Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Cuando me quedé a solas con la Santísima Virgen, me instruyó sobre la vida interior. Me dijo: La verdadera grandeza del alma consiste en amar a Dios y humillarse en su presencia, olvidarse por completo a sí mismo y tenerse por nada, porque el Señor es grande, pero se complace sólo en los humildes mientras rechaza siempre a los soberbios.
Reflexión: El pecado
Cuando me visitó nuevamente cierta persona que ya mencioné en otro lugar, cuando me di cuenta que empezó a hundirse en mentiras le hice conocer que sabía que mentía, se avergonzó muchísimo y calló. Entonces le hablé de los grandes juicios de Dios y conocí también que atraía almas inocentes a caminos peligrosos. No olvides, hijo, que para ti en la tierra solo hay un mal que habrás de temer y evitar con la gracia divina, el pecado. Pues muerte del alma no es temer a Dios. Cuando el hombre peca gravemente se pierde para sí mismo y para Dios. Se aparta radicalmente de Dios por la muerte de la vida divina en su alma, pierde los méritos adquiridos a lo largo de su vida y se incapacita para adquirir otros nuevos, queda sujeto a la esclavitud del demonio y disminuye en la inclinación natural a la virtud. El pecado no solo perjudica a quien lo comete, también daña a la familia, a los amigos, a toda la iglesia. No existe pecado alguno que afecte exclusivamente a aquel que lo comete.
Debemos pedir con frecuencia al Señor tener siempre presente el sentido del pecado y su gravedad, no poner jamás el alma en peligro, el que siga de cerca a Cristo detesta el pecado mortal. “Padre he pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de llamarme, hijo tuyo”. Un corazón contrito y humillado, tú no lo desprecias. Ese dolor de los pecados o constricción consiste esencialmente en un pesar y en una sincera ofrenda hecha a Dios, un pesar de aborrecimiento al pecado cometido con el propósito de no pecar en adelante, es el amor sobre todo el que debe llevarnos a pedir perdón muchas veces a Dios, la constricción da al alma una fortaleza donde la esperanza la paz y la alegría. El Señor que está cerca, escuchará siempre nuestra oración.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te libre del pecado, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce