Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
(77) Una vez, después de la Santa Misa Salí al jardín para hacer la meditación; como a esa hora todavía no había pacientes, estaba relajada. Cuando meditaba sobre los beneficios de Dios, mi corazón se inflamó de un amor tan fuerte que me parecía que me reventaría el pecho. De repente Jesús se puso a mi lado y dijo: ¿Qué haces por aquí tan temprano? Contesté: Medito sobre Ti, sobre Tu misericordia y sobre la bondad hacia nosotros. Y Tu, Jesús, ¿qué haces aquí? He salido a tu encuentro para colmarte de nuevas gracias. Busco las almas que quieran aceptar Mi gracia.
Reflexión: Mi gracia
Una vez después de la Santa Misa, salí al jardín para hacer la meditación. De repente Jesús se puso a mi lado y dijo, ¿qué haces por aquí tan temprano? Contesté, medito sobre ti, sobre tu misericordia y sobre la bondad hacia nosotros. Y tú Jesús, ¿qué haces aquí? He salido a tu encuentro para colmarte de nuevas gracias. Busco las almas que quieran aceptar mi gracia. Jesús les dijo, seguidme y ellos al instante dejaron las redes y le siguieron. La gracia es aquella oración con la que el Espíritu Santo renueva y continúa en nosotros la vida de Jesucristo. La semilla de la gracia que cae en las almas, si no se le pone obstáculos, si se le permite crecer, da su fruto sin falta. No dependiendo de quién siembra o de quién riega, sino de Dios que da el incremento. La gracia realiza en el alma una profunda transformación que nos ayuda a ser fieles. Cuanto mayor es la fidelidad a esas gracias, mejor nos disponemos para recibir otras. Es importante tener docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo para conservar la vida de la gracia y para tener frutos sobrenaturales. La resistencia a la gracia tiene efecto sobre el alma. La vida interior se empobrece y muere. El Espíritu Santo nos da innumerables gracias. Una gracia lleva consigo otra, pero no podemos adelantarnos a la acción de la gracia. La respuesta libre a la gracia de Dios debe hacerse en el pensamiento. Con las palabras y los hechos, la gracia santificante adquirida en el bautismo diviniza al cristiano y le convierte en hijo de Dios y en templo de la Santísima Trinidad. La gracia para corresponder es necesaria. Docilidad al Espíritu Santo, vida de oración y unión con la cruz.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda su gracia, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce