Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Hoy me sentí bastante bien y me alegré de poder hacer la Hora Santa.  Pero al empezar la Hora Santa aumentaron mis sufrimientos físicos hasta tal punto que no fui capaz de orar.  Cuando la Hora Santa pasó, cesaron también mis dolores y me quejé al Señor de que deseaba muchísimo sumergirme en su amarga Pasión y los sufrimientos no me lo permitieron.  Entonces Jesús me contestó:  Hija Mía, has de saber que si te permito experimentar y conocer más profundamente Mis sufrimientos, es Mi gracia; pero cuando experimentas un ofuscamiento de la mente y tus sufrimientos son grandes, entonces participas activamente en Mi Pasión y te hago completamente semejante a Mi.  Tu deber es someterte a Mi voluntad más en esos momentos que en cualquier otro….

Reflexión: Sufrir con Jesús

Al empezar la hora santa aumentaron mis sufrimientos físicos. Hasta tal punto que no fui capaz de orar. Entonces Jesús me contestó, hija mía, haz saber que si te permito, experimentar y conocer más profundamente mis sufrimientos es mi gracia. Cada una de nuestras cruces es un fragmento de la cruz de Jesús. Cada uno de nuestros sacrificios es una parte del sacrificio supremo de Jesús quien te tiende la mano, es el mismo Jesús que ha sufrido antes y más que tú que ha sufrido por ti. No hay dolor que el que no haya padecido, no hay lágrimas que él que no haya derramado, no hay espina no le haya traspasado. Te pide, lo pide a todos una participación personal. Es él quien te lo pide, después de haber determinado el grado, el momento y la intensidad de tu participación. Cada una de tus cruces grandes o pequeñas es una parte de su cruz, determinada en proporción a las posibilidades y necesidades que solo él conoce. Acepta de él el sufrimiento recíbelo de sus manos, de su corazón que, antes de pedirte que sufras con él, ha sufrido mucho por ti. Cuando el dolor te abruma, cuando experimentes el desgarramiento de una herida, la humillación, de un insulto y de una calumnia, no acuses a nadie. Todos estos casos son solamente instrumentos. Es él en la cruz quien te invita a seguirle a imitarle a prolongar en ti la gran ley de la salvación por medio del sufrimiento. Jesús quien te coloca sobre las espaldas, el peso proporcionado a tus posibilidades y al mismo tiempo te ofrece y te da la fuerza para poderlo llevar. A cada una de tus cruces, él responde con una ayuda a cada uno de tus dolores humanamente insoportable, corresponde una gracia suya particular.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda sufrir con Jesús, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce