• Matthew 11:11-15
En el Evangelio de hoy Jesús dice a la multitud: «Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.»
El nombre de la segunda y última irresistiblemente poderosa novela de Flannery O’Connor, “Los violentos lo soportan”, fue tomado de la traducción de Douay-Rheims de esta última frase del Evangelio arriba mencionado.
Este pasaje famoso por su ambigüedad ha dado lugar a una variedad de interpretaciones a lo largo de los siglos. Muchos las han interpretado como que el reino de Dios es atacado por gente violenta (como los que mataron a Juan el Bautista), y amenazan hacerlo desaparecer. Pero otros las han interpretado en una dirección opuesta, como palabras de alabanza a los espiritualmente violentos que tratan de entrar en el reino. Flannery O’Connor se ubica en este último grupo.
Los «violentos» en esta lectura son aquellas personas espiritualmente heroicas que se resisten a los impulsos y tendencias de esta naturaleza y buscan disciplinarlos para entrar en el reino de Dios.
Ésta es la grandeza de Juan, un gran hombre, el último de ese grupo de creyentes que comenzó con Abraham, el que predica la conversión, el que no usa medias palabras para condenar a los soberbios, el que al final de la vida se permite dudar. Y este es un hermoso programa de vida cristiana. Predicaba en voz alta, decía cosas malas a los fariseos, a los doctores de la ley, a los sacerdotes, no les decía: ‘Pero queridos, portaos bien’. No. Simplemente les dijo: ‘Generación de víboras’, así de simple. No fue con matices. Porque se acercaban para comprobar y ver pero nunca con el corazón abierto: ‘Raza de víboras’.
Arriesgó su vida, sí, pero fue fiel. (…) Pedimos a Juan la gracia del coraje apostólico de decir siempre las cosas con la verdad, del amor pastoral, de acoger a las personas con lo poco que puede dar, el primer paso. Dios hará lo otro. Que el gran Juan, que es el más pequeño en el reino de los cielos y por tanto grande, nos ayude en este camino tras las huellas del Señor». (Homilía Santa Marta, 15 diciembre 2016).
Juan de la Cruz, Santo
Memoria Litúrgica, 14 de diciembre
Presbítero y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san Juan de la Cruz, presbítero de la Orden de los Carmelitas y doctor de la Iglesia, el cual, por consejo de santa Teresa, fue el primero de los hermanos que emprendió la reforma de la Orden, empeño que sostuvo con muchos trabajos, obras y ásperas tribulaciones, y, como demuestran sus escritos, buscando una vida escondida en Cristo y quemado por la llama de su amor, subió al monte de Dios por la noche oscura, descansando finalmente en el Señor, en Úbeda, de la provincia de Jaén (1591).
Fecha de beatificación: 25 de enero de 1675 por el Papa Clemente X .
Fecha de canonización: 27 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.
Breve Biografía
Ávila y concretamente Fontiveros fue su patria chica. Luego lo será Castilla y de modo principal Andalucía la tierra de sus amores.
Se llamó Juan Yepes. Nació en 1542 del matrimonio que formaban Gonzalo y Catalina; eran pañeros y vivían pobres. Su padre muere pronto y la viuda se ve obligada a grandes esfuerzos para sacar adelante a sus tres hijos: Francisco, Luis y Juan. Fue inevitable el éxodo cuando se vio que no llegaba la esperada ayuda de los parientes toledanos; Catalina y sus tres hijos marcharon primero a Arévalo y luego a Medina del Campo que es el centro comercial de Castilla. Allí malviven con muchos problemas económicos, arrimando todos el hombro; pero a Juan no le van las manualidades y muestra afición al estudio.
Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. Se distinguió como un discípulo agudo.
Juan eligió la Orden del Carmen; tomó su hábito en 1563 y desde entonces se llamó Juan de Santo Matía; estudia Artes y Teología en la universidad de Salamanca como alumno del colegio que su Orden tiene en la ciudad. El esplendor del claustro es notorio: Mancio, Guevara, Gallo, Luis de León enseñan en ese momento.
En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. Ella ha venido a fundar su segundo «palomarcico», como le gustaba de llamar a sus conventos carmelitas reformados; trae también con ella facultades del General para fundar dos monasterios de frailes reformados y llegó a convencer a Juan para unirlo a la reforma que intentaba salvar el espíritu del Carmelo amenazado por los hombres y por los tiempos. Llegó a exclamar con gozo Teresa ante sus monjas que para empezar la reforma de los frailes ya contaba con «fraile y medio» haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia.
Inicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano.
La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará «senequita» para referirse a su ciencia, «santico de fray Juan» al hablar de su santidad, previendo que «sus huesecicos harán milagros».
No podía faltar la cruz; llegó del costado que menos cabía esperarla. Fueron los hermanos calzados los que lo tomaron preso, lo llevan preso a Toledo donde vivió nueve meses de durísima prisión. Es la hora de Getsemaní, la noche del alma, un periodo de madurez espiritual del hombre de Dios expresado en sus poemas. Logra escapar en 1578 del encierro de forma dramática, poniendo audacia y ganando confianza en Dios, con una cuerdecilla hecha con pedazos de su hábito y saliendo por el tragaluz.
En los oficios de dirección siempre aparece Juan de la Cruz como un segundón; serán los padres Gracián y Doria quienes se encarguen de la organización, Juan llevará la doctrina y cuidará del espíritu.
Se le ve presente en la serranía de Jaén, confesor de las monjas en Beas de Segura, donde se encuentra la religiosa Ana de Jesús. Después en Baeza; funda el colegio para la formación intelectual de sus frailes junto a la principal universidad andaluza. Y en Granada, en el convento de los Mártires, continuará su trabajo de escritor. En 1586 funda los descalzos de Córdoba, como los de Mancha Real.
Consiliario del padre Doria, en Segovia, por tres años. ¡Cómo no recordar su deseo-exponente de amor rendido- ante la contemplación de un Cristo doliente! «Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos».
En 1591 la presencia de fray Juan de la Cruz empieza a ser non grata ante el padre Doria. La realidad es que está quedando arrinconado y hasta llega a tramarse su expulsión del Carmelo.
Marcha a la serranía de Jaén, en la Peñuela, para no estorbar y se plantea la posibilidad de marchar a las Indias; allí estará más lejos. Es otro tiempo de oración solitaria y sabrosa. La reforma carmelitana vive agitada por el modo de proceder de Doria; a Juan le toca orar, sufrir y callar. Quizá tenga Dios otros planes sobre él y está preparándolo para una etapa mejor.
Aquella inapetencia tan grande provocada por las calenturas persistentes provocó un mimo de Dios haciendo que aparecieran espárragos cuando no era su tiempo para calmar el antojadizo deseo de aquel fraile que iba de camino, sin fuerzas y medio muerto de cansancio, buscando un médico.
Pasó dos meses en Úbeda. No acertó el galeno. Se presentó la erisipela en una pierna; luego vino la septicemia. Y en medio andaban los frailes con frialdad y era notoria la falta de consideración por parte del superior de la casa. Hasta que llegó el 13 de diciembre, cuando era de noche, que marchó al cielo desde el «estercolero del desprecio». Llovía.
Al final de este resumen-recuerdo de un fraile místico que supo y quiso aprovechar el mal para sacar bien, el desprecio de los hombres para hacerse más apreciado de Dios, y el mismo lenguaje para expresar lo inefable de la misteriosa intimidad con Dios con lírica palabra estremecida, pienso que será buen momento para hacer mención de algunas de las obras que le han hecho figura de la cultura hispana del siglo XVI. Subida al Monte Carmelo y Noche oscura del alma que bien pueden considerarse tanto una obra como dos; el Cántico espiritual, Llama de amor viva y algunos poemas y avisos.
Lo canonizaron en 1726. Pío XI lo hizo doctor de la Iglesia en 1926. Su gran conocedor y admirador Juan Pablo II, lo nombró patrono de los poetas
Dos medios para prepararnos
Santo Evangelio según San Mateo 11,11-15.
Jueves II de Adviento.
Por: Cristian Gutiérrez, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío, por el don de la oración en la que me puedo poner en contacto directo contigo. Para ello necesito que aumentes mi fe, mi esperanza y mi amor.
