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Por su misma naturaleza, el Cristianismo es centrífugo, tiende hacia afuera, es universal en su propósito y alcance. Jesús no dijo, “Prediquen el Evangelio a un puñado de sus amigos”, o “Proclamen la Buena Noticia a su propia cultura”. En cambio, dijo a sus discípulos: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 18-19). También los instruyó a sus seguidores que las puertas mismas del infierno no prevalecerían contra la Iglesia combativa que había establecido. Por lo tanto, mantener las cosas tal como están, o administrar la declinación, o mantenerse a flote, no es en absoluto lo que Jesús quiere o espera de nosotros.

 

 

Nunca nos conformemos con mantener las cosas como están.

Permítanme decir, antes que nada, que la expansión de nuestra Iglesia no es de ninguna manera responsabilidad absoluta de obispos y sacerdotes. El Vaticano II enseña claramente, que todo Católico bautizado tiene el encargo de ser un evangelizador; así que estamos todos juntos en esto. Por tanto, ¿cuáles son algunas de las estrategias de crecimiento que puede emplear cualquier Católico? Una primera que me gustaría enfatizar es esta: toda familia que viene regularmente a Misa debería hacer propia la responsabilidad evangelizadora de traer a otra familia a Misa el año próximo. Todo fiel que asiste a Misa, que esté leyendo estas palabras, conoce gente que debería estar yendo a Misa y no lo hace.

 

 

Podrían ser sus propios hijos o nietos. Podrían ser sus compañeros de trabajo que una vez fueron ardientes Católicos y que simplemente se alejaron de la práctica de la fe, o tal vez personas que están enojadas con la Iglesia. Identifiquen estas ovejas errantes y que traerlas de regreso a Misa sea su desafío evangelizador. Si todos hacemos esto exitosamente, duplicaremos el tamaño de nuestras parroquias en un año.

Una segunda recomendación es rezar por la expansión de la Iglesia. De acuerdo a las Escrituras, nunca nada grande se logró sin recurrir a la oración. Así que pidan al Señor, insistentemente, fervientemente, incluso testarudamente, para que traiga de regreso a su oveja perdida. Tal como le tenemos que rogar al dueño de la mies que envíe obreros para la cosecha, así tenemos que rogarle para que haga crecer el rebaño. Animaría a los ancianos y a los que están recluidos, y que pertenecen a una parroquia, que tomen esta tarea específica. Y les pediría a aquellos que participan regularmente de la Adoración Eucarística, que utilicen quince o treinta minutos diarios pidiendo al Señor por este favor específico. O sugeriría a los que organizan las liturgias que incluyan peticiones por el crecimiento de la parroquia en la plegaria de los fieles en la Misa del domingo.

Una tercera obligación es invitar a los que están en la búsqueda, a formular sus preguntas. Sé por un montón de experiencias concretas de los últimos veinte años, que muchos jóvenes, incluso aquellos que afirman ser hostiles a la fe, están profundamente interesados en la religión. Como Herodes escuchando la predicación de Juan el Bautista en prisión, incluso los aparentemente antirreligiosos navegarán en sitios web religiosos y prestarán atención cuidadosamente a lo que se está conversando. Así que pregunten a aquellos que se han desafiliado por qué no vienen más a Misa.

Se sorprenderán cuán predispuestos están a responderles. Pero luego, deben seguir la recomendación de San Pedro: “Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen” (1 Pe 3, 15). En otras palabras, si provocan las preguntas, mejor que estén listos para dar algunas respuestas. Esto significa que tienen que ponerse al día con su teología, su apologética, sus Escrituras, su filosofía y su historia de la Iglesia. Si eso les suena abrumador, recuerden que los últimos veinticinco años aproximadamente ha habido una explosión de literatura justo en estas áreas, enfocándose precisamente en la clase de cuestiones que los jóvenes que buscan tienden a preguntar –y la mayoría de eso está listo y disponible en internet.

Una cuarta y última sugerencia que haría es sencillamente la siguiente: sean amables. Sherry Waddell, cuyo libro Formación de Discípulos Intencionales se ha convertido en un clásico en el campo de la evangelización, dice que un primer paso crucial para traer alguien a la fe es el establecimiento de confianza.

Si alguien piensa que eres una persona buena y decente, es mucho más probable que te escuche hablar de tu fe. ¿Podría serles franco? Incluso hasta un vistazo casual en las redes sociales Católicas revela una plétora de conductas detestables.

Muchos, muchísimos parecen decididos a proclamar su propia corrección, centrándose en temas pequeños que son ininteligibles e irrelevantes para la mayoría de la gente. Un colega mío relató que en su conversación con los que están distanciados y desafiliados, lo que los mantiene lejos de la Iglesia es su experiencia de lo que describen como la mezquindad de los creyentes. Así que, tanto en internet como en la vida real, sean amables. Nadie estará interesado en escuchar sobre la vida de fe de personas amargadas e infelices.

Tenemos entonces nuestras órdenes de marcha: proclamen al Señor Jesucristo a todas las naciones. Comencemos con nuestras propias parroquias, nuestras propias familias. Y nunca nos conformemos con mantener las cosas como están.

 

 

REFERENCIAS BÍBLICAS

• Matthew 17:14-20

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús exhorta a los discípulos, y a nosotros, a ejercer nuestra fe. San Pablo nos dice que “caminamos en la fe pues todavía no vemos claramente”. Vemos al mundo que nos rodea, y podemos aprender a entenderlo según las categorías convencionales —políticas, culturales, económicas, etc. Los cristianos no se apartan del mundo que se ofrece a la razón.

Pero nuestra orientación principal no la brinda la razón sino la fe. Esto no tiene nada que ver con irracionalidad o credulidad. Tiene que ver con una apreciación de Dios y las señales de Dios —en y a través de los eventos convencionales que percibimos de manera convencional.

 

 

¿Qué está haciendo Dios? A veces es extremadamente difícil de ver. Pero confiamos. Puede ocurrir lentamente y frente a una abrumadora evidencia en contra, pero Dios siempre está actuando. Desde los más pequeños inicios viene el cumplimiento de los propósitos de Dios.

Dios está trabajando, aunque no podamos verlo con nuestros ojos. Es por eso que Jesús dice: “Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”.

 

A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo. No se olviden de esto. A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo, con mi insistencia ante Él. Él está impaciente por derramar su gracia y su alegría en nuestros corazones, pero lamentablemente somos nosotros los que mantenemos las distancias, quizás por timidez, flojera o incredulidad. Muchos de nosotros, cuando rezamos, no creemos que el Señor pueda hacer el milagro. Me acuerdo de aquella historia —que he visto— de aquel papá al que los médicos habían dicho que su hija de nueve años no iba a pasar de la noche; estaba en el hospital. Tomó un autobús y viajó setenta kilómetros hasta el santuario de la Virgen. Estaba cerrado, y aferrado a las rejas, pasó toda la noche rezando: “¡Señor sálvala! ¡Señor, dale la vida!”. Rezaba a la Virgen, toda la noche gritando a Dios, gritando desde el corazón. Luego, por la mañana, cuando regresó al hospital, encontró a su esposa llorando. Y pensó “ha muerto”. Y la esposa le dice: “es incomprensible, no se entiende, los médicos dicen que es algo extraño, parece curada”. El grito de este hombre, que pedía todo, fue escuchado por el Señor que le había dado todo. (Ángelus, 24 octubre 2021)

 

 

Juana Francisca de Chantal, Santa

Memoria Litúrgica, 12 de agosto

Viuda y Fundadora

Martirologio Romano: Santa Juana Francisca Frémiot de Chantal, religiosa, que siendo primero madre de familia, tuvo como fruto de su cristiano matrimonio seis hijos, a los que educó piadosamente, y muerto su esposo, bajo la dirección de san Francisco de Sales abrazó con decisión el camino de la perfección y realizó obras de caridad, en especial para con los pobres y enfermos. Dio comienzo a la Orden de la Visitación de santa María, que dirigió también prudentemente, y su muerte tuvo lugar en Moulins, junto al Aller, cerca de Nevers, en Francia, el día trece de diciembre (1641).

Breve Biografía

Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.

 

Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.

En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.

Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.

Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como «las Joyas de nuestra Santa.» Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.

 

 

A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.

Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.

 

Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.

Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.

El 13 de diciembre recordamos su ingreso al reino de los cielos, pero su fiesta fue asignada para el 12 de agosto.

 

 

Solo una semilla

Santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20.

Sábado XVIII del Tiempo Ordinario

Por: Javier Castellanos, LC | Fuente: somosrc.mx

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Oh, Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que lleve yo el amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la unión.
Donde haya duda, que lleve yo la fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo tu Luz. (Oración de san Francisco de Asís)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 17,14-20

En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo». Entonces Jesús exclamó: «¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho». Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano. Después al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?». Les respondió Jesús: «Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús hizo dos cosas en sus tres años de misión: predicar y curar. Poco a poco, reunió al grupo de los Doce apóstoles y les fue formando en la misma misión. Sin embargo, hoy en el Evangelio encontramos que los apóstoles son incapaces de curar a un endemoniado. ¿Qué había pasado con el poder que habían recibido del Señor?

Cristo ciertamente escogió a los Doce para ser sus mediadores. De verdad tenían en sus manos un poder divino para sanar y liberar; lo experimentaron cuando fueron enviados por toda Judea. El padre de familia se acercó con la fe de que su hijo sería curado. Pero la fe no es sólo del que pide la gracia, sino también del mediador. Cristo nos ha llamado a cada uno para continuar su misión, extender su gracia, sanar a tantas personas con nuestra vida, nuestro ejemplo y nuestro consejo. Miles de personas necesitan ese poder que tenemos en nuestras manos de cristianos. Pero ese poder tan inmenso sólo será fecundo si cuenta con una pequeña semilla: la fe. ¡Dios quiere actuar a través de nosotros! ¡Cristo quiere que seamos sus manos, sus pies, sus labios! Pero… ¿lo creemos realmente? ¿Tenemos la semilla de mostaza?

Somos mediadores también cuando pedimos por la paz, por nuestro país, por los gobernantes, por los pobres y por los necesitados, por nuestros seres queridos y por la gente que nos persigue. Somos mediadores cuando pedimos a Dios –incluso en esta oración– que sane tantas heridas y libre al mundo del Maligno. Pidamos también a Cristo ser mediadores llenos de fe: que no pongamos ningún obstáculo, que creamos en lo imposible. Porque nuestra confianza está en Él. Y para Él nada es imposible.

 

 

«La fe, incluso si es pequeña como un grano de mostaza, es capaz de mover montañas. Cuantas veces la fuerza de la fe ha permitido pronunciar la palabra perdón en condiciones humanamente imposibles. Personas que han padecido violencias o abusos en sí mismas o en sus seres queridos o en sus bienes. Sólo la fuerza de Dios, la misericordia, puede curar ciertas heridas. Y donde se responde a la violencia con el perdón, allí también el amor que derrota toda forma de mal puede conquistar el corazón de quien se ha equivocado. Y así, entre las víctimas y entre los culpables, Dios suscita auténticos testimonios y obreros de la misericordia». (Homilía de S.S. Francisco, 6 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

 

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy me interesaré por las dificultades de un compañero o compañera de trabajo o estudio, ofreciendo mi apoyo en un momento del día o rezando un misterio del rosario por él o ella.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.