• John 15:9-11
Bishop Robert Barron
Amigos, las dos palabras más importantes de nuestro Evangelio de hoy son alegría y mandamientos. “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto”. Y, “si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor”.
Estos no son términos que podamos yuxtaponer fácilmente. Solemos asociar los mandamientos con el cumplimiento del deber y la responsabilidad, o con la rectitud moral, y eso normalmente parecería oponerse al gozo.
Sin embargo, Santo Tomás de Aquino al tratar el tema del comportamiento humano, la primera pregunta que se plantea no es sobre la ley o la virtud, sino sobre el gozo. Santo Tomás se pregunta cuál es la naturaleza de la verdadera felicidad. Lo que todos buscamos, jóvenes y viejos, cristianos y no cristianos, hombres y mujeres, ricos y pobres, es gozo.
El objetivo de la vida moral es hacernos felices. Entonces, ¿cómo llegamos a ser felices? La respuesta de Santo Tomás, que está en consonancia con la gran tradición cristiana, es mediante el ordenamiento adecuado del deseo, aprendiendo cómo desear las cosas y la manera correcta. Y eso es precisamente lo que Jesús nos manda a hacer.
Francisco, en la Audiencia General: «El Evangelio no es una ideología, es un anuncio de alegría»
El Papa, en las próximas semanas, sintetizará su ciclo sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la exhortación apostólica «Evangelii gaudium»
Por SANTIAGO TEDESCHI PRADES
El Papa Francisco ha presidido como cada miércoles la Audiencia General en la Plaza San Pedro y, después de haber reflexionado durante varios meses sobre los “diferentes testigos del anuncio del Evangelio», en las próximas semanas se dedicará a sintetizar este ciclo de catequesis en cuatro puntos, inspirados en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
El primer punto “se refiere a la actitud de la que depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría”. ¿Cuál es la razón de esta gran alegría? ¿Una buena noticia, una sorpresa, un bonito suceso? Para el Papa Francisco es mucho más, “una persona: ¡Jesús! ¡Es Él el Dios hecho hombre que nos ama siempre, que ha dado la vida por nosotros y que desea donarnos la vida eterna! ¡Es Él nuestro Evangelio, fuente de una alegría que no pasa!”.
«El Evangelio es una sonrisa»
«El Evangelio no es una ideología, es un anuncio de alegría. El Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír, porque te toca el alma con la buena noticia”, ha subrayado Francisco durante su catequesis.
Francisco ha lamentado que “un cristiano infeliz, triste, insatisfecho o, peor todavía, resentido y rencoroso no es creíble. Es esencial vigilar nuestros sentimientos. Especialmente en aquellos contextos en los que la Iglesia ya no goza de ciertos reconocimientos sociales, se corre el riesgo de adoptar actitudes de desánimo o de venganza, y esto no es bueno”.
El Papa ha recordado “el gran pasaje de Emaús”: “La historia de esos dos discípulos muestra cómo, acompañados por Jesús, se puede siempre pasar del desaliento a la alegría pascual. Especialmente en este tiempo lleno de preocupaciones, donde en varios lugares se registra también una crisis de la fe, podríamos estar rodeados por los mismos estados de ánimo oscuros, por el sentimiento de derrota de esos dos, que se alejan de Jerusalén tristes y desanimados, prisioneros de sus expectativas decepcionadas. También nosotros a veces podríamos ser así. Emaús nos revela, sin embargo, que precisamente ahí, donde todo parece haber terminado, con Jesús resucitado renace la alegría”.
Los primeros en tener que ser evangelizados, «somos nosotros, los cristianos»
Estos dos discípulos de Emaús “hacen cuentas con su fe inmadura, con una forma de creer terrena, unida a expectativas de éxito mundano”. Pocos momentos después, reanimados por el encuentro con Jesucristo, “resurgen dentro, se vuelven celantes anunciadores”.
Por tanto, los primeros en tener que ser evangelizados “somos nosotros los cristianos”: “Inmersos en el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo”.
«Cuando el horizonte es oscuro, es la hora del encuentro con Jesús»
“Cuando el corazón está cansado y el horizonte es oscuro, es la hora del encuentro con Jesús, con su deslumbrante belleza, tan luminosa y entusiasmaste; y entonces, como por instinto, deseamos comunicarlo a quien tenemos a nuestro alrededor”, ha subrayado Francisco.
Concluyendo la catequesis, Francisco ha remarcado que “el Evangelio es esperado también hoy: el hombre de todo tiempo lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desierto los espacios del sentido religioso. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús”.
Atanasio, Santo
Memoria Litúrgica, 2 de mayo
Por: P. Ángel Amo
Fuente: Catholic.net
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia, el cual, preclaro por su santidad y doctrina, en Alejandría de Egipto defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino hasta Valente, por lo cual tuvo que soportar numerosas asechanzas por parte de los arrianos y ser desterrado en varias ocasiones. Finalmente, regresó a la Iglesia que se le había confiado, donde, después de haber luchado y sufrido mucho con heróica paciencia, descansó en la paz de Cristo en el cuadragésimo sexto aniversario de su ordenación episcopal († 373).
Breve Biografía
Atanasio nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los Padres de la Iglesia. Tozudo defensor de la ortodoxia durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea, pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente. Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la Iglesia de Alejandría, negando la igualdad substancial entre el Padre y el Hijo, amenazaba atacar el corazón mismo del cristianismo. En efecto, si Cristo no es Hijo de Dios, y él mismo no es Dios, ¿a qué queda reducida la redención de la humanidad?
En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador, Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presenter batalla a los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener que defenderme” escribió en su Apologia por la fuga. Atanasio tenía valentía hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas con brío.
Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.
Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto del monaquismo. Murió en el año 373.
Permanezcamos en el amor
Santo Evangelio según San Juan 15, 9-11.
V Jueves de Pascua
Por: Javier Castellanos LC
Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios te salve, María… Tú eres la llena de gracia, llena de Dios. Tú eres la causa de nuestra alegría. Acompáñame en esta oración para que permita a Dios llenar más mi vida y así me abra a la alegría que Él me quiere dar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo pide una cosa: permanecer en su amor. ¿Qué nos quiere decir con esto? Imaginémonos cómo es permanecer en un «lugar»: como cuando uno «permanece» en la parada del autobús, esperando el transporte que lo llevará de vuelta a casa. Cristo nos pide esperar firmes en su amor, agarrados con fuerza de la cruz: ahí donde Cristo nos ha reconciliado con el Padre y donde nos muestra el camino hacia el cielo .
Permanezcamos en el amor de Cristo. Y el modo de hacerlo es cumpliendo sus mandamientos. Durante la misma cena, poco antes, Jesús había dicho ya a sus apóstoles: «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.» (Jn 13, 34)
Permanecer en su amor significa creer en el amor, realmente. Y para ello no sólo hay que recibir amor sino dar amor.
Permanecer en el amor da como fruto la alegría plena. A esto nos invita Cristo, éste es el plan de amor que tiene sobre nosotros. Él quiere que encontremos su propia alegría, la alegría que es más resistente que los clavos de la cruz y la roca del sepulcro. La alegría de amar como el Padre ama al Hijo y como el Hijo nos ama a nosotros. Amar y ser amado, ésta es nuestra parada, nuestro destino y nuestra plenitud.
«A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver. […] Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios. Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor». (Homilía de S.S. Francisco, 4 de septiembre 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy buscaré consolar a quien encuentre triste.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 1 al 5 de mayo
La Iglesia ha dedicado el mes de mayo a María, a la dulce Reina de nuestras vidas, es por eso que comenzando con una simple oración le regalamos nuestro corazón:
Oh María, oh dulcísima, oh dueña mía!. Vengo a entregarte lo poco que poseo yo, pues sólo tuyo soy para que lo pongas en oblación ante el Trono de nuestro Señor. Te doy mi voluntad, para que no exista más y sea siempre la Voluntad del Padre Celestial.
Cada día del mes de mayo tiene que ser una flor para María. Por eso le regalaremos en cada jornada de su mes una meditación, una oración, una decena del Santo Rosario y una florecilla. De este modo iremos formando un ramo de flores para nuestra Reina del Cielo que nuestros ángeles custodios le llevarán en actitud de veneración.
Flor del 1 de mayo: Santa María
Fiesta de San José Obrero, su castisimo esposo.
Meditación: “El nombre de la Virgen era María” (Lucas 1,27). Según la tradición cristiana a la Santísima Virgen le impusieron ese nombre por especial designio de Dios, significando en arameo Señora, en hebreo Hermosa y en egipcio Amada de Dios.
Oración: ¡Oh hermosa Señora, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo!. Amén. Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Hacer un especial examen de conciencia por la noche, antes de ir a dormir.
Flor del 2 de mayo: Lirio Perfecto de Dios
Meditación: “Hágase en mi según Tu Palabra”. “El que haga la Voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3,35). María cumplió como nadie la Voluntad de Dios. Esto vale más que todos los demás dones suyos, sean cualidades humanas o gracias espirituales. Del mismo modo, por cumplir la Voluntad del Padre, Jesús sufre Su Pasión y Muerte, alcanzándonos la Redención.
Oración: ¡Oh María, Preciosísima, Cáliz de Amor!. Te ofrecemos nuestro corazón para que lo guardes junto a vos, uniéndolo al de tu Hijo Dios, como entrega de amor. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Prontitud y alegría para el trabajo, empezando por levantarme sin pereza y agradeciendo a Dios por un nuevo día.
San Atanasio, obispo de Alejandría defensor de la fe
Este gran defensor de la fe fue desterrado cinco veces por luchar contra el arrianismo, que niega la divinidad de Cristo
Nació en Alejandría (Egipto), donde recibió su formación filosófica y teológica. A los 24 años, en el 325, ya era diácono y acompañó al obispo Alejandro de Alejandría al concilio de Nicea I en 325.
En el concilio mostró ser un defensor de la fe, expresada en Nicea, y disponer de argumentario contra los herejes arrianos, que negaban que Jesús fuera Dios igual que el Padre.
En el año 328 fue elegido obispo de Alejandría. Entonces los arrianos trataron de influir en el emperador para acabar con él.
Por esta causa fue detenido y desterrado cinco veces. Eran tiempos de Constantino I, Constancio II, Juliano el Apóstata y Valente.
En sus destierros conoció más a fondo la vida de los monjes del desierto. Así fue como escribió la vida de san Antonio Abad (Vida de Antonio) y se propuso impulsar la ordenación de sacerdotes entre los monjes.
Además, san Atanasio promovió la evangelización en el sur de Egipto hasta Etiopía.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste de tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección, te conozcamos y te amemos cada vez más plenamente. Por nuestro Señor Jesucristo.