Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Oh Herida de la Misericordia, Corazón de Jesús, escóndeme en Tu profundidad como una gotita de Tu propia sangre y no me dejes escapar de ella por la eternidad. Guárdame en tus profundidades y Tu Mismo enséñame a amarte. Oh amor eterno, Tu Mismo modela mi alma para que sea capaz de corresponder a Tu amor. Oh Amor vivo, hazme capaz de amarte eternamente. Quiero corresponder a Tu amor por la eternidad. Oh Cristo, una mirada Tuya tiene para mí más valor que miles de mundos, que el cielo entero. Tu, Señor, puedes hacer que mi alma sepa comprenderte en toda la plenitud, [conocer] cómo eres. Yo sé y creo que Tu lo puedes todo; si te has dignado darte a mi con tanta generosidad, sé que puedes ser todavía más generoso; introdúceme en una intimidad Contigo hasta donde puede ser introducida la naturaleza humana…
Reflexión: Amor de Dios
Oh herida de la misericordia, corazón de Jesús, guárdame en tus profundidades y tú mismo enséñame a amarte. Oh amor eterno, tú mismo modela mi alma para que sea capaz de comprender a tu amor. Debemos amar intensamente a Dios porque en ello va todo lo que el hombre quiere y a ellos se reduce toda la ley y toda la virtud. Que la gracia de su amor regule toda nuestra vida y que todas nuestras virtudes se resuman en una sola, la del amor. Solo hay una cosa esencial en este mundo que nada ni nadie puede sustituir y que por sí sola reemplaza perfectamente a todo lo que existe sobre la tierra, el amor a nuestro Señor. Aprendamos a recogernos a los pies de nuestro Señor en el silencio del amor. Escuchémosle con tranquilo corazón, fijemos la mirada en Él, entreguémonos de todo a Él. Amemos a nuestro Señor que tanto nos ha amado y que tan tiernamente nos ama en el Santísimo Sacramento. El amor de Dios nos apremia. El amor de Dios da sin contar. El amor de Dios da sin razonar. El amor de Dios sufre sin lamentarse. El amor goza y se aumenta con el sacrificio. El amor de Dios es una prensa que comprime constantemente. Hace saber de nuestra alma cuánto haya de humano para dejar luego al amor divino. Jamás podremos imaginar lo que Dios nos ama. Tanto amó Dios al mundo que le dio a su hijo unigénito para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna. Como muestra de su amor nos dejó los sacramentos. Nos ha dejado su madre por madre nuestra, nos ha dado un ángel para que nos proteja y nos aconseje.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda su amor, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce