Luke 11:1-4
Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la gran oración que Jesús nos enseñó. Piensen cómo esta oración nos conecta con las grandes personalidades de la historia del cristianismo, desde Pedro y Pablo a Agustín, Tomás de Aquino, Francisco de Asís, John Henry Newman, G.K. Chesterton, Juan Pablo II, y hasta hoy día.
El deseo de rezar está dentro nuestro, plantado en lo más profundo. Esto quiere decir que hay un deseo de hablar con Dios y de escucharlo. Tengamos en cuenta que el rezar no está orientado a cambiar lo que Dios tiene en mente o decirle algo que no sabe. Dios no es como un gran jefe de la ciudad o un gran señor de un palacio a quién tenemos que persuadir. Sino que es Aquel que nada necesita más que darnos cosas buenas—a pesar de que no siempre es lo que nosotros queremos—.
¿Pueden ver cómo esta oración nos ordena correctamente? Debemos poner primero el santo nombre de Dios, esforzarnos en hacer Su voluntad sobre todas las cosas y en todo momento, fortaleciéndonos con la comida espiritual porque si no desvanecemos, debemos ser instrumentos del perdón, y ser capaces de resistir las fuerzas del mal.
Dionisio de París, Santo
Memoria Litúrgica, 9 de octubre
Por: Xavier Villalta A. | Fuente: Catholic.net
Primer obispo de París
Martirologio Romano: San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires, de los cuales la tradición quiere que el primero, enviado por el Romano Pontífice a la Galia, fuese el primer obispo de París, y que junto con el presbítero Rústico y el diácono Eleuterio, padeciesen en las afueras de la ciudad (s. III).
Etimológicamente: Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, viene del griego
Breve Biografía
Dionisio legó a Francia hacia el 250 ó 270 desde Italia con seis compañeros con el fin de evangelizarla. Fue el primer obispo de París, y apóstol de las Galias.
Dionisio fundó en Francia muchas iglesias y fue martirizado en el 272, junto con Rústico y Eleuterio, durante la persecución de Valeriano. Según creen algunos es en Montmartre (mons Martyrum), o en el sur de la Isla de la Cité, según otros, donde se eleva, en la actualidad, la ciudad de Saint-Denis lugar en el que fueron condenados a muerte.
Según las Vidas de San Dionisio, escritas en la época carolingia, tras ser decapitado, Dionisio anduvo durante seis kilómetros con su cabeza bajo el brazo, atravesando Montmartre, por el camino que, más tarde, sería conocido como calle de los Mártires. Al término de su trayecto, entregó su cabeza a una piadosa mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, y después se desplomó. En ese punto exacto se edificó una basílica en su honor. La ciudad se llama actualmente Saint-Denis.
La tradición del culto a San Dionisio de París, fue creciendo poco a poco, dándole a conocer, llegando a confundirlo con Dionisio Areopagita (obispo de Atenas) o con Dionisio el Místico. Esta confusión proviene del siglo XII cuando el abad Suger falsificó unos documentos por razones políticas, haciendo creer que San Dionisio había asistido a los sermones de Pablo de Tarso.
«Yo» delante de Dios
Santo Evangelio según San Lucas 11, 1-4. Miércoles XXVII del tiempo ordinario.
Por: Iván Yoed González Aréchiga, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, siento que no te conozco. Si te pido humildemente el don de conocerte mejor, ¿me escucharás? Dios, Tú eres bueno, eres la Bondad misma. Confío en ti. Confío que me otorgarás el don de conocerte mejor. ¡Ven Espíritu Santo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tantos, tantos cristianos ha habido en esta tierra de los cuales se dice que hablaban con Dios. Los llamamos santos. Son modelos de vida. Maestros de oración. Unos pasaban horas delante de Cristo en el Sagrario. Otros lo alababan entre paisajes que reconocían como la creación de Dios. Disfrutaban con Él. Lloraban con Él. En Él colocaban su cansancio, con Él desahogaban todo su ser. Con Él estaban verdaderamente. Y Él estaba verdaderamente con ellos.
Yo tengo un deseo de aprender a orar así. De aprender a orar, a hablar como hablo con cualquier persona. De contarle a Dios tantas cosas. De abandonar el formalismo de una tradición, que no sé cómo se formó, para presentarme verdaderamente como soy delante de Él. A veces dudo que pueda lograrlo. Tantas veces me regresa una intuición, que no sé por qué me creo, de que no seré capaz de orar como los santos… pero, ¿es que debo orar «como los santos»?
Ante todo, ¡debo orar como yo soy! Si soy apasionado, entonces pongo mi pasión delante de Dios. Si estoy enojado, entonces es una persona enojada la que se presentará delante de Dios. Si estoy lleno de miedos, entonces será un «yo» lleno de miedos el que se presentará ante Dios. Me presentaré, en pocas palabras, a mí mismo tal cual como soy y me encuentro. Y no como lo haría el «otro», sino solo como lo haría yo. Después de todo, eso es lo que hacían y hacen los que han aprendido a orar. Ése es el camino, tan sencillo (y también a veces tan complicado) que se debe recorrer.
Señor, te pido la gracia de saber orar humanamente, no idealistamente. De saber orar simplemente como soy yo. Gracias por querer enseñarme a orar.
«Nosotros a menudo rezamos a Jesús, rezamos al Padre, especialmente cuando rezamos el Padre Nuestro, pero no tan frecuentemente rezamos al Espíritu Santo. Es verdad ¿no? El olvidado. Y necesitamos pedir su ayuda, su fortaleza, su inspiración. El Espíritu Santo, que ha animado por entero la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo Espíritu que hoy guía la existencia cristiana. La existencia de un hombre, una mujer, que se dicen y quieren ser cristianos. Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos hemos recibido en virtud del Bautismo, significa reencontrar la valentía apostólica necesaria para superar fáciles comodidades mundanas».
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de enero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré un momento para estar con Dios tal cual soy. No necesariamente le diré «cosas», quizás en ese momento no tendré nada que decir. Lo importante es que hoy quiero comenzar un camino (o continuarlo) en donde seré verdaderamente yo delante de Dios.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué santo es representado con su cabeza entre las manos?
Caroline Becker – publicado el 05/07/18
¿Cómo identificar a un santo que encontramos en un recodo de una calle, un museo, una iglesia, en forma de estatua o de cuadro? Aleteia te da las claves para reconocer los símbolos de cada personaje y ser todo un experto. Hoy: San Dionisio
Representación:
San Dionisio es representado muy a menudo con la cabeza en las manos. A veces la cabeza está cortada a ras del cuello y a veces solo la parte superior del cráneo aparece seccionada. Algunas representaciones lo muestran con la cabeza sobre los hombros y otra en las manos.
Vida y leyenda:
Primer obispo de París, san Dionisio vivió en el siglo III. Se ha construido una leyenda alrededor de este personaje, así que no conocemos su vida. En efecto, en el siglo IX, a los monjes de Saint-Denis les gustaba asimilarlo a Dionisio el aeropagita, mencionado en los Hechos de los Apóstoles, a quien san Pablo convirtió y que se convirtió en el primer obispo de Atenas. Era una manera, según ellos, de poder declarar que su santo patrón había vivido en tiempos de Cristo.
Convertido por san Pablo, Dionisio se convierte en el líder de la comunidad cristiana en Egipto antes de partir hacia la Galia. Se convierte entonces en el primer obispo de París. Arrestado por el emperador, sufre muchos tormentos por no renegar de su fe. Al final, es decapitado con sus dos compañeros, Eleuterio y Rústico. Cuando el verdugo acaba de cortarle la cabeza, se produce un milagro: san Dionisio, aún vivo, se inclina, agarra su cabeza y se dirige con ella al lugar de su entierro. El distrito donde se derrumbó lleva hoy el nombre de Saint-Denis. Sobre su tumba se construyó una capilla. Dagobert hizo transportar las reliquias en el año 639 a la abadía que acababa de fundar y que se convirtió en la abadía de Saint-Denis, sepultura de los reyes de Francia.
Patrón:
Es invocado para los dolores de cabeza.