Referencias bíblicas
Lucas 11:5-13
Obispo Robert Barron
Amigos, nuestro Evangelio de hoy trata sobre la oración y el poder de la oración. Este extracto de Lucas está lleno de sabiduría en cuanto a la actitud apropiada de la oración.
¿Qué es la oración y cómo debemos orar? La oración es una comunión íntima y una conversación con Dios.
A juzgar por la propia vida de Jesús, la oración es algo que debemos hacer a menudo, especialmente en los momentos clave de nuestras vidas.
Bueno, ¿cómo debemos orar? ¿Cómo es? Tienes que orar con fe. ¿Has notado cómo Jesús dice antes de hacer un milagro, “¿Crees que puedo hacer esto?” ¿Puedes escuchar la fe sencilla en esta asombrosa línea de Jesús: “Les digo que todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán y lo obtendrán”.
Y hoy dice: “Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.”
Daniel Comboni, Santo
Obispo y Fundador, 10 de octubre
Por: Redacción | Fuente: Vatican.va
Martirologio Romano: En Khartum, en Sudán, san Daniel Comboni, obispo, que fundó el Instituto para las Misiones en África (Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús), y tras ser elegido obispo en ese continente, se entregó sin reservas y predicó el Evangelio por aquellas regiones, trabajando también por hacer respetar la dignidad humana. († 1881)
Fecha de beatificación: 17 de marzo de 1996 por el Papa Juan Pablo II Fecha de canonización: 5 de octubre de 2003 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de Africa Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia. La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas.
Hijo único – padres santos Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe profunda y rica de valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.
Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de Africa Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de Africa junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga».
En el corazón de Africa – con Africa en el corazón
Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que forma parte Comboni llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte. Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misioneros, pobreza de la gente abandonada a si misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la misión de Santa Cruz escribe a sus padres: «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa».
Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se siente confirmado en la decisión de continuar su misión: «Africa o muerte!».
Cuando regresa a Italia, el recuerdo de Africa y de sus gentes empujan a Comboni a preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, recogido en oración sobre la tumba de San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso «Plan para la regeneración de Africa», un proyecto misionero que puede resumirse en la expresión «Salvar Africa por medio de Africa», fruto de su ilimitada confianza en las capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos.
Un Obispo misionero original
En medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en serio la misión de Africa Central. Para lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa, pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misionera, la primera en Italia, como instrumento de animación misionera.
Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a Africa llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.
Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que 70 obispos firmen una petición en favor de la evangelización de Africa Central (Postulatum pro Nigris Africæ Centralis).
El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de Africa Central y consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombramiento confirma que sus ideas y sus acciones, que muchos consideran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.
Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espíritu, junto con sus misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad evangelizadora.
La cruz como «amiga y esposa»
En 1880 Comboni vuelve a Africa por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá». Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes realidades que » nacen al pie de la cruz «, sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los hombres. Fechas más importantes — Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831. — Consagra su vida a Africa en 1849, realizando un proyecto que lo lleva a arriesgar la vida varias veces en las difíciles expediciones misioneras desde 1857, que es cuando va por primera vez a Africa. — El 31 de diciembre de 1854, año en que se proclama el dogma de la Inmaculada Concepción de María, es ordenado sacerdote por el Beato Juan Nepomuceno Tschiderer, Obispo de Trento. — En 1864 escribe un Plan fundado sobre la idea de » salvar Africa por medio de Africa », que demuestra la confianza que Comboni tiene en los africanos, pensando que serán ellos los protagonistas de su propia evangelización (Plan de 1864).
— Fiel a su consigna «Africa o muerte «, no obstante las dificultades sigue con su Plan fundando, en 1867, el Instituto de los Misioneros Combonianos.
— Voz profética, anuncia a toda la Iglesia, sobre todo en Europa, que ha llegado la hora de evangelizar a los pueblos de Africa. No teme presentarse, como simple sacerdote que es, a los Obispos del Concilio Vaticano I, pidiéndoles que cada Iglesia local se comprometa en la conversión de Africa (Postulatum, 1870).
— Demostrando un valor fuera de lo común, Comboni consigue que también las religiosas participen directamente en la misión de Africa Central, siendo el primero en tomar tal iniciativa. En 1872, funda un Instituto de religiosas dedicadas exclusivamente a la misión: las Hermanas Misioneras Combonianas.
— Gasta todas sus energías por los africanos y lucha con tesón para que sea abolida la esclavitud.
— En 1877, es consagrado Obispo nombrado Vicario Apostólico de Africa Central.
— Muere en Jartum, Sudán, abatido por las fatigas y cruces, en la noche del 10 de octubre de 1881.
— El 26 de marzo de 1994, se reconoce la heroicidad de sus virtudes.
— El 6 de abril de 1995, se reconoce el milagro realizado por su intercesión en una muchacha afrobrasileña, la joven María José de Oliveira Paixão.
— El 17 de marzo de 1996, es beatificado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
— El 20 de diciembre 2002, se reconoce el segundo milagro realizado por su intercesión en une madre musulmana del Sudan, Lubna Abdel Aziz.
— El 5 de octubre de 2003, es canonizado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
Decisión y constancia
Santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13.
Jueves XXVII del Tiempo Ordinario.
Por: Francisco J. Posada, LC
Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡
Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ayúdame, Señor, a convertirme en un amigo tuyo para que te sea más difícil negarme algo que te pido. Perdóname las impertinencias que haya hecho, pero Tú conoces mejor que yo cuánto te necesito. Te pido que me concedas una confianza en ti que me lleve a no parar de pedirte las gracias que necesito.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre.
¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, ¿le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La vida cristiana es una lucha, en esta nos enfrentamos a situaciones en las que debemos decidir qué es lo mejor que hay que hacer. Cada momento está lleno de decisiones, la hora a que nos levantamos, lo que comemos, las personas con las que estamos, etc. Nuestra vida es una encrucijada de decisiones y, en este contexto, podemos pensar en cuál es el mejor modo para decidir. ¿Qué es lo mejor cuando nuestra familia o seres queridos están de por medio? Hay situaciones que no son fáciles y nos empujan a límites que no nos imaginamos. Es ahí donde entra la gracia de Dios que nos puede ayudar para hacer lo que no es fácil con nuestras propias fuerzas y nos dice cómo actúa Dios en nuestras vidas.
La constancia en la oración es otro punto relevante que sólo se da si tenemos esa confianza que Dios nos ayudará, o que puede hacer algo y necesitamos despertarlo para que obre. Pidámosle a Dios que nos conceda la gracia de ver nuestra vida como un momento de decidirse por lo que más le agrada a Él y ser conscientes de que la constancia nos será de gran ayuda en todo lo que hagamos.
Dios sabe lo que necesitamos porque conoce nuestro corazón y todo lo que nos mueve, como Padre nos tiene bajo su mirada amorosa. ¿Quién no quiere estar a lado de un padre tan bondadoso?
«Y el mismo Jesús nos enseña la parábola de ese señor que va donde el vecino a pedir pan a medianoche: la perseverancia para llamar a la puerta. O la viuda, con el juez injusto: e insiste e insiste e insiste: es la perseverancia. La fe y la perseverancia van juntas, porque si tienes fe, es seguro que el Señor te dará lo que pidas. Y si el Señor te hace esperar, llama, llama, al final el Señor da la gracia. Pero el Señor no se comporta así para hacerse el interesante o porque piense “mejor que espere”, no. Lo hace por nuestro propio bien, para que tomemos las cosas en serio. Tomar en serio la oración, no como los papagayos: bla, bla, bla, bla, bla y nada más. El mismo Jesús nos reprocha: “No sean como los gentiles que creen en la eficacia de la oración por su mucha palabrería, muchas palabras”. No. Es la perseverancia. Es la fe». (Homilía de S.S. Francisco, 23 de marzo de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pediré el don de la confianza y la constancia a Dios.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Por qué en Misa repetimos las cosas tres veces?
Durante la Misa, varias oraciones o invocaciones se repiten tres veces. Esta forma litánica nos ayuda a sumergirnos en las peticiones hechas al Dios Trino
¿Te has fijado alguna vez en que todo (o casi todo) se dice tres veces durante la Misa? En cualquier caso, hay varias invocaciones, desde el Kyrie (Señor, ten piedad) hasta la bendición solemne, pasando por el Santo e incluso el aleluya, que normalmente se canta dos veces antes del himno y una después.
Después del Yo confieso a Dios, decimos el Señor, ten piedad, que consiste en tres súplicas al Señor, a Cristo y de nuevo al Señor, a quien pedimos misericordia. Se trata de un texto con un claro significado trinitario: es para dirigirse al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, para obtener su misericordia.
Sentido Trinitario
La triplicación de las fórmulas responde en primer lugar a esta realidad: proclamamos un Dios trino, uno en tres personas, donde el Espíritu Santo personifica el amor infinito y recíproco del Padre por el Hijo. La visión de Isaías, que es el origen del sanctus, es una de las formulaciones más completas de esto en el Antiguo Testamento:
«Vi al Señor sentado en un trono muy alto […] Los serafines estaban de pie sobre él […] Le gritaban: ‘¡El Señor está con nosotros! […] Se gritaban unos a otros: ‘¡Santo! ¡Santo! ¡Santo es el Señor del universo! Toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6,1-3).
En efecto, aunque el Antiguo Testamento no se haya beneficiado aún de la revelación del Dios Trino, el tres es ya el símbolo de la plenitud y la divinidad. Por eso se dice que Dios es «tres veces santo».
No insistas como los paganos
La repetición suele asociarse a la pedagogía, pero también se utiliza en la liturgia. Sin embargo, antes de enseñar a sus discípulos el Padrenuestro, Jesús les advirtió:
«Cuando oréis, no insistáis como los paganos, pues se imaginan que a fuerza de palabras serán escuchados.»(Mt 6,7).
¿No es ante todo no olvidar nunca que la oración se dirige a un Padre que responde a sus hijos, y protegerlos de todo automatismo?
Sin embargo, la oración por repetición y la letanía están en el corazón de la vida espiritual, como demuestra la difusión del rosario. Repetir, pedir una y otra vez, permite a los fieles impregnarse de las palabras que dirigen a Dios, interiorizarlas.
El salmo 136 es un buen ejemplo, repitiendo al final de cada versículo: «¡Su amor permanece para siempre!»
Triple invocación
La triple invocación del Cordero tiene la misma función: verdaderamente, Señor, tú que nos salvas, ten piedad. Ya invocada durante el Kyrie, la misericordia del Padre se implora también en el himno Gloria:
«Tú que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas los pecados del mundo, recibe nuestra oración; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros».
Ante la gloria de la Trinidad eterna se repite: «Porque solo Tú eres santo, solo Tú eres el Señor, solo Tú eres el Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre».