Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Te entregas a mí y Te unes íntimamente a Tu criatura miserable.  Aquí nuestros corazones se entienden sin buscar palabras; aquí nadie es capaz de interrumpir nuestra conversación.  Aquello de lo cual hablo Contigo, oh Jesús, es nuestro secreto que otras criaturas (66) desconocerán y por el cual los ángeles no se atreven a preguntar.  Son los perdones secretos que conocemos sólo Jesús y yo, es el misterio de su misericordia que abraza a cada alma individualmente.  A causa de esta inconcebible bondad Tuya.  Te adoro, oh Creador y Señor, con todo mi corazón y toda mi alma.  Esta adoración mía es muy miserable e insignificante, no obstante estoy serena, porque sé que Tu sabes que es sincera aunque tan imperfecta…..

Reflexión: Adoración III

El creador y la criatura. Aquí nuestros corazones se entienden sin buscar palabras. Aquí nadie es capaz de interrumpir nuestra conversación. Aquello de lo cual hablo contigo, Oh Jesús es nuestro secreto que otras criaturas desconocerán y por el cual los ángeles no se atreven a preguntar. Son los perdones secretos que como reconocemos solo Jesús y yo, es el misterio de su misericordia que abraza a cada alma a causa de esta inconcebible bondad tuya, te adoro oh creador y Señor con todo mi corazón y con toda mi alma esta adoración mía es muy miserable e insignificante, no obstante, estoy Serena porque sé que tú sabes que es sincera, aunque tan imperfecta. “Adoro te devote latens, deitos”. Te adoro con devoción, Dios escondido, que estás verdaderamente oculto bajo estas apariencias a ti se somete mi corazón por completo y sin mí se rinde totalmente al contemplarte en la sagrada eucaristía bajo las apariencias de pan y vino, Jesús se vuelve a ocultar para que le descubran. nuestra fe y nuestro amor. Es ahí donde la vida del cristiano invadía la vida de Jesús. “A ti se somete en mi corazón por completo y se rinde totalmente al contemplarte”. No deben desconcertarnos las apariencias sensibles. No está oculto, Jesús. Nosotros le vemos cada día le recibimos, le amamos, le visitamos. Que clara y diáfana es su presencia. Cuando le contemplamos con una mirada limpia, llena de fe. Me acerco a ti, Jesús; como un enfermo al médico que le habrá de dar vida, como un pecador a la fuente de la misericordia pobre y falto de todo, me presento Rey de los Cielos y de la tierra, me postro ante tu presencia y te reconozco como mi señor, mi médico maestro y mi amigo. Vivo en medio de nosotros.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la adoración, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce