Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Oh Señor, qué templo Te prepararemos, (105) visto que toda la tierra es Tu escabel? Tú Mismo Te has preparado un templo, la Santísima Virgen. Sus entrañas inmaculadas son Tu morada y se hace el milagro de Tu misericordia, oh Señor. El Verbo se hace Carne, Dios habita entre nosotros, el Verbo de Dios, la Misericordia Encarnada. Nos has elevado a tu divinidad a través de tu humillación; es el exceso de Tu amor, es el abismo de Tu misericordia. Los cielos se asombran de este exceso de Tu amor, ahora nadie tiene miedo de acercarse a Ti. Tu eres Dios de la misericordia, tienes piedad de la miseria, eres nuestro Dios y nosotros Tu pueblo. Tú eres nuestro Padre y nosotros por Tu gracia somos Tus hijos. Sea glorificada Tu misericordia por haberte dignado descender a nosotros.
Adorado seas, oh Dios misericordioso,
Por haberte dignado descender de los cielos a esta tierra.
Te adoramos en gran humildad,
Por haberte dignado elevar todo el género humano.
Reflexión: Hijo unigénito II
La infinita bondad de Dios al enviarnos su hijo unigénito. Oh señor que templo, te prepararemos. Visto que toda la tierra es Tuya. Tú mismo te has preparado un templo, la santísima virgen, sus entrañas inmaculadas son tu morada y se hace el milagro de tu misericordia, oh señor, el verbo se hace carne, Dios habita en nosotros, el verbo de Dios, la misericordia, una misericordia encarnada.
Nos ha elevado a tu divinidad a través de tu humillación, es el exceso de tu amor, es el abismo de tu misericordia los cuales se asombran de tu amor. Ahora nadie tiene miedo de acercarse a ti. Tú eres Dios de la misericordia, tienes la piedad de la miseria. Eres nuestro Dios y nosotros tu pueblo. Tú eres nuestro padre y nosotros, por tu gracia, somos hijos. Sea glorificada tu misericordia por haberte dignado descender a nosotros. El padre predestinó a los hombres a ser conformes con la imagen de su hijo. Para que este sea primogénito entre nuestros hermanos, nuestra mi vida, debe ser una contienda, imitación de su vida aquí en la tierra. Fue Cristo un hombre, un hombre individual con una familia y con una patria dada a la trascendencia de su divinidad, acogió a toda la humanidad. En Jesús había otras dos clases de ciencia, en primer lugar, la ciencia de los bienaventurados, la visión de la ciencia divina. Esta ciencia propia de Dios no podía crecer la tenía en plenitud y también poseía Jesús la ciencia infusa que perfeccionaba su inteligencia y por la que conocía todas las cosas, incluso las ocultas, como leer en los corazones de los hombres. Jesús crecía en sabiduría, en verdad y en gracia delante de Dios y de los hombres, también nosotros debemos crecer en el conocimiento de Dios y de sus designios de salvación.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te permita conocer a su hijo unigénito, a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce