Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Durante la adoración Jesús me dijo: Hija Mía, has de saber que tu amor vivo y tu compasión que tienes de Mi, Me fueron un consuelo en el Huerto de los Olivos.
Reflexión: Compasión
Durante la oración Jesús me dijo: Hija mía, has de saber que tu amor vivo y tu compasión que tienes de mí, me fueron un consuelo en el Huerto de los Olivos. En la parábola del buen samaritano, el Señor nos enseña quién es nuestro prójimo y cómo se ha de vivir la bondad con todos. Jesús movido por la compasión y la misericordia se acercó al hombre, a cada hombre para curar sus llagas, haciéndolas suyas. Si así nos amó Dios también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Esta misma compasión hemos de tener nosotros de tal manera que nunca pasemos de largo ante el sufrimiento ajeno. ¿Quién es mi prójimo? Quiere enseñarnos Jesús que nuestro prójimo es todo aquel que está cerca de nosotros, sin distinción de raza o credo y necesita nuestro socorro. El Señor nos anima a una compasión efectiva y práctica que pone el remedio oportuno. Qué buenos medios son la caridad y la compasión para identificarnos con el Maestro. Buen samaritano es todo hombre que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier índole que sea. Hemos de saber que cuando encuentras a tu hermano herido has encontrado algo que vale más que un tesoro, el poder de cuidarle. Jesús tiene este sentimiento de compasión que experimentaba cuando veía a la gente sufrir. Jamás permanece Jesús impasible ante nuestros sufrimientos. Jesús tenía lástima, una conmoción que se siente en lo profundo del corazón. Un participar del sufrimiento del otro. Esa conmoción es un movimiento de profunda simpatía, de un intenso compartir el sentimiento ajeno haciendo lo propio. Dios no es invisible al dolor humano.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda su compasión, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce