Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Oh Amor mío, mi Maestro eterno, qué bueno es obedecer, porque [con la obediencia] entra en el alma la fortaleza y la fuerza para obrar.

Reflexión: La obediencia.

Oh, amor mío, mi maestro eterno, qué bueno es obedecer, porque con la obediencia entra en el alma la fortaleza y la fuerza para obrar, anonadándose a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz por la que le ensalzó y le dio un nombre que está por encima de todo hombre. La obediencia es madre de todas las virtudes, inserta las virtudes y las guarda, de modo que si en poco tiempo quiero hacerme perfecto, me basta con hacerme obediente. Mejor es la obediencia en el sacrificio y mejor es obedecer que ofrecer. Dios en el Paraíso quiso que la obediencia fuese el medio para reconocer y merecer a Dios y que Dios se hizo hombre fue para enseñarnos esta virtud de la obediencia. Muy provechoso para el espíritu es guiarse por el mandato de los que Dios puso para que nos gobiernen y no confiarse a los propios gustos y caprichos. Muchos viven en obediencia, pero por necesidad, no por amor de caridad. Estas personas sufren y con facilidad murmuran y jamás alcanzarán la libertad de espíritu y verdadera paz si no cumplen la obediencia por amor a Dios. Vete a donde quieras que no hallarás paz verdadera y tranquilidad sino obedeciendo humildemente a quien el Señor te ha colocado como superior. A muchos ha engañado el pensar que yendo a otros sitios allí se van a encontrar tranquilidad. Lo que necesitaban no era cambiar de sitio, sino de modo de obedecer (imitación de Cristo). La obediencia no ha de ser en la exterior ejecución, sino que ha de ser de voluntad y de corazón conformando nuestra voluntad con la del superior teniendo un mismo querer.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la obediencia, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce