nueve meses de durísima prisión. Es la hora de Getsemaní, la noche del alma, un periodo de madurez espiritual del hombre de Dios expresado en sus poemas. Logra escapar en 1578 del encierro de forma dramática, poniendo audacia y ganando confianza en Dios, con una cuerdecilla hecha con pedazos de su hábito y saliendo por el tragaluz.

En los oficios de dirección siempre aparece Juan de la Cruz como un segundón; serán los padres Gracián y Doria quienes se encarguen de la organización, Juan llevará la doctrina y cuidará del espíritu.

 

Se le ve presente en la serranía de Jaén, confesor de las monjas en Beas de Segura, donde se encuentra la religiosa Ana de Jesús. Después en Baeza; funda el colegio para la formación intelectual de sus frailes junto a la principal universidad andaluza. Y en Granada, en el convento de los Mártires, continuará su trabajo de escritor. En 1586 funda los descalzos de Córdoba, como los de Mancha Real.

Consiliario del padre Doria, en Segovia, por tres años. ¡Cómo no recordar su deseo-exponente de amor rendido- ante la contemplación de un Cristo doliente! «Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos».

En 1591 la presencia de fray Juan de la Cruz empieza a ser non grata ante el padre Doria. La realidad es que está quedando arrinconado y hasta llega a tramarse su expulsión del Carmelo.

Marcha a la serranía de Jaén, en la Peñuela, para no estorbar y se plantea la posibilidad de marchar a las Indias; allí estará más lejos. Es otro tiempo de oración solitaria y sabrosa. La reforma carmelitana vive agitada por el modo de proceder de Doria; a Juan le toca orar, sufrir y callar. Quizá tenga Dios otros planes sobre él y está preparándolo para una etapa mejor.

Aquella inapetencia tan grande provocada por las calenturas persistentes provocó un mimo de Dios haciendo que aparecieran espárragos cuando no era su tiempo para calmar el antojadizo deseo de aquel fraile que iba de camino, sin fuerzas y medio muerto de cansancio, buscando un médico.

Pasó dos meses en Úbeda. No acertó el galeno. Se presentó la erisipela en una pierna; luego vino la septicemia. Y en medio andaban los frailes con frialdad y era notoria la falta de consideración por parte del superior de la casa. Hasta que llegó el 13 de diciembre, cuando era de noche, que marchó al cielo desde el «estercolero del desprecio». Llovía.

Al final de este resumen-recuerdo de un fraile místico que supo y quiso aprovechar el mal para sacar bien, el desprecio de los hombres para hacerse más apreciado de Dios, y el mismo lenguaje para expresar lo inefable de la misteriosa intimidad con Dios con lírica palabra estremecida, pienso que será buen momento para hacer mención de algunas de las obras que le han hecho figura de la cultura hispana del siglo XVI. Subida al Monte Carmelo y Noche oscura del alma que bien pueden considerarse tanto una obra como dos; el Cántico espiritual, Llama de amor viva y algunos poemas y avisos.

Lo canonizaron en 1726. Pío XI lo hizo doctor de la Iglesia en 1926. Su gran conocedor y admirador Juan Pablo II, lo nombró patrono de los poetas

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Un fraile de cuerpo entero.



Consulta también San Juan de la Cruz de Jesús Martí Ballester



¿Quieres saber más? Consulta corazones.org

 

 

Al menos tú recíbeme

Santo Evangelio según San Mateo 17, 10-13.

 

 

Sábado II de Adviento.
Por: Kevin Franco, LC
Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor mío, gracias por ayudarme en cada momento de mi vida. Te pido que toques mi corazón para saber escuchar lo que quieres de mí.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 17, 10-13



En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les respondió: “Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.



Palabra del Señor



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Jesús nos toca el corazón nuevamente con sus palabras y nos dice que a Elías lo rechazaron, que no quisieron aceptarlo como un mensajero de Dios. Cuántas veces te pasa a ti y a mí que no sabemos acoger a esos mensajeros que Dios nos envía, a veces para animarnos, para consolarnos, y otras para corregir algunas cosas que estamos haciendo mal.



Te invito a ponerte las gafas de la fe y ver lo que Dios Padre quiere para ti. ¿Soy consciente de que Dios me habla a través de las personas que están en mi entorno? ¿Me molesta cuando alguien me intenta ayudar en los momentos de dificultad? Si es así no te preocupes, hoy tienes la oportunidad de acoger esos mensajes que Dios te envía.



Es necesario dejar que actúe el Espíritu Santo en tu vida, déjalo entrar en tu corazón no tengas miedo y verás como todo cambia en tu vida.



«Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos, saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros. Como sabemos, el Reino de Dios llega sin hacer ruido y sin llamar la atención, y sólo podemos percibir sus signos cuando, al igual que el profeta Elías, sabemos entrar en las profundidades de nuestro espíritu, dejando que se abra al imperceptible soplo de la brisa divina».
(Mensaje de S.S. Francisco, 3 de diciembre de 2017).



 

 

Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Poner especial atención a las personas que están a mi lado y hacer pequeñas invocaciones al Espíritu Santo.



 

 

Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

La inmensidad del Amor descrito por san Juan de la Cruz

Compañero de «batalla» de santa Teresa de Jesús en la reforma del Carmelo, este gran místico y doctor de la Iglesia describió el amor de Dios en sus obras

 

 

Uno de los grandes Doctores de la Iglesia, san Juan de la Cruz, fue compañero de santa Teresa de Ávila en la fundación de conventos de la Orden de Carmelitas Descalzas, destacando por su espiritualidad y gran sensibilidad para la escritura mística.

Precisamente, y debido a las fuertes tensiones surgidas por causa de la Reforma de la Orden del Carmelo, san Juan de la Cruz fue encarcelado durante ocho meses, mismos que le sirvieron para escribir las primeras treinta y un estrofas del poema Cántico espiritual, que describe un intenso deseo por el Amado.

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Otras obras

En la incertidumbre de la prisión nació Noche Oscura, emergida de su desgaste físico y emocional debido a la presión, la duda del éxito de la empresa teresiana y la angustia por creerse olvidado de sus amigos.

Sin embargo, a pesar de sus sufrimientos y los embates humanos que deseaban obstaculizar el avance de la Reforma, su creatividad no dejó de florecer.

Una vez alcanzada la libertad, llegó la calma como vicario del convento de El Calvario en la serranía jienense. La naturaleza le ayudó a inspirarse y escribió Cautelas, Avisos, Montecillo de Perfección. Y aunado a sus muchas responsabilidades, continuó con Llama de amor viva.

Su personalidad intelectual, cultura y espiritualidad desarrollaron su creatividad literaria, fecunda y desbordante, con la que escribió versos y prosa, siempre edificantes para quien las leía, no obstante las incomprensiones humanas de que fue objeto, aún después de su muerte.

Sin embargo, lo que se mantuvo intacto fue su inmenso amor por Dios, lo que percibimos claramente en la siguiente oración, extraída de su libro Dichos de luz y amor:

Oración de alma enamorada:

 

 

¡Señor Dios, amado mío!; si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos. Dios mío,
tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu
bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Y si es que esperas a mis obras para por ese medio concederme
mi ruego, dámelas tú y óbramelas, y las penas que tú quisieres aceptar, y hágase. Y si a las obras mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío?; ¿por qué te tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la
que en tu Hijo te pido, toma mi cornadillo (insignificancia), pues le quieres, y dame este bien, pues que tú también le quieres (n. 26).

Que san Juan de la Cruz nos ayude a amar a Dios con la misma pasión con que él lo amó.