A pesar de mis debilidades y pecados me presento ante ti necesitado de tu amor.
Acudo a ti, pues sé que Tú nunca me fallas, ni me engañas:
Tú me amas por lo que soy y no por lo que tengo o hago. Yo también quiero amarte, pero necesito me ayudes. Enséñame a orar, Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habrá de venir. El que tenga oídos que oiga».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy escucho la alabanza que haces de Juan, el Bautista, quien fue tu precursor. La liturgia me presenta este pasaje como recuerdo que tu venida ya está cerca. ¡La Navidad ya está a las puertas! Por ello, me invita a seguir preparándome de la mejor manera para recibirte en mi corazón.
Paz y humildad podrían ser dos virtudes a ejercitar en estos últimos días. Paz para contrarrestar la violencia que sufre tu Reino, las guerras, los abusos, los ultrajes, las ofensas. Cultivar la paz en mi alrededor, porque te acercas Tú que eres el príncipe de la paz.
Humildad porque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que Juan, el Bautista. La pequeñez de quien busca servir, ayudar a los demás. Sencillez para reconocer mis límites y agradecer mis cualidades. Humildad para vivir en la verdad, sin pactar con la mentira, el engaño o la doble cara.
Ayúdame, Señor, a poner, en estos días, estas dos virtudes como medios de preparación para tu nacimiento. Dame la gracia de prepararte en mi alma un buen lugar para tu descanso.
«Los santos logran cambios gracias a la mansedumbre del corazón. Con ella comprendemos la grandeza de Dios y lo adoramos con sinceridad; y además es la actitud del que no tiene nada que perder, porque su única riqueza es Dios. Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús. Estamos llamados a ser bienaventurados, seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús. Así, podríamos señalar nuevas situaciones para vivirlas con el espíritu renovado y siempre actual». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procuraré hoy evitar las discusiones y con humildad diré la verdad en todo momento.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
San Juan de la Cruz, el reformador del Carmelo
Uno de los grandes santos y poetas de la Iglesia católica. Su vida y su obra son un testimonio de amor a Dios y de fidelidad a su vocación. Junto con santa Teresa de Jesús, fue el impulsor de la reforma de la Orden de los Carmelitas, que dio origen a la rama de los Carmelitas Descalzos .
San Juan de la Cruz nació en Fontiveros, Ávila, el 24 de junio de 1542, en una familia humilde de tejedores de buratos, unos velos de seda muy finos y delicados. Su padre era descendiente de judíos conversos, lo que le acarreó algunas dificultades en su época. Quedó huérfano de padre a los dos años y su madre tuvo que trasladarse con sus hijos a Medina del Campo, donde Juan recibió su primera educación.
A los 21 años, ingresó en el convento de los Carmelitas de Medina, donde tomó el nombre de Juan de Santo Matía. Allí estudió filosofía y teología en la Universidad de Salamanca y fue ordenado sacerdote en 1567. Ese mismo año, conoció a santa Teresa de Jesús, que le propuso unirse a su proyecto de reforma de la Orden del Carmelo, que buscaba recuperar el espíritu original de oración, pobreza y austeridad.
Reformador de la Orden del Carmelo
San Juan de la Cruz. Juan aceptó el reto y cambió su nombre por el de Juan de la Cruz. Junto con otros dos frailes, fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos en Duruelo, el 28 de noviembre de 1568. Desde entonces, colaboró con santa Teresa en la expansión de la reforma fundando y dirigiendo varios conventos en Castilla y Andalucía.
Su labor reformadora no fue bien vista por algunos de sus hermanos de la Orden, que se oponían a los cambios y veían en Juan una amenaza. En 1577, fue secuestrado por los Carmelitas calzados y encerrado en una celda oscura y estrecha en el convento de Toledo, donde sufrió torturas físicas y psicológicas durante ocho meses. Fue en ese período de sufrimiento y soledad donde compuso algunos de sus más bellos poemas místicos, como el Cántico espiritual y la Noche oscura.
Logró escapar de su prisión en agosto de 1578 y se refugió en el convento de las Carmelitas Descalzas de Toledo, donde terminó de escribir sus obras poéticas. Luego se dedicó a la dirección espiritual de las monjas y los frailes, y a la redacción de sus comentarios a sus propios poemas, que son verdaderas joyas de la teología mística. Entre ellos se destacan la Subida del Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva.
En 1588, fue nombrado vicario provincial de Andalucía y posteriormente, definidor de la Orden. Sin embargo, en 1591, se produjo un conflicto interno entre los Carmelitas Descalzos, que se dividieron en dos grupos: los mitigados y los estrictos. Juan pertenecía a estos últimos, que eran minoritarios y fueron marginados por los demás. Juan fue destituido de sus cargos y enviado al convento de La Peñuela, en Jaén, donde enfermó gravemente.
Fue trasladado al convento de Úbeda, donde murió el 14 de diciembre de 1591, a los 49 años, rodeado de sus hermanos y pronunciando las últimas palabras: «A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición». Su cuerpo fue sepultado en el mismo convento, pero luego trasladado al de Segovia, donde se conserva actualmente.
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Doctor de la Iglesia
San Juan de la Cruz fue beatificado por el papa Clemente X en 1675 y canonizado por el Papa Benedicto XIII en 1726. En 1926, fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Pío XI, con el título de Doctor místico. Su fiesta se celebra el 14 de diciembre y es el patrono de los contemplativos, los místicos y los poetas en español.
Su legado espiritual es una invitación a seguir a Cristo por el camino de la cruz, que es el camino del amor. Sus escritos son una fuente de luz y de consuelo para las almas que buscan a Dios con sincero deseo. Sus versos son una expresión sublime de la belleza y de la profundidad de la experiencia mística. San Juan de la Cruz es, sin duda, uno de los mayores maestros de la vida cristiana de todos los tiempos
Frases de San Juan de la Cruz
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Salvador Dalí y San Juan de la Cruz unidos… por Cristo
Síntesis de su legado espiritual, una revelación mística del santo inspiró a Salvador Dalí
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Miles de personas han encontrado en los escritos de uno de los más grandes místicos de la historia, san Juan de la Cruz, un camino de encuentro con Dios. Pocos conocen sin embargo la imagen del Cristo crucificado, que él mismo pintó tras recibir una revelación mística.
Se trata de un pequeño dibujo (su tamaño original es de 57×47 milímetros), que fray Juan de la Cruz pintó durante su estancia en Ávila, donde fue nombrado, a petición de santa Teresa de Jesús, confesor de las religiosas carmelitas del monasterio de la Encarnación, entre los años 1572 y 1577.
Las crónicas de la época cuentan que fray Juan tuvo una visión de Cristo crucificado y que después la plasmó en un pequeño papel. El santo la entregó más tarde a una de las religiosas de la comunidad. El dibujo, que se conserva en ese mismo convento, en un sencillo relicario de madera dorada, puede ser admirado por los visitantes que lo deseen.
Se tratade una obra genial que representa la imagen de Cristo muerto en la cruz, en el momento mismo de entregar su espíritu. A pesar de sus pequeñas dimensiones, es posible sentirse sobrecogido por sus miembros descoyuntados, con las manos rasgadas en la abertura de los clavos por el peso del cuerpo inerte que cae hacia adelante.
Impresiona la cabeza de Jesús abatida sobre el pecho, lo que hace que el rostro apenas sea visible. Las piernas parecen encogidas por el peso del cuerpo que ya no pueden sostener.
La estremecedora imagen se ve desde el ángulo superior derecho, perspectiva que nos invita a ver a Jesús en la Cruz desde los ojos de Dios Padre, conmovido por el acto supremo de entrega del Hijo por los pecados de los hombres y mujeres.
Esta obra de arte permite comprender el gran libro del santo, la Subida del Monte Carmelo, en el quepone en boca de Dios palabras dirigidas a quienes siempre están buscando revelaciones particulares.
El Padre explica que “tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra”, Jesús. “¿Qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso?”.
“Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas… Si quisieres que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor y afligido, y verás cuántas te responde” (Subida II, 22, 5-6).
Aquí algunas de las más famosas frases del santo:
La grandeza mística y artística del dibujo de san Juan de la Cruz cautivó a Salvador Dalí, quien en 1951 pintó el mundialmente conocido cuadro “Cristo de San Juan de la Cruz”.