Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Soy una hostia en Tus manos,
Oh Jesús, Creador mío y Señor,
Silenciosa, escondida, sin hermosura
y sin encanto,
Porque toda la belleza de mi alma
ha sido reflejada en lo íntimo.
Reflexión: Hostia I
Soy una hostia en tus manos. Oh Jesús creador mío y señor, silenciosa escondida sin hermosura y sin encanto, porque toda la belleza de mi alma ha sido reflejada en lo íntimo.
Soy una hostia en tus manos, Oh divino sacerdote, haz conmigo lo que te agrade. Me abandono toda a tu Santa Voluntad, Señor, porque ella es el deleite y el adorno de mi alma. Soy en tus manos, Oh Dios como una hostia blanca, te suplico transformarme en ti para que esté oculta en ti completamente encerrada, en tu corazón misericordioso como en el cielo.
Soy en tus manos como una hostia, Oh sacerdote eterno, que la hostia de mi cuerpo me oculte a los ojos humanos que solo tres ojos valoren mi amor y mi abnegación, porque mi corazón siempre está unido a tu corazón divino.
Me diste tu cuerpo sagrado como alimento del alma diciendo: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, quién come de este pan vivirá para siempre mi carne es verdadera comida, al que come mi carne yo le resucitaré en el último día.
De la hostia fluyen todas las gracias, y desde ella santifica Jesús al mundo aunque de una manera irresistible y espiritual. Gobierna al mundo y a la Iglesia sin abandonar su reposo ni saber de su silencio. ¿Cuál es el efecto de la vida de Jesús en el Santísimo Sacramento? Es una vida por completo oculta totalmente interior. Por eso, sí yo quiero que reine en mí, es preciso que me recoja y recoja mis facultades, mi inteligencia, mi voluntad, mis sentidos, es necesario que viva de Jesús y no de mí, en Jesús y no en mí.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda ser una hostia en sus manos, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce