Luke 11:42-46
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús dice: “¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!”.
Algunos líderes religiosos se sienten satisfechos con imposiciones sobre la gente, imponiendo la ley con rigurosidad, haciendo demandas pesadas, con un sentido exultante de su propia superioridad moral. En el centro de las enseñanzas de Jesús está la voluntad de soportar cargas ajenas, para ayudar a otros a llevarlas. Y esto se aplica también a la vida moral. Si imponemos la carga de la ley de Dios sobre otras personas, debemos estar dispuestos, al mismo tiempo, a ayudarlos a cargar con ella.
¿Cuándo te curó Cristo y cómo? ¿Cómo fue recibir, a través de la Iglesia, Su toque sanador? ¿Cuándo te sentiste excluido, despreciado, indigno, y cómo Cristo, a través de Su Iglesia, te devolvió la salud y la comunión? Recuerda ese momento y compártelo.
La fe nos libera del horror de que todo acaba después de la muerte
Catequesis del Papa Francisco del 16 de octubre de 2024.
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
¿Cómo está presente y actúa el Espíritu Santo en la Iglesia? El Papa Francisco lo ha explicado con palabras sencillas en la audiencia general celebrada esta mañana, 16 de octubre, en la Plaza de San Pedro, y ha aclarado que «el Espíritu Santo es “vivificador”, es decir, da vida». Vida, incluso más allá de la muerte.
El Espíritu habita en nosotros, está dentro de nosotros. La fe nos libera del horror de tener que admitir que todo termina aquí, que no hay redención para el sufrimiento y la injusticia que reinan en la tierra.
Hijos de Dios en Cristo
Francisco -que comienza su catequesis tras cruzar el hemiciclo de Bernini en el jeep blanco- describe primero el camino que ha llevado a la Iglesia «a la certeza de la plena divinidad» del Espíritu Santo, y luego precisa «qué vida da el Espíritu Santo».
Al principio, en la creación, el soplo de Dios da a Adán la vida natural; de una estatua de barro, lo convierte en «un ser viviente». Ahora, en la nueva creación, el Espíritu Santo es quien da a los creyentes la vida nueva, la vida de Cristo, vida sobrenatural, de hijos de Dios..
Vida eterna
Esto significa, como escribe San Pablo, que «la ley del Espíritu, que da vida en Cristo Jesús» nos ha liberado «de la ley del pecado y de la muerte».
¿Dónde está, en todo esto, la noticia grande y consoladora para nosotros? En que la vida que nos da el Espíritu Santo es la vida eterna. La fe nos libera del horror de tener que admitir que todo termina aquí, que no hay redención para el sufrimiento y la injusticia que reinan soberanas en la tierra.
Y es de nuevo el Apóstol de las gentes quien nos asegura que «el que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también vida» a nuestros «cuerpos mortales por medio de su Espíritu Santo que habita» en nosotros. Por eso, hoy, cuando en la Misa decimos «Creo en el Espíritu Santo», afirmamos que el Espíritu Santo «es Dios», está en nosotros y nos da la vida.
El Espíritu Santo comparte el señorío de Dios
Recorriendo el camino de los creyentes, el Papa subrayó que a lo largo de los siglos fue la experiencia «de la acción santificadora y divinizadora del Espíritu Santo la que llevó a la Iglesia» a comprender -como se explicitó entonces «en el Concilio Ecuménico de Constantinopla en 381»- «la plena divinidad del Espíritu Santo», que el Espíritu Santo «es Señor y da la vida, y procede del Padre [y del Hijo]. Con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, y ha hablado por los profetas». Con estas palabras, que aún hoy pronunciamos en el «Credo», se pretendía subrayar que el Espíritu Santo «comparte el “Señorío” de Dios, que pertenece al mundo del Creador, no al de las criaturas».
Del Padre y del Hijo
San Basilio el Grande dijo entonces que al Espíritu Santo «se le debe la misma gloria y adoración que al Padre y al Hijo», que «el Espíritu Santo es Señor, es Dios», recuerda Francisco, añadiendo que la Iglesia latina precisó más tarde en el Credo de la Misa que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo utilizando la expresión «Filioque». Esta terminología «dio origen a la disputa conocida con este nombre, que ha sido el motivo (o el pretexto) de tantas disputas y divisiones entre la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente», una cuestión que «en el clima de diálogo establecido entre las dos Iglesias, ha perdido la dureza del pasado», señala el Papa, hasta el punto de hacer «esperar una plena aceptación recíproca, como una de las principales “diferencias reconciliadas”».
Me gusta decir esto: «diferencias reconciliadas». Entre cristianos hay muchas diferencias: éste es de esta escuela, el otro; éste es protestante, aquél… Lo importante es que estas diferencias se reconcilien, en el amor de caminar juntos.
Margarita María de Alacoque, Santa
Memoria Litúrgica, 16 de octubre
Por: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
Recipiente de las revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús
Martirologio Romano: Santa Margarita María Alacoque, virgen, monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas, trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devota. Murió en el monasterio de Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, el día diecisiete de octubre († 1690).
Fecha de beatificación: 18 de septiembre de 1864 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 13 de mayo de 1920 por el Papa Benedicto VI
Breve Biografía
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.
En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”
Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.
A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”
Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
Si quieres saber más de la vida de Margarita María de Alacoque consulta corazones.org
Convéncete: tu fe es primordial
Santo Evangelio según San Lucas 11, 42-46. Miércoles XXVIII de Tiempo Ordinario.
Por: Rogelio Suárez, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, primero te doy las gracias por todo lo que me concedes y te pido que aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmo hasta de la hierbabuena, de la ruda y de toda las verduras, pero se olvidan de la justicia y el amor de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!». Entonces tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: «Maestro, al hablar así, nos insultas también a nosotros». Entonces Jesús le respondió: «¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy en día, como católicos, debemos de estar completamente convencidos de nuestra fe para poder actuar de la mejor manera posible. El testimonio es lo más importante, pues podemos mover masas enteras con solo nuestro testimonio de vida coherente.
La convicción viene de un encuentro íntimo con Dios, y desde ese momento comienza nuestra conversión, que es de cada día, y en el que el convencimiento se renueva y se acrecienta también.
Un católico convencido de su fe es un testimonio muy fuerte para convencer a los demás viviendo solamente como lo que en verdad es. Irradia lo que tiene en el interior, irradia a Dios. Transmite paz, amor, alegría, etc.
Para no caer en el error de los fariseos y juristas, debemos de estar verdaderamente convencidos de nuestra fe, y así poder vivir como Dios quiere que vivamos.
«Jesús de hecho quiere sacudir a los escribas y los fariseos del error en el que han caído, ¿y cuál es este error? El de alterar la voluntad de Dios, descuidando sus mandamientos para cumplir las tradiciones humanas. La reacción de Jesús es severa porque es mucho lo que hay en juego: se trata de la verdad de la relación entre el hombre y Dios, de la autenticidad de la vida religiosa. El hipócrita es un mentiroso, no es auténtico. También hoy el Señor nos invita a huir del peligro de dar más importancia a la forma que a la sustancia. Nos llama a reconocer, siempre de nuevo, eso que es el verdadero centro de la experiencia de fe, es decir el amor de Dios y el amor del prójimo, purificándola de la hipocresía del legalismo y del ritualismo».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de septiembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y pedirle perdón por las veces en que he rechazado su amor.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué revelaciones dio Jesús a santa Margarita Alacoque?
Fr Lawrence Lew / CC BY-NC 2.0 / Commercial Use Allowed
Angélique Provost – publicado el 16/10/17 – actualizado el 16/10/24
El Sagrado Corazón de Jesús se apareció a santa Margarita Alacoque y le hizo algunas revelaciones que en la actualidad continúan difundiéndose en el mundo
Santa Margarita Alacoque fue una joven piadosa nacida en 1647, en Verosvres, Francia. Desde muy joven, prometió consagrar su pureza a la Santísima Virgen. Nunca imaginó las revelaciones que recibiría de su Señor Jesús.
Un día, al caer gravemente enferma, mantuvo este voto rezando a la madre de Dios para que la sanara y así poderse poner el hábito de religiosa.
Esto mismo hizo cuando entró en el monasterio de la Visitación de Santa María de Paray-le-Monial en 1671. Aquí es donde su vida de joven devota se vería trastornada: iba a convertirse en mensajera de Cristo.
¿Qué mensaje recibió?
En 1673, el Sagrado Corazón de Jesús se le apareció por primera vez. Tuvo el gran privilegio de contemplarlo tres veces más.
Solo se cuentan tres «grandes apariciones» con los tres mensajes que se dieron en esta ocasión:
1. Las maravillas de Su amor
Jesús, conservando a Margarita María durante largos momentos contra su pecho, le hizo descubrir «las maravillas de Su amor». Sumergiendo el corazón de Margarita María en el Suyo propio, encendió en ella la ardiente pasión de la caridad hacia las almas que salvar.
2. Reparación hacia su divino Corazón
Jesús se le apareció, ardiente como un sol, llorando la ingratitud de los hombres tras los dolores sufridos por ellos. Entonces pidió dos actos de reparación hacia su divino Corazón: la comunión cada primer viernes de mes, y la hora de adoración cada jueves por la tarde, en memoria de su agonía en el Getsemaní.
3. Fiesta de su Sagrado Corazón
Los mismos dolores que se evocaron durante la segunda aparición:
«He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado».
Jesús pide entonces instaurar una fiesta para su Sagrado Corazón, algo que extendió Pío IX por toda la Iglesia católica, en 1856.
Esta festividad tiene por objetivo reparar las ofensas cometidas contra la santa Eucaristía y el Sagrado Corazón.
Las promesas de Jesús
A quienes sigan estas recomendaciones y esta devoción de los jueves y del primer viernes del mes, Jesús promete muchas gracias:
- Les daré todas las gracias necesarias en su estado.
- Llevaré la paz a sus familias.
- Los consolaré en todas sus penas.
- Seré su refugio asegurado durante toda su vida y especialmente en la muerte.
- Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus iniciativas.
- Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
- Las almas tibias se volverán fervientes.
- Las almas fervientes se elevarán a una gran perfección.
- Incluso bendeciré las casas donde la imagen de mi Corazón se exhiba y se honre.
- Daré a los sacerdotes el talento para conmover los corazones más endurecidos.
- Las personas que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en mi Corazón y nunca serán borrados.
- Os prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos quienes reciban la comunión el primer viernes, y nueve veces más, la gracia de la penitencia final, que no morirán en mi desgracia ni sin recibir los sacramentos, y que mi Corazón será su refugio seguro en su última hora.