La paz esté con ustedes. Durante estas semanas estamos leyendo del capítulo decimotercero del Evangelio de Mateo, que/ es una obra maestra. Contiene muchas de las grandes parábolas de Jesús y esta era una forma típica de enseñar. Jesús raramente enseñaba de una forma doctrinaria. Enseñaba a través de estas historias evocativas. Las parábolas a menudo ponen las cosas patas para arriba. Invierten nuestra expectativa. Nos hacen pensar de modos frescos y desafiantes.
Tenemos muchas hoy, pero quiero centrarme en una porque pienso es muy rica, tanto teológica y espiritualmente. Es la famosa parábola del trigo y la cizaña, para nombrarla con su nombre clásico. Podríamos simplemente decir el trigo y la maleza. Veamos, así es como comienza la historia. “El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña”. El sembrador de la semilla aquí entonces es el Señor. ¿Y qué está sembrando? Bueno, el trigo bueno del reino. Piensen en todas las manifestaciones de la actividad de Cristo en el mundo. Piensen en la Iglesia en su mejor versión. Piensen en los santos. Piensen en la santidad diaria. Ese es el trigo que viene de estas buenas semillas que se han sembrado. Pero “mientras dormían”, y eso es importante de resaltar, muy a menudo, la infiltración del mal llega de formas ocultas y clandestinas. Lo vemos venir claramente. Oh, miren, allí está el mal. Actuamos, pero muy a menudo sucede a nuestras espaldas. Se nos insinúa de formas astutas, ocultas mientras todos duermen. Noten esto también, por favor. Dormidos. Les he dicho a menudo que en la Biblia es un símbolo negativo, un tema negativo. Significa falta de conciencia espiritual.
Piensen en los tres discípulos durmiendo en el jardín de Getsemaní mientras Jesús está en apuros. Mientras estaban “durmiendo”, piensen en David tomando esa larga siesta en el techo de su palacio antes del incidente de Betsabé. Dormir significa falta de atención espiritual. Mientras estaban dormidos, sin atender, el mal logró infiltrarse en la Iglesia, en el mundo de los santos, etcétera. Así que cuando creció el cultivo y dio frutos, apareció también la maleza. Esta es la lección número uno de esto. Deberíamos esperar corrupción incluso dentro de las mejores manifestaciones del reino de Dios. Permítanme decirlo de nuevo. Deberíamos esperar corrupción incluso dentro de las mejores manifestaciones del reino de Dios. diría yo, al contar algunas de las historias de los papas y obispos y de la jerarquía corrupta del pasado. Bueno, vean, había algo verdaderamente beneficioso en aquellas lecciones de historia porque nos estaba mostrando la verdad de esto. Sí, la Iglesia a lo largo de los tiempos en toda su gloria, sí, en los santos y sí, en los grandes y santos papas y líderes, sí, ciertamente. Pero desde el comienzo, siempre hubo corrupción, pecado, degradación dentro de la vida de la Iglesia. Deberíamos esperarlo. ¿Por qué? Porque un enemigo ha estado trabajando.
Eso es lo que dice la parábola. Así que en términos de la parábola, es cierto enemigo del sembrador de la semilla. Tal vez sea un campesino rival o alguien. Pero sabemos lo que significa en el orden espiritual. Sin caer en cierta forma de Maniqueísmo, no es como Dios contra cierto poder oscuro equivalente. Eso es La Guerra de las Galaxias. Eso no es la Biblia. Sin embargo, la Biblia habla efectivamente de estos poderes espirituales oscuros y destructivos que se levantan contra los propósitos de Dios. Y efectivamente, cualquiera que tenga cierta madurez en la vida espiritual sabe esto, que cuanto más se manifiesta la gloria del reino, más lo persiguen los poderes oscuros. Cuanto más clara es la operación de la gracia, más agresiva es la operación de los poderes oscuros. Un enemigo ha hecho esto, ha sembrado a propósito estas semillas entre el trigo para que cuando crezca el trigo, allí está, sí, hermoso y sano, pero miren cómo está ahora rodeado de cizaña. Eso es lo maravilloso de esta imagen. No es como si, bueno, tienes el trigo y “oh, allí está la maleza encima o cerca de él”. No, no.
Crecieron juntos. La maleza alrededor ahogando al trigo. Ahora bien, esto es lo realmente diabólico aquí, y la parábola es muy buena mostrándolo. Miren por favor cómo continúa la historia. Sus trabajadores le dijeron. “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Él contestó, “No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo”. Existe aquí una verdad metafísica y espiritual muy profunda. Primero, la metafísica del mal. Agustín vio esto. También lo vio Tomás de Aquino. El mal no es algo sustancial en sí mismo. El mal es, tal como lo expresa Aquino, privatio boni. Es una carencia de bien. Es una corrupción de lo que es bueno. Es una falta en algo que de otra manera es bueno en sí mismo. Les daré un ejemplo tonto de una caries en un diente. ¿Qué es lo malo en una caries? Bueno, es esta corrupción de algo bueno. El diente es bueno y tiene un propósito natural importante, y ahora tiene una caries en él. Tiene una corrupción en él. Esto significa que el mal es siempre, escuchen esto, parasitario del bien. De nuevo, no es como si, “Bueno, aquí está el bien y allí está mal”.
No, el mal por su misma naturaleza está dentro del bien. Es una corrupción del bien. Es parasitario, por lo tanto del bien. O piensen en un cáncer que está comprometiendo un órgano. Bueno, el órgano es bueno, está haciendo su actividad saludable, natural, pero ahora lo está corrompiendo el cáncer. ¿Cuál es la consecuencia? Es prácticamente imposible querer llegar al mal sin amenazar de cierto modo al bien. ¿Ven el por qué? Si fueras un dentista experto y descubrieras, “sí, hay una caries en un diente. Bueno, permíteme entrar allí y quitarla”. Bueno, no funciona de ese modo. No vas simplemente y la quitas o haces a un lado el diente y luego luchas contra esa caries. No. La caries está en el diente. Y por lo tanto, si quieres resolver el problema de la caries manteniendo la integridad del diente, debes ser muy, muy delicado y cuidadoso. Hablen con cualquier cirujano, cualquier oncólogo que trate con un cáncer, sucede lo mismo. Están enfrentando a un tumor que es parasitario de cierto órgano sano. “Simplemente entre y extirpe el cáncer”. Bueno, mejor que tengas mucho cuidado con eso. De acuerdo, desplacémonos fuera del campo de la fisiología. ¿Qué sucede con una parroquia corrupta, una iglesia corrupta, una comunidad corrupta? ¿Es mala la corrupción? Sí, por supuesto que lo es. De acuerdo, lo sé. Entremos directamente y quitémosla. Bueno, lo mismo que con el diente, lo que sea que esté corrupto allí, digamos sea una parroquia, es parasitario de lo bueno y saludable de esa parroquia. Tiene que serlo. Así es como funciona. Pueden decir, “Esa comunidad, ¡cielos!, está plagada de pecado y de corrupción. Sí, pero para quitarlo sin destruir la comunidad misma, tienes que ser muy cuidadoso. Es una lección que pienso que tienen que aprender los sacerdotes jóvenes a menudo, porque se involucran en una parroquia, es un típico error de principiante, y lo ven inmediatamente, “Oh, sí, esto es un caos y no está funcionando”. Sí, de acuerdo. Cierto. Pero el pastor sabio dirá, “Hum, pero…”. No puedes ir y arrancarlo directamente con las dos manos.
