Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
25 III [1938]. Hoy vi a Jesús doliente que se inclinó sobre mí y dijo murmurando silenciosamente: Hija Mía, ayúdame a salvar los pecadores. De súbito entró en mi alma un fuego de amor por la salvación de las almas. Cuando volví en mi, sabia (34) cómo salvar las almas y me preparé a mayores sufrimientos.
Reflexión: Salvación
25-III-1938. Hoy vi a Jesús doliente que se inclinó sobre mí y dijo murmurando silenciosamente. Hija mía, ayúdame a salvar a los pecadores. ¿Qué le sirve al hombre el todo el mundo si pierde su alma. O con qué podrá rescatarla una vez perdida? Salvar el alma hacerme santo es lo más importante en mi vida cristiana. Gloria a Dios. Porque ser rico amado, servido, todo eso no es nada hasta sería para mí el mayor de los peligros y la mayor de las desdichas si llegara a ser ocasión de pecado o me hiciera descuidar la salvación puesto que todo se acaba con la muerte. ¿Qué me servirá delante de Dios, el haber sabido reunir gran fortuna de dinero, haberme hecho grande y poderoso con el mundo, haber tenido todos los placeres de la vida si nada he hecho para el cielo si no he amado y servido a Dios, que es mi último fin? Salvarme es entonces para mí el primer deber lo demás no tiene sentido es locura, salvar el alma es un asunto personal no puedo dejar ese trabajo para otro ni dividirlo con ninguno. Para la salvación de mi alma es necesario hacer penitencias por los pecados que yo he cometido de corregirme de mis vicios de compartir mis pasiones, de practicar las virtudes de humildad, por esa caridad y paciencia para frecuentar los sacramentos. La salvación del alma es un asunto urgente, no lo podemos hacer más que en esta vida. ¡Ay de mí si lo tengo sin acabar al llegar la hora de la muerte! Corta es la vida y si en este momento me sorprendiera la muerte, ¿encontraría a Dios bien ordenadas las cuentas de mi administración? Estoy preparado para comparecer ante el juez oh María madre de misericordia. Sálvame del peligro y de perder mi alma.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la salvación, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce