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Referencias Bíblicas
• Luke 14:15-24
• Obispo Robert Barron

Amigos, el Evangelio de hoy compara el Reino de los Cielos con aquél rey que da un banquete de bodas para su hijo. En el pasaje paralelo de esta parábola del Evangelio de Mateo, ese hombre se presenta como un rey y la gran cena como un banquete de bodas. Observen que el padre (Dios Padre) está dando un banquete para su hijo (Dios Hijo), cuya novia es la Iglesia. Jesús es el matrimonio de la divinidad y la humanidad, y nosotros los seguidores estamos invitados a participar de la alegría de esta unión. 

La alegría de la intimidad del Padre y del Hijo ahora se nos ofrece para poder compartirla. Escuchemos a Isaías para conocer los detalles de este banquete: “En esta montaña, el Señor de los ejércitos proporcionará a todos los pueblos un banquete de manjares suculentos y vinos refinados, sustanciosos alimentos y vinos puros y selectos”. 

Hay una ventaja en todo esto. Es el mismo rey el que está invitando, y es el banquete de bodas para su hijo. Podemos entonces ver cuán terriblemente importante es responder a la invitación del Rey de reyes. 

Hemos escuchado la invitación de Dios para entrar en intimidad con Él, para convertirlo en el centro de nuestras vidas, para esposarnos a Él en Cristo, y muchas veces encontramos las excusas más patéticas para no responder.

 

 

Guido Maria Conforti, Santo

Obispo y Fundador, 5 de noviembre

 

Por: Redacción | Fuente: Misioneros Xaverianos xaveriens.org

Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier (1931).

Etimologicamente: Guido = Aquel que pertenece al bosque, es de origen germánico.

Fecha de beatificación: 17 de marzo de 1996 por S.S. Juan Pabo II
Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.

Breve Biografía

GUIDO MARIA CONFORTI nació en Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.

La óptima educación cristiana recibida de su madre, la complementaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas en cuya escuela de Parma realizó su primaria. Guido solía decir que su vocación se debía a la educación recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el Crucifijo.


Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888. En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.

 

 

Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. «No es posible – escribió – fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea».

«El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos». De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El «espectáculo» de la cruz le hablaba «con la elocuencia de la sangre», manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.

El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio «ad gentes». En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.

 

Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia misionera.

A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años él fue buen pastor, signo viviente de la «solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles».

La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.

Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.

Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.

 

La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la «preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada». Creía firmemente que el anuncio del Evangelio «ad gentes» fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de «la Evangelización ad gentes» ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.

Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. «Fue providencial que, en la fundación de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia» (Pablo VI ).

En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.

El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.

 

 

¿Me invitaría Jesús al banquete?

Santo Evangelio según San Lucas 14, 15-24.

 

 

Martes XXXI del tiempo ordinario.
Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Jesús, gracias por este momento de intimidad que me regalas. Quieres estar conmigo, hablarme y transformar mi corazón con el fuego de tu amor. Aquí estoy. Haz de mí lo que quieras. Confío en que Tú solamente quieres lo mejor para mí y todo lo que haces o permites en mi vida, tarde o temprano será para mi bien. Creo que Tú puedes colmar mi corazón de felicidad, dándome una plenitud que ninguno me puede dar. Gracias, Jesús. Sé que me amas, enséñame a amarte cada día más. Amén.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 14, 15-24



En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: «Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios». Entonces Jesús le dijo: «Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: ‘Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes’. Otro le dijo: ‘Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes’. Y otro más le dijo: ‘Acabo de casarme y por eso no puedo ir’. Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: ‘Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. Cuando regresó el criado, le dijo: ‘Señor, hice lo que ordenaste, y todavía hay lugar’. Entonces el amo respondió: ‘Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete'».



Palabra del Señor



 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Hoy, Jesús, me hablas del cielo poniéndome como ejemplo un banquete. Me haces ver que el anfitrión tenía una lista de invitados. Seguramente eran personas queridas, amigos con los que quería compartir su alegría… y los invitados no llegaron. Tenían cosas más importantes que hacer. Ninguno de ellos dijo que no iba porque odiaba al anfitrión. No. Solamente que en su lista de prioridades estaban primero sus cosas, sus intereses y gustos antes que la invitación de su amigo.

 



¡Tantas veces a mí me sucede lo mismo, Jesús! Tú has preparado desde toda la eternidad el banquete de la Eucaristía. Me has llamado a la vida y a la fe con el ardiente deseo que compartiera la alegría de recibirte en mi corazón… y yo, en vez de morir de agradecimiento al tener la oportunidad de hospedar en mi corazón al creador de los océanos y de las montañas, tantas veces he preferido posponerlo porque «sólo voy a misa cuando me nace» o porque «no tengo tiempo». Perdóname, Jesús, porque en muchas ocasiones he preferido las criaturas de Dios -buenas, sí, pero al fin y al cabo sólo criaturas – al Dios de las criaturas; porque he tenido tiempo para todo menos para el creador del tiempo; porque te he dicho con los labios que te quiero, pero luego te he olvidado de mi lista de prioridades. Perdóname, Jesús. Tú sabes que mi amor es muy pequeño y limitado. Dame la gracia de aprender a valorar el don de ser llamado a compartir tu mesa. No dejes que la rutina envuelva el misterio más grande: el de tu cuerpo y tu sangre dados a mí por puro amor.



«Para poder participar se necesita estar preparado, despierto y comprometido con el servicio a los demás, con la tranquilizadora perspectiva de que «desde allí» no seremos nosotros los que sirvamos a Dios, sino que será Él mismo quien nos acoja en su mesa. Pensándolo bien, esto ocurre ya cada vez que encontramos al Señor en la oración, o también sirviendo a los pobres, y sobre todo en la Eucaristía, donde Él prepara un banquete para nutrirnos de su Palabra y de su Cuerpo».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de agosto de 2016).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Buscaré asistir a Misa, el Banquete de los banquetes.



 

 

Despedida



¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Entre barro y escombros por la Dana, celebraron la Misa dominical

 

Celebración de la Santa Misa al exterior de la parroquia María Madre de la Iglesia

 

Gracias a voluntarios y sacerdotes, al menos dos parroquias de comunidades severamente afectadas por la Dana pudieron vivir un momento de esperanza al celebrar la Misa dominical entre el barro y los escombros

La Arquidiócesis de Valencia compartió que, gracias a la colaboración de parroquias y voluntarios, la parroquia de La Torre y la parroquia de María Madre de la Iglesia pudieron celebrar la Misa dominical, aún en medio de la catástrofe.

José Vicente Alberola, párroco de María Madre de la Iglesia (Catarroja), comentó que «ambas parroquias pudieron celebrar la Eucaristía el domingo, en la que participaron los voluntarios, gracias a los ornamentos traídos de (otras) parroquias» pues ahí, se perdió todo. En María Madre de la Iglesia, la Eucaristía se celebró en el exterior, donde aún hay barro y escombros por limpiar.

 

Ayuda material y espiritual

Ambas parroquias se han convertido en centros de ayuda material y espiritual. Tanto el ayuntamiento y protección civil como los voluntarios -en su mayoría jóvenes- que se han sumado en las labores de limpieza y logística han coordinado las actividades necesarias para ofrecer toda la ayuda posible.
Antes de recibir y coordinar la entrega de alimentos y artículos de primera necesidad fue necesario limpiar los espacios, actividad que fue coordinada por diferentes parroquias.

“La gente cuando viene a por comida también aprovecha para rezar”, explica el párroco en la información difundida por la Arquidiócesis.

En Nuestra Señora de Gracia de La Torre están organizados feligreses, miembros de los grupos de Emaús y Effetá y otros voluntarios que se han trasladado a pie desde Valencia. En total son más de 200.

 

 

A esos voluntarios se suman los comercios y vecinos que se han organizado para preparar y repartir alimentos para todos los voluntarios que se desplazaron para ayudar, no solo en las parroquias, sino en las casas aledañas.

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Ayuda permanente

Aunque diferentes parroquias se encuentran trabajando por paliar las necesidades más apremiantes, como la medicación para enfermos y los cuidados especiales para personas mayores, hay familias que lo perdieron absolutamente todo.
Por ello, el padre Francisco Furió, párroco de Aldaia, recuerda que la ayuda será necesaria durante mucho tiempo más, por lo que pide solidaridad y colaboración mientras se recuperan pertenencias básicas y fuentes de trabajo.
«Agradecemos las muestras de solidaridad de la gente que nos está abasteciendo de comida y ropa, ahora tan necesaria, pero debemos ser conscientes de que el problema llegará cuando las personas que lo han perdido todo tengan que comprar lo imprescindible para vivir».

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