Mateo 20:1-16
Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola del hacendado que contrata gente en varios momentos del día y luego les paga a todos lo mismo. Consideremos ahora el hecho de que estos trabajadores nos representan a nosotros y al Dios terrateniente. Desde nuestra perspectiva, hay mucha injusticia, mucha injusticia inexplicable, mucha injusticia exasperante. Pero Dios es ese Ser que sabe todo sobre todo. Nuestro conocimiento es comparativamente minúsculo tanto en profundidad como en amplitud. Lo que podemos ver del lienzo de Dios es ridículamente pequeño. Y, sin embargo, nos atrevemos a declarar ciertas cosas justas o injustas.
Recuerde la historia del gángster que llamó a un sacerdote mientras yacía moribundo en la calle de Nueva York. El sacerdote lo declaró perdonado y hubo un torrente de protestas: ¿Cómo podría ser esto justo para todos aquellos que habían sido buenos y devotos cristianos toda su vida? Mis caminos no son vuestros caminos, dice el Señor. Tengamos la humildad de dejar que Dios distribuya sus gracias como le parezca. Y preguntemos “por qué” no con espíritu de rebeldía sino con espíritu de asombro y expectación.
En el Reino de Dios no hay desocupados, todos están llamados a hacer su parte; y todos tendrán al final la compensación que viene de la justicia divina —no humana, ¡por fortuna! Se trata de dejarse asombrar y fascinar por los «pensamientos» y por los «caminos» de Dios que, como recuerda el profeta Isaías no son nuestros pensamientos y no son nuestros caminos. Es una mirada que llama, que invita a levantarse, a ponerse en marcha, porque quiere la vida para cada uno de nosotros, quiere una vida plena, ocupada, salvada del vacío y de la inercia. (Ángelus, 24 septiembre 2017)
El denario de tu amor
Santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16. Miércoles XX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Amado Jesús, vengo a ponerme en tu presencia. Aquí me tienes, delante de ti, tal cual soy. No quiero que haya ni tapujos ni formalismos. Quiero mostrarte todo cuanto tengo y cuanto soy. Mira mis heridas; no deseo esconderlas ante ti, que eres el mejor médico. Mira mis alegrías; no quiero ocultarlas ante ti, que eres mi Padre. Todo lo que tengo, todo lo que soy, te lo debo a ti. No permitas nunca que la desconfianza gane terreno en mi vida. Que tenga siempre presente que tu amor por mí es eterno e incondicional y que sepa que, pase lo que pase, siempre podré encontrar un refugio seguro en tus brazos. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20,1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’. Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mí lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’. De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me haces ver cuán grandes son tu amor y tu misericordia. Das un denario tanto a los que trabajaron desde temprano como a los que llegaron al caer el sol. Una misma paga para todos. ¿No es algo injusto?
Definitivamente sería muy injusto si Tú sólo fueras patrón y yo sólo un trabajador más… pero eres bueno y más que siervo soy tu hijo… y Tú, más que patrón, eres mi Papá.
La recompensa que me das, ese denario del que habla el Evangelio, no es otra cosa que tu amor. Tú me has dado todo el amor que me has podido dar. A mí me has amado de la manera más infinita y perfecta que puedes. No me puedes dar más, ¡porque ya me lo has dado todo!, y me lo das ¡porque me amas!
No importa si trabajo mucho o poco, pues tu amor no depende de lo que haga o deje de hacer. Me amas por lo que soy. Todo mi trabajo no debe ser más que la respuesta del hijo que se sabe amado por su Papá y quiere que los demás lo amen. Ahí está el secreto. Trabajar desde la mañana no es otra cosa que estar a tu lado más tiempo disfrutando de tu amor. La recompensa de amar es haber amado.
Gracias, Jesús, por tu inmenso amor. Ayúdame a trabajar para que los demás te conozcan y te amen.
«Jesús libra a los sanos de la tentación del “hermano mayor” y del peso de la envidia y de la murmuración de los trabajadores que han soportado el peso de la jornada y el calor. En consecuencia: la caridad no puede ser neutra, aséptica, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita. La caridad es creativa en la búsqueda del lenguaje adecuado para comunicar con aquellos que son considerados incurables y, por lo tanto, intocables. Encontrar el lenguaje justo… El contacto es el auténtico lenguaje que transmite, fue el lenguaje afectivo, el que proporcionó la curación al leproso. ¡Cuántas curaciones podemos realizar y transmitir aprendiendo este lenguaje del contacto!».
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a invitar a alguien a darle de comer a un necesitado, sin buscar ninguna recompensa.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Los escritos de Rosa
En 1923 el P. Getino descubrió unos papeles de aspecto cabalístico, eran los dibujos y escritos de Santa Rosa de Lima
Por: Mundo Católico | Fuente: www.terra.com.pe/religion
Hacia 1923, el Provincial de España, P. Getino, descubrió unos papeles de aspecto cabalístico, cuya extensión eran de dos medios pliegos, y que correspondían a los dibujos y escritos de la santa peruana.
En efecto, los dibujos de Santa Rosa de Lima utilizaron un estilo, lenguaje y forma literaria de la tradición emblemática y renacentista y barroca. Como en los tratados emblemáticos del amor divino, Rosa relata sus experiencias místicas uniendo la palabra y la imagen. El nivel de las experiencias místicas descritas por Rosa corresponde en magnitud al milagroso intercambio de corazones que Jesús realizara con Santa Catalina de Siena o a las transverberaciones del corazón de Santa Teresa de Jesús. De estos dos pliegos, uno se refiere a las Mercedes o pruebas interiores de la santa, y el otro a la escala mística.
Primer pliego
En el primer pliego, Rosa ha recortado tres corazones, pegándolos en serie para mostrar gráficamente el inicio de la secuencia de comunicaciones o gracias místicas. Cuando el P. Getino da a conocer estos documentos, reparó en la similitud del lenguaje místico de Rosa con el de Santa Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz. Gracias a las inspiraciones que se encuentran en este primer pliego, podemos decir que fueron escritas antes de la confesión General a la que fue sometida Rosa, encomendada a los frailes dominicos, pues así lo menciona en su escrito central.
La posible fecha del diseño de dichos gráficos sería el 23 de agosto de 1614, víspera de la fiesta del apóstol San Bartolomé. Rosa parece recibir las Mercedes hace 5 años(1609). Los 2 años de padecimientos podrían llevarnos al tiempo de su profesión como terciaria secular (30/8/1607) y afirmar en todo caso que ella fue sometida a esta confesión general como requisito previo para la profesión para ser laica dominica.
Uno de los textos localizados al lado izquierdo revela que Rosa entregaba estos manuscritos a su confesor o guía espiritual para que él los revisase y corrijase sus errores, algo que se acostumbraba en aquella época. Estos guías espirituales confirman la autenticidad y originalidad de los escritos, ya que en aquella época circulaban numerosos y falsos escritos de experiencia mística que podrían haber restado la originalidad a los escritos de Rosa.
Segundo pliego
La escala espiritual dibujada por Rosa tenía el mismo sentido que la escala espiritual de San Juan Climaco; una obra que fray Luis de Granada publicó en 1562 y que Rosa leyó. Resulta a la vez extraño comprobar cómo el contexto de las mercedes divinas tienen su analogía con el cántico espiritualidad de San Juan de la Cruz, siendo sorprendente que el diseño gráfico de la novena merced muestre en dibujo lo que el mismo Juan de la Cruz declara en el verso de la canción segunda de «Llama de amor viva». Sin embargo, las obras de San Juan comenzaron a publicarse incompletas en 1618; la primera redacción del cántico apareció en 1627 y la segunda en 1703, cuando la santa ya había fallecido, de manera que es improbable que los escritos de Rosa fueran una copia del gran místico.
También se puede ver la influencia de una tercera mano mucho más docta y conocedora de esta riqueza espiritual, en el mismo proceso inquisitorial por el cual pasó y de hecho asegura la mano correctora de sus confesores o padres espirituales. Habría que acortar que algunos autores ven en la décima merced el mejor ejemplo de la manipulación, pues está escrito en latín y la historia nos narra que Rosa era iletrada.
Hoy celebramos a Santa Rosa de Lima
6 datos que tal vez no conocías sobre esta Santa
Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa
Este 30 de agosto se celebra a Santa Rosa de Lima en Perú y en otros países a Santa Rosa de Lima, Patrona de América y Filipinas. ¿Conocías estos datos sobre su vida?
1. Se llamaba Isabel
Recibió el nombre de Isabel, pero su mamá al ver que mientras crecía su rostro lucía sonrosado y mostraba gran belleza, empezó a llamarla Rosa. Santo Toribio de Mogrovejo, el entonces Arzobispo de Lima, tras impartirle el sacramento de la confirmación en 1597 le puso definitivamente el nombre de Rosa, con el cual es conocida ahora en todo el mundo.
2. Fue laica, no religiosa
Santa Rosa fue laica, específicamente una Terciaria en la Orden de Santo Domingo, es decir, una mujer que se vestía con túnica blanca y manto negro, llevaba una vida consagrada a Dios pero en su propia casa. Durante toda su vida buscó imitar a la más famosa terciaria dominica: Santa Catalina de Siena.
Un día mientras oraba ante la imagen de la Virgen pidiendo ayuda para decidir si entraba a un convento, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él tampoco fue capaz de moverla de allí.
Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: «Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su idea». Tan pronto pronunció estas palabras recuperó la movilidad y se pudo levantar del suelo.
3. Tuvo un rápido ascenso a los altares
Menos de 50 años después de su muerte fue declarada santa para la Iglesia. Durante la ceremonia organizada en su honor tras su fallecimiento fue aclamada por el pueblo entero e hicieron que a los ocho días se abriera el proceso de canonización. El Cabildo envió una carta al Papa Urbano VIII y el virrey hizo lo propio a la Corona de España. Antes de ser canonizada (1671) fue proclamada Patrona del Perú (1669), del Nuevo Mundo y de Filipinas (1670). Solo en Perú hay más de 72 pueblos con su nombre.
4. Es la primera Santa de América
Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y se convirtió en la primera Santa de América. «Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones», dijo el Papa Inocencio IX al referirse a ella.
5. Habría sido amiga de San Martín de Porres
Una antigua tradición sostiene que Santa Rosa salía de su ermita para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario y para atender a enfermos y esclavos. En estas labores era acompañada por San Martín de Porres quien se volvió su amigo. Lima era una ciudad pequeña y amurallada por lo que es muy probable que Santa Rosa haya conocido a San Martín de Porres.
6. Cuando murió trabajaba en el servicio doméstico de una familia adinerada
Santa Rosa pasó los tres últimos años de su vida ayudando en el servicio del hogar de Don Gonzalo de Massa, un empleado del gobierno, cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: «Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor».
Santa Rosa falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro.
3 secretitos de la santidad del papa Juan Pablo II
Vaticano
Juan Pablo II
Revelados por el portavoz de la Santa Sede que trabajó con él durante más de 20 años
El médico y periodista español Joaquín Navarro-Valls trabajó de 1984 a 2006 como director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, este largo periodo de 22 años del pontificado de san Juan Pablo II y los primeros quince meses del papa Benedicto XVI. Navarro-Valls fue el primer laico en ocupar el cargo de portavoz de la Santa Sede.
En una conferencia dada en abril de 2014, él contó a los oyentes tres «secretos» de la santidad de Juan Pablo II:
1 – Profunda oración y presencia de Dios
El santo pontífice decía que el mejor momento de su día era la celebración de la Eucaristía. Él tenía también la costumbre de llevar a sus invitados antes y después de cenar hasta su capilla para hacer una breve oración de dos o tres minutos.
Una vez, él estaba charlando solo con Navarro-Valls cuando pasaron por la capilla: el Papa se arrodilló para rezar y pasaron dos minutos, cinco, diez, quince…. Hasta que, de repente, el Papa se giró y le dijo: «Discúlpeme, olvidé que estaba allí».
2 – Mucho trabajo, pero sin estrés
Aunque san Juan Pablo II tuviera una inimaginable carga de asuntos que atender, nadie jamás lo vio con prisa: él trabajaba duro, pero sin tensión, y abordaba un tema a la vez, concentrándose plenamente en lo que hacía.
Hasta cuando viajaba el Papa llevaba dos maletas llenas de papeles con los asuntos pendientes, y sólo dormía después de acabar los pendientes del día.
3 – Buen humor siempre
Ya anciano, enfermo y bastante jorobado, el Papa oyó a un obispo decirle una vez: «Santidad, veo que está en excelente forma». Famoso por el buen humor, el santo pontífice le respondió: «Excelencia, ¿piensa que no veo en la televisión cuán arruinado estoy?».
A san Juan Pablo II no le gustaba cancelar las audiencias de los miércoles y, para evitar la cancelación de dos seguidas, sacaba menos de dos semanas de vacaciones al año. Un día, Navarro-Valls le preguntó: «Santo Padre, ¿sabe lo que es el estatuto del trabajador?». El Papa polaco le respondió: «No sé, explíqueme». El portavoz de la Santa Sede continuó: «Aquí en Italia, todos los trabajadores tienen derecho a un mes de vacaciones remuneradas al año. Por lo tanto, Santo Padre, debería usted estar incluido». San Juan Pablo II hizo una expresión pensativa y respondió ingenioso: «¡Qué pena! Es que, sabe usted, yo vivo en el Vaticano y no en Italia…».
Oración: Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María! Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María! Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: ¡invoca a María! Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios. En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, ¡invoca a María! El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. ¡Siguiéndola no te pierdes en el camino! ¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás! Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer. ¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial! Amén.
COMENTARIO DE MAYTE DE JESÚS ESTA EN PAX Y VA TENER UN ENCUENTRO ABIERTO EN PAX ESTE JUEVES A LAS SEIS DE LA TARDE. ESTÁN INVITADOS TODOS USTEDES. NO SE LO PIERDA SI PUEDE. ES UN TESTIMONIO MUY HERMOSO Y RICO DE AMOR.
Nacida en la miseria más absoluta, en medio de la provincia de Salamanca, con un DNI en el que figura 1937 como fecha de nacimiento y con un pasaporte estadounidense que recoge que nació en el año 1944, esta mujer de padre desconocido vivió tres décadas de lujos, excesos y absoluto éxito profesional. Su objetivo atractivo físico le llevó a trabajar en el mundo de la noche madrileña de los años 50, donde rápidamente se convirtió en una estrella del espectáculo.
Dotada de un innegable talento para los negocios, siempre poniendo por delante la estrategia y la lógica, Mayte se convirtió en Mayté cuando optó por cruzar el océano Atlántico para seguir triunfando al otro lado del charco. Chile, México, Los Ángeles o Miami dieron cabida a sus multitudinarios y exitosos espectáculos, aunque nada comparado con lo cosechado en Panamá y, especialmente, en Puerto Rico, que es donde reside la parte del año que no vive en su casa salmantina de Vega de Tirados, el pueblo en el que nació.
La inmensa fortuna que atesoró después de décadas de trabajo constante fue directa a lo que se estilaba por aquella época (y por la actual): casas, pieles, joyas, helicópteros… y su presencia se hizo más que habitual en la incipiente prensa rosa de los años setenta y ochenta. Su nombre apareció vinculado a los de, solo por poner algunos ejemplos, Alfonso de Borbón, Cantinflas, Farah Diva, Adolfo Suárez o Alfonso de Hohenlohe. Por no hablar, claro, de Omar Torrijos, el militar panameño que gobernó su país durante la década de los 70 y al que le unió una gran amistad.
Todo esto ya lo contó Mayté Maldonado en La condesa se confiesa, el libro de memorias que publicó en 2015, y en el que hay un capítulo muy especial para rememorar su encuentro con Jesús de Nazaret en la habitación de la prestigiosa clínica Mayo en la que esperaba para ser operada de un cáncer de mama que tenía muy mal diagnóstico. A partir de ese momento todo cambió y lo que había sido una vida de éxitos, lujos y dinero, se convirtió en una existencia dedicada única y exclusivamente a transmitir el mensaje de Jesús, convirtiéndose en una de las mayores recaudadoras de fondos para la Iglesia de todo el mundo. Fue ese el momento en el que Mayté empezó a pensar que algo no iba del todo bien en el mundo. Pero aún faltaba un último empujón para plasmar todas esas ideas en el libro que presentó la pasada semana en Madrid. El ascenso del Papa Francisco al liderazgo de la Iglesia católica en 2013 fue el espaldarazo definitivo que necesitaba para poner, negro sobre blanco, todo aquello en lo que pensaba y le trasmitía Nuestro Señor Jesucristo y que coincidía, punto por punto, con las primeras y, en aquel momento, rompedoras opiniones del Santo Padre.
En Apocalipsis 2021, Mayté Maldonado lanza un desesperado grito de socorro ante los gravísimos problemas que ponen en peligro la continuidad misma de nuestra especie, la hambruna, el calentamiento global y la emigración forzada, y con la pandemia de coronavirus como telón de fondo y primer y serio aviso previo a nuestra desaparición como civilización. Para luchar contra estos males, y contra todas las epidemias que están por venir, Maldonado aboga por la necesidad universal de pedir perdón, empezando por los políticos que creen dominar el mundo, y acabando por todas las personas que, durante las últimas décadas, han dado la espalda a Dios provocando así el actual triunfo de la oscuridad sobre la luz. El punto culminante de este Apocalipsis 2021 es la instauración de un fondo económico global en el que tomarán parte los mayores billonarios del mundo cediendo una parte de su fortuna, que quedará bajo el estricto control del Papa Francisco. La empresaria salmantina es consciente de que las personas más ricas del planeta ya son las principales donantes en el mundo actual, pero también de que es necesario el indiscutible liderazgo del Santo Padre para distribuir su dinero de manera ordenada y eficiente.
Toda aquella vida de trabajo, lujo, ambición y desenfreno se frenó el 5 de febrero de 1991, cuando le diagnosticaron cáncer de mamá. Intervenida en la prestigiosa clínica Mayo de Minnesota, le extirparon los dos pechos en una exitosa operación. Ahí es cuando sufre un tremendo procesión de conversión espiritual después de ver la imagen de Jesús de Nazaret. «Mi congoja era extrema y total. Nada ni nadie podía consolarme por haber dejado pasar tantos años sin dedicarle a este Ser tan maravilloso mi vida, mis pensamientos, mi alma, mi trabajo, todo lo que había ganado, y toda mi fortuna», cuenta Mayte, quien desde ese momento decide centrar todos sus esfuerzos, celibato incluido, en seguir la estela de Jesucristo. Y, a través de su fundación Jesús de Nazaret, hasta ahora.
Lo que han leído es solo un resumen de «La condesa se confiesa». Si se han quedado con ganas de más, que sería lo suyo, no lo duden. Búsquenlo y déjense sorprender. No pararán de hacerlo.
Imitemos a Cristo siendo disponibles al cambio
Ángelus del Papa Francisco, 20 de agosto de 2023.
Por: Redacción | Fuente: Vatican News
Dios es así: es amor, y quien ama no permanece rígido en sus propias posiciones, sino que se deja mover y conmover; sabe cambiar sus esquemas. El amor es creativo, y nosotros cristianos, si queremos imitar a Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio.
Lo subrayó el Papa en su alocución previa a la oración del Ángelus, reflexionando sobre el pasaje evangélico que narra el encuentro de Jesús con una mujer cananea, que le pide que libere a su hija, atormentada por un demonio. Francisco invitó a “ser dóciles, escuchar verdaderamente, enternecernos en nombre de la compasión y del bien ajeno” en nuestra vida, siguiendo el ejemplo de Jesús.
El Evangelio de Mateo relata que la mujer no es del territorio de Israel. El Señor no la escucha, pero ante su insistencia los discípulos le piden que la atienda para que pare, pero Jesús explica que “su misión está destinada a los hijos de Israel”. Pero ella no desiste y se postra ante Él, suplicándole. Entonces Jesús le dice: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”.
El Pontífice hace notar que Jesús cambia de actitud y lo que le hace cambiar es la fuerza de la fe de aquella mujer y se detiene en estos dos aspectos: el cambio de Jesús y la fe de la mujer.
“Él estaba dirigiendo su predicación al pueblo elegido; después, el Espíritu Santo empujaría la Iglesia hasta los confines del mundo”, afirma el Santo Padre.
La universalidad de la obra de Dios
En el episodio de la mujer cananea “ya se manifiesta la universalidad de la obra de Dios”. “Es interesante – nota Francisco – esta disponibilidad de Jesús: frente a la oración de la mujer ‘adelanta los planes’, ante su caso concreto se convierte aún en más condescendiente y compasivo”.
Jesús ve la fe concreta
El Obispo de Roma invita también a mirar a la fe de la mujer, que el Señor alaba, diciendo que es «grande». A los discípulos les parece grande solo la insistencia de la cananea, en cambio, Jesús ve la fe, que “no es rica de conceptos sino de hechos” ya que la cananea se acerca, se postra, insiste, mantiene un diálogo estrecho con Jesús, supera todos los obstáculos con tal de hablar con Él.
He aquí la concreción de la fe, que no es una etiqueta religiosa, sino una relación personal con el Señor. La fe de la mujer no está hecha de protocolo teológico, sino de insistencia; no de palabras, sino de oración. Y Dios no resiste cuando se le reza.
El Francisco invita entonces a hacernos algunas preguntas. Si a partir del cambio de Jesús somos capaces de cambiar de opinión, de ser comprensivos y compasivos o permanecemos rígidos en nuestras propias posiciones. Y a partir de la fe de la mujer invita a interrogarse sobre cómo es la propia fe, si “se detiene en conceptos y palabras o es realmente vivida con la oración y las acciones”, si dialogamos con el Señor, somos insistentes con Él, o nos conformamos con recitar cualquier fórmula hermosa.
De ahí la oración a la Virgen María para que “nos haga disponibles al bien y concretos en la fe”.
Verdad y amor en la vida de Mayté Maldonado
La «Condesa» nos confiesa su apuesta por el «Gran Lío» del papa Francisco
Por: José Antonio Benito Rodríguez
Mayté Maldonado
En vísperas del homenaje que Rollán —su villa natal— viene preparando, se organizó un encuentro familiar el pasado 29 de abril en la Residencia TOMAS MORALES de Salamanca, en la que participaron vecinos del pueblo, así como familiares y amigos. Comenzó con las palabras de bienvenida de la profesora Isabel Benito, quien resaltó el gozo del encuentro en «Salamanca que enhechiza la voluntad de venir a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado» como escribió Miguel de Cervantes. Presentó brevemente al comentarista, José Antonio Benito, y a Mayté Maldonado, la protagonista de una historia sorprendente, entrañable, aleccionadora, publicada en dos libros ya difundidos por todo el mundo: La condesa se confiesa (Las memorias de Mayte Maldonado) según se las contó a Luis R. González Argües, Editores Argües y Garzón, 2015, 317 pp.; y Apocalipsis 2021 (Ediciones Punto Rojo, 2021, 210 pp).
Mis palabras fueron para presentar su trayectoria vital desde su enigmático nacimiento en Rollán (Salamanca) hasta su plenitud actual en Puerto Rico. Sus libros nos recuerdan las confesiones de san Agustín, las del libro de la vida de santa Teresa de Jesús y las de Teresita (Historia de un alma, quien resumió su vida en tres verbos: Amar, sufrir y siempre sonreír). Me ha impactado la transparencia y veracidad del relato; eso sí, sin herir a nadie sino salvando lo salvable, tratándolo siempre con misericordia. Sorprende que aquella niña repudiada apenas conocida en el pueblo salmantino de Rollán termine siendo la reina de la canción española en Hispanoamérica, una vedette impactante en su tiempo, además de acabar amasando una impresionante fortuna y siendo una empresaria de primer nivel mundial.
Sin apenas instrucción, pues no era bien vista en la escuela, autodidacta cien por cien, una belleza natural evidente, fuerza de voluntad a prueba de balas, ambición colosal y una inteligencia emocional por encima de la media. Mayté nos relata con pelos y señales sus peripecias. Nos cuenta que ha dado varias veces la vuelta al mundo, hospedándose o vivido en espléndidas casas de La Moraleja madrileña, Miraflores de Lima, Río de Janeiro, Ciudad de México, Santiago de Chile, Bogotá, Las Vegas, Nueva York, Panamá (donde contó con la amistad del presidente Omar Torrijos) y desde hace más de treinta años en San Juan de Puerto Rico, en una casa nominada por ella como «El mausoleo». Durante su relación con el panameño Gilberto Arias, Mayté recorrió el mundo y las mansiones del Aga Khan en Cerdeña, de Onassis en la isla griega de Escorpio o el palacio londinense del príncipe Carlos.
Toda aquella vida de trabajo, lujo, ambición y desenfreno, narrada en la primera parte, se frenó el 5 de febrero de 1991, cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Intervenida en la prestigiosa clínica Mayo de Minnesota, le extirparon los dos pechos en una exitosa operación. Ahí es cuando sufre un tremendo proceso de conversión espiritual después de ver la imagen de Jesús de Nazaret. En el encuentro tuvimos el contento de escuchar de viva voz su milagroso testimonio que relata en la página 208 del libro:
«Me acostaron otra vez en la cama, pero yo ya era otra persona. Sentía en mi interior que era una persona nueva, totalmente cambiada, invadida y poseída de una quietud interna y un gozo que jamás había experimentado. No queda rastro en mí de la amargura y la mala sangre que siempre me había envenenado el alma. Miraba el crucifijo que colgaba de la pared y se me inundaron los ojos de lágrimas. Gracias, Jesús, gracias —murmuraba suavemente— porque puedo sentir tu mano en este momento. Todavía siento esa mano mientras relato estas memorias y solo puedo decir gracias, gracias, gracias».
