Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Soy en Tus manos, oh Mediador divino,
como una hostia expiatoria
Y ardo sobre el altar del holocausto,
(22) Molida y triturada por el sufrimiento como granos de trigo,
Y todo por Tu gloria y por la salvación de las almas.
Reflexión: Hostia II
Soy en tus manos, Oh mediador divino como una hostia expiatoria y ardo sobre el altar del holocausto molida y triturada por el sufrimiento como granos de trigo y todo por tu gloria y por la salvación de las almas.
Soy una hostia que permanece en el tabernáculo de tu corazón. Camino por la vida sumergida en tu amor sin temer nada en el mundo, porque tú mismo eres mi escudo, mi fuerza y mi defensa. Soy una hostia depositada en el altar de tu corazón para arder de fuego de amor por todos los siglos, porque sé que me has elevado únicamente por tu misericordia así pues todos los dones y las gracias los convierto para tu gloria.
Soy una hostia en tus manos, Oh juez y salvador en la última hora de mi vida. La omnipotencia de tu gracia me lleve a la meta, que se distinga tu piedad en el recipiente de tu misericordia. ¿Cómo debo prepararme para comulgar? “Enséñame el camino que he de seguir. Escúchame, señor que te llamo: Ten piedad, respóndeme”. Lo primero que se necesita para participar en el santo sacrificio es una profunda humildad con gran reverencia y enorme respeto, con una fe firme y con una santa intención, de honrar a Dios y de adorarlo y rendirle culto.
Tienes que examinar tu conciencia para purificarla de toda mancha de pecado, con actos de constricción y arrepentimiento, y si es necesario con el sacramento de la confesión. Tienes que aborrecer tus pecados, en especial, los que estás cometiendo en estos días. Debes tener un firme propósito de enmienda para empezar de nuevo y cumplir lo prometido, porque mi vida os digo que no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda ser una hostia en sus manos, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce