Referencias Bíblicas
• Luke 21:20-28
• Obispo Robert Barron
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús usa un lenguaje apocalíptico del profeta Daniel: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad”.
Me doy cuenta de lo extraño y distante que todo esto puede sonar, pero detrás de ello hay un tema espiritual de enorme importancia: no debemos confiar en los poderes del mundo para brindarnos seguridad y paz. La paz vendrá solo con la llegada del reino de Dios.
Una de las convicciones más perdurables en los seres humanos, que se puede ver a través de los siglos y en todas las culturas, es que podemos corregir las cosas si solo encontramos la correcta configuración política, económica o cultural. Pero nunca debemos poner nuestra fe definitiva en ninguno de los reinos, los arreglos sociales o los programas políticos del mundo. Todos ellos, de una forma u otra, son atractivos, pero están destinados a caer. Todos llevan a tribulaciones.
Lo que debemos mirar es al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del Cielo. Ahora, ¿esto debe entenderse en un sentido final? Sí, la segunda venida señala el fin del mundo tal como lo conocemos. Pero el Hijo del Hombre viene sobre las nubes del Cielo incluso en la vida actual de la Iglesia. Piensa en las nubes de incienso que acompañan las manifestaciones de Cristo en la liturgia solemne. Incluso ahora, el verdadero Rey, el sucesor de David, está en medio de nosotros.
Esteban el Joven, Santo
Monje y Mártir, 28 de noviembre
Por: Redacción | Fuente: acoantioquena.com
Martirologio Romano: En Constantinopla, san Esteban el Joven, monje y mártir, que en tiempo del emperador Constantino Coprónimo, por dar culto a las imágenes sagradas fue atormentado con variados suplicios y confirmó la verdad católica con el derramamiento de su sangre. († 764)
Breve Biografía
San Esteban el joven, uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla. Cuando tenía quince años, sus padres, le confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, no lejos de Calcedonia. El oficio del joven consistía en comprar las provisiones. Cuando murió el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban fue elegido para sucederle. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas, desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar antiguos libros.
El emperador Constantino V Coprónimo (718-775) continuó la guerra que su padre, León III Isáurico (675-741), había declarado a las imágenes. Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba -sin éxito alguno- para que suscribiese el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el sínodo de Hiera del año 753 (Sínodo espurio por ser convocado por el Emperador y no por el Papa).
Esteban fue llevado preso en un navío a un monasterio de Crisópolis, donde fue sometido a juicio. Al principio, le trataron cortésmente, pero después empezaron a maltratarle con brutalidad. El santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los otros patriarcas, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de Proconeso.
Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que fuese trasladado a una prisión de Constantinopla. Unos cuantos días después, el santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una imagen era lo mismo que pisotear a Cristo. Esteban replicó: «Ciertamente que no». Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que pisoteara la imagen del emperador que había en ella. La sola idea de ese crimen provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: «¿De modo que es un crimen enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las imágenes del Rey del cielo?». Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y desataron su ira, hasta que lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que mediara orden del emperador, San Esteban fue asesinado por un grupo de oficiales en el palacio de Constantinopla.
¡Se acerca la libertad!
Santo Evangelio según San Lucas 21, 20-28.
Jueves XXXIV de Tiempo Ordinario.
Por: César Yali Molina Flores, LC
Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a ser libre para caminar en santidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado. Habrá señales prodigiosas en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar. La gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio del día te invita a confiar en Dios en los momentos difíciles. Muchas veces parece que todo está perdido y es ahí cuando la desesperación comienza a ganar terreno al implantar temor y desconfianza; basta que recordemos aquella frase que dice: «después de la tormenta viene la calma».
Ciertamente vemos que el mundo convulsiona y que ya no hay remedio ante la inminente destrucción del planeta, de la familia – núcleo de toda sociedad -, de los valores morales, de la razón – cuántos países vemos que en vez de ayudar a las personas no las aceptan; asimismo, crean leyes que les reconocen sus desviaciones como legales, etc.-; en definitiva, vemos un mundo que no tiene remedio y que va camino a su propia destrucción.
Pero a pesar de lo mal que pinta el panorama, Jesús asegura que la liberación está cerca.Libres seremos pronto de enarbolar las banderas de la Verdad, del Amor, de la Paz y la Justicia; libres para caminar en santidad; libres para alcanzar la felicidad en plenitud.
Que san José y la Virgen María nos guíen en este valle de lágrimas para que, junto a ellos, alcances la libertad que Dios promete.
«El Evangelio, que en tiempo de pruebas da fuerza y alma a la lucha por la liberación, en el tiempo de la libertad es luz para el viaje diario de las personas, familias, sociedades y es la sal que da sabor a la vida ordinaria y la preserva de la corrupción de la mediocridad y de los egoísmos». (S.S. Francisco, homilía del 26 de septiembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procuraré expresarme hablando bien de los demás.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Santa Catalina Labouré, la discreta vidente de la Virgen
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa le encargó que acuñara lo que se ha convertido en uno de los objetos religiosos más populares del mundo
Catalina Labouré nació en la Bretaña (Francia) en 1806. Deseaba ser religiosa pero su padre no se lo permitía porque había fallecido la madre y la necesitaba para el cuidado de la familia. Una noche soñó que un anciano sacerdote le decía: «Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos».
A los 24 años, visita a su hermana religiosa y ve en la sala del convento la imagen del sueño: era el retrato de san Vicente de Paúl. Así entiende cuál es su vocación.
Siendo novicia, una noche de julio de 1830 un niño la guía a la capilla. Luego pensará que ha sido su ángel de la guarda.
Catalina se sitúa ante la imagen de la Virgen, y Nuestra Señora le comunica cosas que sucederán en la Iglesia y en el mundo, así como la necesidad de vivir la devoción del mes de mayo.
El 27 de noviembre de 1830, la Virgen se le vuelve a aparecer resplandeciente, derramando de sus manos unos rayos de luz hacia el mundo. Le encomienda que acuñe una medalla con indicaciones precisas.
La medalla incluye la M de María, la Cruz, los dos Corazones (de Jesús y María), las estrellas y la oración «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti». La Virgen promete socorro a quien lleve la medalla y rece esa oración.
Fama de las medallas
Catalina cuenta lo que le ha sucedido a su confesor pero este al principio no la cree. Sin embargo, ve la santidad de la joven y decide consultar el caso al arzobispo al cabo de un tiempo. Este dará permiso para acuñar las medallas y distribuirlas.
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Qué son esos rayos
En la imagen de Nuestra Señora, Catalina vio que algunos rayos no llegaban a la tierra. Le preguntó a la Virgen qué significaba aquello y oyó la respuesta:
«Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden».
Y añadió: «Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden».
En un anonimato voluntario
Catalina Labouré pasó desapercibida, en su labor de atención a los enfermos y en la atención material del convento, mientras que muchas personas veían los milagros que se producían al llevar la medalla.
En 1836 ya se habían distribuido más de 130.000.
El padre Aladel, su confesor, publicó un libro sobre el mensaje de la Virgen de la Medalla Milagrosa pero no reveló el nombre de Catalina porque ella le hizo prometer que no lo diría.
Ocho meses antes de morir, en 1876, cuando ya había fallecido su confesor, Catalina Labouré explicó a su nueva superiora que era ella a quien la Virgen se le había aparecido.
Un funeral multitudinario
Muy en contraste con el tono en que había vivido, Catalina Labouré murió en olor de santidad y su funeral fue multitudinario. Ya se conocían numerosos favores y milagros concedidos gracias a la Medalla Milagrosa.
En 1947 fue canonizada por el Papa Pío XII.
Oración a santa Catalina Labouré
Santa Catalina Labouré, que fuiste elegida como confidente de la Virgen María. Ella te reveló su deseo de que sus hijos lleven la Medalla Milagrosa como señal de su amor por ella y en honor a su Inmaculada Concepción. Intercede por nosotros, para que podamos cumplir los deseos de nuestra Madre Celestial. Pide que podamos recibir las gracias especiales que se derivan de las manos maternales como rayos de luz. Amén.
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