Debes ser extremadamente delicado y cuidadoso para extirpar el mal sin destruir el bien. Y es por esa razón que el maestro dice en la parábola, “No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo”. Recuerden todos ese principio. Piensen en la maleza envolviéndose alrededor del trigo. “¡Arranca esa maleza!”, sí, y se arrancará el trigo con ella. Así que, ¿cuál es la conclusión? Escuchen la parábola. El maestro dice, “Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y luego almacenen el trigo en mi granero”. Lo que se está señalando aquí es que: sí, estamos a favor de lidiar con el mal cuando lo vemos y con la delicadeza requerida y todo lo demás. Sí, efectivamente, pero también, al final de cuentas, ciertos males solo pueden ser enfrentados por Dios. Es sólo Dios el que tiene la delicadeza y la sabiduría para separar el trigo de la cizaña. Tal vez algunas veces ante la presencia de un mal terrible, debemos ser pacientes y permitir a Dios que realice su tarea. Y ahora, un punto más. Podría ser el caso que algunas veces, sé que es un misterio elevado, lo sé, y es un misterio frustrante también, que algunas veces Dios permita el mal, como dijo Agustín, para obtener un bien mayor. ¿Será posible que Dios haya permitido cierta corrupción y cierto mal precisamente para sus definitivos propósitos buenos? Como muchos han señalado, el escándalo de los abusos sexuales que hemos atravesado en la Iglesia en los últimos ¿cuánto?, 25 años, ¿influyeron en una purificación verdadera en la Iglesia? Absolutamente, me parece a mí. ¿Estoy poniendo excusas? No, no, no, no, no. Sino observando cómo Dios podría permitir ciertas formas de mal para obtener un bien mayor. Permítanme darles algo más de Aquino, y sé que es desconcertante, y sé que es un poquito problemático, pero es justo para este punto, y es bastante interesante. Tomás dice, “Algunas veces Dios permite incluso hasta el pecado para permitir que afloren ciertas virtudes”. Su ejemplo, “sin la crueldad del tirano, no existiría el temple del mártir”. Piensen en todos los mártires que fueron asesinados por tiranos terribles. Bueno, sé que suena raro de decir, pero sin la maldad de los tiranos, no hubieran visto esa virtud. Les daré un ejemplo particular real. Maximiliano Colbert, piensen en el gran santo de Auschwitz. En todo su poder y gloria espiritual, el simple hecho de que sin la opresión de Hitler, no hubiera habido un Maximiliano Colbert. ¿Permite Dios algunas veces —sé que es espantoso decirlo, y no siempre lo vemos, les estoy dando ese único ejemplo, pero típicamente no lo vemos claramente— pero permite Dios algunas veces que la cizaña se envuelva sobre el trigo para sus propósitos? Ahora, nada de esto tiene el designio de dar una respuesta clara. Este es el problema del mal, y aquí está cómo lidiar con él con los pasos 1, 2 y 3. No, es una historia que echa luz sobre diferentes aspectos de este problema tan espinoso. Así que denle una mirada esta semana. Saquen tal vez sus Biblias, vayan a Mateo capítulo 13 y encuentren esta parábola, y piensen en sus propias batallas contra la maldad y contra el pecado a la luz de lo que nos está diciendo aquí el Señor.
Matthew 13:24-43
Amigos, el Evangelio de hoy nos presenta una de las parábolas de Jesús más amadas: la referida a la semilla de mostaza. “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas”.
¿Cómo es que Dios trabaja? ¿Cómo es la construcción del Reino? De lo muy pequeño a lo muy grande, y por medio de un proceso lento y gradual. Dios tiende a trabajar bajo el radar, al margen de las cosas, en silencio, clandestinamente, sin llamar la atención.
En la Ciudad de Dios, San Agustín escribió que la Iglesia es como el Arca de Noé, un barco que va a los saltos en los mares agitados de la historia. A medida que los grandes imperios van y vienen, a medida que las olas de la historia chocan ruidosamente contra la orilla, el reino de Dios avanza silenciosamente, desapercibido, pero inevitablemente.
En una de mis imágenes favoritas C.S. Lewis habla de este principio. ¿Cómo, se pregunta, entró Dios en la historia? En silencio, en un rincón olvidado del Imperio Romano —a escondidas, por así decirlo, detrás de las líneas enemigas.
Brígida de Suecia, Santa
Memoria Litúrgica, 23 de julio
Fundadora
Martirologio Romano: Santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente, consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó de este mundo al cielo († 1373).
Etimológicamente: Brigida = Aquella que es poderosa y fuerte, el origen es incierto, posiblemente hebreo o céltico.
Fecha de canonización: 7 de octubre de 1391 por el Papa Bonifacio IX.
Breve Biografía
SANTA BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.
La Pasión: centro de su vida
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: «Mira en qué estado estoy, hija mía.» «¿Quién os ha hecho eso, Señor?», preguntó la niña. Y Cristo respondió: «Los que me desprecian y se burlan de mi amor.» Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.
Matrimonio
Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia.
Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
En la Corte
Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.
Las Visiones
La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa.
Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. «Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía– no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia.» Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: «¿Qué soñó Doña Brígida anoche?»
Problemas familiares y peregrinaciones
Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba «el Bandolero» y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones
Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del demonio o de su propia imaginación.
Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.
En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.
En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.
El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.
En Roma e Italia
Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la «muerte negra» hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas del pueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo in Damaso.
Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, «un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas». Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuando fue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida.
Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: «Ven a beber conmigo en mi celda». La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.
Profecías y revelaciones
Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.
El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoró que se disponía a volver a Aviñón.
Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.
En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.
A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.
La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de Danzig.
Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.
Visiones y escritos
Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época.
Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: «Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas.»
Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.
Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de «Sermo Angelicus», en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: «Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte».
Qué fácil es ver la cizaña y olvidarse del trigo
Santo Evangelio según san Mateo 13, 24-43. Domingo XVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío, por este nuevo día que me concedes. Gracias por el inmenso amor que me brindas. Gracias por tu presencia y tu acción en mi vida. Te pido prepares mi alma para este encuentro que voy a tener contigo. Ayúdame a conocerte y amarte hoy un poco más. Mira el fondo de mi corazón y saca de él todo lo que impida que Tú reines en él. Inflámalo de un ardiente amor por ti y por tu Reino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó.
Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña. Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron; ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero’ ”. Luego les propuso esta otra parábola: “El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”. Les dijo también otra parábola: “El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”. Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. Luego despidió a la multitud y se fue a su casa.
Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”. Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña, son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aunque ya has hecho una explicación de la parábola en el mismo texto del Evangelio con la cual orar, también puedo orientar mi oración mirando el campo de mi vida personal. En el pasaje me hablas del campo del mundo, donde existe el bien y el mal. Pero en mí también existe este campo en el que encuentro el trigo y la cizaña.
¡Cuánto dolor me provoca a veces el comprobar mis pecados, mis debilidades, mis caídas! Tú mejor que nadie conoce mis deseos por ser mejor, por ir logrando la santidad en correspondencia con tu gracia, por vencer el pecado. En ocasiones quisiera una vida perfecta, santa, inmaculada; una vida sin errores, sin fallas, sin caídas. Todo esto embarga mi alma de dolores tan hondos. Y por si fuera poco, no sólo interiormente encuentro en mí la cizaña, en lo exterior también puedo llevarla en una enfermedad, en algo que me molesta de mi aspecto físico, en una persona con la que tengo que trabajar pero que no me es simpática, en una actitud que no puedo controlar, o en mi forma de ser por temperamento.
¡Pero qué fácil es ver la cizaña y olvidarse del trigo! Puedo pensar que sólo sembraste en mí cosas negativas; que pusiste sólo rivales que enfrentar, cosas que mejorar, actitudes que cambiar. Y no es así.
Debo fijarme también en el trigo bello, dorado, sano que has puesto en mí. Ayúdame a descubrir las cosas buenas que me has dado. Porque son ellas las que tengo que cuidar, que fortalecer, que potenciar. Las debilidades, pecados, errores y fallos siempre estarán ahí, pero lo bueno, depende mucho de mí el que se mantenga y se potencie.
Puede pasarme que, por centrar sólo mi atención en lo negativo, me entregue a combatirlo y descuide lo bueno y lo pierda. Entonces se aplica aquello de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Ayúdame, Señor, a vivir mi vida con equilibrio. A saber aceptar en mí la cizaña, buscando siempre que no crezca más, con paciencia, con esfuerzo, con correspondencia a tu gracia. Pero también, a potenciar las cosas buenas, a fomentar las virtudes, a fortalecer los hábitos, a afianzar las cualidad y ponerlas al servicio de los demás.
En efecto, al final del pasaje no te interesa cuánta cizaña se arrancó, la forma en que se recogió o se quemó, sino el trigo que se salvó y lo muchos granos que produjo. No te importó la cizaña, te importó el trigo. Te importó tanto que lo guardaste en tu granero para así mantenerlo siempre contigo como el tesoro más grande que podías conservar.
«La misión —de acuerdo a cada carisma particular— es la que nos recuerda que fuimos invitados a ser levadura de esta masa concreta. Es cierto, podrán existir “harinas” mejores, pero el Señor nos invitó a leudar aquí y ahora, con los desafíos que se nos presentan. No desde la defensiva, no desde nuestros miedos, sino con las manos en el arado ayudando a hacer crecer el trigo tantas veces sembrado en medio de la cizaña. Poner a Jesús en medio de su pueblo es tener un corazón contemplativo capaz de discernir cómo Dios va caminando por las calles de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, en nuestros barrios. Poner a Jesús en medio de su pueblo, es asumir y querer ayudar a cargar la cruz de nuestros hermanos. Es querer tocar las llagas de Jesús en las llagas del mundo, que está herido y anhela, y pide resucitar».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pediré perdón si en algún momento ofendí a alguien o perdonaré a quien me pida disculpas y haré una oración especial por esa persona que ni siquiera se da cuenta de las ofensas que comente.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Los zapatos de la Iglesia
Ir más allá del prejuicio y del estereotipo es un deporte intelectual muy sano
Vivimos de estereotipos. México es el cactus, el tequila y el sombrerote. China es lo lejano, lo indescifrable. España es el chorizo, el sol y los toros. Alemania es la cuadrícula, la búsqueda de la perfección aritmética…
La Iglesia Católica, para muchos, es una extraña institución que se atreve a contradecir gigantescas opiniones públicas, a desdeñar leyes diseñadas por pueblos de primer mundo ejemplarmente democráticos. Una organización regida totalitariamente por un anciano vestido de blanco, anticuado, conservador, aferrado al pasado…
Ir más allá del prejuicio y del estereotipo es un deporte intelectual muy sano. Requiere su esfuerzo. Hay que ir más allá de las apariencias externas. Significa detenerse, ver, observar, escuchar, profundizar, abrirse… antes que etiquetar con prisas una realidad. Implica acercarse y asomarse al corazón que late escondido ahí dentro… Se puede ser radicalmente distinto, se puede aborrecer tal realidad, pero ponerse en zapato ajeno nunca hará daño a nadie.
Para la Iglesia hay un Dios que existe, creador de todos, que se hizo hombre para dar su vida en rescate de muchos. Un Cristo que viene a destruir con amor, con generosidad, con desinterés, el mal más terrible que aqueja a los hombres, más terrible que el ébola, el cáncer, el ántrax o que el síndrome de inmunodeficiencia adquirida: el pecado, el egoísmo. Porque el pecado es el único mal capaz de destruir el alma y el corazón de una persona. Ningún otro mal lo puede lograr.
Un Cristo que trajo un Evangelio: la Buena Noticia capaz de transformar a la Humanidad, corazón por corazón. Un Dios que ofrece su amistad y que es capaz de satisfacer los anhelos más profundos de felicidad que tienen los seres humanos. Que ofrece el sentido más hondo de la propia vida y que invita abiertamente a una felicidad eterna que la muerte no puede aniquilar.
Un Dios hecho hombre que revela también la verdad sobre el hombre. Que sabe lo que hay dentro, muy adentro, del corazón de todo ser humano. Que está en condiciones de decir al hombre lo que le hace más hombre, más pleno, más feliz; al mundo, lo que le hace más planeta, más sociedad, más familia…
Esas profundas convicciones están muy clavadas en el corazón de la Iglesia y es ahí desde donde busca iluminar. Para ella, su mensaje no es suyo. Es un mensaje prestado. Un talento depositado en sus manos frágiles y temblorosas y que se muere por compartir. Un tesoro que va en vasija de barro y que quema por dentro. Una responsabilidad por hacerlo fructificar, por comunicarlo, por transmitirlo, por dar gratuitamente lo gratis recibido. La Iglesia cree con todas sus fuerzas que Alguien le ha encomendado la custodia y salvación de ese ser tan frágil, tan misterioso, tan imprevisible, tan agónico, tan capaz de lo peor como capaz de lo mejor. Por ese hermano herido y por ese hermano heridor, es que la Iglesia levanta su voz lo mismo en la selva que en el desierto. Y camina, se detiene, se inclina, se descalza, se moja, con tal de rescatar un alma más…
Son los zapatos de la Iglesia. ¿Te los quieres probar un minuto solo?
Santa Brígida de Suecia: noble, viuda, religiosa y bendecida con visiones
Dar los mensajes de Dios a los interesados (reyes y papas, algunos de ellos) no le resultó fácil ni le hicieron caso, pero obedeció siempre
Santa Brígida era hija del gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. Su madre era Ingerborg, hija del gobernador de Gotlandia oriental. Brígida quedó huérfana a los 12 años aproximadamente.
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. La Pasión del Señor fue el centro de su vocación espiritual.
A los diez años, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que le causó una fuerte impresión, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: «Mira en qué estado estoy, hija mía«. «¿Quién os ha hecho eso, Señor?», le preguntó ella. Y Cristo respondió: «Los que me desprecian y se burlan de mi amor».
Un matrimonio feliz
Antes de los 14 años se casó con Ulf Gudmarsson, que tenía 18, y fueron un matrimonio feliz durante 28 años. Tuvieron 4 hijas y 4 hijos. Una de las hijas sería santa Catalina de Suecia.
Brígida se distinguía por llevar una vida de señora feudal en Ulfassa, pero tenía interés en el fomento de la cultura y el estudio. También valoraba el diálogo con personas sabias y prudentes.
Primera dama de la reina
En torno a 1335, fue llamada a la corte del rey Magnus II para ser la principal dama de la reina Blanca de Namur.
Brígida se encontró entonces con un rey débil y una reina superficial e influenciable. Así que trató de que las personas de la corte fueran leales y supusieran una influencia positiva en los monarcas.
El rey y la reina le agradecían sus atenciones pero seguían su estilo de vida.
Visiones durante toda su vida
Entonces comenzó a tener visiones, de los más variados temas. Santa Brígida hubo de soportar entonces las burlas de la corte.
En cuanto a su familia, padeció por sus hijos. Su hija mayor se casó con un noble a quien la santa llamaba “El Bandolero” y su hijo pequeño murió.
Esto le llevó a peregrinar al santuario de san Olaf de Noruega y a su regreso se empeñó más en que los reyes llevaran una vida ordenada.
De nuevo volvió a fracasar: el rey estaba muy entregado a los vicios y la reina prefería pensar en el lujo.
La santa pidió entonces permiso para peregrinar a Santiago de Compostela con su marido.
A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo. Pero en una visión san Dionisio le comunicó que su marido no moriría. Efectivamente, Ulf se curó; y el matrimonio decidió entregarse a Dios en la vida religiosa.
Ulf muere
Antes de haberse trasladado cada uno a un convento, Ulf murió. Ya viuda, Brígida se quedó en Alvastra cuatro años, apartada del mundo y con una vida penitente.
Como las visiones cada vez eran más frecuentes, tuvo miedo de que procedieran del diablo, así que decidió consultar al maestre Matías, canónigo de Linkoping. Este le confirmó que eran de Dios.
Desde aquel momento, santa Brigida fue comunicando las visiones al prior de Alvastra, quien al ver la acción de Dios a través de esa mujer decidió ponerlas por escrito.
En una de las visiones, Dios le mandó ir a ver al rey Magnus para amenazarle por su conducta, haciéndole considerar que le esperaba el juicio de Dios. Lo mismo hizo con la reina.
Magnus rectificó algún tiempo, incluso dotó al monasterio que santa Brígida acababa de fundar en Vadstena (esta fundación procedía también de una visión).
Redactó sus Constituciones y pronto se convirtió en el centro cultural y espiritual de Suecia.
En Roma
En 1350 viajó a Roma para celebrar el jubileo y decidió quedarse allí a vivir. En la Ciudad Eterna, que estaba en decadencia, se ocupaba de atender a los pobres mientras esperaba el regreso del Papa, que se había trasladado a Aviñón (ella le había aconsejado que volviera a Roma por una visión que había tenido, pero no le hizo caso).
Brígida destacó entonces por su generosidad y su entrega. Cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa.
Viajando por Italia, en Bolonia se unió a ella su hija santa Catalina de Suecia, quien sería su más estrecha colaboradora hasta la muerte.
Santa Brígida iba actuando según las visiones de Dios le indicaban lo que tenía que hacer. Un día se le apareció san Francisco de Asís y le dijo: “Ven a beber conmigo en mi celda”. Y así viajó a Asís.
No solo a veces sus mensajes proféticos no eran escuchados por los interesados sino que le causaron sufrimiento.
Por ejemplo, después de predecir un castigo sobre los partidos que confundían a Roma, la echaron de su casa y tanto ella como su hija tuvieron que pedir limosna en el convento de las Clarisas.
Santa Brígida de Suecia falleció en Roma, después de una peregrinación a Tierra Santa y un regreso por Chipre y Nápoles, el 23 de julio de 1373. Tenía 71 años. Sus reliquias están el monasterio de Vadstena.
La fiesta de santa Brígida de Suecia se celebra el 23 de julio.
Patronazgo
Santa Brígida de Suecia es la patrona de su país.
Oración (escrita por santa Brígida)
¡Oh, Dulce Jesús!, herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, ¡oh, mi Señor!, a Vos. Haced que mi corazón sea vuestra habitación perpetua y que mi conversación os sea agradable. Que el fin de mi vida os sea de tal suerte loable que, después de mi muerte, pueda merecer vuestro Paraíso y alabaros para siempre en el Cielo con todos vuestros santos. Amén.