En ese momento, Jesús propone una solución. Pone a un niño en medio de ellos y dice: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado”. ¿De qué son capaces los niños? Son capaces de recibir órdenes. Todavía no han aprendido el camino de la desobediencia.

Además, los niños pequeños son capaces de vivir radicalmente el momento presente, de perderse en jugar o en la contemplación de algo bello. La mayoría de nosotros vivimos en el pasado (saboreando una gloria desvanecida o lamiendo viejas heridas) o en el futuro (aspirando, esperando, temiendo lo que pueda venir). Pero Dios y Su gracia están disponibles ahora.

Anthony de Mello tiene un relato, una imagen, que es apropiado mencionar aquí: la mayoría de nosotros somos como personas viajando en un autobús, pasando por el país más hermoso que se pueda imaginar, pero tenemos las ventanas cerradas, y estamos discutiendo acerca de quién tiene el mejor lugar en el autobús.

Jerónimo, Santo

Doctor de la Iglesia, 30 de septiembre

Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).

Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego

Breve Biografía

El siglo IV después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.

Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.

Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.

La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.

Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y biblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la large lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.

Si quieres ahondar más en la vida de Jerónimo consulta corazones.org en donde también tienen una biografía completa de San Jerónimo

Ser lo que somos ante el Señor

Santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50. Lunes XXVI del Tiempo Ordinario.

Por: Edison Valencia, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre, concédeme, ponerme delante de ti como lo que soy, como un niño que sabe que siempre cuanta con su Padre.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad, el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”.

Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Quién será realmente el mayor delante del Señor? Pues de esto estaban discutiendo los discípulos. No diré que todos, pero creo que varios de ellos estaban en este plan; Judas pensaba: «bueno creo que ese seré yo, pues yo manejo el dinero y sin dinero no podemos hacer nada»; Juan dando un buen discurso sobre el amor, la paciencia, etc., y Pedro diciendo: «Tranquilos aquí mando yo». Y podemos repasar a muchos de los discípulos. Pero qué diferente piensa nuestro Señor. Tomando un niño les muestra quién es realmente el más grande, el más importante, y no es precisamente por sus cualidades extraordinarias, sino por su sencillez de corazón que se presenta tal y como es delante del Señor.

Por eso es el mayor. Cuando realmente podamos vernos delante de Dios como un niño, sabiendo que ponemos toda nuestraconfianza en el Padre, cuando nos demos cuenta que trabajamos como si dependiera de nosotros, pero teniendo claro que todo depende de Cristo estaremos siendo sencillos.

Vivamos de la mano de María, sabiendo que ella, que supo ponerse como esclava, era humilde delante de Dios a pesar de que es la criatura más perfecta que ha podido existir sobre la tierra.

«Este es el primer punto: ser humildes, reconocerse hijos, descansar en el Padre, fiarse de Él. Para entrar en el Reino de los cielos es necesario hacerse pequeños como niños. En el sentido de que los niños saben fiarse, saben que alguien se preocupará por ellos, de lo que comerán, de lo que se pondrán, etc. Esta es la primera actitud: confianza y confidencia, como el niño hacia los padres; saber que Dios se acuerda de ti, cuida de ti, de ti, de mí, de todos».

(Audiencia de S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Mostrarme como lo que soy delante de Cristo (si es posible en la Eucaristía).

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Jerónimo, sacerdote, doctor y traductor de la Biblia

Francisco de Zurbarán

Santa Paula y Santa Eustaquia, escuchan a San Jerónimo

Philip Kosloski – publicado el 30/09/16 – actualizado el 29/09/24

San Jerónimo fue secretario de un papa, traductor de la Biblia al latín conocida como la Vulgata, luchó contra los herejes y hablaba sin pelos en la lengua.

El 30 de septiembre es el día de san Jerónimo, sacerdote y Doctor de la Iglesia. Este santo es célebre por su traducción de la Biblia a la forma de latín más común de su tiempo (la Vulgata).

Jerónimo comenzó su ministerio sacerdotal como ermitaño llevando una vida de asceta a las afueras de Antioquía. Más tarde, Jerónimo viajó a Constantinopla, donde entabló amistad con san Gregorio de Nacianzo, junto a quien estudió las Sagradas Escrituras. En el año 380 emprendió el camino a Roma.

En el concilio de 382 Jerónimo destacó por la extensión de su saber y la seguridad de su doctrina, a tal punto que el Papa Dámaso decidió tomarlo como secretario. Luego de dio el encargo de traducir la Biblia a partir de una serie de textos en latín antiguo.

Es entonces cuando emprende sus trabajos sobre la Sagrada Escritura, creciendo su reputación de ciencia y de santidad, con lo que atrajo a toda una élite de la sociedad romana, en particular damas nobles con las que mantenía una correspondencia altamente espiritual en la que les explicaba las escrituras.

Parte a Belén

Pero, a la muerte del Papa Dámaso (año 384), las envidias y los rencores estallaron contra Jerónimo, cuyas violentas invectivas contra los abusos y los desórdenes lo habían hecho antipático. Decide partir a Chipre y Antioquía, con la intención de llegar a Tierra Santa junto a su hermano Pauliniano y un grupo de fieles, donde vivió en Belén, donde luego de muchas penurias y luchas contra los herejes, murió el 30 de septiembre del año 420.

También es “famoso por ser uno de nuestros santos más cascarrabias”, por hablar sin pelos en la lengua y por crearse enemigos allá donde fuera.

El ascetismo de Jerónimo fue lo que le salvó, según dijo de él un obispo mientras miraba un cuadro en el que aparecía Jerónimo golpeando su pecho con una piedra:

“Haces bien llevando esa piedra, pues sin ella la Iglesia nunca te habría canonizado” (Vidas de los santos, de Alban Butler).

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Diez famosas frases de San Jerónimo

Aquí hay 10 ingeniosas citas de san Jerónimo que ayudan a valorar la vida de este hombre que nos entregó la Vulgata:

1) «La ignorancia en las Escrituras es ignorancia de Cristo»

2) «Empieza a ser ahora lo que serás de aquí en adelante»

3) «El rostro es el espejo de la mente, y los ojos, sin hablar, confiesan los secretos del corazón»

4) «Requiere tiempo buscar un amigo, rara vez lo encontramos y con gran dificultad lo conservamos»

5) «En vano canta la lira para el asno»

6) «Todo debe incluir un agudo condimento de verdad»

7) «Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su interior comente: ‘¿por qué entonces tú no actúas así?’»

8) «Huye como de una peste del clérigo que se dedica a los negocios, del que viniendo de la pobreza se ha hecho rico, y del desconocido que ha pasado a ser famoso»

9) «Es aún peor ser ignorante de la ignorancia de uno»

10) «¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno!»