Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
+ Oh Cristo, si el alma conociera de una vez todo lo que sufrirá a lo largo de toda su vida, moriría de espanto después de conocerlo, no acercaría a los labios el cáliz de la amargura.
Reflexión: Cruz
Oh Cristo, si el alma conociera de una vez todo lo que sufrirá a lo largo de toda su vida, moriría de espanto después de conocerlo. No acercaría a los labios el cáliz de la amargura. El sufrimiento escandaliza con frecuencia y se levanta ante muchos como un inmenso muro que les impide ver a Dios y su amor infinito por los hombres. ¿Por qué no evita Dios todopoderoso tanto dolor aparentemente inútil? El dolor es un misterio y sin embargo el cristiano con fe sabe descubrir en la oscuridad del sufrimiento propio o ajeno, la mano amorosa y providente de su padre Dios que sabe más y ve más lejos.
La cruz, el dolor y el sufrimiento, fue el medio que utilizó el Señor para redimirnos precisamente por la cruz. Desde entonces, el dolor tiene un nuevo sentido, solo comprensible junto a él. La cruz pequeña o grande, aceptada y ofrecida al Señor, produce paz y serenidad. Cuando no se acepta, el alma queda sintonizada y con una íntima rebeldía que se manifiesta enseguida al exterior en forma de tristeza o de mal humor. La cruz puede ser un medio que Dios nos envía para purificar tantas cosas de nuestra vida pasada o para ejercitar las virtudes y para a los padecimientos de Cristo redentor, que siendo inocente sufrió el castigo que merecían nuestros pecados. La cruz es el alimento, la prueba del amor divino. La cruz corre en paralelo con la santidad de un alma. “La vida de Jesús dice la imitación, fue una cruz y un perfecto martirio”. La cruz es fuego que purifica, que tiempla fuertemente a un alma. La cruz es la espada con la que conquistamos nuestra libertad frente a las criaturas. Es el altar de sacrificio, la mayor gloria de Dios
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te redima en la cruz, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce