Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
No éramos nada necesarios para Tu felicidad, pero Tú, Señor, quieres compartir con nosotros Tu propia felicidad. Pero el hombre no resistió la prueba; habrías podido castigarlo como a los ángeles rechazándolo eternamente, pero aquí se manifestó Tu misericordia y Tus entrañas fueron sacudidas por una gran piedad y Tu Mismo prometiste reparar nuestra salvación. No nos castigaste como lo habíamos merecido debido al inconcebible abismo de Tu compasión. Que sea adorada Tu misericordia, oh Señor; la glorificaremos por los siglos. Y los ángeles se asombraron de la grandeza de misericordia que manifestaste a los hombres…
Reflexión: Bondad de Dios. Destinado a la gloria
La infinita bondad de Dios en la creación de los hombres. No éramos nada necesarios para tu felicidad, pero tú Señor, quieres compartir con nosotros tu propia felicidad pero no resistió las pruebas, habrías podido castigar como a los ángeles rechazándolo eternamente pero aquí se manifestó tu misericordia y tus entrañas fueron sacudidas por la gran piedad. Y tú mismo prometiste reparar nuestra salvación. No nos castigaste como lo habíamos merecido, debido al inconcebible abismo de tu compasión. Que sea tu misericordia oh Señor y la glorificaremos por los siglos y los ángeles se asombrarán de la grandeza de misericordia que manifestaste a los hombres.
Hermanos, solo para el cielo, para que comparta su perfección, su felicidad, su gloria eterna. Me ha creado Dios. 2. Para hacerme digno del cielo no me pide más que una cosa. Amarle con todo mi corazón por encima de todo y siempre servirle por medio de Jesucristo y con Jesucristo. Divino hijo y buenísimo pacificador. 3. Para ganar el cielo me dispongo más que de la vida presente la cual puede acabar en cualquier momento. Fruto 1. El cielo, tal es mi familia. La patria en que reina mi padre, por eso debo considerarme en esta tierra como una extranjera. Una desterrada viajera. 2. Dar gracias a Dios porque me da el cielo como recompensa de un servicio y de un amor que le debo yo por tantos otros conceptos y sin derecho alguno al premio. 3. ¿Cuántos no se han elevado? En mi edad a lo más alto de los cielos y yo apenas si he comenzado a llevar mi corona. Hoy mismo quiero, Dios mío, comenzar.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda conocer la bondad de Dios, a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce