Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
A pesar de sentirme muy débil, fui a aquel medico, ya que tal era la voluntad de las Superioras. La hermana que me acompañaba lo hacia de mala gana. Me lo manifestó varias veces y por fin me dijo: ¿Qué hacemos? No tengo dinero suficiente para el taxi. No le contesté nada. Quizá no encontremos carruaje. ¿Cómo haremos para recorrer este buen trecho de camino? Ésas y muchas otras cosas las dijo únicamente para inquietarme, porque las queridas Superioras dieron dinero suficiente, y no faltaba. Al conocer dentro de mi toda esta historia, me reí y dije a aquella hermana que yo estaba completamente tranquila y que tuviéramos confianza en Dios. Sin embargo conocí que mi profunda calma la irritaba. Entonces me puse a rezar según su intención.
Reflexión: Confianza en Dios
A pesar de sentirme muy débil fui aquel médico ya que tal era la voluntad de las superioras. La hermana que me acompañaba lo hacía de mala gana. Me lo manifestó varias veces. Dios nos ama con amor de benevolencia y con un inefable amor infinito y eterno. Como si fuéramos los únicos habitantes de este mundo, el amor de Dios es uno e infinito. La confianza en Dios da la medida de mis fuerzas y de mi santidad. Debemos vivir confiados de la mano de Dios, morando en la bondad paternal y divina de Dios como un niño, que nada sabe, que nada hace, que lo echa todo a perder, pero que sin embargo, vive de esta dulce bondad. Debemos procurar ver en nosotros y dentro de nosotros con amorosa voluntad de Dios como si fuéramos los únicos en el mundo. Debemos avanzar con toda la sencillez, paso a paso, cogido de la mano de Dios, como si fuéramos ciegos. Comer el pan que se nos presenta como si fuéramos mendigos. Debemos vivir de la gracia de Dios. Debemos recibir siempre con alegría y amor los beneficios de Dios. Debemos servir a Dios con alegría servido con amor. Debemos contemplar siempre la inefable bondad de Dios para con nosotros. Debemos mirar todos, todas las cosas a través de esa de ese prisma divino y los veremos iluminados de este bello color. Llevar siempre el corazón y el espíritu fijos en nuestro bondadoso Padre y Salvador. Hay que fundar nuestra paz en la confianza de Dios, en su bondad y en su amor paternal. Por lo tanto, confiar vivamente en la providencia que cada momento vela por nosotros, colocar toda nuestra confianza en la santa voluntad de Dios porque lo que Él quiere es lo que es más perfecto para nosotros y lo más glorioso para su servicio.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la confianza en Dios a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce