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• Matthew 6:24-34

Bishop Robert Barron

Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos llama a confiar nuestra vida por completo a Dios. ¡Cuán a menudo la Biblia nos obliga a meditar sobre el significado de la fe! Podríamos decir que las Escrituras se basan en la fe y que permanecen inspiradas en todo momento por el espíritu de la fe.

Paul Tillich dijo que “fe” es la palabra más incomprendida en el vocabulario religioso, y siempre he sentido que tiene razón en eso. ¿Qué es la fe? La fe es una actitud de confianza en la presencia de Dios. La fe es estar abierto a lo que Dios nos revele, lo que haga y donde nos invite. Debería ser obvio que, al tratar con un Dios infinito y todopoderoso, nunca tendremos control.

Esto es precisamente lo que vemos en la vida de los santos: en la Madre Teresa mudándose al peor barrio pobre del mundo en una actitud de confianza; en San Francisco de Asís simplemente abandonando todo y viviendo para Dios; en la decisión de Rose Hawthorne de llevar a los enfermos de cáncer a su propia casa; en San Antonio dejando todo atrás y adentrándose en el desierto; en San Maximiliano Kolbe diciendo: “Soy un sacerdote católico; llévame en su lugar “.

No te preocupes y sabe depender de Dios para todo. ¡Ten fe!

 

 

Tomás Moro, Santo

Memoria Litúrgica, 22 de junio

 

 

Por: Cristina Huete García |
Fuente: hagiopedia.blogspot.com
Mártir inglés, patrono de los gobernantes y los políticos

Martirologio Romano: Santo Tomás Moro, mártir por haberse opuesto al rey Enrique VIII en la controversia sobre su matrimonio y sobre la primacía del Romano Pontífice, fue encarcelado en la Torre de Londres, en Inglaterra; padre de familia de vida integérrima y presidente del consejo real, por mantenerse fiel a la Iglesia Católica murió el día 6 de julio, uniéndose así al martirio del obispo San Juan Fisher († 1535).

Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa León XIII el 29 de diciembre de 1886
Fecha de canonización: 19 de mayo de 1935 por el Papa Pío XI

Breve Biografía

 


Nació en Londres, su padre era juez de Derecho común. Estudió en Canterbury Hall en Oxford y enseño Derecho en Inns of Court; en el 1501, ingresó en el colegio de abogados. Se planteó hacerse cartujo o sacerdote diocesano, pero terminó prefiriendo “ser un fiel marido antes que un sacerdote infiel”. En 1504 se casó con Jane Colt, con la que tendría cuatro hijos. Muerta su esposa en 1511, se casó por segunda vez con Alice Middleton, viuda y madre de una hija. Fue padre de familia numerosa, rico, gran señor, enamorado ferviente del arte y la cultura, experto en leyes, político y estadista, y admirador de Pico della Mirándola, de quien escribió su biografía, y de los Santos Padres y santo Tomás de Aquino. Muy amigo de Erasmo de Rótterdam, que le dedicó “El Elogio de la locura”.

Fue uno de los hombres más cultos de su época. Escribió “La Utopía” (1516), que es uno de los textos paradigmáticos de la filosofía política, en dialéctica con el contemporáneo “El príncipe” de Macchiavelli.

En 1510 fue miembro del primer parlamento de Enrique VIII, y en 1515 fue agregado comercial de la embajada de Flandes. En 1517 fue nombrado miembro del Consejo Real. Tuvo que acompañar a la familia real de palacio en palacio, lo que le obligó a ausencias penosas de su hogar. En 1521 fue vicetesorero, en 1523 “speaker” de la Cámara de los Comunes, y en 1525 canciller del ducado de Lancaster y además mayordomo de ambas univesidades. Después de haber contribuido al éxito diplomático de la paz de Cambrai (1529) gozó del favor de Enrique VIII, y tras la caída del cardenal Wolsey, le sucedió en 1529, en el cargo de lord canciller. Ayudó al rey en su oposición a Lutero, y escribió el libro “Diálogo sobre las Herejías” y su “Apologia”. Se encontró con la imposibilidad de sostener el divorcio del rey con Catalina de Aragón y, cuando en 1531, Enrique VIII adoptó el título de jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, renunció a su cargo y, cuando se negó al juramento de supremacía fue encarcelado en la Torre de Londres, desposeído de su fortuna, escribió “Diálogo de la fortaleza contra la tribulación”. Fue decapitado 15 meses más tarde en la plaza londinense de Tyburn.

 

 

Sus últimos momentos tuvieron la ironía graciosa que conceden los mártires. Cuando fue a subir al cadalso le dijo gentilmente al verdugo: «Sir, ¿quisiera ayudarme a subir? Para bajar pensaré solo». Dirigiéndose al mismo verdugo, le dijo: «Coraje amigo mío, no tengas miedo. Sobre todo recuerda que tengo el cuello corto. Pon atención, ¡va tu honor!» y luego al poner la cabeza en el cepo, la alzó para acomodarse la barba y dijo: «esta no ha traicionado, por lo tanto no debe cortarse». Murió sin rencor. «Orad a Dios por el rey, para que lo ilumine y lo inspire». Murió nueve días después del cardenal san Juan Fisher (aunque le dijeron que éste había jurado).

 

 

No puedo servir a Dios y al dinero

Santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34.

 

Sábado XI del Tiempo Ordinario
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, gracias porque estás siempre conmigo. Gracias por que no me abandonas, gracias por ser mi Padre.

 

Ya sé que Tú me amas mucho y que harías lo que fuera para que sea feliz y alcance el cielo que nos has prometido. Pero ayúdame a ver de buen grado todos los acontecimientos de mi vida, sabiendo que ahí estás Tú.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con que se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento ¿Y porqué se preocupen por el vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Lo decía San Juan de la Cruz y otros grandes santos: «De Dios recibimos tanto cuanto esperamos». Lo que nos puede pasar a nosotros, cristianos de a pie, y no místicos como San Juan de la Cruz, es que no nos la creemos.

No creemos en el abandono en Dios.

Pensamos poco en quién es Dios, en su omnipotencia, en que Él es Padre y quiere lo mejor para nosotros. San Francisco de Asís se lo dijo al Papa, cuando quería fundar su pobre congregación:

«La congregación será una madre muy pobre, pero Dios es un Padre muy generoso.

Es verdad que el abandono en Dios, no implica un abandono de las cosas de «aquí abajo».

Tampoco nos puede llevar a desentendernos de nuestros deberes y responsabilidades.

Pero nuestra actitud es diferente cuando ponemos todo nuestro esfuerzo confiando en que Dios hará el resto. «Dios pone casi todo y tú pones tu casi nada, pero Dios no pone su casi todo si tú no pones tu casi nada».



«Pensando en tantas personas que viven en condiciones de precariedad, o incluso en la miseria que ofende su dignidad, estas palabras de Jesús podrían parecer abstractas, si no ilusorias. ¡Pero en realidad son más que nunca actuales! Nos recuerdan que no se puede servir a dos amos: Dios y la riqueza. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Tenemos que oír bien esto. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Si en cambio, confiando en la providencia de Dios, buscamos juntos su Reino, entonces a nadie le faltará lo necesario para vivir dignamente. Un corazón ocupado por la furia de poseer es un corazón lleno de esta furia de poseer, pero vacío de Dios. Por eso Jesús ha advertido varias veces a los ricos, porque en ellos es fuerte el riesgo de colocar la propia seguridad en los bienes de este mundo. En un corazón poseído por las riquezas, no hay más espacio para la fe».
(S.S. Francisco, ángelus del 2 de marzo de 2014).


Diálogo con Cristo

 

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Iré a visitar al Santísimo y le confiaré mis proyectos, preocupaciones y alegrías.

Despedida

Siguiendo el ejemplo de Jesús como maestro, puedes dedicar tiempo a compartir y reflexionar sobre las enseñanzas de la fe con tu familia, fomentando un ambiente donde todos puedan crecer espiritualmente juntos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

Santo Tomás Moro, el íntegro patrón de los políticos

 

 

Prefirió ser condenado a muerte a reconocer con su firma la disolución del matrimonio de su amigo el rey Enrique VIII

Santo Tomás Moro fue toda una personalidad en la Inglaterra del siglo XVI. Estaba casado, con cuatro hijos, y era Canciller del reino de Enrique VIII.

De hecho eran amigos, él y el rey. Pero Tomás se negó a jurarle sumisión como cabeza de la Iglesia en Inglaterra.

Cuando su mujer intentó persuadirle, él le preguntó: «¿Cuántos años crees que podría vivir en mi casa?». «Por lo menos veinte, porque no eres viejo», contestó ella. «Muy mala ganga, puesto que quieres que cambie por veinte años toda la eternidad». 

Su conciencia no le permitía reconocer la disolución del matrimonio de Enrique VIII y todo lo que ello conllevaba. Eso le costó la vida. Hoy es patrono de los políticos y los gobernantes.

La razón, la integridad y la fe fueron grandes aliados de santo Tomás Moro para mantenerse fiel a su conciencia.

Como él mismo reconocía, también la Eucaristía fue para él una fuente de fuerza a lo largo de su vida:

“Si me distraigo, la Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se presentan cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me fortalezco cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía. Si necesito una luz especial y prudencia para ejercer mis pesadas obligaciones, me acerco a mi Señor y busco su consejo y su luz”.

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