Desde ese momento decide centrar todos sus esfuerzos, celibato incluido, en seguir la estela de Jesucristo, en la Iglesia católica. Y, a través de su fundación Jesús de Nazaret, hasta ahora.
Los asistentes tuvieron la oportunidad de brindar sus testimonios personales gracias a lo vivido en el pueblo o por lo leído en el libro. Se generó un animado y entrañable coloquio pues Mayté escuchó con delicada atención y contestó con generosidad desbordante consciente de la gracia que Jesús —amor de mi alma— le otorga. Al hilo de una de las preguntas, glosó las ideas claves de su segundo libro, Apocalipsis 2021. Con fuerza denuncia el crimen ecológico: «estamos matando al planeta, que es nuestro hogar» (p.89), la «emigración, ya no hay lugar seguro en esta tierra» (p.104), la injusta pobreza que padecen tantos millones de seres humanos, evidenciada en la terrible hambruna. Son los terribles jinetes del apocalipsis del 2021 que galopan produciendo destrucción y muerte. Sin embargo, aún hay una opción para salvar el mundo. Es la que vivió en 1991 (p.120), cuando a punto de morir por el cáncer de mama, salió con vida de la operación y con una experiencia a lo san Pablo en Damasco o Ignacio de Loyola en Manresa, como de unos Ejercicios Espirituales o renovador retiro.
Ella se siente como la Magdalena arrepentida del Evangelio, la Teresa de Jesús convertida y, desde entonces, pone sus ojos en la belleza del amor que nunca le fallará, hasta llegó a pensar en ingresar en un monasterio. Sin embargo, en un proceso de discernimiento, bien aconsejada por sacerdotes, mantiene su dedicación al hijo de sus amores, sus nietos, y ya en Puerto Rico, con su fundación «Jesús de Nazaret» (p.139), ya en La Vega de Tirados (Salamanca) con temporadas de retiro, a orquestar todo un plan global, planetario para la mejora del mundo, con nuestro Señor Jesucristo como motor y el papa Francisco en el centro como líder.
En varios momentos nos compartió su deseo de encontrarse personalmente con el papa para exponerle su «santa» obsesión. Nuestra visionaria autora es consciente de que las personas más ricas del planeta ya son las principales donantes en el mundo actual, así lo manifiesta en sus cartas interpelantes dirigidas a Jeff Bezos, Elon Musk, Bernard Arnault, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Warren Buffet, Larry Ellison, Larry Page, Sergy Brin, Mukesh Ambani, Amancio Ortega y otros doce más (pp.153-188).
En el acto se obsequiaron los dos libros a los asistentes y se comunicó que los donativos tendrán como destino la restauración de la iglesia parroquial y la ermita-cementerio de Rollán. Todo culminó con una oración de acción de gracias y un rico aperitivo que, con buen sabor de boca, completó el buen ánimo brindado al corazón por el testimonio de
María Reina, Santa
Memoria Litúrgica, 22 de agosto
María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo
Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.
Un poco de historia
La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.
María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.
María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.
La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.
La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.
Lo que me falta es caminar contigo
Santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30. Martes XX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, entonces…, ¿quién podrá salvarse?
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos”. Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces ¿quién podrá salvarse?” Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”. Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?”. Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hay tantas cosas en la vida que quiero hacer: Metas, proyectos, sueños… Muchos de ellos dependen casi totalmente de mí y por ello debo prepararme, formarme; debo programar, estudiar, entrenar… Y muchas de estas cosas debo hacerlas yo solo.
Es curioso como ante lo esencial de la vida las cosas no funcionan así. Ante aquellos deseos más profundos del corazón puedo prepararme, puedo formarme; puedo programar, estudiar y entrenar todo por mi cuenta pero, al final, nada lograr. Hay algo que falta…
En las cosas esenciales de la vida no puedo ir solo, necesito de Alguien. Alguien que me enseñe, que me ayude… Alguien que conozca, no sólo aquello que yo quiero que se conozca de mí… sino que me conozca con todo lo que soy, con mis debilidades, con mis fortalezas… Alguien que conozca todo de mí.
Ante aquello que parece imposible, aquello que veo que me sobrepasa, que está fuera de mí. Ante el amor, el perdón, el querer ser mejor, la fe, la esperanza, la felicidad…, me da mucha paz saber que todo esto es imposible para mí, mas para Dios no lo es.
No significa dejar de esforzarme, significa saber dónde, significa saber en quién pongo mi esfuerzo; en quién pongo mi confianza.
Señor, hay tantas cosas en la vida que quiero hacer. Mientras más camino soy consciente que solo por mi cuenta nada puedo. Te necesito. Ayúdame a caminar contigo.
«El evangelista enfoca los ojos de Jesús y esta vez se trata de una mirada pensativa, de advertencia. Dice así: “Mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Ante el estupor de los discípulos, que se preguntan: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”, Jesús responde con una mirada de aliento –es la tercera mirada– y dice: la salvación, sí, es “imposible para los hombres, ¡pero no para Dios!”. Si nos encomendamos al Señor, podemos superar todos los obstáculos que nos impiden seguirlo en el camino de la fe. Encomendarse al Señor. Él nos dará la fuerza, él nos dará la salvación, él nos acompaña en el camino».
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de vivir poniendo las pequeñas o grandes actividades del día en manos de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Es malo que un cristiano tenga dinero?
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos
Querido lector.
Es un gusto para mí poder escribir por primera ocasión en este medio y compartirte una pregunta que ha rondado por mi cabeza desde hace casi 7 años. Después de mucho tiempo de reflexión y de oración, he llegado a la conclusión de que el tema del dinero para un cristiano es una de las preguntas más importantes que debería hacerse. No espero en este artículo date muchas respuestas, sino dejarte con muchas preguntas para ti mismo.
El dinero es una realidad a la que los laicos nos enfrentamos día a día. Quien puede negar que el mundo actual se mueve por y alrededor del dinero. Las familias enfrentan gastos, los padres tienen que salir a trabajar para proveer a sus hijos de lo necesario, la pobreza es el discurso más recurrente de los gobiernos y los organismos internacionales, pero:
¿Qué significa eso para un cristiano que sabe que esta vida material no es la más importante, sino que debe de luchar día a día (con la ayuda de Dios por supuesto) para buscar la vida eterna?
Permíteme compartirte, querido lector, por qué esta pregunta ha rondado mi cabeza durante tantos años y porque he dedicado mucho de mi tiempo a hablar sobre este tema con mis alumnos, mis amigos y mi familia.
Provengo de una familia de clase media baja que con el esfuerzo y trabajo constante de mi padre (QEPD) logró escalar hasta convertirse en una familia de clase media alta. Cuando era niño pasé algunas carencias, pero mi padre (que siempre fue mi mejor amigo y la persona a quien yo más admiro) vivió una infancia muy diferente a la mía. Mi abuelo murió a los 35 años dejando a una mujer viuda sin educación y con 7 hijos que supo sacarlos adelante con trabajo y muchos sacrificios. Vaya si ellos pasaron carencias, y fue hasta entrada mi adultez que me di cuenta, que el dolor que mi padre vivió en su niñez por la falta de dinero me marcó para toda mi vida. Siempre he tenido miedo de ser pobre y sobre todo de que mis hijos lo sean. Este pensamiento creó para mí lo que los psicólogos definen como un “sentido económico alto” en mi escala de valores, que en términos simples significa que casi todo en la vida tiendo a verlo en pesos y centavos, y tengo la facilidad de entender el sentido económico de las cosas.
Desde que estudiaba en la universidad tenía claro que mi objetivo era hacer dinero y aunque estudié en escuelas católicas, utilizaba como escudo aquel pasaje de la escritura en que el joven rico se acercó a Jesús para preguntarle sobre como logar la vida eterna. Mi padre solía decirme que Jesús respondió: “si quieres ser perfecto” ve y vende todo lo que tienes y luego ven y sígueme. El pasaje no dice eso exactamente, pero yo siempre me escudé en que no necesitaba ser perfecto, simplemente cumplir y ya estaba.
Hace 7 años Dios me hizo un gran regalo. Me dio una importante cruz (la pérdida de mi segunda hija) que me hizo reflexionar sobre el sentido de mi vida y me permitió buscar retomar el camino y liberarme de muchos vicios que me habían atrapado. Con su ayuda comencé un proceso de conversión que inevitablemente me llevó a la pregunta que titula este artículo. Hay muchas cosas que admiro de San Pablo y creo que al igual que él quise ser un celoso cumplidor de la palabra de Dios y llegué a cuestionarme, incluso si debía de vender lo que tengo, mudarme a una casa más chica, dejar mi empleo bien remunerado y buscar otras actividades para tratar de ganar mi salvación. Esto no era muy inteligente para un hombre casado y con un hijo. Gracias a un gran amigo y sacerdote del Opus Dei, comencé a transitar por el camino de buscar entender que es lo que Dios quiere de nosotros con respecto al dinero.
Hay muchas preguntas que me hicieron reflexionar y que hoy quisiera compartir contigo estimado lector con la intensión de que tú busques lo que ellas significan para ti y que el espíritu santo te guie en este terreno:
¿Es malo ser rico?
¿Cuándo podía decirse que alguien es rico? ¿Cuánto debe de tener o de ganar para considerarse rico ante Dios?
¿Cómo es que un hombre como San Luis Rey de Francia o José de Arimatea pudieron ser ricos (a los ojos del mundo) y a la vez santos?
¿Por qué Jesús emplea en sus parábolas los talentos o a veces “las monedas” y elogia al siervo que las trabajó y multiplicó?
¿Si yo quiero salvarme debo vender lo que tengo, alejarme del mundo? Pero ¿No sería con ello un esposo y padre irresponsable?
Si la pobreza es buena según el evangelio ¿Por qué Dios nos pide que ayudemos a los pobres a salir de ella?
¿Cuánto debo de dar a los demás de lo que gano?
¿El dinero es malo en sí mismo?
Quizá tengas ya las repuestas a muchas de estas preguntas. Quizá como yo alguna no te deje dormir, si estás convencido de que quieres buscar la vida eterna y si recuerdas las palabras de Jesús:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos”
Concluyo aquí con la intensión de permitirte un espacio de reflexión. Ojalá que me dediques un rato de tu tiempo en una segunda parte de este artículo para compartirte lo que he podido reflexionar sobre esto.
Un abrazo y hasta pronto
Hoy celebramos a… Santa María Reina
Existe un profundo vínculo entre la Asunción y la Coronación de la Virgen
Pablo VI dice en su exhortación apostólica Marialis cultus: «La solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después y en la que se contempla a aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre».
Se subraya así el vínculo profundo que existe entre la Asunción y la Coronación de la Virgen. En esa misma línea de pensamiento, el Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Iglesia, enumera las grandezas de la Madre de Jesús, que culminan en su coronación: Los Apóstoles –recuerda–, antes de recibir el Espíritu Santo el día de Pentecostés, perseveraban unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús.
También María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya la había cubierto a ella con su sombra. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte (Lumen gentium, 59).
Pío XII, en su Encíclica sobre la Realeza de María, exponía que el pueblo cristiano, desde los primeros siglos de la Iglesia, ha elevado suplicantes oraciones e himnos de loa y de piedad a la “Reina del Cielo”, tanto en sus tiempos de felicidad y alegría como en los de angustia y peligro; y que nunca falló la esperanza en la Madre del Rey divino, Jesucristo, ni languideció la fe que nos enseña que la Virgen María, Madre de Dios, reina en todo el mundo con maternal corazón, y está coronada con la gloria de la realeza en la bienaventuranza celestial.
Con razón –añadía el Papa–, el pueblo cristiano ha creído siempre que aquella de quien nació el Hijo del Altísimo, Príncipe de la Paz, Rey de reyes y Señor de los señores, recibió de Dios singularísimos privilegios de gracia; y considerando luego las íntimas relaciones que unen a la madre con el hijo, ha reconocido en la Madre de Dios una regia preeminencia sobre todos los seres.
En la tradición cristiana, ya los antiguos escritores, fundados en las palabras del arcángel san Gabriel, que predijo el reinado eterno del Hijo de María, y en las de Isabel, que se inclinó reverente ante ella llamándola Madre de mi Señor, llamaban a María Madre del Rey y Madre del Señor, queriendo significar que de la realeza del Hijo se derivaba la de su Madre.
La sagrada liturgia, fiel espejo de la enseñanza comunicada por los Padres y creída por el pueblo cristiano, ha cantado en el correr de los siglos y canta de continuo, así en Oriente como en Occidente, las glorias de la celestial Reina: Salve Regina, Regina caeli laetare, Ave Regina caelorum, etc.
También el arte, al inspirarse en los principios de la fe cristiana, y como fiel intérprete de la espontánea y auténtica devoción del pueblo, ya desde el Concilio de Éfeso, ha representado a María como Reina y Emperatriz coronada.
Desde el punto de vista teológico, el argumento principal en que se funda la dignidad regia de María es su divina maternidad: el ser madre de Jesucristo, el único que en sentido estricto, propio y absoluto, es Rey del Universo por naturaleza. A lo que hay que añadir que la Virgen también es proclamada Reina en razón de la parte singular que por voluntad de Dios tuvo, asociada a su Hijo, en la obra de nuestra eterna salvación.
La Iglesia no ha cesado de avivar la devoción a María, madre de Dios y madre de nuestra, y de fomentar la confianza en su maternal intercesión.
Así, decía Pío IX en la bula en que definió el dogma de la Inmaculada Concepción: «Con ánimo verdaderamente maternal al tener en sus manos el negocio de nuestra salvación, Ella se preocupa de todo el género humano, pues está constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y está exaltada sobre los coros todos de los Angeles y sobre los grados todos de los santos en el cielo; estando a la diestra de su unigénito Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, con sus maternales súplicas impetra eficacísimamente, obtiene cuanto pide, y no puede no ser escuchada».
La fiesta de María Reina, ahora trasladada al 22 de agosto, la instituyó en 1954 Pío XII, quien, después de fijarla para el 31 de mayo, escribía en su ya citada encíclica:
«Procuren todos acercarse ahora con mayor confianza que antes, todos cuantos recurren al trono de la gracia y de la misericordia de nuestra Reina y Madre, para pedir socorro en la adversidad, luz en las tinieblas, consuelo en el dolor y en el llanto, y, lo que más interesa, procuren liberarse de la esclavitud del pecado…
Sean frecuentados sus templos por las multitudes de los fieles, para en ellos celebrar sus fiestas; en las manos de todos esté la corona del Rosario para reunir juntos, en iglesias, en casas, en hospitales, en cárceles, tanto los grupos pequeños como las grandes asociaciones de fieles, a fin de celebrar sus glorias.
En sumo honor sea el nombre de María… Empéñense todos en imitar, con vigilante y diligente cuidado, en sus propias costumbres y en su propia alma, las grandes virtudes de la Reina del Cielo y Madre nuestra amantísima. Consecuencia de ello será que los cristianos, al venerar e imitar a tan gran Reina y Madre, se sientan finalmente hermanos, y, huyendo de los odios y de los desenfrenados deseos de riquezas, promuevan el amor social, respeten los derechos de los pobres y amen la paz».
Oración:
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.