ÁNGELUS
Domingo 6 de abril de 2003
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Hace cuarenta años, el 11 de abril de 1963, el beato Juan XXIII publicaba la encíclica Pacem in terris, en la que trazaba las grandes líneas de una promoción eficaz de la paz en el mundo. La encíclica mantiene también hoy una extraordinaria actualidad. Construir la paz es un «compromiso permanente». La realidad de estos días lo demuestra de modo dramático.
Mi pensamiento va, en particular, a Irak y a cuantos están involucrados en la guerra que allí se libra. Pienso, de modo especial, en la población civil inerme, que en varias ciudades está sometida a una dura prueba. Quiera Dios que termine pronto este conflicto, para dejar paso a una nueva era de perdón, de amor y de paz.
2. Para lograr esa finalidad, es necesario recomenzar desde el espíritu que animaba a mi venerado predecesor: ante todo, espíritu de fe y, a la vez, de sabiduría realista y clarividente. En la encíclica, enumeraba entre los «signos de los tiempos» la difusión de la «profunda convicción de que las diferencias que eventualmente surjan entre los pueblos no deben resolverse con las armas, sino por medio de negociaciones» (parte III: AAS 55 [1963] 291). Por desgracia, esta meta positiva de civilización no se ha alcanzado aún.
Deseo encomendar el compromiso en favor de la paz sobre todo a los jóvenes. Me reuniré con ellos el próximo domingo, en la Jornada dedicada a ellos. Es indispensable educar a las nuevas generaciones en la paz, que debe convertirse cada vez más en un estilo de vida, fundado -como enseña el Papa Juan- en «cuatro pilares»: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. En este sentido, las Jornadas mundiales de la juventud constituyen un magnífico itinerario de educación en la fraternidad, un laboratorio de paz y de esperanza para el futuro de la humanidad.
3. Para preparar la Jornada de la juventud, como ya es tradición, me encontraré con los jóvenes de Roma y de las diócesis del Lacio en un momento especial de oración y de fiesta, que tendrá lugar la tarde del próximo jueves 10 de abril, en la plaza de San Pedro. A la luz del tema «¡He ahí a tu Madre!», encomendaré a los jóvenes presentes a la Virgen santísima y entregaré a cada uno un rosario para que les ayude en la oración.
Con gran confianza sigamos invocando a la Virgen, pidiendo por la paz en Irak y en todas las demás partes del mundo.
Después del Ángelus
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los de Salamanca, León y Madrid aquí presentes, así como a los que están unidos a esta oración mariana a través de la radio o la televisión. En estos últimos días de Cuaresma os exhorto a intensificar la práctica eficaz del ayuno, la limosna y la oración. ¡Que Dios os bendiga!
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