Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Hoy, más que nunca sentí la Pasión del Señor en mi cuerpo.  Sentí que fue por un pecador agonizante.

Reflexión: Pecador

Hoy, más que nunca, sentí la pasión del Señor en mi cuerpo, sentí que fue por un pecador agonizante. Un doble crimen ha cometido mi pueblo. Dejarme a mí fuente de agua viva, para ir a excavarse cisternas agrietadas incapaces de retener el agua. Cuando el hombre peca gravemente se pierde para Dios y también para sí mismo, pues el pecado desorienta su camino hacia el cielo. Es la mayor tragedia que nos pueda suceder. El pecador se aparta del principio de vida que es Dios por la pérdida de la gracia santificante. Pierde los méritos adquiridos a lo largo de toda su vida y se incapacita para adquirir otros nuevos, quedando sujeto de alguien, de algún modo, a la esclavitud del demonio. Cuando se justifica el pecado o se ignora, se hacen imposibles el arrepentimiento y la conversión. ¿Qué tiene su origen en lo más profundo de la persona? La soberbia también tratará de impedir que nos veamos tal como somos. Han cerrado sus oídos y tapado sus ojos a fin de no ver con ellos. El pecador instintivamente teme a Dios. No ceden al demonio. Se va a ocultar huyendo de la mirada del creador. El pecador tuvo miedo de Dios y cuanto más culpable sea, mayor es su espanto. Por eso no quieren venir a la iglesia. Tienen miedo de nuestro Señor. El pecador tiene miedo de sí mismo. Le falta sosiego. No puede vivir con su corazón y su conciencia. El pecador a sí mismo se infunde miedo. Por eso se aturde y huye de sí. Los pecadores que reciben indignamente la Eucaristía están recibiendo su propia condenación. Le crucifica de nuevo en su alma el Señor Jesús. El Señor nos devuelve en la confesión lo que culpablemente perdemos por el pecado, la gracia y la dignidad de hijos de Dios.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te libre del pecado, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce