Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Dos últimos días del carnaval.  Aumentaron mis sufrimientos físicos.  Me uní más estrechamente al Salvador doliente pidiéndole misericordia para el mundo entero, desenfrenado en su maldad.  Durante todo el día sentí el dolor de la corona de espinas.  Al acostarme no pude apoyar la cabeza en la almohada; sin embargo, a las diez los dolores cesaron y me dormí, pero al día siguiente me sentía agotada.

Reflexión: El pecado

Dos últimos días del carnaval. Aumentaron mis sufrimientos físicos. Me uní más estrechamente al Salvador pidiéndole la misericordia para el mundo entero, desenfrenado en su maldad.

“Misericordia, Dios mío por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa. Lava del todo mi delito limpia mi pecado”.

El pecado es una ofensa y un insulto a la autoridad soberana de Dios. Lo que más desagrada a Dios en la tierra y en nosotros es el pecado; ni los justos y santos están exentos del pecado. El pecado es una oposición a la santidad de Dios que constituye su naturaleza. Dios es esencialmente santo, el pecado hace de nuestra alma un cadáver horrible sobre todo si se trata de pecados sensuales. Cuando el hombre peca gravemente se pierde para Dios y también para sí mismo, pues el pecado desorienta su camino hacia el cielo, es la mayor tragedia que puede sucederle a un cristiano, se aparta radicalmente del principio de vida, que es Dios por la pérdida de la gracia santificante, pierde los méritos adquiridos a lo largo de toda su vida y se incapacita para adquirir otros nuevos quedando sujeto a la esclavitud del demonio. El pecado no produce verdadera felicidad porque el demonio, carece de ella, se pierde la filiación divina, fuera de Dios es imposible la felicidad. La raíz del mal está en el interior del hombre, por eso el remedio parte también del corazón cuando se justifica el pecado, o se ignora, se hacen imposibles el arrepentimiento y la conversión.

Debemos recordar la parábola del hijo pródigo: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti. El padre salió el encuentro, lo colmo de besos. La misericordia de Dios en la confesión nos devuelve lo que perdimos por el pecado: la gracia y la dignidad de hijos de Dios.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te libre del pecado, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce