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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos cuenta una parábola que muestra el significado de una vida de bondad y fidelidad. ¿Cómo llegamos a hacer el juicio más importante sobre la calidad de nuestra vida y que tiene que ver no sólo con lo que debemos hacer sino quiénes debemos ser? ¿Cómo sabemos?

En otro momento Jesús nos ha dicho que un árbol se conoce por sus frutos. Y Pablo hace de esto algo muy específico. Nos dice que los frutos del Espíritu Santo son “amor, gozo, paz, paciencia, bondad, generosidad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio”. Da a entender que la presencia del Espíritu en la vida de uno se puede ver por como resplandezcan estas cualidades que expanden el alma.

A menudo he hablado sobre la magna anima (un gran alma) del santo en contraste con la pusilla anima (un alma estrecha) del pecador. Y el fruto del Espíritu puede marcar la diferencia. El amor es querer el bien del otro; la paciencia soporta los problemas; la fidelidad es dedicación a un compañero o amigo; el dominio propio restringe los desastres que el ego puede causar, y así sucesivamente. Todos los frutos del Espíritu son signos de una magna anima expansiva y que mira hacia afuera.

Para ir adelante y crecer en el camino de la vida no hay que tener miedo, hay que tener confianza. Esta parábola nos hace entender lo importante que es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, duro y severo que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros está esta imagen equivocada de Dios, entonces nuestra vida no podrá ser fecunda, porque viviremos en el miedo y este no nos conducirá a nada constructivo; de hecho, el miedo nos paraliza, nos autodestruye.

 

Estamos llamados a reflexionar para descubrir cuál es verdaderamente nuestra idea de Dios.

Ya en el Antiguo Testamento Él se reveló como «Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad» (Éxodo 34, 6). Y Jesús siempre nos ha mostrado que Dios no es un patrón severo e intolerante, sino un padre lleno de amor, de ternura, un padre lleno de bondad.

Por lo tanto, podemos y debemos tener una inmensa confianza en Él.

Jesús nos muestra la generosidad y la premura del Padre de tantos modos: con su palabra, con sus gestos, con su acogida hacia todos, especialmente hacia los pecadores, los pequeños y los pobres (…) pero también con sus advertencias, que revelan su interés para que nosotros no desperdiciemos inútilmente nuestra vida. Es un signo, de hecho, de que Dios tiene una gran estima de nosotros: esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en cada una de nuestras acciones. (Ángelus, 19 noviembre 2017).

 

 

Lucas 17:11-19

Amigos, hoy celebramos la fiesta nacional de Acción de Gracias. El cristianismo bíblico insiste en que nuestras vidas deben ser actos de alabanza y gratitud al Creador.

 

 

Semejantes obligaciones serían ciertamente gravosas y deshumanizantes si procedieran de un ser supremo competitivo y necesitado, pero como provienen de aquel que no puede competir con nosotros y que no necesita nada, son en realidad liberadoras. La gratitud que ofrecemos al Dios verdadero no es absorbida por Dios sino que se rompe contra la roca de la autosuficiencia divina, redundando en nuestro beneficio.

En uno de los prefacios a la oración eucarística en el rito romano de la Misa, encontramos esta notable observación dirigida a Dios: “No tenéis necesidad de nuestra alabanza, pero nuestra acción de gracias es en sí misma don vuestro, ya que nuestras alabanzas no añaden nada a vuestra grandeza, sino que nos aprovecha para la salvación”.

Precisamente porque Dios no necesita nuestra alabanza, nuestro acto de gratitud es un regalo; Precisamente porque la plenitud de Dios no puede aumentarse, nuestra oración intensifica, en lugar de comprometer, nuestra participación en el circuito de la gracia.

 

Pero «también hoy Jesús llora, porque nosotros hemos preferido el camino de las guerras, la senda del odio, la senda de las enemistades». Todo esto se comprende aún más ahora que «estamos cerca de la Navidad: habrá luces, habrá fiesta, árboles luminosos, también pesebres… todo apariencia: el mundo sigue declarando la guerra, declarando la guerra. El mundo no ha comprendido la senda de la paz». (…) «¿qué queda de una guerra, de esta que estamos viviendo ahora?». Quedan «ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡muchos!». Y «mucho dinero en los bolsillos de los traficantes de armas».  «Una vez Jesús dijo: “No se puede servir a dos señores: o Dios o las riquezas”». Y «la guerra es precisamente optar por las riquezas:

“Fabricamos armas, así la economía se equilibra un poco, y seguimos adelante con nuestros intereses”» «hay una palabra fea del Señor: “¡Malditos!”», porque «Él dijo: “¡Benditos los constructores de paz!”». Por lo tanto, los «que causan la guerra, que provocan las guerras, son malditos, son delincuentes». Una guerra, «se puede justificar —entre comillas— con muchas, muchas razones.

Pero cuando todo el mundo, como sucede hoy, está en guerra —¡todo el mundo!— es una guerra mundial por fascículos: aquí, allí, allá, por todos lados». Y «no hay justificación. Y Dios llora. Jesús llora». «Nos hará bien a nosotros pedir la gracia del llanto por este mundo que no reconoce el camino de la paz, que vive para declarar la guerra, con el cinismo de decir que no se haga». Y, añadió, «pidamos la conversión del corazón». (…) que el mundo vuelva a encontrar la capacidad de llorar por sus crímenes, por lo que causa con las guerras. (Homilía Santa Marta 19 noviembre 2015).

 

 

Columbano, Santo

Memoria Litúrgica, 23 de noviembre
Abad.

Martirologio Romano: San Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que por Cristo se hizo peregrino para evangelizar a las gentes de las Galias. Fundó, entre otros muchos, el monasterio de Luxeuil, que él mismo rigió con estricta observancia, y obligado después a exiliarse, atravesó los Alpes y construyó el cenobio de Bobbio, en la Liguria, famoso por su disciplina y estudios, en el cual se durmió en paz, lleno de méritos para con la Iglesia. Su cuerpo recibió sepultura en este día († 615).

Etimológicamente Columbano = “paloma”. Viene de la lengua latina.

Breve Biografía


Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.


Al salir de Irlanda en compañía del monje y San Galo, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.


Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia. Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.


El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.


En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.


 

Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes.

También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.


Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615.

La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.


Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.


También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.


Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.

 

 

Y no te reconocí

Lucas 19, 41-44.

 

 

Jueves XXXIII del Tiempo Ordinario.






En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)


Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. Tienes algo que decirme hoy. Tu amor infinito y eterno busca todas las maneras de entrar en mi corazón y una de tus favoritas es traerme hasta ti para tener un rato de intimidad. Creo en ti, Jesús, pero ayúdame a creer en mi día a día que tu amor por mí es infinito, eterno, maravilloso y que te ha llevado hasta el extremo de darlo todo por mí. Aumenta mi confianza. Ayúdame realmente a abandonarme en tus manos de Padre. Tú sólo quieres mi felicidad… Te amo, Jesús, pero dame la fuerza de amar en cada momento como Tú amas. Enciende en mí el fuego de tu amor para permitirte amar y glorificar al Padre sirviendo a los que me rodean. En tus manos pongo todo mi ser y te suplico que me ayudes a escuchar tu voz.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44


 

 

En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: «¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba».


Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio


Jesús, ¿cuántas veces has venido a mí también sin que yo te sepa reconocer? Has venido a tocar a la puerta de mi corazón tantas veces, ¡y qué pocas he sabido reconocerte y dejarte entrar!


Has sido Tú quien por la calle me ha extendido la mano pidiendo un poco de pan para comer.


Eras Tú quien, tantas veces, vino a mí pidiéndome un consejo o suplicando un poco de comprensión.


 

Eras Tú quien tocaba mi hombro y sufría conmigo cuando pasé por ese momento difícil que me hizo levantar mi voz y preguntarte dónde estabas.


Has venido tantas veces a mí en una buena noticia, en una enfermedad, en un amigo, en un necesitado, en la Eucaristía y en la calle… ¡y no siempre te he sabido reconocer en mi prójimo!


Perdóname, Jesús, si hasta ahora no he sabido reconocerte. ¡Aumenta mi fe! Ayúdame a saberte descubrir en cada momento de mi vida y en cada persona que me rodea. No permitas que sea indiferente a tu venida y dame la gracia de servirte en los demás como Tú te lo mereces. Amén.



«Si nosotros caemos en esta insensatez y nos alejamos, él experimenta esta nostalgia. Nostalgia de nosotros. Hasta el punto que Jesús con esta nostalgia llora, lloró por Jerusalén: era la nostalgia de un pueblo que él había elegido, había amado, pero que se había alejado por insensatez; había preferido las apariencias, los ídolos o las ideologías».
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de octubre de 2017).



Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.


Propósito


Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.


Hoy voy agendar mi próxima dirección espiritual que preparé con empeño para descubrir qué lugar ocupa realmente Jesús en mi vida.


 

 

Despedida


Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

El Evangelio es para todos no para un grupo de elegidos

Catequesis del Papa Francisco, 22 de noviembre de 2023.




 




El anuncio cristiano es para todos, «alegría para todos, el Evangelio es para todos». El Papa Francisco lo repitió varias veces en la audiencia general, en la Plaza de San Pedro, ante varios miles de fieles. Antes de comenzar su vigésimo séptima catequesis sobre la «pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente», se entretiene, a bordo del papamóvil, entre los peregrinos, intercambia algunas palabras con algunos de ellos, bendice a algunos niños, acepta un mate, y luego llega a la explanada de la basílica vaticana. Y desde aquí subraya que la Buena Nueva tiene «una ‘poder humanizador’, una plenitud de vida destinada a todo hombre y a toda mujer», porque Cristo nació, murió y resucitó «por todos, sin excluir a nadie». El Papa recuerda también su primera exhortación apostólica, Evangelii gaudium, escrita hace diez años, al inicio de su pontificado, reiterando que los cristianos tienen el deber de anunciar el Evangelio «sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable», porque «la Iglesia no crece por proselitismo, sino ‘por atracción’.

 

 

Hermanos, hermanas, sintámonos al servicio del destino universal del Evangelio; es para todos, y distingámonos por la capacidad de salir de nosotros mismos, de superar todos los confines. Un anuncio, para ser un verdadero anuncio, debe salir del propio egoísmo. Y nosotros también tenemos la capacidad de superar todas las fronteras.

Cristianos expansivos y extrovertidos

Francisco exhorta a los cristianos a «ser abiertos y expansivos, ‘extrovertidos'», al fin y al cabo, Jesús «hizo de su presencia en el mundo un camino continuo, destinado a llegar a todos», como se desprende también de diversos encuentros narrados en el Evangelio. Y precisamente para llegar a todos, Dios elige a algunos de nosotros.

La Biblia nos muestra que cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con algunos, el criterio es siempre éste: elige a alguno para llegar muchos otros. Este es el criterio de Dios, de la llamada de Dios.

 

 

Instrumentos del amor de Dios

Los que han sido elegidos por Dios «han experimentado la belleza pero también la responsabilidad y el peso de ser ‘elegidos’ por Él, y también «han experimentado el desánimo ante las propias debilidades o la pérdida de sus seguridades», explica el Papa, pero no debemos olvidar que Dios, a través de los que elige, quiere llegar a todos.

La mayor tentación es considerar la llamada recibida como un privilegio, por favor no, la llamada no es un privilegio, nunca, no podemos decir que somos privilegiados en comparación con los demás, no, la llamada es para un servicio. Y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos.

 

 

Cuidado con «identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema», advierte Francisco, porque perdería «su naturaleza verdaderamente católica, es decir universal para todos», no es un grupito de elegidos de primera clase. Este es el horizonte de la universalidad, concluye el Papa, reiterando una vez más que «el Evangelio es para todos».

 

 


¿Cómo vivir el Día de Acción de Gracias en clave católica?

Acción de Gracias: un día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar




 




El cuarto jueves de noviembre se celebra, en Estados Unidos, el Thanksgiving o el Día de Acción de Gracias que recuerda la primera cena de agradecimiento en 1621 de un grupo peregrinos con nativos, en la que se dio gracias a Dios por la abundancia de cosechas en el nuevo mundo. El Arzobispo de Los Ángeles (EEUU), Mons. José Gómez, explicó por qué esta fiesta es profundamente católica.

En el año 2008, cuando era aún Arzobispo de San Antonio (Texas), Mons. Gómez publicó en el diario Today’s Catholic un artículo en el que explicaba el sentido católico del Día de Acción de Gracias, «un día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar. En efecto, las familias se reúnen en Thanksgiving con más frecuencia que en cualquier otra fiesta, incluyendo la Navidad».

 

                               Don Juan de Oñate

El Prelado relató que «antes de la ‘primera’ celebración de Thanksgiving en 1621 en suelo norteamericano, el 30 de abril de 1598, en Texas, Don Juan de Oñate ya había declarado oficialmente un ‘Día de Acción de Gracias’, que fue conmemorado con el santo sacrificio de la Misa».

Oñate, contó el Prelado, «hizo lo más propiamente católico: celebrar la Eucaristía, una palabra que viene del término griega Eukaristein, y que significa, precisamente ‘acción de gracias’».

«Esta es la razón por la cual, pese a que Thanksgiving no es una fiesta de guardar en el calendario católico, el calendario litúrgico de la Iglesia en los Estados Unidos lo celebra con la solemnidad de dos lecturas –una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento– y con una emblemática lectura del Evangelio de Lucas: el pasaje del ‘Magnificat’» de María.

Mons. Gómez resaltó que «aunque la Virgen María lo vivió de manera única y privilegiada, todos (…) podemos elevar nuestra acción de gracias a Dios porque nos ha dado más de lo que imaginamos o merecemos, simplemente porque, como nos dice nuestra Santa Madre, Él ha hecho obras grandes por nosotros, y su nombre es santo».

«Por eso, los católicos no sólo debemos celebrar el Día de Acción de Gracias con profundo espíritu de oración, agradecimiento y alegría, sino que la celebración de este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como católicos es una constante acción de gracias. A través de nuestros actos de la vida cotidiana, que deben todos ellos dar gloria a Dios, y de manera especial a través de la celebración de la Eucaristía».

 

 

El Arzobispo de Los Ángeles, la arquidiócesis más grande de Estados Unidos, recordó además que «este fin de semana iniciamos el tiempo especial del Adviento. A través de él nos preparamos para recibir el supremo regalo de Dios: su propio Hijo, hecho uno de nosotros para reconciliar a la humanidad».

«Rezo –concluyó– de todo corazón a nuestra Santa Madre, la gran agradecida del Señor, para que nos prepare con un corazón lleno de acción de gracias para los grandes misterios de la Navidad».

 

 

Consejos que daría Edith Stein para discernir la vocación

Edith Stein, carmelita descalza, fue filósofa, mística, mártir y santa de origen judío. Su vida fue un testimonio de búsqueda de la verdad, conversión y entrega a Dios ¿Qué le diría a una chica que siente el llamado a la vida contemplativa? ¿Qué consejos le daría para discernir y seguir su vocación?

 

 

Edith Stein nació en 1891 en una familia judía practicante pero pronto perdió la fe de sus antepasados. Se dedicó a los estudios de filosofía, siendo la primera mujer que presentó una tesis en esta disciplina en Alemania. Fue discípula del filósofo Edmund Husserl, fundador de la fenomenología, y colaboró con él como asistente. Su mente brillante y su espíritu crítico la llevaron a cuestionar el sentido de la vida y la existencia de Dios.

Su camino de conversión comenzó con el contacto con personas cristianas que le mostraron un testimonio de fe vivo y coherente. La lectura de la Vida de Santa Teresa de Ávila fue decisiva para su cambio de corazón. Se sintió cautivada por la experiencia mística de la santa y por su amor a Cristo.
En 1922 se bautizó y tomó el nombre de Teresa Hedwig. A partir de entonces, se dedicó a la enseñanza, traducción, escritura y a dar conferencias sobre temas de filosofía, educación, teología y espiritualidad. Desarrolló una teología de la mujer y un análisis de la filosofía de Santo Tomás de Aquino y de la fenomenología.

Una vocación que brota del amor a Cristo

 

 

Edith Stein sintió desde su conversión el deseo de entrar en la vida religiosa, especialmente en el Carmelo, pues se identificaba con el carisma de Santa Teresa de Ávila. Sin embargo, pospuso su decisión por respeto a su madre, que no aceptaba su cambio de religión, y por obediencia a sus directores espirituales, que le aconsejaron esperar. Durante esos años, siguió trabajando y dando testimonio de su fe en medio del mundo, especialmente ante el auge del nazismo, que la obligó a dejar la docencia por ser judía.

Finalmente, en 1933, entró en el convento de las carmelitas descalzas de Colonia, donde tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Allí vivió una vida de oración, silencio, trabajo y fraternidad, profundizando en el misterio de la cruz y ofreciendo su vida por la salvación de su pueblo. Escribió su obra más importante, El ser finito y el ser eterno, donde intentó una síntesis entre la filosofía tomista y la fenomenológica. También escribió otros textos sobre la oración, la navidad, la ciencia y la santidad.

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Un martirio que culmina una entrega total

En 1938, ante el peligro de la persecución nazi, Edith Stein fue trasladada al convento de las carmelitas de Echt, en Holanda. Allí continuó su vida de clausura, sin perder la esperanza ni la alegría. Sin embargo, en 1942, la Gestapo la detuvo junto con su hermana Rosa, que también se había convertido al catolicismo y vivía como terciaria carmelita. Fueron deportadas al campo de exterminio de Auschwitz, donde fueron asesinadas en la cámara de gas el 9 de agosto. Edith Stein murió con la paz de quien se sabe en las manos de Dios y con el amor de quien se ofrece por sus hermanos.Edith Stein fue beatificada en 1987 y canonizada en 1998 por el Papa Juan Pablo II, que la declaró co patrona de Europa junto con Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena. Su vida y su obra son un ejemplo de sabiduría, santidad y martirio para la Iglesia y para el mundo.

¿Qué le diría a una chica que tiene vocación a la vida contemplativa?

 

 

Si Edith Stein pudiera hablar con una chica que tiene vocación a la vida contemplativa, quizás le diría algo así:

1 
NO TEMAS

No tengas miedo de seguir el llamado de Dios, que te quiere para sí y te regala una vocación especial. Él te ama con un amor personal e incondicional, y te invita a responderle con todo tu ser.

2
 DÉJATE GUIAR POR LA VERDAD

Busca la verdad con sinceridad y con humildad, y déjate guiar por la luz de la fe y de la razón. Estudia, lee, reflexiona, dialoga, pero sobre todo, ora. La oración es el camino para conocer a Dios y a ti misma, para escuchar su voz y para hacer su voluntad.

3
 SÉ FIEL

Sé fiel a tu vocación, que es un don y una tarea. No te dejes llevar por las modas, las opiniones o las presiones del mundo, que no entienden ni valoran la vida contemplativa. Sé consciente de la belleza y la importancia de tu misión, que es ser testigo del amor de Dios, intercesora por la humanidad y fuente de bendición para la Iglesia.

4
 VIVE CON ALEGRÍA Y AMOR A CRISTO

Vive la vida contemplativa con alegría y con amor, con sencillez y con entrega, con comunión y con servicio. Ama a Cristo con todo tu corazón, y deja que Él te transforme y te haga partícipe de su misterio. Ama a tus hermanas con fraternidad, y forma con ellas una familia donde reine la paz y la caridad. Ama al mundo con compasión, y ofrécete por su salvación y su conversión.