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· John 15:1-8

Obispo Robert Barron

Amigos, en el pasaje del Evangelio de hoy Jesús declara que Él es la vid y nosotros los sarmientos, y agrega que “el que no permanece en Mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde”.

Es contradictorio que aceptemos este tipo de lenguaje con facilidad cuando se trata de la salud corporal mientras que nos resistimos cuando se trata de nuestra salud espiritual o sobrenatural. Los médicos y los especialistas en salud pueden decir, con claridad y sinceridad, que ciertas prácticas y comportamientos son absolutamente esenciales si se quiere mantener el bienestar físico. A menos que lleve una dieta equilibrada y nutritiva, se enfermará y no estará en forma. Si fuma, bebe en exceso y nunca hace ejercicio, su cuerpo se volverá insalubre y si estas prácticas (o negligencias) se exageran, morirá. Simplemente no es tan complicado.

Jesús no nos está brindando imágenes poéticas encantadoras.

Está exponiendo los hechos espirituales. El espíritu es un ser vivo y deriva su vida de la vid. Por tanto, si te apartas de la vid, morirás espiritualmente; dejarás de vivir una vida sobrenatural. Y esto no es tan complicado.

No podemos ser buenos cristianos si no permanecemos en Jesús. Y, en cambio, con Él lo podemos todo (cf. Flp 4,13). Con él lo podemos todo. Pero también Jesús, como la vid con los sarmientos, nos necesita. Tal vez nos parezca audaz decir esto, por lo que debemos preguntarnos: ¿en qué sentido Jesús necesita de nosotros?

 

 

Él necesita de nuestro testimonio. El fruto que, como sarmientos, debemos dar es el testimonio de nuestra vida cristiana. Después de que Jesús subió al Padre, es tarea de los discípulos, es tarea nuestra, seguir anunciando el Evangelio con la palabra y con obras. Y los discípulos —nosotros, discípulos de Jesús— lo hacen dando testimonio de su amor: el fruto que hay que dar es el amor. Unidos a Cristo, recibimos los dones del Espíritu Santo, y así podemos hacer el bien al prójimo, hacer el bien a la sociedad, a la Iglesia. Por sus frutos se reconoce el árbol. Una vida verdaderamente cristiana da testimonio de Cristo. (Regina Caeli, 2 de mayo de 2021)

 

 

José Obrero, Santo

Memoria Litúrgica, 1 de mayo

El carpintero de Nazaret

 

San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.

Breve Semblanza

Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos.

Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.

Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.

 

El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante.

Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana… es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.

 

 

Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.

Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás. Creación y trabajo: Dios creador y el hombre colaborando con él por amor. Meditación sobre el trabajo Jesús Martí Ballester.

 

 

Vivir en Cristo

Santo Evangelio según San Juan 15,1-8.

 

 

Miércoles V de Pascua.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

 

Vivir en ti, Señor, es creer en tu Palabra. ¡Aumenta mi fe! Vivir en ti es confiar en tus caminos. ¡Aumenta mi esperanza! Vivir en ti es amarte con todo el corazón. ¡Aumenta mi amor! Concédeme vivir en ti cada día mejor, y jamás permitas que me separe de ti. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 15,1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Qué sería un cristiano sin Cristo? ¿Qué sería una rama sin árbol? Éste es el mensaje del Evangelio hoy. Así de radical. Así de sencillo. Así de claro. Sólo quien está injertado en la vid recibe la vida; sólo quien está unido a Dios sacia su sed directo de la fuente.

Los frutos en las ramas, las ramas en el tronco. Así se transmite la vida dentro de una planta. La savia va empapando cada fibra; lo llena todo de nutrientes y lo anima con su energía. Así también se transmite la vida cristiana. Los frutos de santidad provienen de la gracia que corre en nosotros. Más aún; la auténtica vida se encuentra sólo en Dios; lo demás está vacío, no tiene sentido, ha muerto antes de nacer. «Sin mí no podéis hacer nada». Sólo vive realmente el que vive en Cristo.

 

¿Cómo mantenernos unidos a Cristo? ¿De dónde proviene la savia que nos nutre? La tenemos ahí, en los sacramentos. En la confesión, que nos sana del pecado. En la Eucaristía, que nos da la fuerza para dar frutos. Tenemos la vida eterna al alcance de la mano, y sólo tenemos que permanecer en el amor de Cristo, y así brotarán los frutos de una vida plenamente dichosa.

«Hacer frente a estas tentaciones [caminar sin rumbo y sin meta] no es fácil, pero es posible si estamos injertados en Jesús. Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos.

Así se conservará la maravilla, la pasión del primer encuentro, la atracción y la gratitud en su vida con Dios y en su misión.

La calidad de nuestra consagración depende de cómo sea nuestra vida espiritual». (Discurso de S.S. Francisco, 29 de abril de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy haré una visita al Santísimo Sacramento, agradeciendo por el don de la Eucaristía.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

San José, hombre de trabajo

Fiesta de San José Obrero. Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este «hombre justo»

 

 

Por: SS Juan Pablo II
Fuente: Catholic.net

«Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor… Servid a Cristo Señor» ( Col 3, 23 s.). ¿Cómo no ver en estas palabras de la liturgia de hoy el programa y la síntesis de toda la existencia de San José, cuyo testimonio de generosa dedicación al trabajo propone la Iglesia a nuestra reflexión en este primer día de mayo? San José, «hombre justo», pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero, en un humilde pueblo de Palestina. Una existencia aparentemente igual que la de muchos otros hombres de su tiempo, comprometidos, como él, en el mismo duro trabajo. Y, sin embargo, una existencia tan singular y digna de admiración, que llevó a la Iglesia a proponerla como modelo ejemplar para todos los trabajadores del mundo.

¿Cuál es la razón de esta distinción? No resulta difícil reconocerla. Está en la orientación a Cristo, que sostuvo toda la fatiga de San José. La presencia en la casa de Nazaret del Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de su esposa María, ofrecía a José el cotidiano por qué de volver a inclinarse sobre el banco de trabajo, a fin de sacar de su fatiga el sustento necesario para la familia. Realmente «todo lo que hizo», José lo hizo «para el Señor», y lo hizo «de corazón».

Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este «hombre justo». La experiencia singular de San José se refleja, de algún modo, en la vida de cada uno de ellos. Efectivamente, por muy diverso que sea el trabajo a que se dedican, su actividad tiende siempre a satisfacer alguna necesidad humana, está orientada a servir al hombre. Por otra parte, el creyente sabe bien que Cristo ha querido ocultarse en todo ser humano, afirmando explícitamente que «todo lo que se hace por un hermano, incluso pequeño, es como si se le hiciese a Él mismo» (cf. Mt 25, 40). Por lo tanto, en todo trabajo es posible servir a Cristo, cumpliendo la recomendación de San Pablo e imitando el ejemplo de San José, custodio y servidor del Hijo de Dios.

Al dirigir hoy, primer día de mayo, un saludo cordialísimo a todos vosotros, (…), mi pensamiento va con todo afecto especialmente a los trabajadores presentes y, mediante ellos, a todos los trabajadores del mundo, exhortándoles a tomar renovada conciencia de la dignidad que les es propia: con su fatiga sirven a los hermanos: sirven al hombre y, en el hombre, a Cristo. Que San José les ayude a ver el trabajo en esta perspectiva, para valorar toda su nobleza y para que nunca les falten motivaciones fuertes a las que pueden recurrir en los momentos difíciles.

MAYO, MES CONSAGRADO A LA VIRGEN

 

Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María. Al hablar de San José y de la casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna -como dije en la Exhortación Apostólica «Familiaris consortio»- que «cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una ´pequeña Iglesia´, en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo» (n. 86)?

Para que esto suceda, es necesario que en las familias florezca de nuevo la devoción a María, especialmente mediante el rezo del Rosario.

El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos. Que vuelva a las manos de los cristianos el rosario y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común.

 

 

San José obrero : ¿cuál es el mensaje que quiere enseñarnos en su taller?

 

 

En san José Obrero encontramos el silencio amoroso que confía más allá de toda adversidad, y esta confianza se manifiesta en la profunda humildad de un corazón que escucha a Dios y actúa, es decir, de un corazón que no se detiene, sino que avanza con esperanza, certeza y fe, reconociendo y poniendo a trabajar los dones recibidos.

La escucha de san José y su obediencia, son unas de sus mayores virtudes que siguen hablándonos en la actualidad y que él quiere compartir con nosotros desde la humildad de su taller. De hecho, su humildad nos invita a reflexionar en el trabajo, pues,en este santo hombre, encontramos el ejemplo de cómo desempeñarnos en la vida laboral, tanto en los buenos momentos, como en aquellos que sobrepasan los límites humanos de nuestro entendimiento.

Recordemos que san José no es ajeno a nuestras problemáticas actuales, pues él mismo tuvo que atravesar tantas situaciones extremas y desconocidas, que lo empujaron a confiar, a ser valiente y a despojarse del miedo, para poder escuchar a Dios y ponerse en camino hacia cada lugar a donde debía ir. Y fue precisamente por medio de sus experiencias, dolores y gozos, que pudo cultivar hermosas virtudes como la fe, la obediencia, el abandono a la Voluntad de Dios, la prudencia, el amor al trabajo…

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¿Por qué es importante reconocer los dones en el trabajo?

 

Si bien es cierto que, aunque no poseía bienes materiales, san José tenía en su ser, los dones dados por el Señor, los cuales le permitían trabajar en cualquier lugar, manteniendo la fuerte convicción de saberse apoyado por un Dios que sostiene el hogar, que no abandona nunca, que permanece siempre fiel…

Sin embargo, en muchas ocasiones, la fragilidad humana que se despierta ante la pérdida de un trabajo, el desempleo, la búsqueda sin frutos, olvidamos las capacidades, talentos, habilidades y dones que Dios nos ha dado, dejando que el corazón se llene de angustia e incertidumbre, lo cual a su vez nos impide encontrarnos nuevamente con Dios, y peor aún, escuchar claramente la voz que nos guía para continuar avanzando en la vida, especialmente en los momentos más oscuros y difíciles…

De este modo, es en la fe, como san José nos enseña, que la estabilidad laboral consiste, en encontrar formas distintas para poner al servicio de Dios, del hogar y de los demás, los dones que hemos recibido, aun en medio de la adversidad y de la escasez.

Se trata, incluso, de descubrir, despertar y potenciar aquellos talentos que por falta de tiempo, se han quedado dormidos.Por tanto, los animamos a participar en este triduo a san José obrero, completamente gratuito y en línea, para contemplar, reconocer y descubrir a través de sus virtudes, su dolor y su gozo, el trabajo como una oportunidad para construir reino de Dios con las capacidades, talentos y dones que el Señor nos ha dado, acogiendo con confianza y humildad cada etapa de nuestra vida laboral.